15. Eres algo más
📅 SÁBADO
📅 DOS DÍAS DESPUÉS
Dos días. Dos días llevaba Lucía sin saber nada de Brahim. Dos días en los que había procurado no salir por los mismos sitios donde pensaba que estaría, y si lo hacía, era después de las diez de la noche, hora en la que él ya estaría en el Castillo.
Era sábado. Delia le había dicho que estarían en la terraza de verano que había en el pueblo. A ella no le apetecía mucho ir, así que por eso se había quedado en casa. Su tía le había dicho que hoy tendrían invitados para cenar. Haría acto de presencia y se volvería a su cuarto. Es que ni ganas de comer tenía.
Bueno, es que no tenía ganas de nada. Lo de Brahim la había dejado peor de lo que pensaba. Era consciente de que lo suyo era un rollo de verano y ya está. Aunque tal y como él la trataba, había pensado que era algo más. Que por lo menos podrían compartir sus cosas. Estaba claro que ella se había creado unas expectativas que no se iban a cumplir. Aunque de todas formas ella no se merecía la actitud del chico.
Escucho el timbre de la calle y unos segundos después, voces en el salón. Se levantó de la cama y se puso las chanclas dispuesta a salir al comedor. Abrió la puerta de su habitación y se dio de bruces con un muchacho de su misma edad aunque más alto que ella. El castaño de ojos medio oscuros era más alto que ella y la miraba con una sonrisa burlona en el rostro mientras la evaluaba de arriba a abajo. Algo que a Lucia le hizo gracia.
- ¿No pensabas salir a saludarme? rubia de bote -le dijo él sin dejar de sonreírle. Lucía no se lo pensó y se arrojó a sus brazos sumamente feliz de verlo.
- ¡Nico! ¡Como me alegro de verte!
📅 MÁS TARDE
- A mi madre le ha faltado tiempo para venir a ver a su hermana - le decía Nico mientras paseaban agarrados del brazo, por las calles de Arroyo.
Nico era el hijo de la hermana de tía Olga. Vivía en Madrid y estudiaba INEF. Ambos jóvenes llevaban sin verse desde una noche de Navidad que coincidieron en una de las múltiples fiestas que se celebraban en la capital. Ambos eran bastante cercanos, lo que les permitía sus estudios y la distancia, pues no era que vivieran muy cerca el uno del otro en Madrid.
- Normal, Nico. Es que ha sido una sorpresa muy grande. ¿Y tú como estás? -le preguntó ella deseosa de saber como le iban las cosas. Pues la última vez que se vieron, Lucía lo notó muy apagado.
- Bueno, ahí voy... -él encogió sus hombros y le dio una patada a una imaginaria piedra.
- ¿Algo interesante que contar? - le preguntó ella riéndose y así intentando que él se abriera un poco más.
- Sé por dónde vas, Lucía, y no, aún no tengo clara mi vida -le contestó él en un tono algo melancólico.
- ¿Has estado con alguien desde...? -ella le pregunto con cautela y si, mordiendo un poco sus labios pues no deseaba meter la pata con él.
- ¿Desde que tú y yo nos acostamos? Bueno...un par de rollos y ya está.
- ¿Masculinos o femeninos?
- De los dos -Nico se rasco su cabeza y la miró algo avergonzado.
- Nico. Tú eres bisexual, tío. ¿Tanto te cuesta admitirlo? -le dijo ella haciéndole ver lo evidente.
- No es eso Lucía. Es que quiero definirme. No quiero que me guste la carne y el pescado, quiero decidirme por una sola cosa -le confesó él con cierta tristeza, pues bien era cierto que el no saber su orientación sexual lo tenía bastante ansioso.
- Ay, Nico. ¡Mira que eres tonto! Hay personas que les gusta tener un menú variado y no pasa nada. Además creí que yo te había ayudado a aclararte...
- No, si me ayudaste, si fue un polvo de la hostia.
Nico abrazó a su amiga, a la que era casi su prima, porque aunque compartían la misma tía, a ellos no les unía nada, ni siquiera algún tipo de sentimiento.
- En fin. Podías llevarme a algún sitio guay de este pueblo para que aclarara mis ideas -le dijo él sin dejar de abrazarla.
- Hay una terraza de verano en la que estarán unos amigos que he hecho aquí. Si quieres vamos -le propuso ella no muy convencida, pero claudicando para que Nico por lo menos se distrajera un rato de sus dramas.
- Vale. Y nos bebemos un pelotazo, que tanta Coca-Cola a palo seco no es bueno para el estómago. ¿Y tú qué? ¿algo que contar?
Lucía miró a Nico mordiéndose los labios y decidió contarle todo. Tenía mucha confianza y con él podía desahogarse. Y además, que necesitaba un punto de vista masculino para saber si estaba o no haciendo el imbécil con Brahim. Al terminar de contárselo, Nico la miró divertido. Estaban ya llegando a "Variable", la terraza de verano del pueblo.
- ¡Madre mía! Un delincuente, Lucía -le dijo él con voz burlona- te estás coronando, reina.
- No es un delincuente -le dijo ella algo molesta, pues odiaba cuando se referían así a Brahim.
- Si claro, y está ahí por haber robado un cartucho de pipas, no te jode -le replicó él haciéndole ver lo evidente de la situación del chico de El Castillo.
- No lo juzgues que no lo conoces -le contestó ella algo resentida.
- Y tú no lo defiendas que te ha dejado tirada.
- A veces eres muy idiota, Nicolás González Iglesias -le dijo ella llamándolo por su nombre completo para molestarlo de alguna manera.
- Pero me quieres.
Nico la atrajo hasta su pecho y besó sus mejillas un par de veces haciendo que ella se riera. Lucía deslizó sus brazos por su cintura dejándolos ahí mientras seguían caminando. Al alzar sus ojos se quedó casi sin respiración. Allí en la puerta de la terraza, estaba Brahim con los dos chicos de siempre. Sus miradas se cruzaron durante unos breves segundos. Ella sintió latir su corazón con fuerza. Le costaba respirar. La garganta le ardía y le temblaba el cuerpo. Pues si, él le afectaba más de lo que ella podía pensar. Se dejó llevar dentro del local por Nico. Al pasar al lado de Brahim, no se atrevió ni a mirarlo de lo nerviosa que estaba.
Brahim apretó sus puños cabreado. Verla con otro, abrazada y recibiendo sus besos le había calentado la sangre. Era cierto que él la había empujado a esto, a alejarse de él, pero le jodía un montón verla con otro. Más de lo que pensaba.
- Creo que te han tomado la delantera con la rubia, Brahim -le dijo su amigo Rubén riéndose de él con descaro.
- ¡Cállate, quieres! - le gruñó Brahim sin poder quitarle la vista de encima a Lucía. Estaba hablando con su vecina sin despegarse del muchacho con el que había entrado y al que él quería pegarle.
- Venga, Brahim, no te enfades. Has perdido un polvo. Pero mira todo este sitio, está lleno de tías y seguro que habrá alguna más que dispuesta a follar contigo.
Brahim ni le contestó.
Porque él no quería a tener nada con ninguna tía.
Es que no quería que ninguna se le acercara.
Los únicos brazos que deseaba que lo tocaran, estaban tocando a otro.
Caminó dentro del local y se fue directamente a la barra. Conocía al camarero porque coincidió con él en El Castillo durante un par de meses. Así que pudo ponerle una ginebra con limón y bebérsela mirando a Lucía de reojo. Verla tocar y reírse con ese imbécil le ponía de los nervios. Sobre todo cuando él acariciaba su espalda desnuda y le cuchicheaba en la oreja.
Joder. Es que desde que la había visto venir con esa falda blanca tan corta, y ese top negro que dejaba su espalda al aire, estaba que no vivía. Porque Lucía lo tenía loco. Perdía el sentido por ella. Y no sólo por su físico, que a él le parecía espectacular. Es que ella era terriblemente sexy, y fue suya por unos instantes. Y como deseaba recuperarla joder.
- Como apriete tanto el vaso lo rompe -le dijo Nico a Lucía al oído.
Nada más entrar ella le había dicho quien era y él no perdía de vista a su "amigo". Pero tal y como la miraba, Nico estaba seguro que lo que Brahim le dijo el otro día, no había quien se lo creyera. Miraba a Lucía como el que mira a alguien que le gusta mucho.
- Por mi como si rompe la barra entera. Anda dame un beso -le dijo ella acercándose a sus labios.
- Lucía, estas jugando con fuego y a estos tíos no hay que calentarlos que lo echan a arder todo -le dijo Nico apartándola un poco de su cuerpo pues lo que menos quería era tener problemas con el "enamorado" de la rubia.
- Pues eso es lo que quiero. Que arda y que me olvide -le contestó ella con un tono de desagrado en su voz.
- Si claro. No te lo crees ni tú -le señaló Nico rodando sus ojos a continuación.
- Pues si no me das un beso me voy a pedirme algo -le dijo ella cruzando sus brazos.
- Ni el culo te voy a tocar, Lucía. No me utilices para dar celos -le advirtió él haciéndole una mueca hastiada.
- ¡Con la de favores que yo te he hecho Nicolás! -Nico se acercó a Lucía y la volvió a agarrar de la cintura. Se mojó los labios y se acercó a su oído para hablarle en susurros.
- Que los favores nos lo hicimos los dos, Lucía. Que tú también gemías como una perra.
Nico le dio un beso en la mejilla y la apartó de su lado mientras ella se hacía la indignada a la vez que sentía arder sus mejillas. Se dio la vuelta y fue hacia la barra. Encontró un hueco y se apoyó esperando a que viniera el camarero.
Brahim sintió su presencia en cuanto ella casi se puso a su lado. Se permitió mirarla con tranquilidad mientras ella buscaba el camarero. Esa falda blanca que le quedaba a mitad del muslo hacían que sus piernas se vieran preciosas desde donde él estaba, y ese top negro de tirantes, cuyo escote lo estaba volviendo loco aún realzaba más sus pechos.
No lo pudo evitar. Se acercó hacia donde estaba. Alguien tiraba de ese hilo invisible que lo llevaba a ella. Lucía le atraía peligrosamente. Debía alejarse ahora antes de hacerle daño. Porque eso es lo último que querría en este mundo.
Lucía giro su cabeza y lo vió acercarse hasta apoyar sus manos en la barra. Si movía un poco sus dedos podría tocarlo. Casi rozarlo. Cogió aire con fuerza y lo soltó despacio sin que él lo notara.
- Estás invadiendo mi espacio vital, Brahim - le dijo ella con chulería mientras sentía el corazón latirle muy deprisa. Porque el mero hecho de tenerlo tan cerca hacia que su corazón reaccionará como loco por el chico.
- Ni te estoy rozando -le dijo él hablándole con mucha calma. Es que ni él mismo comprendía como se controlaba tanto. Porque lo único que quería era cogerla en brazos y sacarla de allí. Llevársela a algún sitio donde estuvieran a solas y apagar la sed que tenía de ella.
Aunque mañana quisiera beber de sus besos de nuevo.
Aunque se moría por sentir sus gemidos en su oído mientras se hundía en ella una y otra vez.
- Pero estas respirando cerca de mi -le dijo ella mirándolo con ironía. Lucía se mordió el labio con paciencia. De la que ahora mismo tenía poca. Tenerlo cerca le afectaba. Le removía todo el cuerpo y sólo pensaba en hacer muchas cosas sucias con él.
- ¿Eso está prohibido? -le preguntó Brahim alzando una de sus cejas y provocándola de esta manera.
Lucía le hizo una mueca y se dio la vuelta. El camarero vino hacia ella y le pidió una copa de vodka con naranja.
- Muy mono tu lo que sea... ¿es de por aquí? - le preguntó Brahim con curiosidad y si, con algo de celos.
- Ya te dije que tíos como tú, a patadas -Lucía pagó su copa, le dio un trago y la cogió para poder volver con los demás. Brahim le puso una mano en el brazo y la giro para que lo mirara. Esos ojos siempre lo desarmaban por completo. Estaba a merced de esa mirada y de su dueña.
- ¿Te has acostado con él? -le preguntó él con cierto tono de ansiedad en su voz. Pues si bien era verdad que ellos no eran nada para que Brahim andara reclamándole, lo cierto es que se moría pensando que la rubia fuera de otro tan pronto.
- Hoy no.
Lucía se zafo de su brazo y volvió con Nico. Resoplo y se bebió otro trago de su bebida mientras se ponía al lado de su amigo. Nico paso uno de sus brazos por sus hombros y le sonrió.
- ¿Todo bien, Lucía? -le preguntó él pues había asistido a todo el intercambio que entre los dos se había realizado.
- No lo sé. Creo que acabo de cabrearlo -le confesó ella soltando una pequeña carcajada.
- Genial. Eres la hostia, Lucía. Como ese tía quiera pegarme te uso de escudo.
📅 MÁS TARDE
Brahim llevaba toda la noche soportando como Lucía no se separaba de su amigo. A él se le habían acercado varias tías, pero, no había querido liarse con ninguna. Los únicos besos que quería dar, eran a la rubia que lo traía por la calle de la amargura.
Se fijó como ella se separaba de sus amigos dirigiéndose a los servicios que estaban fuera. No se lo pensó. Esta era la oportunidad que esperaba para hablar con Lucía.
Minutos después, la rubia terminó de lavarse las manos y salió del baño. Ya estaba algo cansada de estar aquí y de tener que soportar que las tías asediaran a Brahim. Esto de darse celos mutuamente, ya no tenía gracia. No había andado ni 4 pasos cuando una mano tiro de su brazo, hasta arrastrarla un hacia el lado opuesto hacia donde ella iba.
- Pero...¿Qué coño ha..? -la pregunta no la llegó ni a terminar cuando vio que era Brahim quien tiraba de ella.
Los dos se miraron fijamente sin perderse detalle el uno del otro. Con las respiraciones agitadas y los corazones buscando el latido del otro.
- Suéltame Brahim -le pidió ella tirando de su brazo, pues aunque no quisiera irse de su lado, aún tenía dignidad.
- Solo quiero hablar contigo -le dijo él, casi rogándole.
- No tenemos nada de que hablar -le respondió Lucia, a la vez que sentía todo su cuerpo estremecer a causa del contacto de sus dedos en su brazo.
Porque cada vez que él la tocaba todo su cuerpo ardía en llamas.
Porque su mirada hacia que se olvidara hasta como respirar.
Porque creía que lo suyo sería un rollo y estaba empezando a sentir cosas por él.
Brahim se acercó a ella poniendo suavemente sus manos en ambos brazos. Tenía la respiración agitada. Podía sentir el aliento de ella cada vez más cerca. Casi rozaba sus labios. Puso su frente al lado de la suya sintiendo que su corazón iba por libre a la hora de latir.
- Lo siento, Lu. Siento haberte tratado así. Estaba enfadado y lo pagué contigo. No te lo merecías. Yo no te merezco -le confesó él con la voz entrecortada. Era la primera vez que era tan sincero con una chica. Pero es que ella no era cualquiera.
Lucía trago saliva al escuchar su sincera confesión. Sabía que era verdad. Lo sabía porque a Brahim le temblaban las manos mientras la tocaba.
- Da igual, Brahim, con lo de merecer o no. Tú y yo no somos nada -le recordó ella casi escupiendo unas palabras en las que no creía.
Brahim alzó su mirada clavándola en ella. Una de sus manos se fue deslizándose suavemente por su brazo hasta alcanzar su mejilla. La yema de sus dedos la acariciaron muy despacio sin dejar de mirarla.
- Te equivocas Lucía, para mí eres algo más.
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