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Capitulo 23 "El Nacimiento de un Espectro I"

26 de Junio del 2016
Venezuela. Macarao. Lugar de formación del Grupo de Acciones de Comandos (GAC\GNB)

El vehículo blindado de color negro se desplazaba lentamente por el terreno accidentado. Superando grandes montículos de tierra y atravesando espesos charcos de lodo, gracias a sus gruesas ruedas. La tanqueta VN-4 Norinco era la usada por la Guardia Nacional Bolivariana y el GAC. Dentro de ella, en la parte trasera iban los aspirantes a comandos, en lo asientos que eran extrañamente cómodos pero que aún así no ofrecían protección ante cualquier golpe producido por las sacudidas con algún obstáculo. Varias veces chocaron hombros por los bruscos movimientos. Allí dentro, los comandos iban vestidos de negro, de pies a cabeza, con sus chalecos y cascos tácticos, eran cuatro en total. Uno de ellos llevaba un escudo y un subfusil MP5 silenciado, otro portaba una carabina M4, otro de ellos llevaba una escopeta y el ultimo, portaba un fusil AK-103. Ese era el joven cazador.

Apenas había pasado un día, día donde los habían puesto a disparar desde la madrugada, en distintas canchas de tiro, contra distintos objetivos y distintas armas. Había sido agotador superar la cancha de estrés, y mas que todo por el cansancio de no haber podido dormir la noche anterior. Victor a duras penas se mantenía de pie. Rosamund, a su lado, le dio un leve codazo.

—No vayas a dormirte comando.—Le susurró con voz juguetona.

Victor entonces vio que era ella quien portaba el escudo. Javier portaba la escopeta y Nolan la carabina M4, por lo menos, en esa ultima prueba del día, le había tocado con gente en la cual sabia que podía tener fe. La tanqueta seguía sacudiéndose de vez en cuando, Víctor solo se preguntaba cuando llegarían a la ultima prueba. Entonces, la tanqueta se detuvo. Los tres compartieron una rápida mirada y sin tardar, abrieron las puertas de la tanqueta. Primero descendió Rosamund, seguida de Javier, luego bajó Nolan y por último, Víctor descendió. La arenosa vista le dio la bienvenida apenas bajar, dejando ver una zona árida que tenia por el norte un barranco desde el cual un francotirador podía dispararles, y por este estaba un bosque con un camino de tierra. Rosamund se colocó junto al lado izquierdo de la tanqueta negra con sus luces azules y rojas parpadeantes. Detrás de ella se colocó Nolan y detrás de Nolan, Victor. Javier por el lado derecho, comenzó a avanzar hacia la "casa" que debían de asaltar. Dicha casa no era mas que una formación de cauchos llenos de arena, colocados uno sobre otro dándole apariencia de una casa con una puerta.

Mientras el se aproximaba saliendo por el lado derecho de la tanqueta, apuntando con su escopeta a la puerta. Por el otro lado, Rosamund y los demás se acercaban pegados a la pared de la casa. Ella se detuvo junto a la puerta, mientras que Javier se detuvo al otro lado, apuntando hacia la cerradura de la misma. Víctor, supo que ese era su momento, y sin necesidad de decirle nada, tomó una granada de su chaleco, salió de formación con a granada en mano y una vez, delante de Rosamund, el y Javier compartieron miradas. Los dos asintieron y cuando Víctor quitó la anilla Javier reventó la cerradura de un disparo atronador para luego abrirla de una patada, Víctor arrojó la granada dentro y el silencio reinó. Aquellos segundos fueron como una eternidad donde la adrenalina combinada con los nervios, atacaban al joven cazador que, de repente, era invadido por dudas. Mas que todo, era miedo a fallar.

Apenas detonó la granada flash, Rosamund arrojó le escudo a un lado y empuño el subfusil MP5 silenciado que también portaba. Entró y su mirada hizo un barrido mientras se movía por toda la pared derecha disparando contra las dianas, detrás de ella Nolan entró disparando al igual que ella contra las dianas. Las dudas desaparecieron y todo ocurrió en segundos cuando Víctor entró, como el entrenamiento de asalto dicta, cubrió el flanco izquierdo y luego disparó a la diana que tenía delante. El fusil se agitó con violencia en su hombro mientras avanzaba hacia la diana, los demás disparos resonaban a lo que en cierto momento soltó el fusil que se mantuvo junto a él por la correa, giró su cuerpo a la derecha y desenfundó una pistola glock que usó para eliminar a la diana que ahora hacia frente a el. Fueron cinco disparos antes de detenerse llevando el arma a su pecho, miró a los lados notando como todos ahora tenían las armas bajas. Suspiró enfundándola, tomó de nuevo el fusil y esperó la orden de retirada. Aquellos nervios volvieron, ahora infundados por la opinión del Teniente Mariño.

—Equipo Delta, retirarse.—Se oyó la voz de él desde unos andamios ubicados por encima de la casa, desde ellos podía ver los errores cometidos por los aspirantes.

El equipo dirigido por Rosamund, llamado como Delta, se retiró me orden y una vez afuera los cuatro se formaron en el lado izquierdo de la tanqueta. Con sus armas en posición de descanso. Entonces, la figura de Mariño acompañado de otros dos comandos se hizo presente. Por lo que se sabia, ellos eran parte del equipo de Mariño, junto con él, cumplían la función de instructores. Mariño, iba con si uniforme camuflado, sin chaleco y con la pistola enfundada. Los otros dos, iban del mismo modo. Sus miradas eran de reproche, potentes y serias. Pesadas.

—Equipo Delta, ustedes son los que mejor lo han echo de los demás equipos, pero aún así.—Mariño dio una pausa para mirar a cada uno.—¡¡Son un asco!!.—Exclamó con una potencia que los dejo a los tres perplejos.

Su voz sonó tan fuerte como un cañonazo. Víctor se aferró a su fusil, controlando el pequeño miedo que volvía a nacer en él. Temblaba ligeramente controlándose.

—Señores, de ahora en adelante las pruebas serán más duras, buscamos eliminar a los débiles y quedarnos con lo mejor, aquí en el GAC.—Dijo uno de los comandos, el que estaba a la derecha de Mariño.

—No queremos a débiles, esta prueba era para ver que tal eran sus habilidades, hay potencial pero hay que pulirlo.—Comentó el otro comando.

—Aspirantes, mas les vale prepararse.—Advirtió Mariño.—Ahora ¡De regreso a la tanqueta!.

Ordenó, sin chistar los cuatro ingresaron, cerraron la puerta y el vehículo inició su regreso por mismo accidentado camino. Victor suspiró mientras bajaba la mirada, topándose con su fusil. Había sido el más confiable, y hasta el momento versátil, algo rudo de manejar, pero fiel. Aunque aquella pieza de metal fría y sin vida no le proporcionaría aquello que mas anhelaba. Paz, cariño, amor, estaba agotado, de tanto maltrato y de tanto sacrificio. No quería seguir y aun así, se mantenía en pie de guerra. Una fuerte sacudida le sacó de sus pensamientos, sostuvo su fusil evitando que se cayese de sus piernas.

La mirada de Rosamund, intensa, estaba sobre él. Victor alzó la mirada notando como ella le observaba, él bajó de nuevo la mirada. Y mientras se alejaban, de regreso a la base. Ninguno sabía que cosas les deparaban los próximos tres meses. Ese día, al volver a la base, fueron recibidos con agotadores ejercicios físicos antes de ser enviados a cenar y luego a dormir. Aunque esa noche se les despertó a mitad de madrugada, para hacerlos pasar por un simulacro de operaciones nocturnas. Con brusquedad los instructores encendieron las luces de las barracas, y a gritos les despertaron.

—¡¡Vamos de pie maricones!!.

Los aspirantes, atontados, se despertaron con dificultad, aun agotados por el día anterior. Aquellos más dormidos fueron espabilados a punta de fuertes cachetadas. Victor y los suyos, tuvieron suerte de lograr activarse a tiempo. Fueron sacados en fila, equipados por completo, se les suministró cascos con gafas de visión nocturna, y luego fueron enviados por la jungla, su misión era dar de baja a los objetivos en un cierto límite de tiempo, sin ser detectados por los instructores que recorrían la jungla en ese momento. Todos los equipos fallaron, sin lograr superar la prueba ninguno. Entonces, fue el turno del equipo de Rosamund, donde estaba Víctor. En dicho grupo fue asignado otro aspirante de apellido Gomez. Ahora eran cinco.

Los colocaron al borde del bosque, Víctor lo observaba con nervios, nervios que en el abismo nunca sintió y ahora eran producto de la tortura psicológica, tenía miedo de volver a ser castigado por fallar. Otro factor de ello, era que no estaba con su confiado fusil AK, sino con el subfusil MP5 Silenciado, no lo había usado nunca, y le causaba nervios el no saber como reaccionaria el arma.

—¡¡Comenzar!!.

El grupo, aferrados a sus armas, procedieron a posicionar las gafas de visión nocturna sobre sus ojos para luego adentrarse en la oscura jungla. Fueron un par de pasos para Víctor, y luego estuvo rodeado de oscuridad, aunque para él, su entorno se mostraba en un color verdoso. A su lado, iban sus compañeros lo cual le infundaba confianza. Mientras avanzaban, intentaban evitar causar ruido con las ramas u hojas secas. Victor movía su fusil hacia los lados, al igual que su mirada, atento. Pero, para empeorar las cosas, el grupo se había separado. Ya no veía ni la figura de Rosamund ni la de Nolan, que estaba a su derecha.

—Perfecto.

Susurró, con los nervios escalando por su espalda. Siguió avanzando, sus objetivos eran hombres de paja, marcados con una diana en el centro. Estaban desperdigados por la jungla, pero unos cerca de otros. Entonces, un destello entre la oscuridad le hizo agacharse y rápidamente esconderse entre los arbustos. Poco a poco, el sonido de las botas de ese instructor se hacia cada vez mas cercano, como mas cerca se oía el crujir de las hojas al ser pisadas, hasta llegar al punto de ver como el haz de luz se movía por encima de él. Sus nervios estaban a tope, pequeños temblores recorrían su cuerpo, y sudó levemente al pensar en el castigo que tendría al ser castigado.

—Me pareció haber visto a uno de los aspirantes.—Dijo por lo bajo aquel instructor.

—¡Eh por aquí!.—Gritó uno de los instructores.—¡Tu! ¡alto ahí!

Oyó como las pisadas se convirtieron en una carrera, alejándose el instructor acudió a la zona del grito, mientras que Víctor no dudó y aprovechó en seguir adelante, debía de ubicar rápido esos hombres de paja si ni quería fallar la prueba por tiempo. A pasó rápido y respiración agitada, siguió buscando mientras evitaba a los instructores con los que se topó dos veces, una de ellas en la que tuvo que arrojarse junto un tronco caído que usó como cobertura y la segunda, se escondió en una zanja. Pero tras huir y seguir logró llegar a un claro.

En ese claro vio como estaba una casa hecha de barro. Victor observó los alrededores y al ver todo despejado, pensó en avanzar cuando vio como entre los arbustos emergían otras dos figuras más, eran dos de sus compañeros que, con sus subfusiles en alto, se acercaban a la casa desde los arbustos. Víctor ahora mas confiado, salió de los arbustos viendo como sus compañeros se colocaban junto a la puerta, listos para asaltar. Víctor se colocó detrás de la persona ubicada en el lado derecho de la puerta.

—Victor, lo logró, bien.

Aquella, era Rosamund. Victor alzó las cejas, pero no opinó nada. Por su voz, supo que el otro era Gomez.

—Listos.. ¡Vamos!.

Exclamó en un susurro mientras abría la puerta de una patada, Rosamund entró y apenas avistó al primer hombre de paja, le disparó en la cabeza, Víctor que entró detrás de ella, eliminó a dos ubicados en la derecha, de ráfagas en el pecho, y Gomez al entrar de ultimo, acabó con el hombre de paja ubicado al final de la parte derecha, de dos tiros en la cabeza. Peinaron la casa y al no encontrar más, decidieron salir de allí. Se llevaron una sorpresa al ver a todos los instructores afuera, esperandoles de brazos cruzados.

Mariño, dio unos pasos al frente.

—Felicidades, aspirantes, ustedes tres lograron superar esta prueba exitosamente.—Aquella noticia, fue como una descarga de emoción en Víctor, que se alegró al no tener que recibir castigo alguno.—Pero, los comandos no dejamos nunca a nadie atrás, así que, por el fallo de sus dos compañeros, tendrán que repetir esta prueba en el futuro.

Se giró, mientras los ánimos de los tres caían levemente. Avanzó unos pasos y mirándolos por encima del hombro, les dijo:

—Aun les falta mucho para ser verdaderos comandos.—Dijo con un tinte de desprecio.—Pueden retirarse.

Esa, fue una de las muchas pruebas que afrontarían durante los siguientes tres meses, antes de poder ser juramentados como comandos. Durante las siguientes semanas, les siguieron pruebas físicas extenuantes, combinadas con pruebas de estrés y, por supuesto, más y más gas lacrimógeno. Sumándole a todo el clima árido de aquél sitió. Sudar, era el día a día.

—¡Quiero veinte flexiones cerradas ahora!.

Fuertes sesiones de ejercicios donde Víctor sentía como su cuerpo sufría a causa de los exigentes instructores, pero poco a poco notaba como su cuerpo se iba adaptando a las fuertes sesiones. Largos trotes a equipo completo, extenuantes horas de cancha de tiro, asalto, asalto nocturno, rapel, asalto anfibio. Y para de contar. Y mientras los días pasaban, más y mas aspirantes se retiraban del curso. Hubo un dia donde diez de ellos se rindieron al no soportar las dos horas, esposados boca abajo sobre la caliente arena. Poco a poco, los restantes, los volvían más duros, fuertes, letales y sin una pizca de piedad. Y luego de pasados dos meses, solo quedaban Víctor, Rosamund, Nolan, Javier y Gomez. Los cuales yacían formados, entre el humo del gas lacrimógeno que ya no les afectaba, y el humo negro de unos postes que arrojaban llamas, dándoles la apariencia de seres peligrosos y letales, los tres con el famoso fusil Ak-103 y uniformes de camuflaje de bosque, sus chalecos tácticos negros que decian en la parte trasera Grupo Acciones Comandos, con sus pasamontañas y cascos.

Frente a ellos, caminaba un serio e imponente Mariño, seguido de sus dos instructores auxiliares. Se detuvo frente a ellos, y caminó recorriéndolos a cada uno con la mirada, y tras detener su revisión se detuvo. Entonces procedió a dar una orden, si la cumplían, tenían que estar sincronizados.

—Descansen... ¡Arm!.—Ordenó con una potente voz de mando.

—¡¡Honor!!.—Gritó Rosamund.

—¡¡Sacrificio!!.—Le siguió Nolan

—¡¡Valor!!.—Continuó Javier.

—¡¡Un segundo de decisión por una eternidad de gloria!!.—Vociferó Víctor.

—¡¡Comandos por Venezuela!!.—Culminó Gomez.

Entonces, los cinco sostuvieron sus fusiles por el cañón con la mano derecha y con fuerza apoyaron la culata en el piso, al unisono, creando un fuerte sonido de impacto mientras se mantenían firmes. !llleff5 se colocó frente a ellos y manteniendo los brazos detrás de su espalda, sonrió de lado.

—Si ustedes están aquí, es porque son los mejores, caballeros y señorita.—Comenzó Mariño con su discurso.—Solo les queda un mes para juramentarse como comandos, han pasado por lo peor, pero eso no implica que deban de bajar la guardia, porque su enemigo nunca lo hará. Vendrán pruebas nuevas y más fuertes, pero si han llegado hasta aquí, esas pruebas serán nada para ustedes.

Pasaron los días, el lazo entre los cinco restantes se hacia cada vez mas fuerte, especialmente entre Rosamund y Víctor, la cual era como el ángel protector del joven, con ella era la única persona con la que solía hablar usando mas que monosílabos, y sonreirle, pero eso no quitaba el echo de haber formado amistad con Nolan y Javier. Que para ese entonces se habían vuelto muy buenos amigos de él. El único que se solía mantener aparte del grupo, era Gomez, pero eso dejó de importarle tras un par de días.

Llegado el día de su juramentación, tras un acto de promoción donde los oficiales, incluido Mariño y el capitán del GAC, un tal Herrera, alto y de cabello canoso, de rostro experimentado, lleno de conocimiento. El acto fue de rigurosa marcialidad, colocándoles en el pecho una medalla que les otorgaba el grado de comandos del GAC. Oficialmente lo eran, luego llegó la celebración, donde comieron hasta reventar y bebieron como nunca. Podría decirse que ese fue el mejor día de Víctor en mucho tiempo.

Habían transcurrido seis meses en total, allí en Macarao. Pero aun faltaba mucho tiempo para que Víctor volviese al abismo.


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2 de Septiembre del 2016
Venezuela. Barrios de Caracas.

Entre los densos barrios de la capital venezolana, entre callejones y calles, enredadas como un laberinto de subidas y bajadas, entre techos de plata banda o zinc, donde la pobreza extrema y algunos sectores de clase media, chocan entre conflictos socioeconómicos, donde vemos como la delincuencia lleva a la barbarie, y esta a la muerte de inocentes. Donde la autoridad policíaca actuaba antaño, en una guerra contra la delincuencia, ahora la policía convencional, mal pagada y corrupta, con una alianza tensa entre la delincuencia y el cuerpo uniformado, viven en relativa calma. Tu pagas tu parte, y nosotros no hacemos desastres, claro, eso no pasaba desapercibido y por ende, se crearon los cuerpos especiales de las distintas organizaciones policiales. Pero en este caso, Víctor no ejercía el papel de policía, que debe de preservar la vida, era un militar, un guardia nacional, miembro del Grupo de Acciones de Comandos. El y su equipo habían decidido darse un paseo por los barrios de Caracas.

Entre los cerrados callejones, Víctor avanzaba con el fusil en alto, cubriendo la zona asignada a él, mientras detrás de él iba Nolan, el cual cubría sus espaldas. Ambos avanzaron cuidándose de los tejados y balcones, deteniéndose junto a un poste de luz. Desde allí Víctor observó todo el callejón frente a él. Nolan se agachó detrás del joven vigilando por igual la zona detrás de ellos. En un lugar así, ser emboscado era muy fácil. Por suerte Nolan portaba una escopeta en su espalda para casos especiales.

Víctor observó con calma el escenario frente a él, un callejón largo y estrecho, oscuro y pobremente iluminado. A lo lejos se visualizaba una calle, que según logró analizar, era una de las calles principales de aquel barrio.

—A pesar de ser un niño, me sigo asombrando de ti.—Le susurró Nolan al oído.

Víctor le miró de soslayo.

—Concentrate.

Le susurró mientras le hacia un ademán con el rostro hacia el frente, Nolan captó la seña y Víctor, no tardó en avanzar, siempre alerta y cubriendo los flancos, Víctor al llegar al final del callejón, se giró y se agachó, allí fue cuando Nolan avanzó siendo cubierto por Víctor. Cuando le alcanzó, Víctor se giró y ambos se acercaron a la esquina final del callejón desde la cual se asomaron a la calle, estaba desierta, iluminada por faroles que escupían una luz anaranjada. Víctor recorrió el lugar con la mirada, buscando a sus otros compañeros.

—No los veo por ningún lado.—Avisó Nolan.

—Yo tampoco, ni a ellos ni a la gente del GAES*.—Comentó Victor.

—Es increíble no verlos aun teniendo esas letras amarillas en sus chalecos.—Dijo bromista Nolan.

—Llamaré por radio.—Avisó Víctor.

Victor tomó de su chaleco un radio negro y grande Motorola, con el cual trató de comunicarse con Rosamund.

—Tampoco he oído disparos.—Dijo Nolan por lo bajo.

—Rosamund, ¿me copias?.—Preguntó Victor por la radio.—Rosamund ¿Estas ahí?.

Tras unos largos minutos donde Víctor se concentró en el silencio del lugar, atento al menor ruido posible. Escuchó como por la calle ascendían varios vehículos. Al verlos notó que eran las tanquetas negras del CONAS. Estas subían a los barrios con las luces estroboscópicas encendidas, entonces, la radio sonó.

—Victor, aquí Rosamund.

Victor rápidamente alzó la radio.

—Te copio.

En el lugar no tardaron en oírse las detonaciones y los disparos. El avispero se acababa de alborotar.

—El GAES a llegado por otra ruta, nosotros nos reuniremos en la siguiente calle, recuerda que nuestro objetivo es formar un cerco y que el buscado no se escape.

—Copiado, vamos hacía allá.

Víctor se enfundó su rápido, no hubo necesidad de explicarle nada a Nolan, el había oído por igual las ordenes. Sin mas preámbulos ambos salieron del callejón a la calle abierta, siempre cubriéndose, Víctor vio arriba a los comandos del GAES que iban entrando a las casas, donde se formaban fuertes tiroteos. Aquellos operadores eran como ellos, solo que sus chalecos decían CONAS en letras amarillas fosforescentes. Víctor vio a uno de los famosos malandros arriba de una de las casas, dispuesto a dispararle a los comandos, cosa que el evitó al dispararle una ráfaga que impactaron en su pecho, haciéndolo caer de bruces a la calle. Uno de los comandos le miró, pero ambos habían emprendido su camino.

Avanzando a paso rápido por el callejón, oyendo las detonaciones y gritos que solo incrementaban sus nervios, Víctor y Nolan aferrados a sus rifles  se preparaban para el inminente enfrentamiento. Oian a las personas coger y gritar de miedo, a los simples civiles. Uno joven emergió desde un callejón anexo al mismo que ellos recorrían, sus ojos se abrieron de miedo al ver como el cañón de Víctor le apuntaba.

—¡¡Levantala levantala!!.—Ordenó en gritos Nolan mientras señalaba la camisa.

El joven hizo caso a la orden y se levantó la camisa dejando ver que no portaba armas. Al ver eso los dos comandos siguieron su camino. Otro civil se les cruzó al cual ordenaron a gritos que se apartase. Entre los techos vieron correr a varios hombres, huían del GAES, y portaban simples pistolas. Uno de ellos vio a los dos comandos en el callejón. Pero antes de poder gritar una ráfaga de balas disparadas por Nolan lo hizo caer de espaldas. Otro se giró al oír los tiros cercanos pero un tiro el pecho acabó con él. Victor al eliminarlo, supo que los demás estarían alertados de ellos.

—¡¡Corran que nos siguen!!.

La pareja siguió por el callejón, rápidamente vieron como el final de la calle se veía a la gente corriendo, uniformados. Victor y Nolan continuaron su marcha viendo como los malandros que huían caían como moscas en los tejados. Una vez en la calle el caos estaba presente, varios comandos de la guardia iban de aquí para allá, entraban en casas y los disparos seguían sonando, Víctor avistó un tirador en el tejado y le apuntó, disparó, el hombre cayó.

De sorpresa, de una de las casas salieron varios de ellos armados con fusiles largos, Víctor y Nolan se giraron dispuestos a enfrentarlos, mas no fueron rápidos y los maleantes tenían la ventaja. Les apuntaron, Víctor ya imaginaba el dolor de las balas si no lograba disparar antes. Para sorpresa de ambos, una lluvia de plomo cayó sobre ellos, masacrando a los maleantes. La mirada de ambos cayó en el trio que estaba sobre una de las casas, eran Rosamund y el resto. Los tres bajaron reuniéndose con la pareja.

—Por lo visto el GAES aun no captura el objetivo.—Dijo Rosamund elevando la voz por  encima de los disparos.—Aun nos quedan un par de casas en este sector, y debemos despejarlas.

Aquel operativo resultó ser solo una masacre de maleantes, puesto que el objetivo había huido horas antes del ataque. Todo apuntaba a un infiltrado corrupto. Aun así el grupo de Victor fue felicitado por el Teniente Mariño. El cual pudo saber por testimonio de los demás comandos, la letalidad del joven, sabia que no había cometido un error en adaptarlo bajo su cuidado. Ese día, 2 de septiembre seria su primera misión oficial con el GAC.

Lo que no esperaba, era que no disfrutaría mucho tiempo dentro del grupo especial. Solo falta un error, para que todo se derrumbe nuevamente.

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30 de Septiembre del 2016
Macarao. Cuartel del GAC.

Durante todo ese mes, Víctor junto con el resto de su equipo habían sido asignados varias misiones, la mayoría no tan complicadas y todas en el ámbito urbano. Ninguna en selva, debido a que no se tenido nueva información sobre los grupos guerrilleros de la zona. Mariño aun así no bajaba la guardia y mantenía bajo constante interrogatorio y tortura al guerrillero capturado hace tiempo atrás. Lo había mantenido vivo con el deseo de que hable en un momento dado. Otro detalle que le sorprendía era como se recuperaba físicamente de los golpes y cortadas. Pero no le dio importancia a eso. Su primordial atención era el joven cazador.

Durante el tiempo en la base, Víctor vivía con una especie de horario. En las mañanas era el levantamiento, ejercicios y trote matutino, aseo personal y desayuno. En las tardes era estudio con el teniente Mariño, el cual le enseñaba de muchas cosas, historia universal, política, tácticas militares. Le hablaba acerca de los grandes imperios, de los inigualables generales romanos, de los imparables mongoles y los letales otomanos con su devastadora artillería. Le contó sobre la caída de los pueblos indígenas ante los conquistadores, de las guerras de independencia. De la primera guerra mundial, letal y mortífera. Le contó de como la máquina de guerra nazi domino gran parte del mundo gracias a su devastadora potencia tecnológica.

Aquello fascinó a Víctor, el cual se volvió un aficionado a la historia del mundo, mas que todo en lo bélico, conoció a las fuerzas especiales mas letales y sus entrenamientos. Supo la importancia de los tanques en la guerra, como es de primordial tener buenas líneas de suministros y una buena intendencia. Todo eso iluminó la cabeza del joven cazador que prácticamente estaba siendo instruido como todo oficial militar debería, comenzó a pensar con estrategia y menos con sus poderes, se convertía poco a poco en un estratega.

Sin olvidar el resto del día que era suyo por completo, Víctor solía investigar mas sobre alguna duda o se la pasaba charlando con Rosamund, la joven con la cual formó un lazo único, era una amistad, o más que eso, era una unión inquebrantable. Ella le daba esa sensación de calidez y amor, de cariño y diversión que le faltaba. Ambos charlaban, reían, imaginaban y se ayudaban. Él le contó toda su historia a ella y ella lo aceptó como era.

—De seguro esa joven de cabello azul estará esperando por ti, ten fe.—Le dijo mientras le guiñaba un ojo, la luz del atardecer de ese día hacia ver más hermosa la morena.—Eres único Víctor, ella no podría olvidarse de ti tan fácilmente.

El sonrió dejando escapar un par de lágrimas que ella secó.

La misión no tardo en aparecer, y esta, si era en la jungla. Al parecer, se había reportado nuevo movimiento de los guerrilleros. Ese día todos habían sido levantados a la hora acostumbrada. Solo que a diferencia de ser puestos a entrenar, el grupo de Víctor fue separado del resto. El mismo Mariño les había buscado en persona. Fue en su despacho donde les aclaró todas las dudas a ellos.

—Hace un par de horas, se hubo reportado nuevo movimiento por parte de los grupos guerrilleros con los cuales habíamos tenido enfrentamientos hace meses atrás.—Comenzó Mariño entrelazando los dedos sobre el escritorio de su mesa.—Aqui tenemos bajo custodia a uno de sus líderes, el cual no ha querido soltar la lengua. Señores, ustedes hoy se encargaran de interrogarlo, dependiendo de lo que salga de allí, decidiremos si realizar una incursión a la selva.

Los integrantes del grupo Delta se observaron entre ellos. Al ver que ninguno se disponía a hablar, Rosamund dio un paso al frente alzando su mano en un puño.

—Señor, ¿Quiere usted que interroguemos al líder guerrillero?.—Preguntó con cierta mala espina en su ser.

—Si, aunque dudo que algo salga de ello, tenemos mas de tres meses interrogándolo y no ha soltado la lengua.—Comentó con cierta pesadez.

—No se pierde nada con intentar.—Dijo Víctor dando un paso al frente.

El resto asintió y el comandante sonrió satisfecho. Se puso de pie y los integrantes del grupo Delta se pararon firmes ante él.

—El interrogatorio se ejecutará a las 13:00, a partir de ahí, decidiremos que acciones tomar.—Informó el teniente.—Pueden retirarse.

Los cinco integrantes realizaron el típico saludo militar antes de girarse y retirarse. Quedando de últimos Rosamund y Victor, ella salió pero Víctor antes de salir fue interrumpido por el teniente. El joven de ojos negros se giro hacia el teniente.

—Victor, por cierto, hoy tienes toda la mañana libre.

—Gracias mi teniente.

Mariño sonrió y con un ademán lo despachó. Al salir se encontró con una sonriente Rosamund, la cual al verlo salir no dudo en ampliar su sonrisa. Victor no pudo evitar sonreirle se regreso, después de todo, ella había sido quien más le había apoyado en su estadía. Y si, tras un esfuerzo, dejó de lado aquella vez donde le golpeó en las duchas.

—Así que estas libre.—Dijo ella con un tono de voz divertido, el cual solo usaba cuando tenía algo en mente. Una voz dulce para alguien con la habilidad de Proyectarte contra una pared. Hermoso.

Pero Víctor no tenía la mente allí, sino en los recuerdos del periodo infernal que pasó allí. Ella al ver que Víctor no respondía, decidió posar una mano en su hombro y moverlo levemente, no era la primera vez su algo hací ocurría.

—Victor, hey, ¿Estas bien?.—Preguntó ella agachándose frente a él.

Víctor sacudió la cabeza al salir del trance, para dirigir la mirada a un par de ojos marrones que le miraban con preocupación y cariño, su mano no tardó en posarse sobre la mano de Rosamund para luego sonreirle.

—Tranquila, no pasa nada.—Respondió sereno.

Ella al oír aquello se colocó firme de nuevo, su sonrisa volvió y el ambiente cambió drásticamente.

—Entonces, ya que tenemos la mañana libre, quiero que vayamos a un lugar especial.—Dijo ella girándose e iniciando a caminar hacia la salida.

Víctor se colocó a su lado, mientras iban hacia la salida, pudieron ver a una parte del personal administrativo entre suboficiales y ayudantes, revisando papeles, haciendo inventarios, enviando partes y correos. El lugar se encontraba con bastante movimiento lo cual era a causa del reporte del los nuevos movimientos guerrilleros avistados. Antes de salir vieron como dos hombres, vestidos con el uniforme verde oliva de uso diario, entraban al cuartel armados con sus fusiles Ak-103. Víctor logró reconocerlos como los auxiliares de Mariño, ambos los perdió de vista al salir.

El imponente sol le recibió al salir con un esplendor tan fuerte que tuvo que usar su mano como visera, las botas de Víctor y Rosamund sonaron a bajar los escalones de cemento, llegando a la dura tierra amarillenta del sitio árido. Cuando sus ojos se adaptaron a la luz, el cazador retiró la mano viendo como frente a ello pasaba un grupo al trote. Su mirada cayó en Rosamund la cual se había detenido para luego mirarlo.

—Bien.—Sorpresivamente ella le tomó de la mano.—Sigueme, es por aquí.

Casi llevándolo a rastras, la mujer se llevó de la mano al joven cazador el cual no acostumbrado al tacto de otra mano con la suya, no reaccionó al momento, como si su cerebro fuese entrado en un estado de error. Aun así no tardó en aferrarse a su mano y seguirle el paso, para no seguir siendo casi arrastrado, colocándose a su lado. Ella le dirigió una mirada con una sonrisa, mientras seguían caminando hacia el destino incierto para Víctor. No mentiría, le agradaba el tacto de la mano suave de la morena, era algo que solamente había vivido con Alexa, recordarla, le brindó una sonrisa.

Recorrieron gran parte de la base, para luego adentrarse en la jungla, evitando la mirada de los centinelas. Recorrieron un tramo bastante complicado por la cantidad de obstáculos, mas que todo ramas y hojas, arbustos secos y tupidos junto la topografía complicada del lugar, pero tras unos minutos, ella bajó la marcha y lentamente soltó la mano de Víctor. Se coló entre dos arboles, Víctor hizo lo mismo, llegando al lugar. Era un risco alto, bastante alto, desde el cual se podía ver el pueblo cercano a dicho lugar, la brisa que allí impactaba era fresca, era como si ahí no existiese el sol ni el calor. Era fresco y relajante. Victor sonrió al ver a la morena suspirando relajada mientras abría los brazos disfrutando al máximo de la frescura de dicho lugar.

Viéndola desde ahí, con su figura esbelta y atlética, combinada con su rostro atrayente y cabello negro amarrado en una cola de caballo. Victor se cruzó de brazos pensando en que su compañera era hermosa, pero también algo difícil para cualquier tonto, era más probable que el "galán" que intentase conquistarla acabase en el piso a dolorido de una parada en la entrepierna que consiguiendo algo con ella. No lo pudo evitar y soltó una carcajada la cual captó la atencion de Rosamund.

—¿De que ríes?.—Preguntó ella aun sonriente.

Víctor negó restándole importancia.

—Me imaginaba al pobre tonto que tratase de enamorarte.

Ella soltó una baja risa mientras negaba con la cabeza. Ella le hizo señas para que se sentase a su lado, en el borde del risco, desde allí contemplaron la hermosa e impresionante vista del lugar. Allí pasaron toda la mañana, en compañia del otro, a veces soltando algún que otro comentario, fueron horas cómodas, las cuales ambos disfrutaron con algunas risas por los comentarios entre ellos.

—¿Crees que esos guerrilleros sean una amenaza seria?.—Su tono de voz suave logró captar la atención de Víctor.

—No creo que sean una gran amenaza para nuestras habilidades como comandos.—Respondió Victor con confianza y altanería.

Ambos se miraron, ella bajó la mirada, parecía que algo le preocupaba.

—Me preocupa que sea nuestra primera misión en bosque, no se sabe que tipo de trampas pueden tener preparadas esos tipos.—La mirada de la morena había caído lentamente en el suelo.—No quiero perder a nadie.

Para su sorpresa, ella sintió como Víctor pasaba un brazo por encima de sus hombros y la apegaba a él, en un gesto cálido y cariñoso, ella le miró, logrando ver una sonrisa de lado en el joven cazador. Rosamund decidió sonreír por igual soltando un leve suspiro.

—Tu no deberias de ser esto, Victor.—Soltó ella por lo bajo.

—Lo sé.—Respondió Víctor con un susurro por igual.

Ambos disfrutaron de la cercanía del otro, como un dulce néctar de calma y paz entre tanta muerte y maltrato. Entre tanta barbarie. Una fresca brisa les ayudo a calmar el intenso calor, logrando que ambos se relajasen. Rosamund quedó completamente relajada por las suaves caricias que Victor comenzó a darle en su cabeza, deslizando sus dedos por sus cabellos negros hasta toparse con la cola de caballo. Víctor sentía que debía de decirlo, pero temía, pues la ultima vez que lo hizo fue separado de esa persona.

—Rosamund.—La llamó con voz suave, ella le dirigió la mirada levemente, con unos intensos orbes marrones. Victor soltó un suspiro.—Te quiero...

Aquella inocente confesión dejó, por lo menos, sorprendida a la morena que tras superar el asombro inicial, sonrió con calidez y abrazó con fuerza a Víctor, mientras soltaba una risa acaramelada.

—También te quiero pequeño.

Víctor soltó una leve risa mientras disfrutaba de la calidez de la comando. Claro que lo bueno dura poco, pues el reloj de Rosamund marcaba las 12:30. Tenían treinta minutos para almorzar e ir a ver al Teniente Mariño para ejecutar el interrogatorio. Rosamund al verlo, sintió como la sorpresa se apoderaba de ella, pensaba que era mas temprano, y que tenían mas tiempo libres.

—Una lastima.—Pensó haciendo una mueca de decepción. —Victor, hora de irnos.

No se quejó, el joven solo se puso de pie y limpió su uniforme del polvo y el sucio al igual que ella, sin perder ni un segundo más, abandonaron aquel lugar, dirigiéndose de regreso al campamento, una vez allí, se dirigieron al comedor. Fueron una rápidos minutos donde consumieron sus almuerzos de forma rápida, casi sin hablar, al salir devolvieron las bandejas y se encaminaron hacia sus barracones, quedaban diez minutos para ver al teniente y debían de ir todos. Iban a las barracas con la intención de encontrar a Nolan y a Javier, lo cual fue así. Ambos hombres estaban charlando animados cuando llegó la pareja. Al verlos, sonrieron.

—Victor.—Saludó Nolan.

—Mi bella Rosamund.—Dijo Javier mientras le guiñaba un ojo y usaba un falso tono meloso, ella rió, negando con la cabeza.

Javier depositó un simple beso en la mejilla de Rosamund mientras que Víctor saludó con un choque de manos a Nolan. Eran un grupo unido, que probablemente al retirarse seguirían en contacto.

—Ya estábamos por ir a reunirnos con el teniente.—Comentó Javier mientras miraba les miraba a ambos.—Ustedes dos estuvieron perdidos toda la mañana ¿No estuviste robándole su inocencia al niño Rosamund?.—Le regañó Javier a Rosamund.

Victor solo sonrió apenado mientras sus mejillas y orejas se ponían de un leve tono rojo. Rosamund por su parte soltó una fuerte carcajada mientras sonreía con picardía hacia Javier, el cual al ver eso, su gesto confiado en su broma poco a poco desapareció.

—Eso es privado, y lo que pasó entre nosotros solo nos compete a nosotros.—Y culminó con un sensual guiño.

Eso hizo que la mandíbula de Javier y Nolan casi tocaran el suelo, mientras que Víctor se había puesto rojo de la vergüenza, tapándose el rostro con ambas manos. Ambos hombres miraban a Víctor sonriendo por esa escena.

—Suertudo.—Dijo con burla Nolan.

Antes de seguir siendo el centro de atención, Victor ya estaba en la puerta.

—¡El teniente nos espera!.

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30 de Septiembre del 2016
Macarao. Cuartel del GAC.

A la derecha del sector administrativo del cuartel del GAC, al fondo, tras pasar dos controles de vigilancia, estaban los calabozos. Agrias estancias de cemento, frías, con dos camas por celda, las cuales estaban sostenidas de la pared por dos cadenas que con el tiempo se oxidaron y que hoy en día son endebles. Tanto así que en la celda donde residía el guerrillero capturado, la cama de metal cayó, los soldados no se molestaron en arreglarla y desde ese día, el pobre diablo dormía en el piso. Cuentan con solo una cubeta para hacer sus necesidades, dicha cubeta se suele cambiar con regularidad, cosa que para Ernesto era asqueroso y por lo tanto se quejó. El resultado fue una dura paliza por parte de los guardias de turno.

Hacia ya unos meses atrás, que Ernesto fue enviado a compartir celda con el líder guerrillero. El primer día que estuvieron juntos, Ernesto creyó que tendría que luchar por la única cama disponible pero, para su sorpresa, el guerrillero se la cedió amablemente.

Prefiero dormir en el suelo que en esas cosas de metal que solo logran herir la espalda.

Le dijo con un tono de odio hacia las incomodas e inútiles "camas" de los prisioneros. No fue sino que tras un par de días, tras ser ese guerrillero quien diese el paso, ambos entablaron una corta comunicación que cada día fue creciendo hasta hacerse conocidos. A pesar de todo, Ernesto no podía confiar en ese hombre, por más que ambos tuvieran un objetivo en común. Acabar con el Cazador del Abismo. Así es, tras haberle contado al guerrillero la razón de su encarcelamiento, todo culpa de un asqueroso cazador joven, aquel dató captó la atencion de su compañero de celda. Ese día, le reveló su nombre y razón de estar allí captivo. Ambos, se sintieron a gusto por compartir un mismo objetivo nacido de fuentes distintas. Uno, por el odio y resentimiento, el otro, por seguir las órdenes provenientes de su amo.

Ese día, desde que Ernesto despertó, vio la figura de piel negra del líder guerrillero moverse algo inquieto por la habitación. Se le veía pensativo y agitado, una gota de sudor se resbalaba por su frente, aunque eso no lo notó Ernesto debido a la pobre iluminación del lugar. Con un bostezo se puso de pie, estirándose mientras unos cuantos huesos dejaban salir el "Crack" al estirarse. Con sueño se dirigió hacia su compañero.

—Amaneciste inquieto, Pedro.—Comentó con tono aburrido Ernesto.

El hombre, aun metido en sus pensamientos le dirigió la mirada al ex sargento de fuerzas especiales, una mirada llena de reproche, aunque luego su rostro fue adornado por una sonrisa extraña, casi que malvada. Ernesto se sintió extraño debido al repentino cambio en el hombre frente a él.

—Inquieto, si, podría decirse que si, pero mi compañero Ernesto.—Dijo colocándose cara a cara con el ex sargento.—Hoy, si todo sale como está planeado, sera el fin del cazador del abismo, de ese niño que te arruinó y por el cual estoy aquí.

—¿Pero como sabes eso?.—Preguntó Ernesto extrañado de tal afirmación.

El guerrillero le dio la espalda mientras se alejaba unos pasos, al detenerse, se giró sobre sus talones mirando frente a frente a Ernesto. Ahora su rostro tenia una expresión serena.

—He estado todos estos meses realizando una misión especial, encargada por mi amo, por esa misión me dejé capturar, y he estado enviando información desde dentro a mis aliados.

El rostro de Ernesto era de sorpresa pura, esa revelación le había dejado mas confundido y con más preguntas que respuestas. ¿Como había estado recolectando información? Hasta donde Ernesto sabia, ellos pasaban casi todo el día en la celda, excepto cuando lo obligaban a ir a interrogatorio. Además, ¿Como era posible para él enviar informacion desde esa celda? Si prácticamente estaban en medio de la nada. El ex sargento de operaciones especiales estuvo a punto de preguntar cuando, como un eco que viene desde el fondo de un lugar, se oían las pisadas, fuertes pisadas de las botas de la guardias. Pronto sus sombras aparecieron proyectadas en el suelo del lugar. Sus figuras no tardaron en hacer acto de presencia. Como dos seres oscuros que venían por el alma de un pobre diablo. Se oyó el chasquido de la puerta al ser desbloqueada y luego el chirrido metálico al ser abierta.

—¡Tu el guerrillero!.

Le gritó y fue mas que suficiente para saber quien debía de salir, Pedro le dirigió una lúgubre sonrisa a Ernesto, antes de comenzar a caminar hacia la puerta, pero antes de salir uno de los guardias ingresó y agarrándolo del brazo con violencia lo empujó hacia la salida, una vez fuera recibió un culatazo el cual le hizo caer de rodillas. Ambos guardias soltaron una risa mientras cerraban la celda. Se llevaron a empujones y golpes al guerrillero.

Ernesto entonces quedó solo, con miles de dudas en su cabeza y ninguna sin respuesta.

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30 de Septiembre del 2016
Macarao. Cuartel del GAC.

La sangre salpicó el piso cuando el puño de uno de los guardias impactó en la mejilla de Pedro, aturdiéndolo en su sitio, el mundo dio vueltas para él, mareado por los constantes golpes. Estaba atado a una vieja silla de madera, salpicada en tonos rojizos por toda la sangre desparramada allí en el sitio. Pedro escupió sangre antes de mirarlos de forma retadora.

—¿Cuanto falta para que llegue el Teniente?

—Ni idea, pero así está bien hasta que llegue, esperemos que esta vez los golpes le hagan colaborar.

Era la conversación que los guardias mantenían. No sabia cuanto tiempo había pasado, lo que si sabia era que desde que entró a la celda, fue recibido a golpe limpio. Puede que hayan pasado solo unos minutos o quizá una hora, en estos casos, donde la persona no tiene manejo del tiempo o de sus alrededores, es fácil desorientarse. Se oyó como una puerta pesada era abierta y varios pasos sonaron después de ello. Fue cuando Pedro alzó la mirada y se encontró con aquellos que venían acompañando al Teniente Mariño. Entre ellos le buscó con la mirada y al verlo, sonrió.

El cazador del abismo.—Se dijo para si mismo.

Por su parte, Víctor había ingresado junto con los demás miembros de su grupo a la sala de interrogatorio que parecía mas bien una cámara de torturas. Pero no dijo nada puesto que su atencion, estaba dirigida a otra cosa. Desde que Víctor y los demás habían salido de los barracones, sintió como un leve ardor le molestaba en el lugar de su marca, marca que nadie aparte de él había visto, despistados. En cierto momento la revisó, viendo como ahora la misma marca de la Calavera, envuelta en dos círculos pararalelos entre si, desprendía un leve, muy leve, brillo rojizo en una de las divisiones de los círculos. Decidió ignorarlo, pues a los pocos minutos se detuvo pero ahora, allí frente a ese prisionero, el ardor había regresado. Noto como la mirada de ese hombre estaba sobre el, mientras sonreía.

—Les presento a Pedro Zaroza, uno de los lideres del famoso grupo guerrillero conocido como "E.L.R.S" aún no conocemos bien sus siglas ni sus intenciones, además de que el sujeto aquí presente.—Con una mirada que dejaba ver asco, miró hacia el guerrillero.—No ha querido colaborar.

Mariño se giró hacia el guerrillero, que con una sonrisa seguía mirando a Victor.

—Pero eso cambiará hoy.

Lo que no sabia, era que tan fuerte sería el cambio que nacería ese día.

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