Capítulo 22 "La Guerra Abismo-Merodeador II"
21 de Junio del 2016
Alemania. Cuartel de oficiales de la Fünfzehnte schwere Infanterie de primera línea, cercano a la ciudad de Dormenst.
La luz entraba por el agujero del techo de la iglesia, como si una fuerza divina tuviese sus ojos puestos especialmente en ese desdichado grupo de oficiales del ejército abismal. El Oberleutnant Dracks se encontraba parado con firmeza en aquel lugar donde el cura solía dar sus misas. Gristell trajo consigo al mismo hombre que redactó el informe a la retaguardia como al sergeant Brestin. El Leutnant dejó a ambos frente a Dracks, y a paso rápido se colocó a su lado.
—¡Firmes!.—Vociferó Dracks, creando un efecto de intimidación inmediata en ambos hombres que, de forma automática, se pararon con firmeza.
Algo destacable, de la academia de oficiales del ejercito del abismo, es el hecho de formar a unos oficiales intimidantes a la par de inteligentes y habilidosos. Varios historiadores y cronistas de la historia del abismo, opinan que de la academia sale lo mejor de la armadas abismales. Mientras que el resto del ejército era criticado por su mal adiestramiento. Ahora, en esos tiempos de guerra, los soldados abismales podían ser valientes y aguerridos, pero su preparación dejaba que desear.
—Ustedes dos, han sido llamados aquí por el motivo de que una carta enviada desde la linea de defensa ha sido alterada.—La mirada de Dracks pasaba por ambos hombres, donde notó como el ceño de Brestin se arrugaba y el hombre que redactó el informe se empezaba a notar nervioso.—¿A quienes tengo el placer de conocer?
—¡Erster Segeant Brestin, mi Oberleutnant!.—Respondió con la firmeza y dureza característica de un sargento aguerrido en combate.
—Korporal Zwell, mi Oberleutnant.—Este, fue con un tono mas bajo y lastimero, como el de ese joven que le teme a su superior, en este caso, tenia razón para tal.
Dracks, con las manos tras la espalda e inquisidora mirada, analizaba con atención a los dos sujetos. Algo le decía que él error venia del más joven, llamese instinto o corazonada, en otra situación y otro ambiente, habría arrestado directamente al cabo, pero en lo militar todo es mas protocolario y estricto, el manual dictaba que debía de llamar a los sujetos involucrados en el error o crimen, luego dictar si era necesario llevarlos ante una corte militar.
—Seré directo porqué, el tiempo no es un lujo que nos podemos dar en un día máximo debemos de atacar, retomar y controlar la ciudad de Dormenst, apenas llego me entero de que las tropas están mal alimentadas y mantenidas ¿Como esperan ustedes ganar una batalla de tal magnitud de ese modo? Y sí, usted también está en ese saco Gristell.—Dijo Dracks dándole una mirada de reojo al teniente.—Eso puede ser..
Un fuerte estruendo le interrumpió, los dos hombres llamados se giraron hacia la gran entrada de la iglesia, donde entraba el Kapitän Dolchst junto con dos Soldat que le servían de escoltas, Dracks y Gristell compartieron una mirada al ver al capitán que caminaba cierta altanería frente a ellos, la mayor característica de Dolchst era su enorme ego, que no le dejaba ver sus errores.
—¡Caballeros!.—Dijo con voz alta y animada, se notaba aseado y descansado, casi el antónimo a Dracks y Gristell que con tanto jaleo no tienen tiempo para si mismos.—Buenas tardes, veo que los dos tenientes aquí presentes atendían un asunto, sin mi presencia.—Su voz denotaba que aquello no el había gustado, aunque lo disimulaba bajo un manto de amigabilidad que no le quedaba bien nunca, jamás, a un militar.
Dolchst se dirigió al lugar donde Drakcs y Gristell estaban de pie, haciendo la de jueces, aunque, por lo visto, ahora serían juzgado o quizá, ni siquiera se les tomase en cuenta. Aun así, ambos se mantuvieron callados hasta que llegó al lugar y se giró hacia los acusados. Tras repasarlos con una mirada que dejaba ver una notoria analítica, habló:
—Oberleutnant Drakcs, informe para qué y por qué estos hombres están aquí.—Ordenó con una firmeza que no dejaba decir que no a esa orden.
—Kapitän Dolchst, hemos citado aquí, el Leutnant Gristell y yo, a estos dos hombres debido a una error en las peticiones de suministros al frente. Dicho error puede causar problemas a futuro con los suministros de comida, armas y medicinas necesarios, eso y en ataque a la ciudad de Dormenst fue por lo que fuimos enviados para este pueblo, aunque con tropas hambrientas veo difícil que logremos una victoria eficaz mi Kapitän.—El tono profesional y seguro de Dracks dejaba ver que había tenido una excelente formación militar.
—El tema de la recuperación de Dormenst se discutirá luego, Oberleutnant, gracias.—Dijo asintiento hacia Dracks.—Por ahora debemos dar un dictamen rápido de esta situación para así, proceder a temas que nos apremian aun más. Así que, joven Korporal.—Dijo mirándole.—Sergeant.—Su mirada también repasó por el.—Expliquenos, el porqué, tenemos ese fallo en la petición de suministros.
El sargento Brestin no dudó en caminar hacia el frente, sin miedo ni pena, el hombre se defendería de tal acusación, en esos momentos, afrontar un tribunal militar era dejar a sus hombres a la deriva, aunque le impulsada mas salvar su pellejo que el de sus hombres, ya que era preferible morir en el campo de batalla que pudrirse en una cárcel de pena máxima.
—Mi Kapitän, yo no tuve nada que ver con esto ¡Exijo que se me devuelva a mi puesto! Si hay algún culplabe, es el Korporal allí presente, yo sólo escribí la carta en una petición de ayuda.
—Calma, sergeant, no hay necesidad de alterarse, aún.—Dolchst le miró como se mira a un joven cuando se le reprende, aunque el sargento fuese mayor que él. Entonces, su mirada cayó en el korporal.—¿En serio tenemos que enviarte a un tribunal de guerra?
Preguntó mientras comenzaba a caminar hacia el cabo que, con miedo, empezaba a temblar pensando en las horribles torturas de la cárcel militar. Apenas tenia 19 años, y por un simple error ahora tenia que pagar. Pero tomaría la única carta disponible y se jugaría todo por ella, así que reprimiendo las lágrimas de miedo, miró fijamente al capitán que se acercaba, con un rostro serio, hacia él.
—Digame, joven Zwell ¿Cree usted que se merece un tribunal militar?.—Le preguntó Dolchst como aquel que sabe que cualquier respuesta es incorrecta.
Zwell le miró fijamente, pero no supo que responder, no era quién para dictaminar si era o no necesario ser llevado ante un tribunal militar, así que decidió simplemente responder lo que su instinto le indicaba.
—Mi Kapitän, creo que este caso no es digno de ser llevado a un tribunal militar, se que he cometido un error grave, pero puede haber otro tipo de casos mas fuertes que si requieran la atención de los tribunales.
Todos mantenían una mirada seria ante el silencio que apareció allí, todos veían al joven Zwell, los dos tenientes, con indiferencia, el sargento, con molestia y Dolchst, con una sonrisa, como la de aquel que esperaba un error mas aun mantenía cierta fe.
—Bien Corporal Zwell,tiene usted razón, no debemos de enviar un caso tan común como este a un tribunal militar, no cuando tenemos escasez de hombres en el frente.—Dijo colocándole la mano en el hombro, como si fuesen colegas, pero con una sonrisa maliciosa, la cual enervó al Korporal.—Usted está ahora asignado al frente junto con el Erster sergeant.
Ambos mencionados se miraron por un corto periodo. Entonces, al oír las pisadas de Dolchst alejándose de ellos, volvieron a dirigirla al capitán que se dirigía al escenario frente a ellos. Donde ambos tenientes esperaban, y una vez en medio de los dos, anunció.
—Erster sergeant Brestin, ahora bajo su cargo está el Korporal Zwell, regrese a la linea de defensa, pronto tendrán nuevas ordenes, por ahora las mismas se mantienen, repeler el ataque enemigo. Podéis retiraros.
Ambos hombres se pararon firmes y alzaron la mano a la cabeza, la bajaron y tras girarse, se retiraron del lugar, dejando ver las miradas hostiles del sargento al pobre cabo. Una vez desaparecieron, Dolchst suspiró relajándose, miró a los dos tenientes con una sonrisa y comentó.
—¿Que cosas aquí en el frente no?.
Ambos tenientes se miraron antes de sonreír los dos negando con las cabezas, el ambiente tenso en el lugar fue rápidamente disipado por el capitán que quería tener a sus hombres relajados para poder trabajar al máximo. A pesar de que la amabilidad excesiva de Dolchst no le gustaba un pelo al desconfiado primer teniente Dracks, admitió en ese momento que era algo confortante.
—¡Soldats! Traed algo de comer y de beber.
Ordenó. Sin chistar los dos soldados, vestidos de camuflaje, se retiraron del lugar en busca de cumplir la orden de su capitán.
—Bueno, es hora de trabajar.—Anunció el Kapitän dirigiéndose a la mesa.—¿Con cuantos días contamos para realizar el asedio?.—Preguntó iniciando a mover los engranes de su mente.—¿Que se supone que son estas piedras?.
Gristell, al colocarse al lado derecho del capitán, le explicó la leyenda improvisada del mapa.
—Mi Kapitän, las piedras pequeñas, esas que usted ve alrededor de la ciudad, son las posiciones de las tropas enemigas, las piedras grandes son los lugares mas fortificados, con defensas contra la infantería y las más grandes dentro de Dormenst son lugares donde se rumora que están los distintos cuarteles o barracones, no es nada seguro.—Dijo explicando lo que Dracks, que estaba del lado izquierdo del capitán, había entendido desde el principio.—Ahora estas de aquí.—Señaló unas piedras al borde del bosque.—Son nuestras tropas.
—¿Con que tipo de tropas contamos para el asalto?.—Preguntó Dolchst mirando a los ojos a Gristell.
—Tenemos 5 batallones de infantería básica, 3 batallones de infantería pesada, un batallón de piqueros y 2 brigadas de arqueros
Dolchst hizo una mueca de desagrado.
—¿No tenemos granaderos o hechiceros?.—Gristell negó.—Esto es una locura, debemos de enviar un mensaje al Oberst, necesitamos mas tiempo y soldados, apresurar este ataque seria una derrota inminente, apenas tenemos tropas para asaltar las lineas de defensa enemigas ¿Como se supone que vamos a mantener un combate urbano constante para retomar Dormenst?
—Concuerdo con usted, mi Kapitän, pero antes de enviar el mensaje, deberíamos de planear una estrategia para la toma de la ciudad.—Opinó Dracks.
Dolchst asintió conforme.
—Bien.—Dijo centrando su atencion en el mapa.—¿Cuantos soldado son en total.
—Si mis cálculos no fallan, son 950 en total.
—Necesitamos 1500 hombres por lo mínimo.—Dolchst se quedó pensativo unos minutos.—Que traigan más hombres, por lo menos, 5 batallones más de infantería pesada acompañados de granaderos y hechiceros, necesitaremos de ellos.
—Yo nunca entendí la estructura de nuestro ejército.—comentó Gristell por lo bajo sacando cuentas.
—Es sencillo, los pelotones son de 10 soldados, las brigadas de 50, los batallones de 100 y las divisiones de 500, luego los grandes cuerpos de ejércitos se dividen en: Enumerados, regimientos y legiones. Los enumerados son los que tienen de mil hombres en adelante teniendo un máximo de cinco mil. Los regimientos son de cinco mil hasta los diez mil y las legiones de diez mil en adelante, siendo la mas númerosa la legión 305 de asalto.—Explicó Dracks.
—Y ahora que terminó la clase, volvamos al plan.—Dolchst les miró con las cejas alzadas.—Una vez tengamos los 1500 hombres, los situaremos en forma de semicírculo por toda la línea del bosque.—Explicó Dolchst señalando la zona del bosque.—En el primer asalto avanzaran 2 batallones de infantería ligera junto con un batallón de infantería pesada a la cabeza, detrás irá una brigada de arqueros propiciando cobertura a los granaderos que entre ellos, atacarán las fortificaciones enemigas, a lo lejos, los magos lanzaran poderosos hechizos para debilitar o terminar de destruir las fortificaciones, una vez esté listo, el segundo asalto iniciará.
Dolchst miró a los dos tenientes, una mirada que dejaba ver la concentración y decisión de tomar Dormenst a como de lugar. Los tenientes, sin decir nada, esperaron que su capitán continuase.
—El segundo asalto será donde desplegaremos el resto de nuestras fuerzas, será una dura lucha encarnizada en las calles de Dormenst, debemos de tomar como sea esta ciudad. Así que Oídme bien, hombres.—Dolchst miró con intensidad a los dos.—Somos los pocos oficiales en el lugar, nuestra sola presencia influye moral en las tropas, así que junto con los sargentos, dirigiremos el segundo asalto en el campo de batalla.
Sus ojos despedían un fuego intenso de decisión y coraje, nunca había perdido batalla alguna en su carrera militar, y esta no sería la primera, Dracks y Gristell mantuvieron una expresión serena, ocultando la pequeña semilla de temor que se implantó en ellos, fueron entrenados como oficiales, no como soldados de primera línea.
—Mi Kapitän ¿esta usted seguro de ello esa decisión?.
Preguntó Gristell escondiendo los nervios, a lo que Dolchst, con voz tranquilizante y firme, cualidad de líder, respondió:
—No tienes porqué temer, Teniente Gristell, nuestras tropas superan en entrenamiento a los mercenarios merodeadores.
—A menos que nos encontremos de frente con esos soldados especiales merodeadores.—La voz inquieta de Gristell hizo reaccionar a Dracks.
—Acechadores, tropas especiales de los merodeadores, equipados con armas de fuego, visten comí antiguos soldados soviéticos solo que sus ropas son de color mas oscuro.—Informó Dracks mirando a ambos hombres,—Nosotros, nuestros soldados oscuros, son la equivalente a las tropas nazis del tercer reich, ¿Que cosas no?.
Aquello ultimo lo soltó con un tono de burla y sátira que ninguno de los otros dos oficiales comprendió, puesto que solo él había estudiado historia universal. Así que luego de aquella información, Dolchst decidió dar por terminado ese tema.
—¿En cuantos días aproximadamente debemos de iniciar el asalto?.
—Se estima que mañana.
—¡¿Que!?.
Dolchst miró con brusquedad a al Primer Teniente Dracks. Aquello era una noticia, y orden imposible, jamás podrían coordinar un ataque de semejante magnitud en tan solo un día, era descabellado, aunque, el Oberst no conocía la situación del frente. Justo en ese momento, la pareja de Soldats ingresaron al lugar llevando bandejas con porciones de comida y rústicos vasos de madera llenos de agua.
—Teniente Gristell, envíe un parte al Oberst, digale que el ataque se pospone hasta el 26 de Junio, mientras esperamos la comida y suministros necesarios.—Ordenó mientras los tres se colocaban firmes.—Por ahora, buen provecho, pueden descansar.
Los dos tenientes hicieron el saludo militar, para luego los tres tomar asiento y probar bocado, saciando al hambre de sus estómagos, aquel almuerzo fuese perfecto si tuvieran el lujo de darse un baño, pero un oficial, en la retaguardia tenia lujos, ahora, cuando estos se alejaban de las bases y se colocaban en pueblos teniendo puestos de avanzada, tenían tanto lujo como un soldado raso. Algo normal, al no tener una intendencia motorizada que desplegase recursos, y la línea de suministro del abismo, era muy endeble. Así que seria un milagro que los esperados y deseados suministros, llegasen en menos de tres días.
Luego del delicioso almuerzo, los tres tenientes continuaron con sus tareas de tratar de organizar ese desastre de línea defensiva, enviaron el parte a la retaguardia, junto con una petición de Dracks de que le trajesen a la compania tormenta, un grupo de 30 soldados profesionales a sus ordenes. Solo era cuestión de esperar así que mientras, organizaron todo ese desastre. Comenzando por organizar la línea de defensa, donde Dracks fue enviado, mientras a Gristell se le dio la orden de organizar a los sargento en el pueblo y Dolchst, dictaba órdenes y organizaba todo desde el cuartel improvisado.
Las piezas se movían y dos fuerzas militares, desorganizadas, indisciplinadas y mal equipadas, se enfrentaban en un conflicto donde sus lideres supremos poco se preocupaban por ellos, viéndoles como simple carne de cañón, Volkner y Gael, harina del mismo costal, los dos solo veían por su supremacía y objetivos personales. Seres que con el inicio de la guerra salió a relucir sus lados mas egoístas. Entonces, allí era donde los lideres militares, decidirían el curso de la guerra, sus negligencias o apoyo afectarían el rumbo de la misma, donde ambos buscaban un solo objetivo, ganar aquel conflicto.
Conflicto que pasaría a la historia en el mundo sobrenatural.
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23 de Junio del 2016.
Alemania. Linea defensiva entre la Decimoquinta de infantería y las fuerzas merodeadores ubicadas en Dormenst.
La fría brisa de la madrugada, acompañada de la neblina creaban un efecto refrescante en el rostro de Dracks, que apoyado en un árbol, miraba hacia el borde del bosque. A varios metros de distancia, el bosque desaparecía en un claro de un kilómetro que separaba la ciudad de Dormenst con el bosque. Aunque la ciudad no se veía sino en cambio, un espeso telón blanco que cubría todo el horizonte del claro, sin poder ver la ciudad allí oculta. Dracks pensaba en como podrían dirigir tal ataque, tenia fe en que no fallarían, pero al ver las dimensiones de la ciudad y hacerse una idea de la cantidad de mercenarios allí presentes, le hacia sentir como un nervio frío recorría toda su espalda en forma de mal augurio. Por el momento, había cumplido en organizar la primera línea de defensa, viendo como a esa hora iniciaba el cambio de turno, donde se observaban a varios soldados camuflados de patrón boscoso verde, donde se distinguían a los soldados rasos de los sargentos, solo por ver quienes daban las ordenes. Y luego estaba él, que con su uniforme de camuflaje marrón, era el mas notorio, y también el mas respetado, claro, por encima del Sargento primero Brestin.
—Buenos días mi Primer Teniente, permiso para hablar con usted.
Dracks se giró hacia la voz, saliendo de sus pensamientos. En su campo de visión apareció el mismo Sargento Primero Brestin que parado de forma firme, esperaba el permiso de su superior.
—Descanse sargento, no estamos para tales formalidades.—Dijo mientras que por protocolo, ambos realizaban el saludo militar.—Procure hacerlo cuando estemos junto a otros oficiales o el mismo estado mayor.
Brestin, en una postura más relajada, con los brazos detrás de la espalda, se giró mirando hacia la espesa niebla, que ocultaba la ciudad y las defensas alrededor de esta. Anteriormente, era posible vigilarlos desde la distancia, ahora, ni eso. Justamente en ese momento, vieron emerger desde la trincheras a una compania de 25 hombres, vestidos de camuflaje, portando ballestas y otros lanzas. Los Soldats avanzaron fuera del agujero, llenos de tierra y suciedad, mientras otra compañía avanzaba para cubrirles el puesto.
Drakcs suspiró.
—Esta paz, me tiene inquieto.
Comentó en un susurro trémulo, con el ceño fruncido y mirada seria. Brestin le dirigió la mirada al primer teniente. Con una expresión de indiferencia en su aguerrido rostro, sus ojos fríos demostraron un cierto escepticismo.
—¿Nervios, mi Oberleutnant?.
—Si, admito que tengo nervios, este ataque será decisivo, si no tomamos Dormenst y nos mantenemos allí, perderemos la mejor oportunidad de lograr un avance importante en esta maldita guerra.
Ambos hombres se miraron. La indiferencia de Brestin y la inquietud de Dracks chocaron en un duelo de miradas intenso donde ambos hombres parecían expresar sus ideas por la mirada, como si sus ojos fuesen dos proyectores que dejasen ver sus pensamientos como una película. Brestin vio en los ojos del teniente la inquietud y nervios, productos de la posibilidad de fallar aquella operación militar, ese ataque decisivo. Dracks, por su parte, vio una mirada indiferente y fría, que no parecía temerle a nada, ni al fallo ni a la muerte, un sargento aguerrido que ha visto demasiado de la guerra.
Entonces, apartó la mirada con brusquedad cuando le pareció haber visto una silueta moverse entre la niebla, por el rabillo del ojo. Enfocó su mirada en el telón espeso de color blanco e instintivamente llevó su mano al mango de la espada larga que llevaba en la cintura, mientras enfocaba la mirada en la niebla y daba un paso al frente.
—¿Oberleutnant?.—Brestin también llevó su mano a su espada larga igualmente, por la impresión mas que por haber visto algo.
Fue rápido, una silueta que se dejó ver como un espectro oscuro entre tanto blanco. Rápidamente tomó la forma de un mercenario de bajo rango que usando una lanza, cargaba hacia él en grito de guerra, buscando acabar con la vida de Drakcs. El teniente reaccionó y se hizo a un lado, evitando el ataque dejando que el incompetente mercenario clavase la lanza en el árbol. No tardó Dracks en cortarle las dos manos que sostenían la lanza atascada, de un tajo, ambas volaron mientras que de otro rápido corte le asesinaba de un corte en el cuello. Ahogándose en su sangre, el mercenario cayó agonizando. Brestin, aun asombrado, miraba el cuerpo sangrante en el suelo. Entonces, Dracks, avistó mas siluetas moverse entre la niebla.
—¡Nos atacan!.—Gritó Dracks viendo como mas mercenarios emergían como espectros de la niebla.—Defiendan las trincheras, ¡Que no pasen!.
Emergiendo del telón blancuzco, los mercenarios merodeadores, de bajo rango, comenzaban el asedio sorpresa sobre la línea defensiva de la decimoquinta. Los ballesteros apostados en las trincheras, disparaban contra los enemigos que aun debían de superar un pequeño tramo de terreno antes de poder atacar. Varios cuerpos caían ante las letales flechas, pero al ser de lenta recarga, su letalidad no duró mucho, pronto, varios de los mercenarios lograron llegar a las trincheras.
—¡Vamos Brestin!.
Dracks y Brestin, con su espadas en manos, salieron corriendo desde sus posiciones hacia la ubicación de las trincheras, detrás de ellos, varios soldados y otros sargentos corrían hacia la batalla. Dracks al llegar esquivó una estocada de una lanza, asesinando de una estocada en el pecho a ese mercenario, Brestin, por su parte, desbalanceo a un enemigo de una patada antes de clavarle la espada en el estomago. En las trincheras, los lanceros del abismo enfrentaban con dificultad a los mercenarios merodeadores armados con espadas. Eran luchas desiguales donde las ballestas y lanzas, tenían desventaja. Uno de los lanceros se enfrentaba a un enemigo con espada, esquivó un tajo agachándose con velocidad, el mercenario no logró atacar pues una flecha impactó en su rostro acabando con su vida. El lancero se giró viendo como uno de los ballesteros le alzaba el pulgar mientras esbozaba una sonrisa.
Dracks, al llegar a las trincheras fue recibido con un choque de espadas donde la suya desvío la de un enemigo para luego soltarle un tajo por todo el pecho, haciéndolo caer al momento. El choque de fuerzas no tardo en volverse en su punto clave de violencia, donde las tropas del abismo enfrentaban a los mercenarios merodeadores. Flechas volaban acabando con la vida de mercenarios, Mientras varios soldados del abismo caían por el filo merodeador. Entonces, Dracks vio como en la batalla entraban la infantería pesada.
—¡Avancen!.
Ordenó Dracks sin perder iniciativa. En el ajetreo de la batalla, logro ver como Brestin derribaba a un mercenario de un fuerte puño en el centro del rostro, para luego tomar su espada y clavársela en el estómago. Dracks avanzó hacía el entre gritos y choques de espadas, atravesó un buen par de metros en carrera para así llegar junto al sargento.
—¡Sargento necesitamos ganar terreno!.
Brestin se giró hacia Dracks y sin perder tiempo, lo tomó con fuerza del cuello de la camisa para luego ambos caer dentro de un agujero de trinchera. Allí, Brestin habló:
—Estamos perdiendo hombres Dracks.—Exclamó sin importarle el respeto al superior.— ¡Tenemos que acabar con esto rápido o no tendremos tropas para el asalto!
Justamente, encima de ellos pasó corriendo un mercenario que a los pocos segundos, regresó tambaleándose mientras se tocaba el rostro, una larga espada le atravesó el pecho acabando con su vida. El caballero del abismo, colocó una bota en su víctima y la usó para impulsarse y retirar la espada. Esa visión fue como una señal divina para Dracks.
—¡Brestin tome usted el mando de una compañía de infantería pesada y haga retroceder a los enemigos por el norte que yo lo haré por el este!.
Brestin gritó un fuerte "Si señor" antes de escalar la trinchera y salir corriendo. Drakcs hizo lo mismo, al salir vio como el espeso manto lechoso de niebla se dispersaba, dejando a la vista mas terreno de la explanada, de donde seguían emergiendo enemigos. Frunció el ceño, ese ataque estaba siendo una perdida de recursos para el enemigo. Sin darle mas importancia, Dracks inició la carrera hacia la compañía de infantería pesada mas cercana.
Entre los arboles, un sargento segundo de infantería pesada se enfrentaba a dos mercenarios avanzados de forma consecutiva. Estos atacaban con agresividad usando espadas largas, mas no eran rival para el escudo de torre del caballero y su letal espada curva, algo raro en los caballeros pesado al usar mayormente espadones en sus filas. El sonido del metal al impactar contra otro objeto metálico sonó entre tanto caos al bloquear el ataque del mercenario, desviando su trayecto aprovechó su parte expuesta y de un tajo lateral, este cayó muerto. El otro mercenario atacó, su espada acabó siendo dirigida al suelo por el habilidoso caballero y su escudo, el mercenario le dio una mirada de miedo antes de morir por un corte que ascendió desde su abdomen a su rostro. El caballero suspiró algo agitado, sin notar como detrás de él, otro mercenario corría en zafarrancho de combate. El caballero se giro deteniendo su espada en seco contra el escudo. El mercenario le miró con odio antes de caer por el potente impacto de un hacha en su rostro, el impacto fue tan brutal que le deformó el rostro, dando una imagen dantesca de la muerte. El segundo caballero, retiró su hacha del enemigo y asintió hacia su sargento.
Dispuesto a seguir su camino, el caballero se giró hacia la batalla, solo para ver a un mercenario apuntándole con una ballesta. Se detuvo en seco, su escudo podía protegerle, más aquello no fue necesario. A unos metros, el Primer Teniente Dracks recogió una ballesta pequeña y apuntó al mercenario, disparando acertando en un pulmón obligándolo a caer ante el dolor de la flecha y el colapso respiratorio que sufriría. Entonces, el Primer Teniente se acercó al sargento segundo.
—Mi Oberleutnant...
—No tenemos tiempo para eso, necesitó que usted y su compañía me sigan.
El caballero asintió y tras girarse hacia el resto de guerreros acorazados, silbó, todos los caballero se giraron hacia él, entendiendo la orden, todos se acercaron al sargento. Expectantes del liderazgo del teniente, más que todo el sargento que le veía muy joven para ser oficial. Sin perder tiempo alguno, la compañía ahora al mando del teniente Dracks avanzó hacia la zona este, mientras avanzaban entre los arboles, Dracks vio como la compania de Brestin empujaba y hacia retroceder al enemigo, era su objetivo hacer lo mismo.
El enfrentamiento no tardo en llegar, como fuertes tropas pesadas, los caballeros enfrentaron de forma directa y bruta a los mercenarios, usando sus pesadas y gruesas armas, su poderío en el campo de batalla era notorio. Donde entre bloqueos y contraataques, los mercenaria caían ante el avance imparable de los imponentes caballeros, rompiendo el ataque enemigo. Los mercenarios comenzaban a retroceder.
—¡Sigan no perdamos la iniciativa!.
Los lanceros emergieron de las trincheras junto con los ballesteros y otros soldados de infantería básica. Motivados por el avance de los caballeros. En un punto la compañía de Brestin se unió a la de Dracks, siendo una fuerza imparable ante el ataque sorpresa de los merodeadores. Estos, a ver que los soldados del abismo comenzaban a unir fuerzas y superarlos, decidieron huir, de forma desorganizada, sin cubrirse y sin tener prioridades siendo los primeros en huir los cobardes oficiales merodeadores. Corrían, en el campo abierto entre el bosque y Dormenst donde, ya no había niebla dejando ver el verde pasto de aquel lugar. Dracks ordenó a la compania que se detuviese, no obstante, los ballesteros siguieron disparando, mala suerte de aquel a quien dieran pues varios mercenarios cayeron heridos o muertos por la letales flechas.
Y tras largos minutos, los merodeadores habían huido de regreso a Dormenst.
Un reconfortante silencio, que sólo era interrumpido por las respiraciones agitadas de los soldados, llenó el bosque. En ese momento Dracks dio unos pasos al frente, dejando que las miradas de todos los allí presentes se posaran en él. El joven Primer Teniente tomó su espada y la alzó en un gesto de victoria que fue seguido por los múltiples gritos y coros de felicidad de los guerreros que estaban ahí. Esa seria la primera vez que usaría ese gesto. Gesto el cual se volvería famoso entre las líneas del ejército del abismo.
Tras haber celebrado, Brestin se acercó a Dracks.
—Necesito un reporte de los fallecidos, y envía un parte a la retaguardia, puede que necesitemos mas soldados.
Asintió y el sargento se retiró. Dracks, dejando de lado la euforia de la victoria, supo que eso no era nada comparado con la gran batalla que de avecinaba. Esa noche, en su tienda de campaña, no durmió. Estuvo en vela, repasando la batalla, aquella táctica de usar a los caballeros como unidad de choque era inteligente, y planeó el como perfeccionarla. Fue tanto así que para el amanecer, tenía un plan, tal vez no perfecto, pero era la mejor carta para tomar Dormenst.
Y el la usaría.
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25 de Junio del 2016
Alemania. Linea defensiva entre la Decimoquinta de infantería y las fuerzas merodeadores ubicadas en Dormenst.
El manto oscuro de la noche se cernía sobre los soldados de guardia en las trincheras que delimitaban cierta parte del bosque con la linea de defensa de la decimoquinta. Sentados en las trincheras, algunos agotados pues eran casi las doce de la madrugada, y otros de pie vigilando que entre los lejanos puntos de luz que eran las antorchas de las líneas de defensa de los merodeadores, hubiera moviento alguno. Pero todo se mantenía calmado. Ninguno de los dos bandos planeaba moverse, por el momento. Las frías brisas eran relajantes para los soldados del abismo, acostumbrados al frío.
Mas adentro del bosque, detrás de la línea de defensa, en la tienda de campaña de oficiales. Dracks y Gristell junto con el sargento Brestin, revisaban el plan de ataque mientras esperaban la llegada de Dolchst. Era una noche de una tranquilidad muy extraña que solo era notada por los soldados, ya su los oficiales se mantenían enfrascados en sus planes.
—Apenas caigan las defensas ante los granaderos, podremos enviar a toda la infantería básica a la toma de Dormenst. Mientras, nosotros y la infantería básica luchan por tomar Dormenst, quiero que la infantería pesada rodee la ciudad, como un cerco.—Dijo mientras miraba a los demás presentes, su dedo formó un circulo alrededor de Dormenst.—Así, de este modo no podrán huir.
—Casi todo las bajas serán por parte de la infantería básica ¿Que función cumplirán la infantería pesada?.
íffco
Gristell miró a Dracks el cual permanecía enfocado en el mapa de Dormenst, sin siquiera mirarle, respondió:
—Ellos nos darán la victoria.
Mientras, a varios metros se acercaba la larga caravana de carruajes de transporte de tropas, llevados por musculosos caballos que con velocidad llevaban a las tropas, al resto de soldados de infantería básica y pesada,junto con los granaderos y magos. Los accidentados caminos de tierra suponían una molestia para los soldados, porque al pasar por hueco o bache, el rebote del carruaje suponía una molestia para los soldados que iban apretujados e incómodos. Con sus armas frente a ellos, aferrados a ellas, aguerridos y de rostros duros.
Los soldados de guardia apostados a las orillas del camino de tierra, ocultos entre los arbustos, emergieron al encuentro de la caravana, que al ver como era encendida la primera antorcha se detuvo junto al soldado. Un cabo primero.
—Identifiquese.
—Somos los transporte de los refuerzos de la decimoquinta.
—¡Avancen!.
Gritó el cabo mientras se giraba y hacia una señas a los demás soldados que estaban mas adelante. Los carruajes avanzaron, los jinetes lograron ver como los soldados se introducían en el bosque y desaparecían, apagando sus antorchas, volviéndose invisibles, como si de fantasmas se tratase. Tras varios metros, logró ver como una serie de antorchas iluminaban el camino hacia la base de la linea defensiva. Los carruajes se detuvieron en la seguridad de los soldados del abismo que les rodearon liderados por un sargento segundo. Dolchst fue el primero en descender.
—¿Donde está Dracks?.
El sargento le guió hacia la tienda de campaña mientras el resto de los refuerzos descendían y se acomodaban, entre ellos la compañía tormenta. Diferenciados por el logo de un rayo en su hombro. Dolchst entró a la tienda donde la mirada de los tres presentes se posaron sobre el y con rapidez los tres se pararon firmes.
—Buenas noches.
—¡Buenas noches mi Kapitän!.—Exclamaron los tres al unísono.
—Descansen.—Ordenó y los tres tomaron posturas un poco mas relajadas.—¿Que tenemos ya preparado?.
Dracks no tardó en contarle de todo el plan creado por el al capitán, el cual oía atentamente a cada detalle donde tras varios minutos de oír corrigió uno que otro mínimo detalle y dio su visto bueno a la operación. A lo lejos, en las defensas de la ciudad de Dormenst, los mercenarios merodeadores patrullaban tranquilos, charlaban reían e incluso los oficiales bebían, convencidos de que un ataque por parte del abismo no ocurriría aún. Asquerosos cobardes manipuladores, corruptos asesinos y violadores, despreciables seres dotados de poder gracias a rendir pleitesía a un ser sediento de poder. Gael, odiado por muchos, amado por pocos, el había iniciado la guerra bajo ordenes de un ser mas fuerte, guerra que pasaría a la historia del mundo sobrenatural y a los libros por largos periodos de tiempo.
La Guerra Abismo-Merodeador apenas, comenzaba.
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26 de Junio del 2016
Alemania. Defensas Merodeadoras de la ciudad de Dormenst.
Hacia dos horas ya que había sido el tercer cambio de guardia, eran las 5:00 de la mañana, un cielo oscuro y negro se mantenía de mantenía en lo alto, sin rastros de la luna siendo cubierta por las nubes. Frías brisas mañaneras le daban escalofríos a los mercenarios allí de guardia. Patrullando las barricadas de maderas, con prolongaciones de madera acabadas en punta, cumpliendo la función de púas. Ambos mercenarios avanzaban armados con espadas cortas y armaduras de cuero. Desprevenidos y para nada alertas de su entorno, mantenían una conversación sin relevancia, esta iba desde comentarios de odio hacia su oficial al mando pasando a chistes para luego acabar hablando de las hermosas mujeres que habían visto luchando entre ellos, siendo la mas llamativa aquella que llamaban "Cuervo", en un punto de la conversación, uno de los mercenarios mencionó que ella le había soltado un tiro en la entrepierna al último imbécil que le dirigió la palabra y trató de tocar lo que no se debe. Ya nada se sabe de ese pobre diablo, y aquella anécdota tan famosa entre los mercenarios del ejército merodeador les hizo temblar de miedo, por ellos y su entrepierna.
Con sigilo, varias figuras ocultas entre las sombras se acercaban a la posición de ambos mercenarios. Eran la infantería básica de la decimoquinta, específicamente la 1era compañía del 14 Batallón, que realizaban un acercamiento sigiloso, acompañados por los granaderos, eran los encargados de sembrar caos y crear una brecha entre las defensas, de ellos dependía el segundo y tercer asalto.
Fue tan rápido, apenas pudieron ver como unas siluetas negras se lanzaban sobre ellos para clavarles cuchillos en sus corazones, ni siquiera lograron gritar. Los dos soldados del abismo rápidamente observaron en derredor, asegurándose de que ninguna otra patrulla estuviese rondando por ahí.
—Despejado.
El resto de los soldados emergieron entre la hierba, se aproximaron a la barricada la cual se abría en varios puntos dando paso a otra barricada, la cual también se abría en otros puntos hacia otra barricada mas, dando como resultado un mini laberinto para poder ingresar a Dormenst. Pero ello no era lo importante, si no acabar con las fortificaciones de cemento que tenían, eran búnkeres donde habían apostadas las famosas Ballestas Repetidoras que básicamente cumplían la función de una ametralladora. Pero, con este ataque nocturno, los operadores de las ballestas no podían ver a los soldados acercarse, este mismo escenario ocurrió por los otros tres flancos restantes.
—Kapitän Dolchst.—Dijo Dracks mirándole con seriedad y confianza.—Opino que seria mejor cambiar su plan y atacar por la mañana, cuando aun no haya salido el sol y la noche nos proporcione ventaja.—La luz amarillenta de la lampara de aceite contrastaba con su fuera mirada.
—¿Un asalto nocturno?.—Dolchst se veía interesado.
—Exacto, vea usted lo siguiente.—Dracks hizo un ademán para que se fijase en el mapa allí presente.—Si el objetivo del primer asedio son las fortificaciones, perderíamos muchas bajas al aproximarnos de día, muchos caerían ante las Ballestas Repetidoras.
—¿Así que usted piensa aprovechar la noche para evitar que nos vean acercarnos?
—Si, mientras menos bajas, mas posibilidades hay de tomar Dormenst.—Dracks con su dedo formó un circulo en cada fortificación ubicada en cada flanco de la ciudad.—La aproximación sera al mismo tiempo, cada flanco sera atacado a la vez, así sembrando el caos y al confusión.
—Aunque supongo que usted sabe que, apenas exploten las cargas de polvorium, los merodeadores no tardaran en reaccionar, a pesar del caos y enfrentar a las pocas tropas que enviemos ¿no es así?.—Cuestionó Dolchst.
Dracks sonrió.
—¿En algún momento dije que irían solos, mi Kapitän?
Los soldados del abismo se acercaron con total sigilo hacia el búnker del lado norte de la ciudad. Una vez en la pared, notaron como los dos mercenarios allí apostados, hablaban de temas sin importancia, desprevenidos. El granadero saco de su bolso tres largos tubos de unos 5cm de grosor y 10 cm de largo. Eran las temidas cargas de polvorium que a diferencia de las granadas, estas eran más concentradas. Apenas lo colocó, se alejó un par de metros con la mecha en su mando derecha dedos y un encendedor en la otra mano, cuando el proceso se completo en los otros tres flancos, se esperaron cinco minutos de margen, dichos minutos fueron pensados por Dracks ya que todo iba a contrarreloj. Las cargas debían de estar listas a las 5 y veinte minutos de la mañana y debían de detonar a las 5 y media de aquella mañana. Apenas los relojes de cada grupo marcaron dicha hora, las cargas fueron detonadas.
Una tras otra, las explosiones iluminaron la oscuridad que allí se mantenía que junto con los gritos de las víctimas formaban un macabro espectáculo. Siendo un gran destello amarillo que se lograba ver a varios kilómetros, el fuego se elevó al cielo buscando ser uno con las nubes, y cuando este se disipó, el humo hizo acto de presencia. Eso junto con los gritos de ordenes y preguntas de los mercenarios merodeadores.
—¡¡Herido!!.
—!!Ayuda!!.
—¡¿Que demonios esta pasando!?.
—¡¡Nos atacan!!
—¡¿Donde están los centinelas!?.
Y así seguían, mientras que los soldados de la primera compañía atravesaban en humo para así toparse de cara con unos confundidos mercenarios que no sabían a que dirigir su atención. Hasta que uno de ellos les vio.
—¡¡Soldados del abismo!!.
Cayó soltando un grito ahogado en sangre gracias al corte en su garganta. Los demás soldados atacaron a los mercenarios, atravesándolos con sus lanzas o cortándolos con sus espadas. Los granaderos, gracias a sus fuertes brazos arrojaban las granadas de polvorium hacia los grupos mas alejados, las cuales al caer duraban dos segundos en detonar. Una de ellas cayó junto a un grupo de cinco mercenarios.
—¡¡Granada corran!!.
Explotó, enviándolos por los aires, separando piernas y brazos de los mas desafortunados, algunos muriendo en el acto. Caían como maniquíes sobre la dura tierra. Algunos luchaban pero no podían resistir ante la ventaja de los soldados del abismo. Y mientras la primera compañia luchaba contra los ya destruidos centinelas mercenarios. Los demás batallones de infantería básica se levantaban desde la hierba, avanzando hacia Dormenst.
—Los demás batallones de infantería básica junto con los piqueros aguardaran esperando que comience el caos en las líneas defensivas de los merodeadores.—Explicó Dracks.—Apenas inicie el caos, ellos deberán de avanzar a apoyar a los asaltantes. En dado caso de que lleguen refuerzos, no podrán resistir y serán aplastados bajo la superioridad de los demás batallones, recuerde usted Kapitän, que ellos no esperan un ataque sorpresa.
—¿Todo su plan va como reloj verdad?.—Preguntó Dolchst arqueando una ceja.
—Correcto. Y gracias a eso pude coordinar cuando nosotros debemos de intervenir en el combate y cuando harán acto de presencia la infantería pesada.
—¿Y cuando entraran ellos en el combate?.
—Bueno, mi Kapitän...
Los soldados de la primera compañía habían derrotado a casi todos los mercenarios que servían de centinelas, pero, entonces, se oyó como una gran serie de pasos y gritos se aproximaba a ellos, venia desde la ciudad.
—¡¡Se acercan los refuerzos!!.
En efecto, varios mercenarios emergieron de las puertas, seguidos de muchos más, listos para enfrentar a los atacantes, bajo las ordenes de un oficial, cargaban sin miedo hacia los soldados abismales, pisando los cuerpos de sus compañeros caídos.
—¡¡Avancen!!
Los granaderos retrocedieron, ahorrando sus grandes, mientras los soldados del abismo se preparaban para resistir la primera carga de los merodeadores. Un tremendo choque de hombres, donde soldados y mercenarios chocaban espadas e intercambiaban golpes. Un mercenario cayo atravesado por un soldado del abismo, ese mismo soldado cayó al recibir un largo tajo en su espalda. El mercenario se giro para recibir el impacto de una espada al clavarse en su rostro. Y con esfuerzo, la primera compañía resistió la primera ola de refuerzos, con varias bajas, aunque menos de las que hubiesen causado las ballestas repetidoras. El oficial enemigo seguía enviando mas mercenarios hacia ellos.
El mercenario que lideraba la segunda carga vio como entre el humo negro con destellos anaranjados, salían varias siluetas, mas esbeltas y finas que los soldados de infantería básica. Las siluetas se colocaron agachadas junto a los soldados del abismo y comenzaron a disparar flechas hacia ellos. El primer mercenario cayó de una flecha en el ojo y como él, varios mas cayeron víctimas de los ballesteros. Y mas figuras armadas, eran los demás soldados del abismo que entraban al combate. Uno de los ballesteros apuntó al oficial y le dio de baja al impactar su flecha justo en el pulmón de este. El oficial cayo soltando hilos de sangre por la boca.
—El oficial a caído, ¡¡Retirada!!
Uno de los granaderos sacó un frasco redondo donde una bola de energía azul se removía inquieta, como un animal que busca salir de su encierro. Elevó la mirada hacia el oscuro cielo que ahora era iluminado por tres luces azules que ascendían a distintas alturas. Su mano tomó le corcho que tapaba el frasco y lo abrió, dejando salir eyectada aquella bola de energía que con la felicidad de un animal que es libre, ascendió al cielo junto con sus compañeras.
—Bueno, Mi Kapitän, nosotros entraremos en combate cuando las cuatro Centelleantes sean liberadas, estas serán nuestra señal, en cuanto a los caballeros, ellos avanzaran detrás de nosotros, pero ellos se encargarán de rodear la ciudad.
—¿Y cuando se supone que nos ayudaran en combate?
Entre los arboles, un batallón salió guiado por Dolchst, Gristell guiaba una compañia de ese batallón, Brestin un pelotón y Dracks a la compañía tormenta. Detrás de ese batallón que ingresaría por el norte, venían los batallones de infantería pesada. El avance era tedioso pero en pocos minutos llegarían a la entrada norte, allí el detalle seria reunirse con las demás tropas.
Entre tanto, los demás batallones avanzaban en un fiero combate urbano. Era un caos, cientos de civiles huían, llenos de pánico, miedo y llanto llenaba el aire, mientras estos evitaban morir por el combate cruzado. Los soldados del abismo luchaban calle por calle, con fuerza clavaban espadas y lanzas, desviaban ataques y cortaban cuellos, aun así, varios caían muertos de las mismas maneras que sus enemigos. Incluso alguno eran asesinados por arqueros ubicados en los tejados de la casas, estos arqueros caían por los ballesteros del abismo o por los granaderos. Entraban a las casas, luchaba, mataban y avanzaban. Muchas explosiones de polvirum dejaban agujeros de tamaños considerables en las calles, algunas granadas eran arrojadas dentro de casas ocupadas por mercenarios que al explotar derribaban las estructuras bajo horridos gritos de agonía, la sinfonía de la muerte.
Un lancero avanzaba corriendo una calle, granadas explotaban alrededor mientras la tierra y escombros volaban sobre el, una flecha impactó en su pierna, gritó y con fuerza la arrancó. Con la adrenalina en su cuerpo gritó, alzó su lanza y la clavó en el cuello de un mercenario distraído. Fue tanta la fuerza que el mismo impulso lo hizo caer de rodillas sobre el cuerpo. Apenas alzo la mirada lo último que vio fue la espada curva de un mercenario avanzado dirigiéndose a su cuello.
Fue decapitado en seco. Y mientras el regimiento de mercenarios avanzados hacia acto de presencia en batalla, el Acechador allí presente organizaba la defensa del cuartel principal, huir no era opción, sabía que estaban rodeados. Al mismo tiempo, el batallón de los oficiales llegaba a la entrada norte, donde el batallón que les seguía esperaría la señal ya estipulada. Capitaneados por Dochlst, los soldados del abismo de aquel batallón entraron a la ciudad. El amanecer hacia acto de presencia, poco a poco iluminando el campo de batalla.
Avanzaron entre los escombros de edificios derruidos, entre los cuerpos de los caídos de ambos bandos y los agujeros de las granadas de polvorium. Pasaron junto a una casa en llamas, el calor acarició la piel de los soldados.
—Pobre diablo.—Soltó un soldado que vio el cuerpo de un compañero caído apenas entrar a la ciudad.
Mientras el batallón liderado por Dolchst avanzaba en linea recta hacia el centro de la ciudad, de donde los gritos y las explosiones provenían. La compañía tormenta se separó guiados por Dracks. Se desviaron por varios callejones, tomando una ruta alterna hacia el centro de la ciudad. En el frente, Dracks caminaba a paso rápido pero seguro, aferrado a su espada larga. Siempre mirando a los lados, atento, y cuando salió en una de las calles, decidió tomarla directo hacia el centro.
—Atentos a posibles arqueros en los tejados.—Advirtió.
Mas no fueron arqueros con lo que de toparon, ni con mercenario comunes ni avanzados, ni siquiera con los Acechadores. No, fue con un par de rostros llenos de miedo que salieron de las sombras de un callejón. Era una mujer y dos niños, acompañados de un hombre que salió al encuentro de Dracks armado con una espada corta, con la cual le apuntaba. Llamelo inercia o reflejo, el caso es que tanto él, como los dos lanceros que iban delante le apuntaron por igual con sus armas. Incluso los dos ballesteros de la compañía.
—Malditos asesinos.—Escupió con odio.—¡Mirad lo que le habéis echo a nuestra ciudad!.
Y lo atacó, fue un ataque estúpido y sin estilo alguno que solo hizo que Dracks le desviase su espada e incluso lo desarmó arrojándola lejos para luego apuntarle con su espada en el cuello.
—Antes de llamarnos asesinos, deberían ustedes de ver quienes iniciaron esta guerra.—Respondió con neutralidad.—Nosotros solo buscamos restablecer la libertad y la paz de las ciudades mientras que al mismo tiempo damos fin a esta absurda guerra. ¡Ahora larguese!.
Gritó, y tras unos minutos, la temerosa familia huyó de allí. En la mente de Dracks, quedaría un recuerdo de esos niños con rostros asustados y llenos de hollín. De ellos, y de los que le quedaba por ver. Dracks podía observar el agujereado suelo de piedra de la ciudad al ser ya de día.
—¡Avanzar!.
Explosiones y gritos, aceros chocando y gente gritando. El centro de la ciudad era el caos desatado, donde soldados luchaban contra enemigos dispuestos a luchar por cada centímetro de tierra, donde cada soldado mataba a un mercenario y otro venia casi de inmediato. Los granaderos arrojaban sus letales explosivos que creaban destrozos en las líneas de mercenarios mientras que los mercenarios avanzados generaban bajas múltiples en la infantería del abismo. Aun así, caían atravesados por lanzas, heridos de flechas o cortados por la superioridad del abismo.
—¡¡Nos superan!!.—Gritó un mercenario avanzado.
—¡¿Cuanto le faltan a esas malditas ballestas!?.—Gritó un oficial mientras daba de baja a un lancero.
La lucha seguía, encarnizada. Justo entonces, Dolchst y los suyos entraron en combate. Uniéndose rápidamente a las lineas de los soldados, Dolchst no tardó en impartir ordenes mientras se preparaba con su espada.
—¡Sigan presionando! ¡Ya casi!.
De un rápido corte ascendente derribo a un mercenario, esquivo la lanza de otro mientras le derribaba de una patada y este era acabado por un lancero que le seguía. Los ballesteros dispararon sus virotes a los enemigos acabando con varios mientras que los granaderos sembraban caos. Era casi el fin de los merodeadores en Dormenst. Pero no caerían sin pelear.
—¡¡Listo!!.—Gritó el Acechador al oficial.—¡¡Retirada!!.
Sin dudar, los mercenarios dejaron el combate para huir dentro del cuartel central que habían levantado en la plaza central de la ciudad. Varios cayeron por las flechas pero aun así, otros cuantos lograron entrar cerrando las puertas y trabandolas. En la azotea del cuartel se habían instalado cuatro Ballestas Repetidoras, una en cada flanco. Los operadores de las ballestas no dudaron en abrir fuego sobre las tropas del abismo.
Los soldados comenzaron a caer atravesados por las flechas, inclementes, acaban con la vida de aquellos seres del abismo, aunque algunos afortunados solo sentían el rebote de la flecha en sus armaduras o esta clavarse en la armadura sin penetrarla.
—¡¡Retirada!! ¡¡Hacia las casas!!.
Ordeno Dolchst. Un soldado se tropezó y cayó, dos flechas fueron clavadas frente a el, pero rápidamente Brestin le jaló del cuello del uniforme al interior de una casa. Gristell que también estaba en dicha casa, estaba disparando una flecha con una ballesta hacia los operadores pero falló. Cuatro flechas atravesaron la ventana obligándolo a bajar la cabeza al igual que varios soldados que estaban asomados. Pero en otros casos caían fulminados por las flechas.
—¿Estamos todos?.—Preguntó Dolchst a un soldado raso que solo supo encogerse de hombros.—Maldición.
El silencio reinó en la plaza. Las flechas se habían detenido, pero salir era un suicidio. Uno de los soldados que estaban con Dolchst se asomó y rápidamente bajó la cabeza al ver una flecha dirigirse hacia el, la cual se clavó en el marco de la ventana. El joven se volvió pálido del susto.
—Eh, psst, Erster sergeant Brestin.—Le llamó Gristell en voz baja, el llamado le dirigió la mirada.—¿Donde está el Oberleutnant Dracks?.
Brestin fue en ese momento donde reparó en la falta de Dracks. Nadie notó cuando él y su compañía se separaron del batallón, por su mente pasó la idea de que seria otro de los planes del teniente, mas no sabía que tenia entre manos.
—¡No lo sé!.—Exclamó en voz baja.—Solo espero que tenga un plan para esto.
Dracks tenía el cuartel de la plaza a la vista, al final de la calle, pero le sorprendió el hecho de que no hubiese combate alguno, incluso desde que sintió el cese del caos auditivo, tenia un mal presentimiento. Sobre su hombro, miró a su compañía.
—Avancen con cuidado. Atentos.
Al llegar a la esquina de la casa que dividía el espacio entre la calle y el edificio de la plaza, vio como la ballesta repetidora era apuntada hacia ellos.
—¡¡A cubierto!!.
Las flechas salieron escupidas del arma, mientras los soldados con rapidez se dirigían hacia la cobertura cercana, unos pocos cayeron, mientras que otros lograron cubrirse en los callejones tras las casas de la plaza. Dracks al ir delante, quedó expuesto, y sin mas remedio, se lanzó dentro de un agujero de explosión seguido por dos lanceros. Las flechas duraron un rato disparándose pero, tras unos minutos se detuvieron. El silencio reinó por unos pocos segundos.
—¡¡Dracks!!.—Le gritó Dolchst desde su casa, que tenia el ángulo para verle tirado en el agujero, y desde el mismo agujero, Dracks podía verle.—¡¿Donde mierda estaba!?.
Una ráfaga de flechas impactaron en la casa de Dolchst mas no hubo herido.
—¡¡Kapitän Dolchst!!.—Dijo Dracks con una sonrisita.—¡¡Que bueno que éste bien!!
—¡¡Eso es lo que menos importa ahora!!.—Gritó molesto el capitán.—¡¡Estamos atascados aquí y la infantería pesada ni los magos nos pueden ayudar porque gracias a tu plan ellos están sólo custodiando que nadie escape!!
Dracks sonrió.
—¡¡Pidales que se rindan! Si no lo hacen pasaremos a la fase final del asalto!!
Dolchst suspiró molesto, solamente le quedaba confiar en él teniente. Había previsto aquello en la reunión del día anterior.
—Mi Kapitän, tengo todo bajo control, en el mejor de los casos, ellos no tendrán que entrar en combate.—Dijo confiado.
—¿Y si resulta que es el peor de los casos?.—Preguntó Dolchst.
—Confíe en mi, Kapitän, si resulta el peor de los casos yo me haré responsable.
Dolchst se resignó, tumbado en el piso de aquella casa, a seguir la idea de ese teniente. Solo esperaba ver los resultados.
—¡¡Atención merodeadores!!.—Comenzó Dolchst gritando.—¡¡Estais rodeados, si se rinden, tendremos piedad en ustedes y un juicio justo!!.
Hubo unos minutos de silencio.
—¡¡Jamas!!.—Respondió el Acechador.—¡¡Lucharemos hasta la muerte!!
—Perfecto.—Bufó molesto.—¿¡Ahora que hacemos Dracks!?.
Dracks había oído la respuesta, así que simplemente, saco de una bolsa que llevaba en el costado derecho, un frasco redondo donde una centelleante residía, ansiosa por salir. Tomó el corcho y respondió:
—¡¡Llamar a los refuerzos!!.
Liberó a la centelleante que salió proyectada al cielo con rapidez y euforia. Dejando detrás una estela blanca que no se lograba apreciar por la claridad de la mañana. El teniente al mando de la infantería pesada y los magos, al ver la señal, supo que debía de hacer.
—¡Avanzar!.
Sin chistar, las tropas avanzaron hacia la ciudad, en filas de colores plateados por el brillo de sus armaduras pesadas, y delante de ellos, a los lados de los lideres, iban dos magos del abismo. Mientras se dirigían hacia el centro, los oficiales esperaba impacientes su llegada. Mas que todos Dolchst, que presionaba a Dracks y el mencionado, solo esperaba que hubiesen visto la señal. La alegría recorrió su ser al oír las pisadas de los batallones de infantería pesada romper el silencio de las calles, el ruido de sus armaduras era como un motivante que recibían los soldados de infantería básica.
—¡Si!.—Exclamó Dracks en voz baja suspirando.
Por su parte, Dolchst suspiró y sonrió con una dulce amargura.
—Pequeño granuja tenía todo pensado y no me contó nada.
Los caballeros del abismo no tardaron en ser detectados por los operadores de las ballestas repetidoras. Se giraron hacia su líder, el acechador que tenia el mando de esa ciudad.
—Señor, se acercan cientos de caballeros pesados del abismo.—Informó uno de ellos con miedo en su voz.
El acechador se acercó y vio la escena, apretó los puños, prefería morir allí en batalla que bajo las torturas de Gael por su fallo si lograba salir vivo.
—Disparen, lucharemos hasta la muerte.—Ordenó.
—¡¡Mierda!! Debimos de rendirnos cuando pudimos.—Exclamó pero sin mas que perder inició a disparar.
Las flechas salían escupidas por los cuatro flancos, mas los caballeros no cayeron ante ellas al usar sus pesados escudos. Las flechas de clavaban o rebotaban contra los inmensos escudos de metal. Entonces, los magos procedieron a lo suyo.
—Return to sender.—Conjuraron en alemán. Un gran campo de fuerza rodeó a gran parte de los batallones.
Los operadores siguieron disparando, pero se condenaron ellos mismos al ver como los proyectiles al acercase a los caballeros del abismo, se regresaban hacia ellos, ninguno pudo reaccionar a tiempo y todos cayeron muertos de impactos a la cabeza. La sorpresa dejó estático al Acechador que veía si poder creerlo el cuerpo de sus hombres caídos.
Entraron a la plaza, donde con dos potentes bolas de fuego, el batallón precedente del norte, reventó las puertas del cuartel. Dracks, al igual que Dolchst y los demás, salieron de sus refugios los merodeadores estaba completamente rodeados e indefensos.
—Acabenlos y traiganme a su líder.—Ordenó Dolchst.
Fue rápido, un grupo de caballeros entró en el cuartel y eliminó a la nula resistencia que allí había. Tras varios minutos de muerte allí dentro, dos caballeros emergieron llevando al acechador agarrado de cada brazo, una vez frente a su capitán, lo arrojaron al suelo donde cayó si cuidado alguno.
Dolchst se arrodilló frente a él.
—Te di la oportunidad de rendirte, ahora muere como un perro.
Se puso de pié.
—Oberleutnant Dracks, haga los honores si es usted tan amable.
Dracks comenzó a avanzar hacia el acechador.
—¿Seguro que podrá usted hacerse cargo del asunto?.—Le preguntó a Dracks mirándolo fijamente al otro lado de la mesa.
Desenfundó su espada mientras se detenía a unos centímetros del acechador.
—Confíe en mi, Kapitän, podré manejarlo.
—Confiaré en usted, Dracks, espero no me decepcione.
Y de un tajo decapitó al acechador, rápido y sin mucho escándalo, su cabeza rodó por el suelo hasta tocar la punta de las botas de Dracks. Dolchst avanzó y una vez estuvo a la vista de todos, alzó su espada.
—¡¡Dormenst es nuestra!!.
Un gritó de alegría y victoria recorrió todo el lugar, los soldados celebraban arrojando gritos de victoria mientras algunos logros arrojaban sus cascos al aire. Dracks se mantuvo en una postura relajada, mientras que Dolchst se acercaba a él.
—Lo tenías todo pensado, ¿no?.
Dracks sonrió nervioso.
—Un poco, no era seguro la llegada de la infantería pesada, ni tampoco tenía pensado esa ejecución.
Dolchst puso una mano en su hombro, en forma de darle cierta calma.
—Por ahora celebremos, mas tarde enviaremos el informe al Oberst.—Se separó de él y le saludó de forma militar.—¡¡Felicidades Oberleutnant!!.
Dracks igual le saludó.
—¡¡Gracias mi Kapitän!!.
Luego de ser felicitado por Gristell y Brestin, se permitieron celebrar con cerveza y vino, comiendo y riendo, el merecido descanso después de tal agotador combate. Mas adelante se daría el informe de la victoria y de los fallecidos, por ahora había que celebrar que estaban vivos y beber a nombre de los muertos.
Pues esa seria la primera batalla a gran escala de la Guerra Abismo-Merodeador y la primera gran victoria del abismo. Pero, en otro lado, distintos combates se libraban.
En Venezuela, ese sentimiento de felicidad y gloria, era un lujo que no tenían los comandos.
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