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Capitulo 19 (1\2) "Deshonrado"

12 de Abril del 2016
Abismo, castillo del abismo, sala del trono.

El sonido de las pisadas, casi sincronizadas al unísono interrumpió el silencio sepulcral tan común de aquel sitio. La luz nocturna del abismo se filtraba por los grandes ventanales, creando una imagen de lo más magnífica, casi mostrando una estampa impoluta del trono del señor abismal. Víctor, Alexa y Aldrich se detuvieron delante de las escaleras hacia el trono, los tres se arrodillaron.

—Señor.—Dijeron al unísono con total sumisión.

Aldrich había notado apenas entrar a la sala como su el ambiente era pesado, tenso, como su señor parecía consternado, pensativo, y eso no le daba una buena señal, es más, era todo lo contrario a bueno. Incluso pensó que si buscaba en el diccionario una definición de malo, aparecería una foto de ese momento.

Con lentitud, sin perder la elegancia e intimidación en sus movimientos, Volkner, Señor del Abismo, se puso de pie. Observando con una mirada potente, donde sus ojos carmesíes brillaban de forma intensa. Bajó los escalones dejando que el sonido de sus botas fuera el único del lugar, y al bajar, se detuvo frente a sus súbditos.

—Podeis levantaros.

Los tres se pusieron de pie al mismo tiempo, mirando fijamente hacia el frente, hacia su líder. El Señor del Abismo soltó un leve carraspeo antes de hablar, les había citado allí de forma obligatoria, era el día en que iniciaría la misión que daría muerte al líder de los merodeadores. Si cumplían la misión, la guerra acabaría, fallar no era una opción.

—Los he llamado aquí hoy, porque llevaran a mañana la misión que dará fin a la guerra.—Volkner notó como los ojos de ambos jóvenes se abrían asombrados ante tal información, excepto por Aldrich, el cual estaba serio, inmutable.—Hoy se les dará la misión y los objetivos, mañana a las siete en punto de la mañana los quiero en el patio trasero del castillo donde les esperaré junto con Chris y Frederick. Espero que sean puntuales.

Los tres asintieron captando la orden directa—Casi indirecta—de su jefe. Volkner complacido ante ello, siguió hablando.

—Serán enviados en un portal junto con uno de mis soldados oscuros hacia el interior del territorio enemigo, en un lugar lo bastante cercano de terreno controlado por nosotros pero aun así estarán un buen par de kilómetros detrás de lineas enemigas. Por lo tanto deberán de valerse del sigilo.

Aquello había echó que los nervios comenzasen a formarse en la mente de Alexa, enviando descargas eléctricas de ansiedad a sus manos, tras la lineas enemigas, territorio controlado por el enemigo. Eso no le gustaba, estarían solos y sin respaldo o suministros alguno salvo el que sea llevado por ellos. Había pasado por un par de momentos difíciles en el frente pero ninguno seria tan peligroso como aquél. Aldrich, por su parte, había dirigido misiones como esas, no eran fáciles, mucho peligro y poco apoyo. Esperaba que en su cargo como vanguardia no tendría que volver a realizar misiones así, ahora veía que se equivocaba. Pero lo que mas le preocupaba era el echo de tener que estar con ambos jóvenes y al mismo tiempo con los soldados oscuros. El lado bueno, tenia tiempo para hablar con ambos y pedirles que se traten lo mas formal posible frente a los lame botas personales de Volkner.

Víctor por su parte, se sentía nervioso, primeramente no sabía nada de supervivencia, ni siquiera combate en bosques, su principal campo era el combate urbano o a campo abierto. Pero en un bosque espeso, lleno de enemigos y fauna salvaje era algo que le hacia estremecer, se podría decir que eso le provocaba miedo, algo sorprendente ya que los cazadores del abismo no deben de sentir miedo. Luego recordó que, el no tiene el entrenamiento formal de cazador. Solo un adiestramiento de un año, según recordaba, y luego lo vivido con el FAES y otras fuerzas policiales de Venezuela.

—Con la información adquirida hemos logrado triangular la base donde estará el líder merodeador, ustedes asaltaran la base usando tácticas de guerrilla y acabarán con el, les seré sincero, el futuro de esta guerra depende de esta misión. ¡Fallar no es una opción!.

Los tres asintieron, aún con la seriedad en sus rostros pero tensos por dentro. Apenas había iniciado el día y ya estarían todo el mísero día pensando en la misión y los peligros que allí enfrentarían. Eso decepcionó a Alexa que tenia planes para pasar un día relajante.

—¿Preguntas?.—Su mirada carmín se paseó por el rostro de cada uno de ellos. Todos negaron y Volkner soltó un leve asentimiento satisfecho.

Se giro, y se dirigió hacia su trono, una vez allí se sentó cruzando la piernas con elegancia. Decidió que era hora de despachar al grupo, y eso hizo. Los tres se inclinaron en señal de respeto, se dirigieron hacia las dobles puerta que antes de ellos abrirlas, fueron abiertas por los dos soldados oscuros que entraban en la sala del trono. Los dos grupos compartieron una mirada para nada amistosa antes de seguir cada uno por su parte.

Una vez afuera, se dirigieron hacia un pasillo aleatorio, alejado del salón del trono. Y allí, Aldrich se giró hacia los dos jóvenes.

—Ustedes dos, aprovechen los que les queda de día, en la noche los veré en el dormitorio de Víctor, tengo cosas que hablar con ustedes.—La seriedad en su mirada era tal que ambos asintieron sin decir palabra alguna.—Y una ultima cosa, si vais a estar juntos, vigilad quien los esté siguiendo.

Y se retiró a paso rápido, casi se furioso ante los ojos de Víctor. Se preguntó que sería tan importante como irse de tal modo. Además de las instrucciones junto con la advertencia final. Supuso que lo mas seguro era que serían espiados por los soldados oscuros para mantener informado a su señor, todos ese asunto se le hacia complicado y exagerado de manera descomunal. ¿Que tan malo podía ser el sentir atracción por alguien que no era tu soulmate? Todo ello le confundía y molestaba. Pero una calidez en su mano le sacó de sus pensamientos, no había notado que estaba sosteniendo con fuerza la empuñadura del fusil, y vio como la mano de Alexa se posaba sobre la suya, casi como una lenta y cálida caricia. Su mirada cayó en los ojos de la chica y vio como esta le miraba con preocupación, pero aún así le regalaba una sonrisa.

—Hey..¿Estás bien?

Sus ojos marrones tenían un brillo de preocupación, Víctor le sonrió de lado y negó con la cabeza.

—Solo me deje llevar por mis pensamientos.—Respondió Víctor con simpleza.

—Pensaba ir a dar un paseo por el abismo hoy, ¿Te gustaría acompañarme?.—Le Preguntó Alexa dejando que un leve tono carmesí adornase sus mejillas.

Víctor sonrió, aquello había elevado sus ánimos, era como si esa simple invitación le hubiera bastado para alegrar lo que se mostraba como un día oscuro y sombrío. Con emoción aceptó.

—¡Si! Te acompañaré, pero deberíamos de dejar todo el equipo en mi habitacion, no quiero tener que llevar todas las miradas encima de mí.

Y con ambos regalándose una sonrisa cual enamorados primerizos, se dirigieron hacia la habitacion de Víctor, y tras dejar las armas, excepto por la pistola en el caso de Víctor y el mangual en el de Alexa. Se dirigieron hacia las calles del abismo, en búsqueda de algo que les ayude a pasar el día juntos, alejados de todo estrés y problema que traiga la guerra.

Y un deseo mas que una posibilidad, era que todos los días fuesen así.

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12 de Abril del 2016
Alemania, Base Merodeador, cercano al territorio del ejército del abismo.

En aquella base de los merodeadores, mercenarios avanzados del ejercito merodeador patrullaban el perímetro con sus lanzas apuntando hacia arriba, caminaban en formación de forma disciplinada, naturalmente, los mercenarios solían ser ex guerreros de algún ejército sobrenatural, retirados en busca de mejor paga y tras servir un tiempo como mercenarios con los merodeadores, si lograban destacar eran elegidos para ser mercenarios avanzados, mejor entrenamiento y equipo. La base, de forma cuadrada, larga y ancha, estaba rodeada de un cerco de alambre y arriba del mismo, alambre de púas. Dentro dos grupos de mercenarios avanzados patrullaban armados con espadas. Habían varios edificios simples que funcionaban de almacenes o centros de mando. En los barracones el resto de la guarnición descansaba.

Un carruaje se acercó, entre la espesa negrura, el mercenario recién ingresado al ejercito, miraba hacia el cielo con aburrimiento, hasta que el sonidos de los cascos de un caballo, calaron en sus oídos. Se giró hacia el oscuro camino de tierra. Toda la base estaba iluminada por simples faroles de aceite, e incluso el alzó uno mas pequeño de uso portátil. Aún así, no pudo ver nada. Tras unos minutos, de solo oír el sonido de los cascos entre el silencio de la noche, emergieron entre la oscuridad un par de caballos negros, llevando un carruaje que era manejado por un hombre que solo llevaba una larga túnica negra cual parca. El carruaje llevaba la insignia de los merodeadores. Cosa que hizo que el guardia se calmase, dándole el visto bueno para ingresar, cosa que hizo casi de inmediato.

El carruaje se internó, el grupo de mercenarios que justamente terminaba la patrulla, se colocaron frente al carruaje, firmes como todo soldado. Esperando que el famoso hombre bajase. La insignia de una lobo aullandole a la luna era el insignia de los merodeadores. Otros dos carruajes se hicieron notar a lo lejos, por el sonido de los caballos, estos eran de transporte y al detenerse junto al carruaje que había llegado primero, los soldados en dichos carruajes descendieron. Eran los temidos Acechadores, eran escogidos de forma selectiva entre lo mejor de lo mejor entre los mercenarios avanzados de los merodeadores. Recibían un entrenamiento intenso e incluso se les otorgaban viejas armas de fuego. Los soldados vestidos con largas túnicas negras, raídas y con algunos agujeros, se detuvieron en filas paralelas entre si, dejando una especie de camino entre ellos. Poseían fusiles de cerrojo rusos Mosing Nagant. De uno de los carruajes descendió lo que parecía el oficial de la unidad, armado con un Subfusil Mp38.

Entonces, del carruaje principal, donde las puertas se abrieron como la entrada al averno. Descendió el famoso y temido líder merodeador. Era alto, midiendo 1,90, vestía con simples ropajes negros, botas, jeans y camisa, pero lo que destacaba eran las piezas de armadura en su cuerpo. Tenia armadura en las piernas, rodillas, codos y hombros, con una pieza de blindaje ligera en el pecho. Portaba un cinturón con dagas además de una intimidante alabarda de hoja alargada y curvada. Avanzó entre sus Acechadores y mientras eso ocurría, entre las sombras, emergió la mercenario conocida como cuervo, caminando con su contoneo de caderas, llevando sus dos revólveres en la cintura. Al otro lado del líder, el descomunal lobo que acompañaba a la joven cuervo hizo acto de presencia.

Los jefes de esa base, tras haberse reunido frente a los carruajes esperando el descenso de su señor, veían con pavor y respeto aquella estampa que daba su líder, mas viejo de lo que parecía pero con un cuerpo joven, gracias al uso de magias oscuras y blasfemas que le permitían recuperar su edad de forma grotesca.

Se detuvo junto a los oficiales y con él, la mercenario junto con su gran lobo. Sus ojos grises, fríos y carentes de brillo, se posaron en ellos. Su mirada era pesada, famosa por ser tan intimidante que pocos podían sostenerle la mirada. Solo aquellos que hayan pasado por un infierno tan fuerte que ya no conozcan el miedo.

—Mi señor, su visita ha sido inesperada, aún así, sea bienvenido.

Dijo haciendo una reverencia, mientras que el líder con indiferencia observaba el lugar. Poco defendido y por lo visto mal custodiado, fácilmente presa para aun ataque sorpresa de tropas del abismo. Había visto ese patrón repitiéndose en varias bases y a este punto ya estaba planteando sustituir a los oficiales actuales por unos mas, estrictos y precavidos. El oficial tomó nuevamente una pose recta frente a su superior.

—Por lo visto, no esperaban mi llegada y también por lo que puedo ver, ustedes no están muy preparados para un ataque.—Su voz fría y gruesa caló hondo en los oficiales al notal el leve tono de regaño.

—Mi señor, entienda usted..

Pero sin dejarle dar explicación alguna avanzó, hacia el centro de operaciones de dicha base. Junto a ellos con su paso elefante le siguió la mercenario y su lobo. Ellos, sin nada mas que hacer decidieron seguir a su lider. Tras un par de minutos, los tres yacían dentro de la oficina del oficial al mando. El líder caminó, haciendo sonar sus pisadas en el suelo, pasó junto a la mesa y con pesadez se dejo caer en el cómodo sillón de cuero. La joven cuervo se había recostado a una de las paredes. Nadie habló, y ese lugar se sumió en un tenso silencio.

La estancia era cuadrada, de paredes verde pálido. Tenia un par de libreros en las paredes y marcos con títulos pertenecientes al oficial, detrás del sillón había una gran y larga ventana. Que ahora yacía cubierta por cortinas rojizas. En el escritorio de madera yacían unos papeles dispersos y desordenados. El líder, suspiró mientras tomaba uno con completa calma y lo examinaba. Se mantuvo inexpresivo.

—Señores ¿Saben ustedes a quienes les hemos declarado la guerra?.

Los tres se miraron entre sí, claramente sabían a quienes le habían declarado la guerra, mas nunca los habían enfrentado cara a cara. Ellos provenían de una academia de oficiales de ejércitos sobrenaturales, acabaron con los merodeadores por la paga. Pero no conocían lo que era el luchar en primera linea. Ni estar bajo amenaza de muerte. Aun así, el oficial en jefe decidió hablar.

—Mi señor, claramente sabemos a quienes les hemos declarado la guerra, al abismo..

—¿Y conoce usted lo peligrosos que resultan los soldados del ejército abismal?.

—Pues...

El líder sonrió con malicia.

—Pues... ¡Pues no!.—Grito colocándose de pie, clavando con violencia las dos palmas sobre la madera causando un estruendo que hizo saltar a los oficiales.—Ustedes, pobres oficiales de mentira ¡No saben nada! ¡Nada de la guerra!

Sudor frío recorría las nucas de los pobres oficiales que ahora no eran mas que simples hombres dispensables, que por lo visto no llegarían muy lejos si la situación seguía así.

—Son patéticos.—Sentenció sentándose de regreso al sillón.—Con solo ver estos informes puedo entender el porqué estamos perdiendo terreno, ¡Ustedes no saben dirigir a nuestros guerreros!. Solo esperan a que el enemigo les ataque en primer lugar.

—Pero.. Mi señor.

—Nada de peros, asumiré el mando de esta base porque la situación lo amerita, ustedes no estarán preparados para lo que se viene.—Dijo cruzando las piernas. Otra vez silencio en el lugar.

—Mi señor y nosotros ¿Que haremos?.

El líder merodeador sonrió, una sonrisa llena de maldad.

—Mi compañera aquí se encargará de ustedes, señores.

Los tres oficiales dirigieron la mirada a la mencionada. Los tres solo abrieron sus ojos asombrados, con el ritmo cardíaco disparado a mil en un segundo, al verla junto a ellos, con el revolver apuntando fijamente a la cabeza del oficial justo en el extremo derecho. Solo tuvieron tiene tiempo de mirar con miedo y suplica a su líder el cual solo sonrió.

La detonación resonó por toda la base, logrando que uno que otro guardia se estremeciera. La bala había sido disparada con tal precisión que había eliminado a los tres de un solo disparo fulminante a la cabeza. Los tres cayeron como simples piezas de dominó sin vida, dejando que de entre los restos de hueso y masa cefálica comenzase a surgir la sangre de los desdichados cadáveres. La joven cuervo los observó sin expresión alguna para luego dirigirla a la su señor.

—Sabes, para apenas tener 19 años, tienes el cuerpo de una mujer atractiva y la frialdad y letalidad que pocas poseen.—El líder sonrió de lado, ella solo le miraba de forma neutra, aunque ese comentario no le haya gustado.—Puedes retirarte al pueblo cercano, por hoy tienes la noche libre.

Ella asintió y se retiró cerrando la puerta del despacho. El líder chasqueo los dedos, sus ojos se tornaron de un color negro opaco por unos segundos, fuego negro emergió en los tres cuerpos, devorando los cuerpos de los oficiales, sus ojos volvieron a la normalidad y miró hacia el techo.

—Así que, Volkner enviará a su cazador a por mi.—Se mecía lentamente en la silla.—Cree que tiene el campo de caza asegurado y lo que no sabe es que será un "Cazador Cazado".

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12 de Abril del 2016
Abismo, calles de la Capital.

Ese día, las calles iban transcurridas con un trafico humano bastante regular, no era la típica hora pico donde las calles se desbordaban de seres abismales yendo de un lado para otro. Creando un ambiente pesado y asfixiante si tan solo estabas allí de paseo, como lo hacían Alexa y Víctor que, al correr con suerte, podían caminar por las calles del abismo con calma. Alexa llevaba una extraña combinación de ropas normales urbanas, Jeans, blusa y botas militares pero con unas protecciones hechas de cuero en partes claves de su cuerpo ya fueran rodillas, hombros etc. Víctor por su parte, no llevaba armadura alguna, las que tenia de cazador eran de metal e incomodas, el chaleco táctico por su parte era mas cómodo pero aun así pesado, desechó su uso debido a que allí no habían enemigos con armas de fuego.

Entonces, el recuerdo de la joven Cuervo atravesó su mente y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Cuando pensó en nadie, no pensó en todos en realidad.

Ambos portaban armas fáciles de llevar, Alexa su mangual y Víctor una pistola Glock. Ambas armas portadas en la cintura de su usuario. Con una cómoda paz, ambos disfrutaban de la caminata en compañía del otro. Eran, la típica pareja joven de enamorados, conociendo tal sentimiento extraño y e inusual que era tan fuerte como para cambiar al más malvado de los seres. Victor miró de reojo a la joven vigilante, sonrió, se veía bonita ese día, una sonrisa radiante acompañaba el rostro de Alexa. Lo cual le hizo sonreír. Entonces, ella también le miró, y momento de chocar ambas miradas, los dos las desviaron. Apenados, un tono carmesí cubrió las mejillas de ambos.

Tras un par de minutos mas de caminata, Víctor decidió hablar, rompiendo el hielo que de forma no deseada se había impuesto entre ellos.

—Alexa.. ¿A donde vamos?—.Preguntó el dirigiéndole una mirada nerviosa.

—¡Oh! Bueno...—.Ella pareció pensar un par de segundos antes de responder.—Si soy sincera, solo quería despejar la mente a tu lado.

Víctor sonrió de lado, ese comentario no se lo esperaba, era algo para nada común pero, le gustó. Alexa miró al joven cazador y con una sonrisa se llevó las manos a los bolsillos.

—Victor, señor cazador del abismo—.Victor rodó los ojos y ella soltó una risa.—¿Tienes alguna idea?

Una idea fugaz surcó su mente, aunque no era el mejor de los lugares, era un buen sitio para poder hablar y pasar un momento de tranquilidad.

—Hay un parque cerca de aquí, no es algo tan increíble como el Parque Central "Von Káiser Freud III" en honor al grandioso general que fue un elemento clave en la ultima guerra del abismo. Pero algo es algo.—Dijo encogiéndose de hombros.

Alexa, quien había abierto los ojos asombrada por tal lectura de historia, soltó una corta risa que desconcertó a Víctor. No esperaba que alguien que solo tenia como objetivos matar, podría saber de la vasta historia del abismo.

—¿Ahora eres cronista?.—Dijo ella con una sonrisa.

—¿Que es un cronista?.—Preguntó el joven cazador arqueando la cabeza.

Alexa se llevó la palma a la frente causando un sonoro golpe, en forma de frustración mientras reía por lo bajo diciendo "No puede ser" con una sonrisa en sus labios. Decidió responder la pregunta de Víctor, mirándole.

—Un cronista es aquella persona que se dedica a estudiar la historia de ciertos lugares específicos y de hacer levantamientos históricos. Te pregunté si ahora eras cronista en forma de chiste por la pequeña reseña histórica que soltaste.—Respondió mientras Víctor asentía.—¿y como sabias eso?

Victor se encogió de hombros.

—Me gusta leer.

Una expresión de asombro pasó por su rostro, sutil pero aún ahí, notoria.

—Eso es perfecto.

Y tras unos largos minutos de caminata en silencio, tomando algún que otro cruce hacia el parque, llegaron. Era un lugar pequeño, de zonas verdes y boscosas, destinado a na relajación de las personas, se podía oír algún que otro pájaro, cosa rara, ya que en el abismo casi no hay animales voladores, y los que hay, bueno, no son muy amistosos. Cruzaron la entrada y caminaron, ambos perdidos en la belleza y paz que mostraba ese lugar. Era iluminada por faroles mágicos que simulaban muy bien la luz por energía eléctrica de los humanos, un verdadero logro de la ingeniería mágica. Aunque esta luz era de tonos violetas.

Víctor en cierto punto, se giró hacia Alexa y, en ese instante, le pareció demasiado bonita, se veía bella con ese cabello liso siendo ondeado por el viento frío del abismo, el cual rozaba su delicado pero en ciertas partes aguerrido rostro. Era alguien único en el abismo para él. Y aquello no sabia si era bueno o malo. Por el camino se encontraron con varias parejas, agarradas de la mano, apegadas e incluso en uno de esos casos la mujer iba recostada en el hombro del hombre o viceversa. Alexa y Victor cruzaron miradas, ambos rápidamente las desviaron apenados. Se encontraron con un banco vacío que no tardaron en usar, ambos se sentaron, cada uno en sus pensamientos.

Alexa, allí sentada miraba hacia los árboles grandes y con un color verde que rebosaba de vida. Era un lugar muy poco común en el abismo, pero era eso lo que lo hacia tan agradable. Podía tener paz, aunque apenas pusiera un pie fuera del parque volvería a la realidad donde una guerra los azotaba a ambos, tenia miedo, esa guerra se veía larga y sangrienta, con hombres y mujeres muriendo cada día. Y lo que mas le pesaba era que en ellos caía la responsabilidad de poder pone fin a ese absurdo conflicto. Ellos eran la posibilidad de que padres, hijos, hijas e incluso madres vuelvan a sus hogares con vida. Eso le atormentaba. Entonces miró al joven cazador.

Sus ojos se abrieron de más al verlo tan, calmado, con la mirada perdida en el techo verdoso que eran las hojas de los árboles. Los tonos violetas que revoloteaban por los alrededores creaban una atmósfera bastante oscura pero aun así cálida, era extraño. Pero lo que mas le extrañaba era la calma que parecía tener el cazador. Para tener apenas 14 años se mostraba como alguien que manejaba la situación muy bien, no como ella que le atormentaba el peso de la misión. Todo que aquello que la misión acarreaba parecía no afectarle. Lo que más le confundía era lo, poco común que era su forma de ser. Callado, indiferente a veces muy serio. No tenía las características propias de un joven de 14 años.

Entonces una cálida sensación en su mano la sacó de sus tormentosos pensamientos, una lentamente bajó la mirada, un tono rojizo adornó sus mejillas al ver la mano de Víctor sobre la suya, ella le miró al rostro viendo como el tenia la mirada a otro lado, pero con sus mejillas igualmente rojas. Ella sonrió, dirigió la mirada a la dirección opuesta y lentamente entrelazó su mano con la de él. Una leve corriente eléctrica recorrió el cuerpo de ambos. Era una sensación nueva.

Victor, con la mirada baja, sentía el calor de sus mejillas, una sonrisa nerviosa acompañaba su rostro al igual que una expresión de felicidad. Pero no esperaba que su compañera le diera un suave beso en la mejilla, cargado de ternura, el cual propulsó el ritmo cardiaco de Víctor cielo oscuro del abismo. El le miró sin poder evitarlo, la mirada de ambos chocó. Ella le sonrió.

—Victor, ¿No deberíamos de volver?.

El asintió, ya habían durado mucho fuera y no quería tener a los soldados oscuros buscándole por andar desaparecido. Sintió que se le olvidaba algo respecto a ellos, pero no recordaba el qué, así que sin prestarle atención, se puso de pie junto a la joven peliazul y ambos, agarrados de la mano, se retiraron del parque, de regreso al castillo del abismo. Con una creciente felicidad entre ellos.

Pero el error, notable error, era que había olvidado la advertencia de Aldrich, y durante todo la salida, un soldado oscuro que se había mantenido oculto les había seguido el paso. Y ahora oculto entre la oscuridad de los árboles, había grabado todo lo que había visto desde su perspectiva con un hechizo mágico antiguo y muy usado por los espías. Esto seria la prueba definitiva para su líder de que el joven cazador tenia un romance con aquella vigilante, un romance prohibido. Que traería fuertes consecuencias.

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13 de Abril del 2016
Alemania, Campamento de infantería del abismo.
Legión 314. Compañía Tormenta.

Aquella mañana fría y lluviosa coronada por un cielo grisáceo, que tras una larga tormenta nocturna, había dejado el color negro de sus nubes para ser de un gris, pero que amenazaba con volver a llover con fuerza. El campamento era una serie de toldos verdes que protegían a los soldados de la lluvia, eran mas de 100 toldos, y un total de casi 500 soldados de infantería sin contar los oficiales. Los hombres de turno patrullaban la zona, con sus botas negras hundiéndose en el barro con cada pisada, adornándolas del tono marrón de la tierra mojada. En el centro del campamento, tres tiendas de campaña mas granes que las demás se alzaban impolutas, eran las tiendas de los oficiales al mando de la compania. La compañía tormenta, una de las mas famosas por sus hazañas de ataques sorpresas, donde la velocidad y letalidad de sus soldados era clave para la victoria. Incluso realizaban sabotajes en bases enemigas antes de los ataques.

Entre los soldados vestidos con uniformes verdes oscuros, con capas impermeables que les protegía de la lluvia suave pero incesante, se movía un oficial que vestía las mismas prendas pero que en su cuello llevaba marcada muy bien su rango. Una estrella, un Teniente. Y a pesar de eso, los rangos tienden a confundírse, tanto tiempo sin guerra o sin un conflicto directo había disminuido las inversiones en el ejercito, llegando al punto de no tener uniformes nuevos. Un grave descuido del señor del abismo, dado que ahora mas que nunca necesitaba recursos para sus hombres.

El oficial, de apariencia humana, piel blanca, sin barba y de ojos negros, avanzó hasta llegar a la tienda de campaña y una vez allí, entró. El lugar, oloroso a tierra mojada y tabaco por los cigarros de los otros oficiales le recibió. Vio varios mesas por el lugar, con documentos y papeles desperdigados. Incluso las sillas estaban desordenadas, tal parecía que el estricto orden que les enseñaban en la academia del ejército había sido tirado al traste. Negó divertido mientras avanzaba hacia la mesa del centro, la cual era la única con un oficial tras de ella.

Mejor dicho, era la mesa del Mayor Dixen. Un hombre con más de 10 años en el ejército, querido entre sus soldados por ser un gran líder y estratega. No se comparaba tal vez con el Teniente Coronel Bolmer o el General de División Scherts. Pero aún así era un gran oficial y el hombre a cargo de esa compañía, que forma parte de la legión 314. El Teniente recién graduado, Dracks, se detuvo frente al Mayor Dixen, hizo el típico saludo militar, con el brazo recto delante de la frente a 45 grados.

—Buenos días, Mayor Dixen. Permiso para hablar con usted.

El mayor Dixen apartó la mirada de los papeles en su mano, le dirigió la mirada al teniente, asintió mientras dejaba los papeles en la mesa mientras cruzaba los dedos.

—Buenos días, Teniente Dracks, tome asiento.

El teniente bajó la mano, se sentó en la silla y miró fijamente a su superior. La oscura mirada de ambos chocó, el teniente se removió en la silla, aquel asunto que debía de tratar con su mayor, un informe del frente, al parecer unos vigías habían detectado unas tropas inusuales en las cercanías, lo cual era un tema preocupante ya que, estaban muy cerca de las líneas enemigas, prácticamente incomunicados. Aun así, habían aguantado con fiereza.

—Mayor Dixen, tenemos informes sobre tropas enemigas en las cercanías, solo que estas son fuera de lo común, con equipos y armas diferentes a lo común, parecían armas de fuego, y eso nos pone en desventaja. Tenemos que tomar acciones al respecto.

El mayor alzó las cejas, claramente asombrado, aquel era un informe bastante preocupante, alargó la mano y el teniente le entregó el informe escrito. El mayor la ojeó y tras unos largos minutos los bajó y suspiró pasando la mano por la frente, dejando salir la presión cual olla. Su ceño se fruncio.

—Esto es preocupante teniente. Sumamente preocupante, si es así como dice el informe. Estamos en desventaja tecnológica, quien sabe si numérica, tenemos que tomar acciones.—Dice con total seriedad.

—¿Que deberíamos de hacer señor?.

—Teniente, al vernos superados en tecnología y posiblemente en números, debemos de usar la ventaja de nuestro ingenio.—Comentó críptico.

—¿Nuestro ingenio?.—Preguntó el teniente.

Asintió y pareció desviar la mirada por toda la tienda. El lugar no tenia nada de especial salvo por ese ambiente apagado y desordenado que trae el ajetreo de la guerra. Los oficiales estresados dedican mas tiempo al planear muy bien sus estrategias que de mantener un orden. Es por eso que había tal desorden.

—Trampas, emboscadas, minas, ataques con explosivos, guerra de guerrillas teniente Dracks.—Dijo alzando la mandíbula con una creciente sonrisa.

—Entonces ¿cual será nuestro siguiente movimiento?.

—Tome el mando de un pequeño pelotón, teniente usted tendrá la siguiente misión, hará reconocimiento de la zona, quiero un informe más preciso de esa nueva amenaza ¿Puedo confiar es usted?.—Pregunto con severidad el mayor Dixen.

El teniente asintió, seria su primera misión de campo allí en el frente, una corriente de adrenalina y nervios recorrió el cuerpo del teniente. Aun así tomó una decisión de tomar dicha misión, la cumpliría y volvería con sus hombres intactos, con la información y la felicitación del mayor.

—Puede confiar en mi, mayor Dixen, traeré esa información.

—Muy bien, Dracks, tome mando de un pelotón y parta al anochecer, así podrá usar la noche como elemento de sigilo.

—Así será señor.

Ambos se pusieron de pie, se hicieron el saludo militar, y tras bajar la mano se despidieron.

—Puede retirarse teniente, buena suerte.

—Gracias mi Mayor.

Y sin mas dilación, el teniente Dracks se retiró del lugar. Salió de la tienda, la llovizna había parado, pero el cielo seguía gris, al horizonte se veían nubes negras, oscuras, cargadas de lluvia, Dracks sonrió, se acomodó el cinturón. Y avanzó, tomaría el mando de un pelotón y completaría esa misión. Durante la tormenta, la Compañía Tormenta entraría en acción.

Los hilos poco a poco se movían.

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12 de Abril del 2016
Abismo, Habitacion del cazador.

La puerta sonó con un suave chirrido al ser abierta, dejando pasar a Víctor y su compañera, Alexa, en la habitación. Victor, cansado, se dejó caer en la cama con una gran cantidad de flojera, estirándose sobre la sabana, mientras Alexa le miraba negando con la cabeza pero en sus labios estaba una sonrisa ante el gracioso comportamiento del cazador. Víctor, se quitó la pistola y la colocó sobre la mesa cercana a la cama, y tras estirarse otro rato debido a la flojera, se sentó en el borde de la cama, observando a su sonriente compañera. Ella aun seguía de pié, pero eso no parecía molestarle.

—Podrías buscar una silla y así no estar todo el tiempo parada.

Ella se mantuvo de pie, tal parecía que en su mente había asuntos mas importantes que el simple hecho de buscar una silla para su comodidad, ella suspiró y se sentó junto al cazador, con la mirada en el piso. Parecía que algo la tenia preocupada, y en efecto, estaba preocupada. Los minutos parecían volar y ella solo abría su boca para intentar decir algo pero en el momento la cerraba, estaba indecisa, dudaba.

—¿Como puedes estar tan calmado antes de la misión que nos asignaron?.—Preguntó ella al fin.—¿No te causan nervios el tener todo el futuro de una guerra y tal vez el futuro del abismo sobre ti? Recuerda que esta misión puede ser el fin de la guerra o prolongarla aun más. Todas esas vidas que se pueden salvar o perder, ¿no te da miedo?

Víctor, regresando a la dura realidad que les rodeaba, atrapó todas las preguntas y dirigió su mirada al piso, duro y de concreto, no era el típico piso de mármol o granito, no, era rústico, cemento puro, no era incomodo ni un lujo pero tampoco era algo de muy baja calidad, era algo intermedio, como el color gris entre el negro y el blanco.  Volviendo a la pregunta. Víctor tras unos momentos decidió responder.

—No lo sé, simplemente no pienso en ello. Así me entrenaron aquí y en Venezuela.—Respondió al final, mirando a la joven vigilante.—Trato de no pensar en lo que hago sino en solo llevarlo a cabo.

—Así que, ¿solo piensas en cumplir tu misión mas no en las repercusiones?

—¿Que son repercusiones?.

—No puede ser.—Dijo llevándose la palma a la frente.—¿Y dices que te gusta leer?

—Me gusta mas no tengo casi tiempo.—El sonrió de lado.—Así me quieres.

Ella sonrió cálida.

—Así te quiero cazador.—Dejó un dulce beso en su mejilla, dejando que las sensaciones le invadieran de nuevo.

Y tras un largo rato de charla sin casi sentido alguno, Alexa tuvo que retirarse. Victor le acompañó hasta la puerta y tras un cálido abrazo, el se atrevió a besarla en la mejilla. Otra corriente eléctrica recorrió su cuerpo mientras ella se sonrojaba, con nervios se despidió y salió de allí. El, embobado, a los minutos cerró la puerta y se dirigió a la cama. Puede que mañana sería un día complicado, pero hoy, para el fue un día inolvidable, podría no volver mañana.

Pero tenia un motivo para volver y eso era suficiente para lograrlo. Y sumido en el mundo de los sueños, Victor fue nuevamente visitado...

****

—Victor.. Víctor... Victor.

Una voz gruesa y calmada le habló, mientras él, al oírla, abrió los ojos de repente despertando en el claro de un bosque. Su mirada nerviosa recorrió todo el lugar buscando el origen de dicha voz, y lo consiguió. Sentado sobre una roca, estaba el mismo ser que le visitaba en sueños. Pero esta vez era distinto. No llevaba el típico uniforme de gala, no, conservaba las botas, llevaba pantalones negros con la parte baja dentro de la bota, una simple camisa negra se apegaba a su cuerpo que se notaba entrenado y fuerte, entonces pudo ver mejor su rostro.

Un cabello negro como la tinta, tenia el corte como él, un degradado casi militar, un mechón blanco adornaba su cabello. La cicatriz larga que surcaba todo su rostro pasando por su ojo izquierdo aun seguía allí. Igual que las demás, entre sus labios estaba un cigarro que tras darle una calada, lo retiró con su mano derecha, exhaló, dejando salir el humo por su boca y agujeros en las mejillas. Aunque lo que mas le intimidaba era la pesada mirada que ese hombre tenia. Intensa, tan así que Víctor bajó la mirada al suelo. Y eso que solo le miraba con un ojo, el otro supuso Víctor, lo habría perdido. El ojo de aquel hombre era como su cabello, negro.

—Victor, pequeño cazador ¿Confías en tu señor?

Victor fruncio el ceño, aquella pregunta era nueva, pero su respuesta era un rotundo sí. Su entrenamiento le hizo jurarle extrema lealtad y confianza al Señor del Abismo. Además que nunca le había echó ningún mal, no tendría por qué odiarle. Antes de poder responder, una sonrisa malévola, casi tétrica surcó el rostro de ese hombre.

—Ah.. Así que si confías a muerte en él, ¿Darías tu vida por el, Víctor?

—Ese es mi objetivo como cazador.—Respondió con firmeza.

—Pero aquí, entre nosotros, tu no eres el cazador del abismo y yo, no soy el general que soy, así que dime, tú, como persona y no como cazador. ¿Darías la vida por Volkner?

Los ojos de Víctor se abrieron sorprendidos mientras ese hombre solo se llevaba el cigarro nuevamente a los labios, dándole otra profunda calada. ¿Como sabía ese hombre el nombre de su señor?. Y aun más importante ¿Que hacían ambos allí? Y ¿Por qué esa pregunta?. Entre las ramas de los arboles, aparecieron dos hombres mas, al verlos los reconoció, eran los mismos soldados que le acompañaban la otra vez. Con sus armaduras futuristas, casi imposible no recordarlos. Solo que ahora llevaban sus cascos en la mano, dejando ver sus rostros.

—General, hemos hecho lo que nos pidió.—Informo uno de ellos, castaño, de ojos azules y piel blanca.

—¿Todos muertos?.

—Todos.—Respondió el otro, de cabello rubio y ojos marrones, misma piel blanca.

—Perfecto

Tomó una ultima calada a su cigarro y lo arrojó, Víctor por su parte notó que ambos hombres tenían un marcado acento que el conocía muy bien, el acento alemán. Una vez la mirada del general cayó en él, su mente volvió a la pregunta. ¿moriría por su señor? Se supone que sí, pero por dentro tenia dudas.

—Victor, el tiempo es corto y apremia.—Dijo el general poniéndose de pie.—Debes valorar tu vida, tienes un rol muy importante que cumplir tanto en el abismo, como en la guerra de desgaste que tienen con los merodeadores y en Venezuela. Allí está un mal que solo tu puedes enfrentar.

Víctor sintió como el suelo detrás de él se destrozaba, creando un vacío infinito, oyó maldecir por lo bajo al general y antes de poder mirarle, preguntarle cualquier cosa, el abismo se lo tragó arrastrándolo a una oscuridad infinita, donde él caía y caía. A un vacío sin fin.

Entonces, despertó.

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