07 | Confusión efímera.
Ruby abrió los ojos para descubrir que estaba en el hospital.
Frunció el ceño con confusión y pasó la vista por la sala blanca y el suero que atravesaba su vena. Sentía una enorme pesadez en el cuerpo.
¿La habían medicado? ¿Por qué?
Recordaba haber interrogado a Stephanie Meier y la entrada de Rhys Lombardi en la habitación antes de...nada.
¿Se había desmayado?
La confusión que la asaltaba solo aumentó.
Entonces el rostro preocupado de Jenna irrumpió en la habitación.
—¡Ruby, por Dios!—exclamó acercándose a ella—¡Menudo susto!
Ruby suspiró.
—¿Qué ha pasado?
Jenna hizo una mueca.
—El médico ha dicho que muestras una falta de sueño enorme, por no hablar de la mala alimentación...¿Qué demonios, Ruby? Dijiste que estabas mejor.
Mentí, quiso decir la chica, pero estaba demasiado agotada y somnolienta para decir de manera coherente algo de lo que pasaba por su atrofiada cabeza.
—Yo...—arrugó la expresión—No...no sé...—se calló. No era capaz de decir nada.
Jenna suavizó su mirada y soltó un suspiro.
—Ruby, tía...No puedes seguir así. Te has vuelto un robot adicto al trabajo...No duermes, no comes...—siguió haciendo pausas a cada nada, buscando sonar calmada, pero la sutil reprimenda de su conversación estaba ahí—. No puedes sobrevivir a base de café.
La pelinegra arrugó los labios.
—El caso...sospechoso...interrogar a...—su lengua pastosa no lograba decir dos jodidas frases y eso la estaba enojando.
Jenna le restó importancia con la mano.
—Meier y el boxeador se fueron después de tu crisis, él llamó a los guardias y te trajimos al hospital. ¿Te dijo algo o te desmayaste antes de que hablara?
Ruby la fulminó con la mirada.
—¿Qué...tú crees?—articuló con dificultad.
Jenna hizo un mohín.
—No te preocupes, lo interrogarás cuando estés mejor.
Ella asintió.
Ruby muchas veces era seca, pero Jenna había sido una gran amiga para ella desde que había llegado a la estación. Verla aquí, ayudándola, y realmente preocupada por su estado, hizo a Ruby sentir un calor en su pecho.
¿Cuándo había sido la última vez que había tenido una buena amiga de verdad? La pregunta hizo que una punzada atravesara su cabeza.
—Joder...—masculló por lo bajo.
Jenna frunció el ceño.
—¿Qué pasa?—preguntó mirando las máquinas—¿Te duele algo?
Ruby tuvo el impulso de contarle lo de sus inexplicables dolores de cabeza, lo de su imsomnio y lo de las lagunas en su memoria...pero no tuvo el valor para abrir la boca y mostrarse tan vulnerable.
Entonces, Oliver abrió la puerta haciendo que el pequeño bienestar en Ruby se evaporara al instante.
El Capitán hizo una mueca mientras la pelinegra levantaba una ceja.
—¿Cómo se encuentra?—le preguntó directamente a Jenna.
Ruby soltó una risa sarcástica.
Reunió toda la fuerza de su cuerpo para articular una frase completa a pesar de la ola de sedantes que circulaban sus venas.
—Tú...—tragó saliva—Tú entre todas las personas deberías saber que tengo una boca perfectamente funcional, querido ex-marido.
Él hizo una mueca.
—¿Es en serio?
Jenna sacudió las manos por el aire.
—No empiecen, por favor—pidió—. Estamos en un hospital, no es el momento ni el lugar para uno de sus estúpidos conflictos, por Dios.
Ambos tomaron aire con fuerza.
—Bien.—dijeron al unísono.
Jenna sacudió la cabeza y se dirigió hacia Oliver.
—Está...débil y algo sedada. Al parecer la señorita—miró a Ruby con énfasis y ella la fulminó con la mirada—ha decidido que no necesita comer y dormir, ¿no, Ruby?
Oliver miró a la detective con una interrogatoria y una enorme sorpresa implícitas en la mirada.
—¿Qué?—inquirió con tono grave.
Ruby se cruzó de brazos.
—No es... tu problema—escupió Ruby con dificultad.
El hombre levantó ambas cejas.
—Joder, Ruby...—gruñó—Puede que estemos divorciados y que no nos llevemos especialmente bien, pero eso no significa que quiera que pasen estas cosas.
Ruby soltó una risa desganada.
—No finjas ser un buen samaritano, Oliver Torres...—ella lo miró a los ojos—Ambos sabemos que estás deseando que dé un paso en falso para que así puedas sacarme del caso. ¿No es así?
Él rió.
—Estás paranoica...—soltó—Yo no soy el demonio que le pintaste a todos tras nuestro divorcio, Ruby, si tan solo tú...
—Jenna—interrumpió Ruby llamando la atención de su amiga—, saca a este hombre de aquí antes de que me quite el suero y se lo tire a la cara, por favor.
Jenna le dio a Oliver una mirada de disculpa y este soltó un bufido abandonando la habitación. Ruby se echó hacia atrás y relajó los hombros por una vez desde que su ex-marido había entrado.
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