
Capitulo 1 "Alianza"
Caracas, Capital de Venezuela.
15 de septiembre. 2015
En la capital de Venezuela, Caracas se encuentra el palacio de Miraflores donde la familia del presidente y el mismo residen. Custodiada por la Guardia de Honor. Aquella hermosa edificación de blancas paredes era donde Ahora mismo el presidente del país tenia una muy importante reunión con un ser muy fuera de lo normal.
Venezuela actualmente atraviesa una dura crisis social y económica. Con los precios sobre las nubes, poco empleo y la delincuencia desatada. El presidente actual de la república, tiene muchas expectativas y mucha presión sobre el. Esa reunión en el palacio de Miraflores podría ser la solución del problema con la seguridad del ciudadano.
El despacho del presidente era, algo común, una habitación cuadrada espaciosa, con varios muebles pegados a las paredes. Libreros, unos lujosos asientos de cuero tanto como el suyo como el de sus dos invitados. El se encontraba sentado en su sillón de cuero, con la espalda reposada en el, una postura confiada mientras la luz del sol entraba por la ventana tras el. Vestía un caro traje negro y en su rostro una sonrisa para tratar de no demostrar sus nervios mientras sus ojos marrones se paseaban entre el hombre con el que hablaba y el joven tan misterioso que le acompañaba.
Frente a su escritorio de madera, se encontraban dos personas. Un adulto, que demostraba tener unos treinta y cinco años. De cabello negro, con una barba de candado igual de color negro como el iris de sus ojos. Su rostro estaba en una expresión seria y fría. Le interesaba que este trato se diese. Su vestimenta era un smoking negro. Con unos lustrosos zapatos del mismo color. Suspiró, mientras observaba al presidente. El era El Señor del abismo, un ser de mas de mil Años de antigüedad. Muy poderoso.
El joven que acompañaba a aquél hombre era el que mas se encontraba fuera de lugar. Mantenía la mirada baja, siempre mirando al piso, no había dicho ninguna palabra sin mencionar su saludo al presidente. Vestía con unos jeans un poco ajustados, un suéter negro y botas militares negras. Su cabello degradado negro era lo único que se lograba ver, tenia su espalda recostada al sillón con los brazos cruzados. Apenas se notaba su respiración.
-Asi que, Señor del Abismo. ¿Podría usted decirme, el por qué de ésta reunión?.- preguntó el presidente.-Se que los lideres mundiales y la gente de poder en el mundo conoce el mundo sobrenaturale, pero no es normal que interactuen con nosotros los humanos, y en aun mas raro en Venezuela donde solo han habido dos casos de ello.
El Señor del Abismo, sonrió, con un deje de burla en el, aquella sonrisa le permitió ver al presidente dos pares de filosos colmillos.
-En efecto señor presidente, no es normal, pero creamos que mi propuesta podrá ser de beneficio para usted.- respondió con calma.-Se que uno de los mayores problemas a los que se enfrenta es la delincuencia, ¿no es asi?.
El presidente se cruzó de brazos.
-¿Que me ofrece?.
-Una solución al crimen desatado.
-Por favor, la única solución es acabar con los criminales de raíz, asesinando a sus lideres, digamos, si los grupos de elite de la policía y guardia nacional no han podido solucionarlo, ¿como podrá usted hacerlo?
El presidente miraba de forma inquisitiva a El Señor de los Abismos. El otro, mantuvo su sonrisa, y dejo escapar una leve risa.
-Digame, ¿conoce al ser mas peligroso y poderoso del abismo, antes que su señor?.- su sonrisa no se borraba, se mantenía fija dejando ver esos blancos dientes.
El presidente desvío la mirada, y pensó por unos minutos.
-Hasta donde tengo entendido, los Cazadores del Abismo son las tropas mas fuertes del mismo.
El Señor del Abismo asintió al oír la respuesta.
-Estoy buscando crear al Cazador perfecto, el Cazador que logre ser el mejor entre los mejores, quiero que tenga el mejor entrenamiento.- El Señor del Abismo se inclinó un poco hacia el frente.- Ahí es donde usted entra.
-Expliquese.
-Quiero que Mi Cazador reciba el mejor entrenamiento que pueda obtener, si usted me da eso. Yo le ayudare con su problema de inseguridad nacional.
El presidente el cual aun se mantenía recostado a su silla lo pensó, por unos minutos.
-Hare que su Cazador reciba el entrenamiento de fuerzas especiales que ofrecen los distintos cuerpos de seguridad en el país, que comience con el FAES de la policia nacional no seria mal inicio.-Los ojos del presidente cayeron sobre el joven.- ¿El es su cazador?
-Si.-le respondió sin deshacer su sonrisa.- Victor Pérez, Cazador del Abismo.
El joven levantó la mirada dejando ver el iris negro de sus ojos, carentes de expresión alguna. El presidente lo miró algo extrañado.
-Es solo un adolescente.
El Señor del Abismo rió.
-Si, un adolescente con mucho potencial.
-Bueno.- El presidente suspiró rendido.-Mañana a primera hora, aquí los esperará un transporte y el Jefe del FAES para recibirlos.
-Muy bien señor presidente. Fue un placer hacer este trato con usted.
-Solo espero cumpla su palabra.
-Asi será.
Víctor y el Señor del Abismo se pusieron de pie y tras una simple despedida, se dieron la vuelta, hacia las dobles puertas de madera. Salieron del despacho encontrándose con un par de guardias de honor en la puerta. Los ignoraron y siguieron su camino hacia la salida del palacio. El andar del Señor del Abismo era recto y seguro mientras que el de Víctor era mas calmado, recto, pero que fácilmente podria pasar desapercibido.
-¿Crees poder hacerlo?.-Le preguntó El Señor del Abismo a Víctor, este solo le miró sin expresión alguna.
-Si pude soportar el entrenamiento de Aldrich, podré con ello.- respondió con una baja sonrisa.
-Hablando de Aldrich, ¿donde esta ese Vanguardia? Sus ordenes eran esperarnos en la puerta.
A lo lejos, Víctor avistó a su querido Guardián coqueteando con una hermosa secretaria de cabello negro y curvas pronunciadas. Victor rió negando con la cabeza y el Señor del Abismo suspiró. Aldrich se encontraba acorralando a la secretaría la cual le sonreía coqueta al Vanguardia. Este le guiño un ojo y ella se sonrojó. Fue entonces cuando sintió una mano en su hombro y su rostro empalidecio.
-Aldrich, ¿Que acaso no fueron claras mis ordenes?.- pregunto su señor.
Aldrich tragó duro.
-Bueno yo... -Titubeo un poco antes de seguir.- ayudaba a la señorita con algunas indicaciones.
-Aldrich tu no conoces el palacio.-Le respondió el Señor del Abismo exasperado.
Víctor era un simple testigo de la escena. Rió divertido ante ello pero decidió ahogar su risa y evitar una discusión entre los dos.
-Hey, hey, no teníamos otro asunto pendiente?.- preguntó Víctor al Señor del Abismo.
-Si, todavía tenemos que encargarnos de los asuntos diarios del Abismo.-Dijo dándole una mirada de reojo a Aldrich.-Despues discutiremos este tema.
El Señor del Abismo se dio la vuelta y siguió su camino, victor le siguió pero antes se giró hacia Aldrich.
-De nada.
Aldrich le sonrió y miro a la secretaria.
-Disculpame por eso, mi jefe es muy estricto, fue un placer conocerla.- dijo besando su mano, ella se sonrojo y el le guiño un ojo antes de darse la vuelta y seguir a Víctor.
Una vez afuera, Aldrich se convirtió en una nube de humo negro la cual rodeó a Víctor y desapareció a su alrededor. Sus ojos brillaron con un intenso color escarlata por unos Segundos antes de volver a su color natural.
-Todo un galán.-se burló Víctor en su mente.
-Las mujeres me adoran, Víctor.- el joven solo soltó una risa resignado a saber que aquél Vanguardia no tenia remedio.
Abandonaron el palacio de Miraflores, se adentraron en las calles de Caracas, llenas de gente atareada en su dia a día. En cierto punto entraron a un callejón abandonado, donde el Señor del Abismo abrió un portal de regreso al estado natal de Víctor. El estado Lara.
***************
El abismo es un lugar frío, oscuro. En una eterna noche. Cualquiera podría confundirlo con un antiguo pueblo de la época medieval. Casas de piedra o madera. Calles hechas de piedra y faroles iluminando las calles. La guardia del abismo patrullaba las inmensas calles de estas. Hombres cubiertos de capas negras armados con lanzas y portadores de armaduras de acero. Son aquellos encargados del orden interno del abismo.
Víctor ese día tenia la labor de un agente de inteligencia del Abismo. Como era eso? Sencillo. Pasar desapercibido entre los habitantes del abismo y detectar cualquier amenaza o peligro ya sea para el orden del abismo o para la vida de su señor.
Portaba una larga capa negra con capucha y una media máscara de calavera en ella. Con paso ágil y rápido, avanzaba cual fantasma a través de las calles del abismo. Entre la gente, sin levantar sospecha alguna. Un grupo de guardias abismales pasaron a su lado. Se detuvo para observar cualquier comportamiento extraño. Varios seres iban y venían, era un flujo constante, hasta que notó como un ser encapuchado cambiaba de rumbo hacia un callejón en la calle. Sin dudar Víctor le siguió, adentrándose en aquel callejón. Llevo su mano izquierda a su cintura donde llevaba su ballesta y la mano derecha por encima de su hombro derecho, donde se aferró con fuerza al mango de su espadón Zweihander.
Las pisadas de sus pesadas botas resonaban al pisar los charcos y chapotear agua, su mirada se mantenía fija al frente, buscando encontrar el rastro de aquel extraño ser. El silencio era palpable, hasta que escuchó un zumbido muy familiar, vio un destello plateado antes de girar sobre su eje, su capa se agitó a su movimiento mientras la flecha rozaba su brazo, rápidamente sacó su ballesta y apuntó hacia la oscuridad, sus ojos se tornaron rojos, aclarando la imagen para el. Una de las habilidades aprendidas por Aldrich. Y así vio a su objetivo.
Era un Licántropo, en su forma humana. Sostenía un arco en sus manos temblorosas, vio su rostro, joven, se notaba el miedo en el. También notó un bolso marrón en su cintura, y como un frasco con un contenido violáceo sobresalía de el. Víctor conocía ese contenido. Polvorium era el derivado mágico de la pólvora común humana. Solo que este era el equivalente a un C4. Su ceño se frunció. Entonces supo que ese lobo no pertenecía a una manada, si no a los Merodeadores.
-¿Que hace un lobo tan joven en el abismo?.- preguntó sin dejar de apuntarle. El joven lobo no respondió, se aferro mas al arco, el cual no tenia flecha. Víctor al ver que no respondía, suspiró.
-Es un Merodeador.
-Concuerdo contigo, Aldrich.
-Es muy tono de tu parte haber traído una sola flecha, ¿Como lograste pasar a los Vigilantes del Abismo?.- preguntó con algo de molestia. De nuevo no respondió.
Victor solo dejo una pequeña risa. Apretó el gatillo y la flecha impactó en el hombro derecho del licántropo, cayó directamente al suelo retorciéndose de dolor en fuertes gritos.
-Flechas de plata, merodeador. Supongo que tendré que llevarte con la guardia del abismo.- El joven abrió los ojos aterrado, e ignorando el dolor se levantó de forma brusca, corrió hacia Víctor en media transformación antes de recibir otra flecha en el cráneo.
Se detuvo en seco, se retorció y su cuerpo volvió a la normalidad, dio unos pasos antes de desplomarse, el frasco salio del bolso, los ojos de Víctor se abrieron como platos y se teletransportó atrapándolo antes de que cayera al piso. Dejó salir todo el aire acumulado y sonrió aliviado. Guardó el frasco y salio a la calle.
-Eso estuvo cerca.
-Si, casi explotamos.
Victor buscó con la mirada a un grupo de guardias, alguien debía de deshacerse del cuerpo. Buscó y buscó, se quitó la capucha y divisó un grupo que apareció por una esquina. Víctor a paso rápido se acercó, el líder de ese grupo, se sorprendió al verle.
-¡Cazador!.- exclamó asombrado.-¿Que hace por aquí?.
-Acabo de eliminar a un Merodeador que logró infiltrarse.- La mirada del Guardia se convirtió en una de asombro puro.- Lo sé, también me sorprendió, tendré que hablar muy seriamente con el líder de los Vigilantes del Abismo y encontraré al responsable de ello. Necesitó que ustedes se encarguen del cuerpo.
-Nos encargaremos de ello, ¿Donde está el cuerpo?
Víctor señaló el callejón, el líder y sus guardias se despidieron, el por igual se despidió y vio como se alejaban hacia el callejón. Victor suspiró y sonrió.
-Tengo que avisarle al Señor del Abismo.- Susurró para si mismo antes de desaparecer en una nube de humo.
Desvaneciéndose en mitad de la noche abismal. Sin saber que en un futuro. Un simple grupo de Merodeadores seria la menor de su preocupación.
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