26. Solos
📅 CASI UNA SEMANA DESPUÉS
- Que si pesados. Que estaré bien -Lucía giraba sus ojos mientras veía a su tío meter las últimas maletas en el coche. Intentaba disimular ante ellos las ganas que tenía de que se fueran, pues, había hecho unos planes que deseaba realizar, lo antes posible.
- Cualquier cosa los padres de Delia están enfrente -le dijo su tío mirándola algo preocupado, pues no le hacía mucha gracia dejarla sola en casa. Lucia estaba a su cuidado, pero, su sobrina era una niña muy responsable y sabía que podía confiar en ella.
- Lo sé. Id tranquilos. No soy una niña, tío Fran. Y no es la primera vez que me quedo sola en casa.
- Déjala ya, Fran. Si está deseando que nos vayamos -le dijo su tía guiñándole un ojo. Lucía le sacó la lengua y le sonrió mientras se abrazaba a ella.
- Se te vaya a ocurrir hacer una fiesta -le dijo su tío señalándola con el dedo, algo que a la rubia le hizo rodar sus ojos en respuesta.
- Ay tío, Fran. No las he hecho nunca en mi casa, así que tampoco las voy a hacer aquí. Voy a hacer lo de siempre... -le dijo ella riéndose y a la vez, mordiéndose el labio pensando en los planes que tenía.
- De acuerdo. Confiamos en ti, Lu.
Lucía asintió mirando a sus tíos y por un momento se sintió algo culpable por lo que iba a hacer. Se despidió de ellos con un gran abrazo y los vio montarse en el coche y salir de casa mientras los despedía en la entrada. Tía Olga y tío Fran se iban a Coín. Su tío tenía un curso cerca de ese pueblo e iban a aprovechar para pasar allí el fin de semana. Al principio quisieron que Lucía se fuera con ellos, pero ella se negó diciendo que tenía una vida social muy ajetreada y que no le apetecía ir.
La realidad era que estaba esperando a Brahim. Le propuso al chico pasar el fin de semana con ella en la casa y aunque a él, al principio le dio mucho reparo, acabo aceptando ante las insistencias de la rubia. Y también porque deseaba vivir por unas horas, lo que era estar en una casa y durmiendo en una buena cama.
Había quedado con él una hora después. El tiempo justo de que sus tíos se fueran y no les diera por volver por si se les había olvidado algo. Estaba deseando que él llegara. Estaba deseando pasar el fin de semana con Brahim. Después de lo del encargo de Armando, ambos lo necesitaban. Su móvil sonó con un mensaje. Era él. Estaba llegando.
Lucía salió al porche y abrió la puerta de la calle. A los pocos segundos, Brahim se deslizó por ella, cerrando tras de sí. Ambos se quedaron mirándose. Una de esas miradas de las que das a una persona que llevas mucho tiempo sin ver y a la que deseas más que a tu vida.
No les hizo falta hablarse, ni decirse lo que querían. Con mirarse se lo decían todo.
Brahim la agarró del cuello y estrelló sus labios con los suyos, dándole un beso que la dejó sin respiración. Su traviesa lengua buscaba la suya acariciándola sin descanso. La agarró de las caderas y la alzó en brazos, sujetándola con una mano mientras con la otra aún sujetaba su mochila. La entró en la casa y dejó todo lo que le molestaba en el suelo.
- ¿Dónde está tu dormitorio? -le preguntó Brahim con la voz ronca por el deseo y deseando saciar las ganas que tenía de ella.
- Por ese pasillo, primera puerta a la derecha -le contestó Lucía respirando entrecortadamente y sintiendo un vuelco en su estómago, causado también, por esas ganas.
Brahim la llevó por donde ella le decía. Abrió la puerta con su pie y entró en la habitación. Dejó a Lucia en la cama mientras se colocaba entre sus piernas. La miró maravillado. Solo quería pensaba en estar con ella desde el momento que salió del Castillo. Tenía tanto que agradecerle. Lo que había hecho por él era el acto de bondad más grande que nunca nadie había tenido con él. Y este fin de semana pensaba agradecérselo de todas las maneras que se le ocurriera.
- Tú mandas, Lu. Dime lo que quieres -le dijo él alzando sus manos y dejando que ella tomara las riendas.
- A ti. Eso es lo que quiero.
Lucía se quitó los pantalones cortos llevándose sus braguitas de camino. Brahim tragó saliva disfrutando del espectáculo que era verla desnuda. Sus dedos temblaron un poco al rozarla. Hoy iba a tomarse su tiempo con ella. A hacer que disfrutara sin prisas. Sin el miedo de que los pillaran.
Brahim se quitó la ropa lentamente. Su camiseta voló por la habitación y lo mismo hicieron el resto de su ropa. Lucía puso sus manos sobre su pecho, ascendiendo lentamente hasta llegar a su cuello. Respiraba con dificultad, mientras lo miraba y su piel le cosquilleaba en los dedos.
Él contuvo el aliento mientras sentía esos dedos que lo tocaban con tanta delicadeza. Bajó su cabeza hasta rozar su cuello con sus labios y fue descendiendo despacio hasta uno de sus pechos. La punta de su lengua rozó uno de sus pezones moviéndose en círculos mientras su mano apretaba y masajeaba su otro pecho. Sus dientes atraparon su pezón tirando de él.
- ¡Brahim! -gimió ella bastante excitada.
Él se tomó su tiempo en besar cada centímetro de su piel. Su lengua trazaba dibujos inconexos por su cuerpo mientras sus dedos se perdían rozando su clítoris.
- Estás tan mojada.
Brahim bajó su cabeza besando su estómago lentamente. Sustituyó esos dedos por sus labios y besó su sexo deleitándose de su dulce sabor. Sus manos se colocaron a ambos lados de su trasero y lo levantó para hundir aún más su boca en esa parte de su cuerpo tan deseosa de él.
-¡Oh, joder! ¡No pares, Brahim!
Para Lucía era una tortura exquisita sentir su lengua ahí abajo. Estaba totalmente perdida en tanto placer y cuando él metió uno de sus dedos dentro de ella moviéndolos en círculos, ella no pudo aguantar más y se dejó llevar teniendo un fuerte orgasmo en la boca de Brahim, el cual no dejó de besarla hasta que el ritmo de su respiración se calmó.
Levantó su cabeza para verla sonreír y respirar deprisa mientras lo miraba a él. A él y solo a él. Lucía lo agarró de las mejillas y él reptó hasta colocarse entre sus piernas y buscarle los labios para besarla profundamente. La dureza de su pene se clavó en su estómago, haciendo que ella bajara sus manos para rozarlo despacio. Él no podía dejar de mirarla. De sentirse afortunado por estar con Lucía, por tenerla entre sus brazos.
- Eres lo más bonito que he visto en mi vida -la sonrisa de Brahim mientras se lo decía, si que era lo más bonito que ella hubiera visto nunca.
Lucía entreabrió sus labios y él aprovechó para besarla de nuevo mientras se deslizaba lentamente dentro de ella sin poder apartar su mirada de la suya.
Porque no estaba dispuesto a perderse cada gesto, cada mirada, cada roce de sus labios.
Porque tenía que morderse la lengua y no decirle lo que sentía con cada palabra suya.
Porque ambos escondían lo que realmente estaba pasando entre ellos.
Que estaban enamorados. Y que esto dejó de ser hace mucho tiempo una relación sexual para convertirse en algo más.
Brahim empezó a moverse muy lentamente disfrutando de la sensación tan maravillosa de estar dentro de ella. Hoy no tenían prisa. Hoy no tenían que hacerlo con rapidez. Estaban en una cama, en la de ella, y tenían todo el tiempo del mundo para ellos dos. Los dedos de Lucía se clavaban en su piel apretando para que él acelerara el ritmo.
- No voy a ir más rápido -le dijo él con una sonrisa que no hizo sino alterar aún más, el corazón de la rubia.
- Por favor, Brahim -ella casi le rogó. Jadeó más deprisa y apretó sus piernas deseando liberarse de nuevo.
Brahim esbozó una sonrisa y bajó su cabeza hasta besar la curva de su cuello y lamerlo con su lengua. Ella le clavó las uñas en la espalda perdida en una nube de deseo y excitación. Levantó sus piernas hasta enredarlas en su cintura, haciendo que él se enterrara más profundamente en ella. No podía dejar de moverse. De entrar y salir de ella. Entrar en su cielo, para volver a rozarlo. Él sintió también que ya no podía más. Que necesitaba derramarse en Lucía, cubrirla con su esencia y besarla hasta que le dolieran los labios.
El orgasmo los pilló a los dos a la vez. Se besaron tragándose los gemidos del otro mientras no dejaban de moverse acompasados el uno con el otro. Casi gritaron perdidos en tanta pasión. Brahim levantó sus ojos para mirarla. La besó. La besó de nuevo haciendo que ella se tragara las dos palabras que deseaba decirle. Las dos palabras que lo cambiarían todo, pero que no quería que escuchara.
Así que su te quiero, se murió en sus labios mientras él la besaba.
📅 A MEDIODÍA
-¿Y qué me vas a hacer de comer? -Brahim abrazó a Lucía de la cintura mientras ella bebía un vaso de agua frente a la ventana de la cocina.
- Querrás decir hacemos -le contestó ella alzando una de sus cejas.
- Se supone que soy tu invitado, Lu -Brahim le apartó el pelo del cuello y posó allí sus labios besándola muy despacio. La piel de Lucía se puso de gallina mientras su boca seguía acariciando su piel.
- Pues mi invitado me va a ayudar a hacer la comida -le aseguró ella con rotundidad, algo que a Brahim le gustó, pues el cocinar con Lucia, también era una de esas cosas que quería experimentar.
- Yo te ayudo a lo que tú quieras, niña -Las manos de Brahim empezaron a subir por su cintura hasta abarcar el contorno de sus pechos y apretarlos a su antojo. Lucia se retorció en su agarre y puso sus manos en la encimera.
- Brahim -gimió ella mientras sentía sus dedos apretando sus pezones. Se mordió los labios dejando que él hiciera lo que quisiera con ella.
- Ha empezado a llover - le dijo Brahim mientras miraba como las primeras gotas chocaban contra la ventana.
- Vaya. Yo que quería que nos bañáramos en la piscina -le contestó ella a la vez que en su boca se formaba un ligero puchero.
- Eso tiene fácil arreglo -Brahim apartó sus manos de los pechos de Lucía y le dio la vuelta. Las mejillas de ella estaban muy sonrojadas y tenía la respiración agitada.
La cogió de la mano y salieron de la cocina en dirección al jardín. La lluvia caía a su alrededor, todavía no con mucha fuerza. Sin embargo, caminaron con rapidez hasta la piscina.
- ¡Brahim! -Lucía le pegó un tirón a su brazo cuando vio que él se quitaba la ya mojada camiseta.
- Vamos a bañarnos Lu, será divertido.
Brahim se quitó las zapatillas y se tiró de cabeza a la piscina mientras el agua caía cada vez más fuerte. Lucía, sacudió sus hombros riéndose y acabó quitándose la ropa también. En cuanto lo hizo se metió en la piscina nadando hacia donde él estaba. Brahim la agarró de la cintura besándola mientras llovía a su alrededor.
- Estás loco, Brahim - le dijo ella agarrada a su cuello sin poder parar de reír. Él rozó sus labios unos segundos y la atrajo a su pecho abrazándola con fuerza.
- Sí que estoy loco, si, pero es por ti, Lucía -La rubia se separó de él mirándolo emocionada. Que si, que estaba lloviendo. Que se estaban mojando. Pero este momento era tan perfecto. Tan de ellos.
- ¿Ya te has enamorado de mi, Brahim?
Lucía la miró apretando sus labios. Él le dio una enigmática sonrisa y volvió a unir sus labios con los suyos.
Brahim calló la respuesta.
Claro que se había enamorado de ella.
Lo estaba desde el mismo momento que probó sus labios por primera vez.
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