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20. La feria de Málaga

📅 SÁBADO

📅 UN PAR DE DÍAS DESPUÉS

Lucia y Delia subían en el ascensor del piso donde se quedarían ese fin de semana. Al final, los tíos de la rubia las habían traído, antes de irse a un pueblo de la costa granadina, a pasar el fin de semana. Tío Fran se quedaba más tranquilo sabiendo donde estaban las chicas, y así, estaba también algo más cerca de ellas por si necesitaran algo. 

- En cuanto vea a Samu me lo empotro -le dijo Delia riéndose, muriéndose ya, por las ganas de verlo. 

- Eso es algo de lo que no he dudado, amiga -le contestó Lucía chocando su mano.

Brahim había venido en autobús. Según le había contado, en su móvil llevaba una aplicación en la cual decía en todo momento donde estaba o dejaba de estar. Era la forma que tenían en El Castillo, de vigilarlo los fines de semana. Sobre todo cuando salía del pueblo. Hubiera sido muy fácil para él contarles una mentira a sus cuidadores, pero no quería arriesgarse a que le pasara algo y luego fuera peor. Llamaron al timbre y a los pocos segundos un chico alto, rubio y de ojos azules les abrió. Su cara se iluminó al ver a Delia y ella se arrojó a sus brazos chillando. El chico la cogió y la entró dentro de la casa sin dejar de besarla.

Lucía se rio al verlos y entró la maleta de ambas, mientras esperaba que la pareja terminara de comerse la boca. Delia se separó de él tremendamente contenta. Cogió su mano y se giró para mirar a su amiga. 

- Mira, Samu, ésta es mi amiga Lucía. Este es mi Samu, amiga -la sonrisa de Delia era aún mucho más amplia. Estaba tan feliz de ver a su chico. Lucía y él se dieron dos cariñosos besos y un medio abrazo.

- Creo que a ti también te están esperando, Lucía -le dijo el rubio apartándose del pasillo.

Brahim apareció detrás de él. No les hizo falta mirarse porque con la mirada se lo decían todo. Lucía caminó los pocos pasos que los separaban y lo abrazó dejando que él posara sus brazos en su cintura.

- Te he echado tanto de menos, Brahim -le dijo ella en un susurro. El chico se separó de ella y rozó sus labios unos segundos. Escucharon como sus amigos se despedían de ellos con una excusa poco convincente desapareciendo por uno de los dormitorios.

- Yo también, Lu -le dijo él cogiendo su mano- ¿todo bien?

- Si, todo bien, ¿y tú? -le preguntó ella, preocupada por si hubiera tenido algún tipo de problema al venir aquí. 

- Bien también. Hacía años que no me montaba en un autocar -le confesó él, para, segundos después, apoyarla en la pared del pasillo.

 Atacó su boca deseoso de ella y de sus besos. Sus labios buscaron los suyos y al rozarla sintió como una chispa prendía todo su cuerpo. Lucía deslizó sus brazos por sus hombros hasta subirlos a su cuello y acariciarlo despacio. El chico la separó de su cuerpo y la cogió de la mano para llevarla hacia el final del pasillo. Abrió una de las puertas mostrándole un dormitorio con una cama que no era muy grande, pero lo suficiente para que durmieran los dos. Cerró la puerta tras de si y ambos se miraron en silencio.

- Una cama -le dijo Brahim pasando la punta de su lengua por su labio inferior- tenemos una cama.

- Habrá que aprovecharla, ¿no crees? -le dijo Lucía pasando de nuevo sus brazos por su cuello.

Volvieron a besarse esta vez con más lentitud. No tenían prisa. No tenían que tener miedo de que alguien les pillara. Sólo estaban ellos dos en esa habitación. Lucía bajó sus manos hasta alcanzar el borde de la camiseta de Brahim. Fue deslizándola hacia arriba hasta quitársela del todo. Recorrió con sus dedos la piel desnuda de su pecho besando cada  parte que los dedos dejaban atrás.

-Eres todo mío -le dijo ella antes de desabrocharle el botón de su pantalón, deslizándolo por sus rodillas hasta quitárselo del todo.

Se desnudaron el uno al otro con mucha calma besándose a cada instante y compartiendo caricias buscadas. Cayeron en la cama deseosos, con el nerviosismo que precede a ese momento, al mágico momento de la unión de dos personas que son el todo la una para la otra.

Porque Brahim tenia claro desde el primer momento que la vio que ella iba a ser ese todo. No era la chica con la que pasar el verano, ni con la que solo pasabas un rato y después te ibas. Lucia era su chica. Su chica de momentos, la de los besos dulces, la de la mirada de deseo, la que le hacia reír y la que la hacía sentir que con ella todo era posible. 

Porque sus caricias no eran fingidas. 

Porque siempre quería mas de sus besos. 

Porque sus miradas no le engañaban.

 Porque ella no mentía cuando le decía que quería estar con él. 

Lucia era la persona mas sincera que había conocido en su vida. Y aunque él sabia que esto era solo un instante de su vida, pero, pensaba disfrutar de cada momento que pudiera pasar con ella. Porque si, Brahim el cabrón, el que era un peligro andante, el de malas compañías, el de mala vida... se moría por una rubia de ojos canela que le hacia olvidarse de hasta como se llamaba.

Se abrazaron al terminar de amarse, porque si, porque esto era lo que hacían. Dejó de ser sexo desde el primer beso, desde la primera caricia y desde que el nombre del otro salió como un gemido de sus gargantas.

- Eres tan bonita, Lucia -Brahim besó sus mejillas varias veces haciendo que ella se riera. Lo abrazo bien fuerte por la espalda como no queriendo soltarlo nunca.

- Tengo hambre, mi dios - le dijo Lucía mirándolo divertida.

- Pues anda, levanta y vayamos a tomarnos algo, porque me temo que tu amiga y su novio tienen para rato.

Brahim se quitó de encima de ella y se sentó en la cama mientras buscaba su ropa. Lucía se incorporó y le dejó un beso en la espalda haciendo que toda su piel se erizara. 

- Brahim -le dijo ella apenas en un susurro.

- Dime -le dijo él girándose mientras se ponía la ropa interior.

- Nada... -le contestó ella mordiéndose los labios mientras se levantaba también para vestirse.

- Lu... -Brahim la cogió de la mano y la acerco hasta sentarla en sus rodillas. Le puso la mano en la parte baja de la espalda mientras ella ponía la suyas en su cuello.

- Que me alegro mucho de que estemos aquí los dos... y bueno... que me da la sensación de que...bueno, olvídalo.

Lucía fue a levantarse y Brahim la retuvo en sus brazos. Sabía perfectamente lo que ella quería decir. Se lo veía en su rostro cuando lo miraba, cuando hacían el amor y ella gemía en sus brazos. Pero ella tenía miedo de ponerle nombre a esto que había nacido entre ellos. Y Brahim no quería que lo hiciera. Porque no quería que Lucía sufriera. Por nada del mundo. 

Le quitó el pelo de la cara muy despacio y unió sus labios con los suyos dejando que fuera ella la que mandara en el beso, la que saboreara su boca y acariciara con su lengua la suya.

- Yo también tengo esa sensación, Lu.

📅 MÁS TARDE

Delia le había mandado un mensaje a su amiga diciéndole que luego se verían. A Lucía no le importó porque también quería pasar tiempo a solas con Brahim, paseando libremente por la calle abrazados y cogidos de la mano. El chico la llevó a tapear a un sitio del que había oído hablar en El Castillo. Por suerte donde ellos estaban, quedaba muy lejos de aquellos sitios que el moreno no deseaba ni acercarse. 

- ¡Qué bueno está esto! -le dijo Lucía mientras se relamía los labios- ¿Cómo dices que se llaman?

- Pelonas de lomo -le contestó él riéndose de verla mojar pan en la grasa del lomo.

- Pues las amo.

Lucía siguió comiendo ante su divertida mirada. Brahim estaba disfrutando muchísimo todo esto. El no tener que esconderse, el poder besarla delante de todo el mundo, en hacer cosas...¿de pareja? si, era lo que parecía si. Cuando terminaron de comer Delia los llamó para decirles que estaban en una de las casetas del recinto ferial. Fueron hacia allí abrazados, como si fueran una pareja normal. Porque lo eran. 

- Quiero un algodón de azúcar -le dijo Lucía poniéndole morritos.

- Eres muy caprichosilla ¿no?

- Es que me encanta el algodón de azúcar Brahim. Mi madre siempre me compraba cuando era la feria de mi barrio -le dijo ella con nostalgia. El moreno la acercó a su pecho y le dio un largo abrazo.

- Pues no se pueden romper las tradiciones.

Brahim y Lucía fueron hasta el puesto de golosinas. El chico fue el que se empeñó en comprarlo bajo las protestas de ella. Sus tíos le habían dado dinero para el fin de  semana y ella no quería que Brahim gastara nada. 

Lucía tuvo en sus manos el algodón de azúcar sonriendo como una niña pequeña. Empezó a comerlo llevándose los trozos de nube, como ella lo llamaba, a la boca. 

- Está buenísimo, ¿quieres? -Lucía le ofreció a Brahim el algodón de sus propios dedos. El chico se los llevó a la boca chupándolos ante la atenta mirada de la rubia, la cual tragaba saliva al sentir como su lengua le chupaba los dedos.

- Está más bueno en ti, Lu -ambos cruzaron sus miradas y una idea les pasó por la cabeza. Volver al piso y seguir dando un buen uso de la cama.

-¡Lucía! ¡Brahim!

Lucía alzó su cabeza al ver venir a Delia hacia ellos cogida de la mano de Samu. Al llegar a su altura las dos chicas se abrazaron como si no se hubieran visto en años mientras los chicos las miraban rodando sus ojos. 

- Vamos a tomarnos un copazo -les dijo Delia mientras se enganchaba del brazo de su amiga y sus parejas iban delante de ellos.

- Estás muy contenta, Delia -le dijo Lucía viendo su cara de alegría.

- Si, estoy muy contenta, triplemente contenta -le dijo ella haciendo un tres con sus dedos.

Acabaron en un pequeño bar compartiendo una jarra de rebujito, la bebida típica de la feria. Lucía no la había probado nunca, pero dos vasos después, y sus mejillas ardían a niveles máximos y no paraba de comerle la boca a Brahim a la menor ocasión. El chico aún tenía su primer vaso en la mesa. A la hora de beber, el moreno bebía poco. 

-Me ha dicho Delia que vas a estudiar Medicina, Lucía -le dijo Samu hablándole a la rubia la cual tenía la mano puesta en el muslo de Brahim.

-Si no pasa nada, si -le contestó ella entusiasmada- me han aceptado en la Rey Juan Carlos.

- ¿Esa no es la que da títulos falsos? -le preguntó Brahim riéndose para recibir un puñetazo en el hombro de parte de su chica.

-Es la Uni más buena de toda España, Lucía -le dijo Samu- a mi me hubiera gustado ir para estudiar Periodismo, pero no me ha llegado la nota.

- ¿Y qué vas a estudiar entonces? -siguió preguntando Lucía.

- Ciencias políticas, así intento hacer un curso puente para luego Periodismo.

- Pues es una gran idea.

Los siguientes minutos Delia, Lucía y Samu se los pasaron hablando de sus planes universitarios para cuando terminara el verano. Algo que fastidió a Brahim porque él no tenía ningún plan de ese tipo. El único plan que tenía y que seguía en firme, era marcharse de Arroyo en cuanto cumpliera los 18.

- ¿Y tú Brahim? ¿Qué vas a estudiar? -le preguntó Samu intentando meter al chico en la conversación, pues se había dado cuenta de su incomodidad. 

- ¿Yo? Nada -le contestó él cruzando sus brazos sobre su pecho. Lucía lo miró y pudo atisbar en su mirada la de ese Brahim chulo y prepotente.

- ¿Cómo que nada? Irás a la Universidad ¿no? -siguió él preguntando extrañado.

- No he terminado ni segundo de bachiller como para pensar en eso ahora -le confesó con desgana. Pues los estudios era una cosa que no le interesaba para nada. 

- ¡Vaya! Bueno algún plan tendrás de vida ¿no?

- Créeme, lo que yo tengo pensado no se parece en nada al futuro del que habláis vosotros...yo lo que tengo que hacer es sobrevivir, que esa es la verdadera vida. Yo no pienso en estudiar, yo pienso en lo que comeré mañana.

Brahim se levantó  quitándole bruscamente la mano a Lucía de su muslo. Musitó una disculpa y salió del bar caminando justo hacia enfrente, hacia el paseo. Bajó unas escaleras y en cuanto pisó la arena se llevó las manos a la cabeza. Era un tonto, un iluso por pensar que todo mejoraría cuando él sabía que no era verdad. Estuvo unos minutos a solas mirando el mar cuando sintió unos brazos que lo abrazaban por la cintura. 

- Dime que no estás enfadado conmigo, Brahim.

La escuchó casi rogándole y se sintió mal consigo mismo. Debía cortar esto ahora mismo antes de que fuera tarde y ella saliera lastimada. Él no le convenía para nada. Eran el agua y el aceite. Venían de mundos tan diferentes...

Una palabra suya y haría que Lucía se fuera corriendo para siempre. Pero...

- No puedo estar enfadado contigo. Lu. Estoy enfadado conmigo mismo porque mis decisiones me han llevado a no tener ni un puto futuro en lo que pensar -Brahim se dio la vuelta y miró a la preciosa rubia cuyos ojos reflejaban auténtica preocupación por él. Nunca le haría daño para alejarla de él. Prefería ser sincero. 

- Todos tenemos un futuro, Brahim, sólo que él tuyo estás tardando más en escribirlo -Brahim la miró y soltó una carcajada. La agarró de la cintura y la atrajo hacia su cuerpo dándole un beso que acalló todas las dudas que pudiera tener con respecto a ella y a lo que había entre ellos. 

- Eres increíble, Lucía.

La rubia lo besó de nuevo para después abrazarlo. Brahim la alzó de las caderas y dejó que ella enroscara sus piernas en su cintura mientras ambos se miraban  a los ojos. 

- Vaya, ¿Qué tenemos aquí? parece que el hijo pródigo ha vuelto a casa.

Brahim se quedó congelado en su sitio sin atreverse a volver la cara y mirar al dueño de esa voz. Sintió su cuerpo temblar y se maldijo por su mala suerte. Lo que no quería que sucediera, acababa de pasar. 

Estaba cara a cara con el diablo. 

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