El Castigo de Hanji
Pese a haber sido accidental, la distribución de la droga afrodisíaca puso a Armin, Levi y Eren — y muchos/as reclutas más — en peligro y en una situación traumática que resultó tener graves consecuencias, entre ellas violaciones, suicidios — porque no todos podían seguir viviendo soportando el asqueroso recuerdo de haber sido profanados cruelmente por un compañero a quien consideraban un aliado — y la ejecución de 54 hombres sin vergüenza que obtuvieron su merecido crudamente. Por lo que Hanji Zoe fue acusada de daño social y fue sentenciada a diez años de encarcelamiento, teniendo a su favor solo 20 minutos de libertad antes de sumirse en su encierro.
— Hanji — solloza Armin, aferrado a su cuerpo en un abrazo desesperado que la castaña recibió con una sonrisa amarga, acariciando su cabello — Lo lamento tanto, esto no debía ocurrir — afirma entre lágrimas.
— Si, la distribución de esa droga no pudo ser accidental. Alguien debió repartirla intencionalmente — afirma Eren enojado — Encontraremos quien fue y usted será liberada — asegura con determinación. Jean apoya una mano en su hombro y asiente.
— Es verdad, encontraremos al, o los responsables, de este desastre y los haremos pagar. A todos ellos — promete.
— Los capitanes los castigarían por conspirar contra la misma legión — menciona Hanji con su sonrisa triste. A pesar de estar agradecida por su esfuerzo, ella no podía superar la culpa por todos sus cargos, porque eran ciertos.
— Pues yo les parto la madre y libero a mis cadetes — responde Levi con los brazos cruzados y el rostro rígido.
Aunque Levi consideraba a Hanji una molestia constante, la quería mucho, y la valoraba como una amiga. El que la acusaran de tanto era en cierto modo injusto, porque no tenían pruebas de que ella creo la droga con propósitos de distribución y sabotaje. Alguien debió tomarla y repartirla entre los cadetes, no pudo expandirse porque si nada más.
— Chicos en verdad, juro que agradezco lo que intentan hacer. Pero así mismo no la haya repartido, yo merezco mi condena. De no haberla creado no habría ocurrido nada de esto — menciona.
— De no ser por esa droga, Erwin y yo no seríamos pareja — responde Levi severo, como si la sola idea de imaginarse en la antigua relación Capitán-Comandante con su rubio lo disgustara.
— Ni Mike y yo — menciona Armin preocupado.
— Ni Jean habría superado su pelea con Eren — menciona Mikasa seria.
Hanji baja la mirada, intentando calmarse y no romper en llanto. No quería pensar en lo que pasaría en prisión, es decir, seguiría dentro del edificio de la Legión de Reconocimiento, solo que en el sótano y sin ver la luz del sol durante diez años. Sabía que vería a sus amigos y los jóvenes cadetes cada tanto, estaba segura de que ellos se las ingeniarian para meterse en el sótano y visitarla.
— Hanji — menciona Mike — Estaremos contigo siempre — afirma, viendo cómo unos cadetes entraban para llevarse a Hanji a su celda por los próximos diez años.
— Buscaremos como sacarte de ahí — afirma Levi, apoyando su mano en el hombro de la mujer con seguridad — Mientras tanto no hagas nada estúpido, que se te da muy bien — Hanji ríe suave y desganadamente.
— Haremos justicia, dalo por seguro — afirma Erwin, más serio que de costumbre.
— Te visitaremos hasta entonces — promete Armin, soltando a Hanji para que puedan esposarla.
— Realmente son increíbles — sonríe ella, conmocionada con la sincera apreciación que sus compañeros y cadetes expresaban por ella — Los estaré esperando — afirma antes de dejarse jalar por los cadetes.
|∆|
Hanji jugaba con las sábanas aburrida, si está sería su vida por diez años sería más tardado de lo esperado. Habían pasado solo cinco horas, ya debía ser de noche.
— Hanji — la mujer alza la cabeza.
— ¿Moblit? — balbucea mirando con sorpresa al afligido hombre frente a ella — ¿Qué estás haciendo aquí? — se puso de pie y se acercó a las rejas, sujetando uno de los barrotes.
— No tuve tiempo de decirte nada cuando te llevaron — menciona bajando la mirada entristecido, colocando su mano suavemente sobre la de Hanji — Lamento no haber estado allí... En tu juicio... — Hanji solo lo mira — Es que... No pude soportar la idea de que escucharía como te alejarían de mi... Ni por cuánto tiempo — musita con la voz ahogada.
Hanji lleva su mano libre hacia la mejilla del hombre con quien estaba emparejada por entre medio de los barrotes y la acaricia suavemente. Cuando Moblit alza la cabeza una dulce sonrisa lo recibe.
— Está bien — afirma — Lo puedo entender — asegura suavemente. Moblit siente su labio titubear y sus ojos arder — No llores, tontito — sonríe ella, viendo al mayor soltar las lágrimas.
— Esto va a doler — hipa.
— Somos soldados, Mob. Todo lo que hacemos duele — afirma ella.
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