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Capítulo 25 "El Pasar de los Años"

5 de Enero del 2018
Alemania. Territorio de Nadie. En las cercanías a la ciudad en ruinas de Mernst.

Dicen que, el tiempo lo cura todo. Dicen que, si dejas que el tiempo haga su trabajo, las cosas se harán por si solas o caerán por su propio peso. Dicen que el tiempo cura las heridas, hasta las mas profundas. Dicen que el tiempo es la vida y la muerte, inclememte a los designios y deseos humanos. Pues el tiempo solo avanza, sin pausa. Nunca retrocede, y a pesar de lo que pueda pasar. Nunca se detiene. Y para la guerra, el tiempo puede ser un aliado o enemigo.

Casi dos años han pasado ya de conflicto abierto. Destrozando pueblos y ciudades pequeñas. Ajeno al mundo humano, pero siendo una calamidad para el mundo sobrenatural. El conflicto estaba llegando a cierto punto clave. Desde el año pasado, las tropas del abismo habían estado cerca de tomar Beltruchst, para puerto marchar hacia Gerfeullem. Pero un acontecimiento inesperado cambió las tornas de la guerra. Gael, líder de los merodeadores, creó un circulo de oficiales altamente capacitados en el arte de la guerra. Sumándole a eso, que logró fundar una escuela de fuerzas especiales donde comenzó la formación de los Acechadores como un grupo elitesco más grande. Y para más, varias especies sobrenaturales se unieron a las filas de los merodeadores. Licántropos, ya sea de manadas aliadas con aquellos mercenarios o rogues. Vampiros, magos de todo tipo e incluso brujos, sin contar especies menores como lo que vendrían siendo duendes, ogros, balverinos, incluso una que otra hada o ninfa. Marcando una gran diferencia a la hora de los combates.

Esto hizo retrocer a las fuerzas abismales que, poseían la ventaja numérica pero no la estrategia. Solo unos pocos oficiales superiores eran reconocidos como héroes en el campo de batalla, ganando escaramuzas y salvando vidas. Entre ellos, el ahora Capitán Dracks. Pero el alto mando seguía siendo una cuerda de inútiles, que solo dejaron ver su inutilidad en las grandes batallas donde poco a poco, el abismo perdía terreno. Creando la nueva ofensiva de los merodeadores. Esa ofensiva había sido ralentizada por los constantes saboteos del Servicio Especial de Ataque. El grupo Alfa, liderado por la Sargento Maestro de Primera Alexa, era el más letal de todos los grupos de S.E.A, grupo que se reconocía por los uniformes especiales que les dieron de camuflaje tipo Woodland.

Dicen que el tiempo cierra las heridas. Y con ello, había cerrado dos heridas en Alexa. La primera causada por la desaparición de Víctor, la segunda por la desaparición de Aldrich, acusado de alta traición y sentenciado a muerte. Pero el mismo tiempo le había puesto en su camino a su soulmate. A ese joven de cabello negro y de un poder peculiar. Aquel con el que inició con mal pie, pero con esfuerzo por parte de ambos, logró tomar fuerza ese vínculo, fueron largos meses donde él se había esforzado en conocerla, y aunque ella cedió al inicio, el recuerdo de Víctor la mantenía firme a esperar por el. Y esperó, por un año y medio, hasta que se rindió, y lamentablemente poco a poco, fue dejándolo de lado ante las nuevas cosas en su vida. La guerra y Edison.

Justo en ese momento, ellos iban acompañando a una la 11 Brigada de infantería ligera, acompañados de la 7 División de caballería y por 20 compañías de Arqueros. Todos iban avanzando, formando un gran cuadrado. A paso lento pero seguro. La gran formación cruzaba la tierra de nadie, su objetivo era tomar y mantener un puesto de avanzada en las ruinas de la ciudad de Mernst. El constante bamboleo del caballo donde iba ya a ese punto resultaba molesto. Miraba al frente, pues no había gran cosa que ver, a donde sea que mirase, solo vería hombres a caballo, otros a pie, todos vistiendo el uniforme de reglamento, un camuflaje de bosque acompañado de placas metálicas y cascos de metal. El sonido de los cascos de los caballos, de las placas metálicas y de los hombres al hablar resultaba agobiante.

Sintió un leve golpe en su hombro y se giró para ver como Edison le miraba con una sonrisa que ella correspondió, una sensación agradable recorrió su cuerpo, sabiendo que por lo menos estaba con alguien que le apreciaba.

-¿Aburrida?.-le preguntó.

Ella se encogió de hombros.

-Algo, no es que el paisaje sea el mejor.-Un tono burlón salió en forma de respuesta.

Edison soltó una baja risa negando con la cabeza, era cierto que en todo ese tiempo, el había madurado, aun no perdía lo prepotente pero si había mejorado el controlar su ego.

-Si te fijas bien, puedes ver detalles curiosos.-Edison señaló al frente donde varios metros mas adelante, iban tres oficiales.-Estamos en buenas manos.

Alexa arqueó una ceja, durante toda la guerra, ellos, en especial ellos dos, solían discutir y no llevarse bien con los oficiales del ejercito del abismo. Siempre chocando en estrategias o en las tácticas a tomar. Siempre llevando la contraria a los oficiales. Oírlo a el decir eso, era tan raro como ver a un Soberano Del Abismo.

-Nunca creí que llegaría a oír eso, menos de ti.-Soltó con burla.

-¿Ah si?.-Edison Arqueó una ceja.-Pues te comento que ellos son: El General de División Willswicht, junto al Capitán Dracks y el Mayor Dolchst.

-No puede ser, los oficiales más respetados de toda la fuerza armada.-Susurró ella algo asombrada.

-No puedo creer que no lo notaste antes.-Dijo con cierta gracia.-Acaso andabas en otro mundo.

-Podría decirse que sí.-Respondió bajito.

Una serie de murmullos apareció por las filas, incrementándose. Ambos extrañados al notarlo, decidieron ver al resto del equipo especial, mirandolos a ellos, uno de los integrantes señaló al frente. Cuando ambos miraron, obtuvieron su respuesta. Allí estaba. Grandes pilas de escombros, madera quemada, y machas negras en el suelo lo decían todo, y eso que apenas llegaban. Habían llegado a las ruinas de Mernst. Alexa soltó un largo suspiro.

-¿Lista para el ajetreo?.-Le preguntó Edison.

-No me queda de otra.-Respondió con notable flojera.

Apenas eran las doce del mediodía cuando llegaron. Aun debían de asentarse, organizar todo, preparar las defensas, organizar las guardias y la comida. Los lugares para descansar, acomodar la zona para la ventaja de ellos y varias cosas más. Todo eso era lo más tedioso y molesto, en opinión de ella, a la hora de ir asignada con grandes grupos de infantería. La logística. Apenas llegaron al centro de la ciudad en ruinas, todos bajaron de los caballos, el grupo de Alexa se reportó con el Capitán Dracks, el cual les ordenó ayudar a bajar las cajas de suministros. Entre tanto movimiento, no detalló bien al capitán, pero sin importarle, y con mucho fastidio, los miembros del equipo alfa ayudaron a bajar las cajas. Todos hacían sus asignaciones lo más rápido posible, pues los informes indicaban que había tropas enemigas cerca de ellos. Los informes estaban mal, y la única posible amenazaba estaba a 30 kilómetros de ellos al norte, en un pequeño pueblo agrícola.

Un pueblo que estaba siendo saqueado por los merodeadores en ese momento. Y el vengador de todos esos inocentes, no serian aquellos soldados del abismo. Sino un ser con una reputación, por lo mucho cruel.

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5 de Enero del 2018
Alemania. Ciudad Sobrenatural de Dormenst.

La ciudad de Dormenst despertaba con el cantar de los pájaros y el sonido de los negocios madrugadores al abrir sus puertas. El sol emergía dándole los buenos días a la población de la ciudad, la cual vivía en relativa paz, aunque estuviesen bajo ocupación de tropas del abismo. Un pequeño contingente de soldados de infantería y dos guarniciones de la Guardia del abismo. A esta altura de la guerra, detalles, pequeños detalles que hacían cambiar a los soldados se notaban.

Gracias a los constantes ataques a las líneas de suministros por parte de las gárgolas malditas de los merodeadores, cada vez recibían menos suministros aquellos soldados estacionados en ciudades. Aquellos en el frente no tenían tanto problema para la comida pero no se podía decir lo mismo de los que estaban en las ciudades. Por esa misma razón, la guardia del abismo, en Dormenst se habían ganando mala reputación por un grupo de soldados, incluso uno que otro sargento apoyados por un Teniente, pedían "Colaboraciones" a la población. Si eras comerciante, debías de prepararte para que ellos se llevasen su parte de la mercancía. Una práctica infame que poco a poco se permitía más.

Ese día, a eso de las 6 de la mañana. Desde el Este llegaba un hombre a Dormenst. A paso tranquilo, atravesó aquel claro sin preocupación alguna, de todos modos no había amenaza alguna y dudaba de que algún soldado del abismo fuera tan imbécil como para desafiarlo. Eso no quitaba el estar bajo las miras de las ballestas de los guardias. Pero no le importaba, continuó con su camino. Para cuando estuvo a metros de la entrada, el soldado que estaba con los ballesteros les ordenó bajar las armas. Le había reconocido. Pero eso no evitaría el molesto interrogatorio que se llevaría a cabo para poder entrar. Al llegar a la entrada, fue interceptado por tres guardias del abismo, portando sus uniformes camuflados. Dos de ellos llevaban lanzas y el tercero una espada, ese era el sargento y el dolor de cabeza.

Aquel sargento, salió de su puesto de guardia con la mano puesta en el mango de la espada al ver al sujeto. Ahora que estaban cara a cara, su aspecto le causaba miedo, si, miedo era la palabra, ya que no era alguien común con quien lidiaba.

-Buenos días... Señor...-Dijo a tientas pues no podía decir con exactitud que era.

Frente a el, estaba la imagen de un hombre. Era de tamaño promedio rondando el metro setenta. Llevaba unas botas negras de corte militar, pantalones negros,una gabardina larga de color oscuro y bajo esta una especie de chaleco antibalas que al verlo, hizo preocupar al sargento pues, ese equipo solo lo podían llevar las S.O más avanzadas o los soldados humanos. El detalle más intimidante, era que llevaba su rostro escondido bajo una mascara metálica, que se asemejaba a una calavera, apoyándose de una capucha para pasar desapercibido. Al ver que no respondía a sus buenos días, y tan solo miraba fijo al sargento, el mismo carraspeo incómodo mirando a sus subalternos.

-Bueno.. Señor, necesitamos saber por que motivo vino usted a Dormenst.-Le pidió mientras tomaba una especie de cuaderno y anotaba.

-Negocios.

La voz de la persona, salia distorsionada de la mascara, casi con un tono metálico y burdo. Dispuesto a seguir el sargento preguntó.

-¿Cuanto tiempo se piensa quedar?

-Un par de semanas.

-¿Tiene residencia?

-Pagaré una habitacion en la posada.

El sargento le miró por encima del cuaderno, detallando las armas que llevaba la cuales no eran pocas. En su espalda llevaba una especie de rifle largo. En su pecho llevaba otro más extraño para él, en su pierna por lo visto llevaba una pistola e incluso le pareció ver alguna que otra granada. Eso le hizo sospechar.

-¿En que trabaja usted?.

No respondió y eso le dio mala espina al sargento el cual bajó la libreta mirándole fijamente, el hombre se veía tenso, hablar se su trabajo no era algo agradable y menos con las autoridades, por lo que su mano se escurrió lentamente al gatillo del fusil y la otra al guardamanos, mientras que los lanceros se preparaban para atacarlo.

-"Esta no era el tipo de bienvenida que esperaba"

Se dijo mentalmente, pero antes de que algún desastre ocurriera, en la escena se interpuso un oficial el cual tomó por el hombro al sargento, con rudeza y nada de tacto para advertirle al oído.

-Ese es el famoso Espectro, mejor dejalo en paz.-Le susurró molesto.

Luego de soltar al hombre, se dirigió al temido Espectro con un gesto amable y cortés.

-Disculpe las molestias, puede usted seguir con su camino.

El Espectro asintió y antes de partir se metió la mano en el bolsillo de la gabardina y sacó una moneda de oro, la cual le entregó al oficial. Sin siquiera voltearse a mirar, ingresó en Dormenst dejando atrás a los molestos soldados del abismo. Desapareciendo entre las abarrotadas calles de la ciudad. Cuando el Espectro desapareció, la mirada molesta del sargento cayó en el oficial.

-¿Por lo ha dejado ir?.-Preguntó molesto alzando la voz.-¿Acaso no vio que era peligroso?

El teniente se giró a verlo molesto pero con burla en sus ojos, se acercó encarando a sargento.

-Mas le vale que controle ese tono si no quiere una amonestación, sargento.-Le advirtió.-Ademas, debería de estar usted agradecido que le salvé la vida.

-¿Salvarme la vida?.

-Pobre imbécil, ¿acaso crees que tenías oportunidad contra ese tipo?.-Dijo dándole un toque en el pecho con el dedo.-Si yo no fuera apareció, ya serias un simple cadáver lleno de agujeros y yo, estaría llenando un informe, solo que aun tendría mi moneda de oro, pienselo.

El teniente se retiró dejando un sabor amargo en la boca del sargento. El cual notó que ese tipo supo burlarse de ellos, usando el mismo sistema corrupto de ellos en su contra para cubrirse las espaldas.

Mientras, entre las personas de la ciudad, ese hombre se movía sigiloso, manteniendo un bajo perfil, a pesar de ir tan armado, había dominado el arte de pasar desapercibido entre las multitudes. No cruzaba miradas con nadie y seguía por su camino, los pocos que notaban su presencia, le miraban por un momento pero al reconocerlo desviaban la mirada. Tenia reputación allí, no una buena pero la tenía. Su camino siguió hasta tomar un cruce desviándose de la calle principal, entrando en una avenida en la cual estaba un negocio donde ingresó. Era una herrería que era muy famosa, muy costosa, pero por igual de excelente calidad llamada Gwin's Flame. Al ingresar, una campanilla sonó avisando de su llegada. La sala de recepción era un lugar amplio con muebles para la espera, contando con armaduras de exhibición y armas por igual dejando ver la excelente calidad del herrero.

El ayudante del herrero salió de la forja, dispuesto a atender al cliente pero al ver de quien se trataba, se detuvo aterrado por un momento para luego regresar algo inquieto hacia su jefe. El Espectro notó que era nuevo, por lo cual no le sorprendió esa reacción, llevaba unas semanas fuera de Dormenst en las que supuso que el joven fue contratado.

-¿De quien se trata Andy?.-Le preguntó casi en un grito el herrero.

Sin prestarles atencion, el Espectro se quitó su gabardina dejando ver las abolladas placas de metal en hombros, brazos y piernas, quitándoselas y colocándolas sobre el mostrador, el chaleco jamás lo dejaría con aquel herrero, pues el Kevlar era algo que ellos no manejaban. Aún así, el chaleco, comparado con las placas de metal estaba casi intacto.

Cuando elevó la mirada vio como de la puerta emergía el famoso herrero del fuego Gwin. Alto, barbudo y musculoso, tenia el porte de un gran guerrero, casi como una deidad de la guerra. Portaba un grueso mantel sin nada debajo, gruesos pantalones y botas. Al ver al Espectro solo sonrió como si de un viejo conocido se tratase.

-Pero que tenemos aquí, si el Espectro ha vuelto a la ciudad.-Dijo en tono jocoso y alegre, una característica del herrero.

-Siempre vuelvo.-Le respondió sin ánimo alguno.-Necesito que repares mi equipo.-Dijo señalando a las destrozadas piezas sobre el mostrador, directo como él.

El herrero hizo una mueca al ver las piezas, mientras más las examinaba, mas se abrían sus ojos, y cuando vio una pieza que iba en la espina de la pierna, literalmente picada a la mitad, unida solo por un débil hilo, soltó una risa asombrado e indignado.

-Por los Señores, Espectro este equipo es irreparable, pero podría crearte nuevas piezas. -Dijo señalando las placas.-¿Contra que has luchado esta vez?.

-Tuve un encargó en Noruega.-Dijo colocándose la gabardina de regreso.-¿Me creerías si te dijera que eso lo hicieron unas banshees?... Y bueno algunas criaturas extrañas

El herrero dejó ver una expresión de asombro en su rostro.

-Vaya, tu si las tienes bien puestas.-El herrero rió.-Muy bien las piezas te saldrán en..

Pero no lo dejó terminar antes de dejar caer una bolsa lona en el mostrador la cual al impactar dejo oír el sonido de las monedas. Al abrirla el herrero quedó asombrado cuando vio el brillo dorado dentro. La boca casi le llega al piso. Luego miró al Espectro como si fuera alguna clase de broma cruel pero la realidad era que ese ser carecía de humor alguno. Parpadeó asombrado antes de poder decir algo.

-No es por ser descortés pero, esto es demasiado.-Dijo el asombrado.

-Tome lo necesario y el resto que sea propina.-Respondió despreocupado.-¿No te ha llegado lo que te pedí?

El herrero hizo un gesto pensativo antes de asentir, ordenó a su ayudante a que fuese al almacén a retirar aquel pedido especial que le tenían guardado en el almacén. Cuando lo trajo, era un frasco pequeño de color verdoso oscuro. Seguido del frasco venían veinte flechas con un frasco verdoso cerca de la punta. El Espectro las tomó analizándolas.

-Aquí tienes, el exótico veneno de Triderym fue un milagro conseguir tal cosa.-Afirmó el herrero.

-Perfecto, ¿cuanto es el costo?.

El herrero soltó una risa quitándole importancia.

-Con esto.-Señaló la bolsa.-Es más que suficiente, en cuanto a tu equipo. Lo tendré listo para pasado mañana.

Tras unos minutos más, el Espectro se retiró del lugar, camino a su destino final. Mientras iba pasó por la posada y alquiló una habitación por tres semanas. Luego de hacer el pago, siguió su camino. Se encaminó a la zona pobre de Dormenst, donde vivía la gente más baja. Allí, en la parte más temida por la cantidad de maleantes estaba el infame Gremio de Mercenarios. Cuando el Espectro llegó, pudo ver que el edificio no había sufrido cambio alguno. Era una estructura cuadrada, bastante grande dividida en dos pisos, hecha de ladrillos grises con manchones negros por los laterales. Alguno vidrios de las ventanas yacían rotos, nadie se molestaría en arreglarlos. En la entrada estaban dos mercenarios de aspecto bruto y rudo. Pero eso no detuvo al Espectro.

Este se acercó sin miedo alguno, y los guardias al verlo, se hicieron a un lado dejándole libre entrada, antes de ingresar no obstante, les dio una moneda de oro a cada uno. Ambos asintieron y el ingresó. Dentro el lugar parecía a un bar de mala muerte, era apagado, iluminado por la débil luz del sol que ingresaba por las ventanas o un tragaluz en el techo. Dentro habían muchos mercenarios sentados en grupos alrededor de mesas redondas y pequeñas, bebiendo y algunos fumando ya sea tabaco o alguna droga exótica. Las risas, exclamaciones e insultos iban y venían, el paraíso de todo mercenario de poca monta. Él no era eso, no disfrutaba de ese lugar, pero acudía a él por la paga.

Se acercó a la zona donde los encargados del gremio entregaban los encargos, dichos encargados también se ocupaban de pagarles a los mercenarios lo que el contratante dejaba como acordado en el gremio, claro con un porcentaje para ellos. El encargado de allí era un hombre bajo, de piel clara y pelo rojizo, tenía un corte estilo Mohawk, a pesar de su tamaño, tenia una musculatura pronunciada. Estaba en ese momento, de forma nada discreta, insinuándose a una joven mercenaria cuando vio que el Espectro se acercaba. Aquella joven miró de reojo al Espectro para sonreír y luego irse con rapidez.

-Lo veo y no lo creo.-Musitó, el Espectro suspiró por dentro al saber lo que se venia, así había sido en el primer encargo que tomó.-¡¡Señores El Espectro llegó del encargo en Noruega!!.

La exclamación del encargado sumió el lugar en silencio, todos veían anodados al Espectro, pues había regresado de un encargó de categoría roja. Uno de los mercenarios rompió el silencio alzando un gran tarro a de cerveza espumosa. Típica de Alemania.

-¡Brindo por el cabrón con suerte!.

Y el lugar estalló en silbidos, viroteos y risas alegres por el regreso del Espectro. Aquello no era por tener un lazo de amistad entre todos sino por celebrar el regreso del mercenario mas respetado del lugar de un encargó de tal categoría. El Espectro se sentó frente al encargado en un sencillo banquillo. El encargado se paró frente a él sonriendo con arrogancia

-Cabronazo, volviste de ese encargo.-Dijo apoyando los antebrazos en la mesa de madera.

-Siempre vuelvo.-Dijo sin darle mucho rodeo al asunto.-Me presentó más dificultad el viaje que el encargo en sí.-El Espectro colocó un rollo de papel en la mesa.-Ahí tienes la verificación del encargó cumplido.

El encargado verificó el contenido del rollo, luego fue a una habitacion trasera de la que volvió con una pequeña caja de madera. La colocó en la mesa, la abrió dejando ver el contenido. 500 piezas de plata como recompensa, mas 100 de oro de parte del gremio como bono. El Espectro guardó el dinero y luego miró al encargado.

-¿No hay algún encargo nuevo?.-Preguntó con esa voz distorsionada.

-Creo que si, uno no muy lejos de aquí. Revisa la tabla de encargos.

La tabla de encargos era una cartelera colocada en una de las paredes del lugar, donde se colocaban los encargos dejados por los contratantes, especificando que se les solicitaba y cuando era la paga. Buscó alguno que estuviese cerca, y vio uno que estaba relativamente cerca, a 30 kilómetros de Mernst, en un pueblo agrícola. Con pésima caligrafía el pedido decia:

SE SOLICITA PROTECCIÓN DE MERCENARIOS PARA EL POBLADO DE SATH ANTE AMENAZA DE SAQUEO POR PARTE DE MERCENARIOS MERODEADORES.
PAGA 100 PIEZAS DE PLATA.

El Espectro analizó el pedido y luego se giró hacia los demás mercenarios. Ninguno de ellos tomaría ese pedido. Era muy poca paga para un pedido de tal magnitud, además de que ninguno del gremio se atrevía a tener problemas con los merodeadores. Ninguno a excepción de él. Arrancó la hoja de la tabla de encargos y la colocó sobre la mesa donde atendía el encargado, el cual al ver el encargo elegido, arqueó una ceja.

—Eso es un suicidio y una perdida de tiempo.—Afirmó despectivo.

—Lo voy a tomar.

—No vale la pena, te vas a ganar un gran problema por 100 piezas de plata.—Agregó serio. De cierto modo el encargado se preocupaba de sus mercenarios.

—Maverick, lo voy a tomar.—El Espectro se mantenía firme.

Maverick suspiró, negó cruzándose de brazos.

—Esta bien, tomalo.—Le dijo colocando el sello del gremio en él.

El Espectro se retiró. Salió del lugar hacia la posada donde se quedó sólo para darse un baño y comer el desayuno. Una vez listo, partió de Dormenst hacia el poblado en cuestión. Durante el camino se preguntó si lograría llegar a tiempo. Luego dictó que no importaba, había tomado el encargo por matar merodeadores y no por ayudar a esa gente inútil. Al final dejó en manos del tiempo si él llegaría a tiempo para salvarlos o llegaría tarde y todos morirían. Dicen que el tiempo hace la diferencia. Los años pasan, la gente va, viene, a veces se queda. Nunca se sabe. A veces se preguntaba que pasaría si se reencontrara con alguien del pasado.

Se dijo que no serian capaces de ver más allá de esa máscara. Eso lo agradecía, pues no le gustaba lo que era.

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5 de Enero del 2018
Alemania. Ruinas de Mernst.

El contingente militar compuesto por la 11 Brigada de Infantería y 7 División de Caballería se habían asentado en Mernst. Mientras una parte descansaba, la otra se preparaba para montar guardia. Entre los escombros, en una estructura que parecía antaño una casa de dos pisos, ahora derruida pero manteniendo parte de la altura, estaba Alexa montando guardia, vigilaba el este, pues ellos venían del norte. Atenta a cualquier movimiento enemigo, pero todo se mantenía calmado.

La noche pronto hizo acto de presencia, inundando el cielo de un tono azulado oscuro, dejando ver las estrellas poco a poco, mientras ganaba fuerza en el manto superior, llenado la bóveda celestial de múltiples estrellas. Las fogatas comenzaron a hacer acto de presencia, en las cuales grupos de soldados se reunían a charlar entre ellos, hablando y riendo. Otras eran usadas para la comida. Mientras ella ajeno a todo ello, se mantenía vigilando aunque su mente estuviese muy lejos de allí.

Ahora su mente se mantenía ocupada recordando los últimos sucesos en el abismo. Desde la supuesta traición de Aldrich, los soldados oscuros habían ganado más influencia e importancia. Gracias al prolongado del conflicto bélico, la economía en el abismo se había visto afectada, con la constante demanda monetaria por parte de la fuerza armada, la mala gestión de recursos y políticas económicas, había comenzado a darse la notoria inflación de precios, y por los ataques ocurridos a varias lineas de suministros, había comenzado una escasez de alimentos, lo cual había terminado en protestas. Si la guerra no terminaba, el abismo se vería en el caos pues varios grupos criminales nacieron por igual en el abismo. Mafias, venta de drogas y armas, secuestros y venta de personas como mercancía. Todo bajo los ojos de la ahora corrupta guardia del abismo. Ella muchas veces se había quejado con Volkner, pero él nunca le dio importancia.

Ya no luchaba por su señor si no por su gente.

Suspiró, mirando al cielo, deseando que algo, alguien, le diese fin a ese conflicto sin sentido. Habían tardado ya dos años en combates de escaramuzas y los combates reales muy pocos. Eso le frustraba, le frustraba más el echo de saber que no tenia el poder de cambiar las cosas, de hacer lo imposible, de matar a Gael. Ese ser que se había ganado el odio y miedo de gran parte de la población, un ser asqueroso que promueve todas esas prácticas aberrantes de esclavitud, cosas por el estilo. Pero nadie tenia la voluntad de hacerlo.

El tacto de unas manos calidas rodearla por la espalda la hizo suspirar, enviando corrientes de cierto placer por su cuerpo, sonrió dejándose recostar en el pecho de su pareja. Edison le dio un dulce beso en la mejilla mientras ambos miraban al frente.

—¿Pensativa?.—Preguntó en voz baja, buscando no romper el ambiente.

La noche los envolvía en una atmósfera fresca, casi fría, pero no al punto de ser molesta.

—Algo...—Titubeó.—Pienso en muchas cosas.

Edison soltó una baja risa mientras le daba otro beso en la mejilla y ella acariciaba sus manos.

—Dicen que pensar mucho es una forma de suicidarse.

Ella sonrió.

—Tal vez.

Un cómodo silencio los envolvió, solamente eran ellos y nadie más. Puede que la guerra estuviese en apogeo pero en ese momento, no era guerra ni conspiraciones ni traidores, nada, solo ellos. Por lo que Alexa se giró y le dio un leve beso en los labios a Edison que le dejó un tanto sorprendido antes de devolverle el beso, corto y lleno de sentimiento. Ambos con las frentes unidas.

—Te quiero chispita.—Susurró Edison dándole un toque en la nariz.

Ella le miró con malos ojos antes de lanzarle un pequeño rayo que le erizó los cabellos. Alexa rió mientras Edison hacia una mueca aplacando ese desastre de cabellos. Sonrió de lado y le besó la frente. Ella se dejó rodear por la calidez de su pareja, era bueno tener con quien tener paz después de tanto estrés, tanta muerte.

Paz, aquello que muchos anhelan pero pocos tienen. Ellos pasaron la noche en paz, el uno con el otro, sin percatarse de los exploradores merodeadores cercanos al lugar que tras hacer una leve revisión del sitio volvieron con sus superiores a informarles.

A veces buscar paz, puede hacer que bajes la guardia.

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6 de Enero del 2016
Alemania. Poblado Agrícola de Sath.

Aquel día, el amanecer en ese pueblo fue como cualquier otro. La gente se levantaba temprano, desayunando y tomando sus calientes tazas de café. Los granjeros, gente humilde y trabajadora, salieron ese día como era costumbre a trabajar, algunos comerciantes abrieron sus negocios y la pequeña iglesia del pueblo daba el rezo mañanero para aquellos fieles creyentes. Pero por más falsa calma que tuviesen, más se notaba la tensión en el aire. En las personas, en el ambiente. Se sentía la pesadez de aquel que sabe, que tiene las horas contadas. De aquellos que sabe que van a morir.

Ningún mercenario del gremio había acudido. Los aldeanos sabían que lo reunido era muy poco para pagarle a un mercenario e incluso para que se buscase problemas con el ejercito merodeador. Ahora solo les quedaba seguir adelante y ver a la muerte con la frente en alto. Iban trabajando la tierra, casi a punto de regarla cuando oyeron un gran estruendo, tan fuerte que hizo temblar el lugar, algunos granjeros cayeron. Al salir de los campos a las calles vieron el primer destrozo, una casa de madera destruida casi por completo, por una granada de polvorium. Se veían los cuerpos con expresiones de asombro y terror en los escombros. Los granjeros miraron al bosque, vieron como mas granadas volaban hacia ellos.

Luego oyeron un cuerno. Anunciando la muerte y destrucción que iba hacia ellos.

Mientras tanto, más alejado de allí, a unos veinte kilómetros se acercaba lo que podía ser una salvación para ese pueblo. Caminando por un camino de tierra, rodeado por ambos lados de color verde, arboles, hojas, flores que se variaban de colores y más naturaleza que se volvía monótona con el cantar de los pájaros. El Espectro pensó que todo bosque en el que acababa era un plagio del otro. Eso le fastidiaba pero con el tiempo se acostumbró a la monotonía. Con paso calmado y prevenido, avanzaba por el bosque. Entre sus manos llevaba su fusil de francotirador. Un M200-Intervención. Con mira de 16 aumentos y bípode para mejor estabilidad. Y así duró con paso calmado por las dos horas que le tomó recorrer esos kilómetros, a pesar de caminar, solía cubrir las distancias rápido.

El famoso Espectro tenía la cualidad de dividir su atencion en lo que le rodeaba y en sus pensamientos, fue así como durante todo el viaje su mente se hundió en los oscuros pensamientos que rondaban su mente, un pozo oscuro sin fin que había perdido la fe en la humanidad y en todo, que no era optimista sino fatalista, que no feliz sino amargado y serio, frío. Poco a poco perdía su humanidad, cosa que dejó de importarle. Vio el humo ascender por el cielo, lo cual le dijo el estado actual de la aldea.

A un trote rápido cubrió los largos metros que le separaban, los sonidos del asedio se hacían más notables a medida que se acercaba, deteniéndose en cierto punto para avanzar agachado y cauto. Al borde del bosque con la aldea pudo ver el ataque, la muerte y la desolación. Varias casas yacían incendiadas, se oía el crujir de la madera al quemarse poco a poco, se veían los cuerpos, los cadáveres.

El Espectro avanzó para desaparecer en una bruma negra y rápidamente aparecer en las ramas de un árbol que estaba junto al camino. Allí buscó acomodo y apuntó con la mira del fusil. Usandola como binocular pudo ver todo lo que ocurría en el poblado. Entre las casas y camino principal se veían los cadáveres de los aldeanos, otros pocos corrían despavoridos minutos antes de caer por algún corte de espada o alguna flecha. Los mercenarios caminaban entre crueles carcajadas incendiando casas, matando personas e incluso algunos llevaban mujeres arrastrándolas por los cabellos.

El Espectro había prevenido algo como eso, lo que le movía era matar merodeadores no salvar a gente. Podía ir y matarlos a espada. Había descubierto que la técnica del mercenario promedio era muy pobre, caían en pocos minutos. Pero decidió aprovechar está situación para práctica su puntería. Se colocó sobre una rama gruesa, se acostó sobre ella, sin tener donde posicionar el bípode, tuvo que sostener el arma con ambas manos. Apuntó.

Vio a cuatro ballesteros. Cada uno en el techo de una casa distinta. No había viento, y la distancia no era mucha, sacó rápido los cálculos, ajustó la mira, relajó la respiración mientras posaba lentamente el dedo en el gatillo. Entonces disparó.

El primer ballestero, desprevenido, cayó en seco del techo impactando su cuerpo con rudeza contra el suelo. El estruendo del disparo alertó a los mercenarios, Pero seguían expuestos a la amenaza invisible. Otro disparo hizo caer al segundo que rodó y cayo al suelo. Otro disparo más, otro muerto más, apuntó al ultimo y le fulminó de un tiro en la cabeza. Estuvo a punto de dejar al fusil, pero captó como uno de ellos arrastraba una mujer, así que agarró y le disparó en la muñeca arrancándole la mano. El mercenario la soltó cayendo y gritando de dolor.

—¡Mierda!.—Exclamó uno de los mercenarios.—¡¿De donde nos atacan?!

Un pequeño objeto tubular cayó frente a los mercenarios que se habían reunido cerca a la entrada al pueblo. Uno de los mercenarios se tambaleó de miedo al ver caer dicho objeto que no era nada menos que una granada de humo. Como su nombre lo indica, la misma comenzó a expulsar humo, hasta crear una espesa capa de humo blanco. En grupo esperaba con las espadas en alto. Pero no tendrían oportunidad.

Una ráfaga de balas atravesó el humo, impactando en el primer mercenario, un estado d conmoción invadió al resto mientras que entre el humo emergía la figura del Espectro con su fusil de asalto AK-103 el cual escupía muerte a los enemigos. Ágil como él, apuntó a otro mercenario disparándole haciéndolo caer. Luego apuntó a otro y le eliminó. Uno de los mercenarios se acercó con rapidez a él, a lo que el Espectro separó su mano derecha del fusil y extrajo de su cinturón un objeto largo rectangular metalico, del cual emergió una larga y afilada hoja de metal, acompañada de una guardia en cruz en el la base. Desvío la espada del mercenario,le pateó derribándolo. Se giró a otro, desvío su ataque dándole una estocada en el cuello.

Su mano izquierda soltó el fusil dejándolo colgando de la bandolera, bloqueó el ataque de una lanza, tomó la pistola que llevaba en la cintura con su mano izquierda, apuntó y disparó en el pecho acabando con él. Se giró hacia adentro a la ciudad, viendo como un grupo de seis mercenarios se acercaban a él. Les apuntó, disparó con las balas resonando, los cuerpos cayendo, tres muertos. Los otros arrojaron sus lanzas hacia el Espectro. Él guardó la pistola y alzó la mano izquierda hacia las lanzas.

—¡Repulsión!

Una onda de energía transparente emergió del cuerpo del Espectro creando una explosión que alejó las letales lanzas. Les apuntó con la mano, al fijar el lugar donde estaban ellos, se transportó en un guiño. Apareció frente a ellos. De un corte en el cuello acabó con uno, el otro de una estocada en el abdomen y el último le hizo caer de rodillas de una patada, para luego decapitarlo de un corte.

Acabado con él, dirigió la mirada al centro del pueblo, allí estaba el líder, junto con las mujeres capturadas que tenía amordazadas. Al ver la carnicería que había dejado atrás, tuvo miedo, pero huir no era una opción por lo que tomó un arco, apuntó y disparó la flecha. Despreocupado el Espectro caminó hacia ella, al momento de tenerla de frente la partió con un corte preciso de su espada. Luego se teletransporto frente al líder mercenario, lo primero que sintió fue la hoja metálica sobre su cuello.

—¿Crees en los fantasmas?.—Le preguntó con esa voz metálica y tétrica.

El líder, temeroso, solo asintió sin decir nada, temblaba, pues para él era la muerta en persona lo que tenia frente a él.

—Pues también deberías de creer en los Espectros.

Y le degolló. Cayó de rodillas sosteniéndose el cuello que sangraba sin parar, para morir ahogado en su sangre. Luego de ver como moría, el mercenario se giro hacia las mujeres, tenían a un total de seis. Todas jóvenes, de no más de 16 años, hermosas jóvenes en la etapa de desarrollo, donde sus cuerpos tenían generosos atributos. Le dio asco pensar el destino de ellas, al estar bajo las garras de los merodeadores. Sin perder tiempo cortó las ataduras de cada, después del asombro, cada una lloró a su manera, lo habían perdido todo. El Espectro se acercó al cadáver de uno de los pueblerinos, acertó pues era el de las cien piezas.

Dispuesto a irse se dirigió hacia la salida, de regreso a Dormenst. Pero una de las mujeres le detuvo sosteniéndolo por la manga de la gabardina.

—¿A donde vas?.—le preguntó con voz rota.

—Mi trabajo aquí terminó, solo cobré lo acordado.

Ella miró hacia abajo, sosteniendo el sollozo.

—Ese hombre era mi padre.—Hacia un esfuerzo admirable en no llorar.—Tenias que llegar antes.

—Mala suerte, supongo.

El Espectro tomó las piezas de plata y se las entregó.

—Ve con el resto de las mujeres a Dormenst, comprad comida y buscad alojamiento.... Y trabajo.—Comentó remarcando lo obvio.

Sin hacer más se retiró, dejando atrás el poblado, los muertos, los inocentes y a las mujeres, que sin hogar solo podían seguir las indicaciones de un asesino. El Espectro suspiró. Se adentró en el bosque rumbo a Dormenst, no obtuvo la plata pero mató merodeadores. Fue casi una victoria para él. Al recorrer unos 10 kilómetros, escuchó a lo lejos el sonido de una batalla. ¿Seria el abismo contra los merodeadores?. No lo sabia, pero se dirigió a la cercanías y al cruzar a la izquierda, avanzar por mas kilómetros, llegó a la ciudad en ruinas de Mernst.

Pero eso no era lo importante. Lo importante era la batalla que allí estaba tomando lugar.

Sin pensarlo mucho, se metió a la batalla.

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6 De Enero del 2018
Alemania. Ciudad en Ruinas de Mernst.

Alexa y Edison dormían con placidez, descansando, con su alma gemela, la calidez del otro era algo que les permitían relajarse y descansar mejor. Abrazados, ella dormía con el rostro escondido en el cuello del joven. Pero sus plácidos sueños se vieron interrumpidos por un fuerte grito.

—¡¡Nos atacan!!.

Ambos despertaron sobresaltados, y tras superar el aturdimiento del sueño, trataron de ponerse de pie, pero una fuerte explosión les hizo caer, se tambalearon, pero tras levantarse en su puesto de guardia. Alexa y Edison vieron con horror como una División de mercenarios merodeadores, acompañados de otros seres sobrenaturales corrían hacia ellos. Se habían descuidado.

—Alexa...—Susurró Edison.

—¡Vamos con el resto!.—Ordenó ella entrando en su modo de líder.

Ambos corrieron ciudad adentro, buscando reunirse con el resto del S.E.A y poder plantarles cara a los merodeadores.

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