—Tome asiento, señor Deekon.

Cuando el doctor se sienta frente a Ruby, ella lo observa. Está muy nervioso, suda, sus manos juguetean presas de la ansiedad. Kent Deekon, había leído, Cirujano, treinta años, prácticamente rico...una reputación laboral intachable. Sin antecedentes penales...
Un niño bueno...pensó, El asesino perfecto para no levantar sospechas.

—¿He hecho algo malo, Detective?—preguntó, temeroso.

Negué, seria.

—¿Cuándo fue la última vez que vio a Nora Altzman, señor Deekon?

Él se puso pálido.

—¡¿Le pasó algo a Nora?!—preguntó, alarmado.

Ruby se pasó una mano por el cuello, algo abrumada por todo en general.

—Aquí yo hago las preguntas , Señor Deekon...Responda.

Él trató de pensar a toda velocidad, en busca de dar alguna respuesta precisa.

—Yo...yo creo que la vi hace una semana, aunque hemos hablado algunas veces.—se pasó la mano por el pelo, castaño enmarañado y se ajustó los lentes—Justo hablamos hace...nada, ¿Ella está bien, detective?

Ruby se mordió la cara interna de la mejilla para no darle una respuesta mordaz.

—Nora...fue hallada muerta en su departamento hace un par de días.

Ella vio como el rostro pecoso, paliducho de Kent tomaba un tono blanco papel en segundos.

—¡¿Pero qué dice?!—exclamó, en shock.—NO,no,no...—murmuró, con la vista perdida y la voz quebrada.

—¿Qué...—Ruby se raspó la garganta—qué relación tenía usted con ella exactamente, Señor Deekon?

Él la miró, lloroso, aturdido.

—Éramos novios...solo...—un ligero sollozo escapó de los labios del hombre y se quitó los lentes , dejándolos encima de la mesa, para frotarse los ojos.—Solo llevábamos un par de meses, un poco más, quizá...No estoy seguro. Habíamos discutido la semana pasada, estábamos hablando de vez en cuando por teléfono...Se...se...—apretó los ojos—Se supone que íbamos a arreglar lo nuestro.

Ruby tomó aire, odiaba cuando las personas a las que interrogaba se le subían las emociones, sentía que les nublaban las ideas e impedían que le dieran información de calidad.

—¿Mando a traerle un vaso de agua, Señor Deekon?—preguntó, tratando de no ser borde como le gustaría.

El hombre negó.

—No,no...yo...gracias...No.

Ella asintió.

—Soy la Detective Evans, Señor Deekon.—dijo ella, estoica—Lamento no haberme presentado antes, mis modales se han oxidado en esta estación.

El hombre asintió.

—No se preocupe, puede llamarme Kent.

Ella lo miró.

—Vale, Kent...El punto es que soy la encargada de investigar el caso de Nora, necesito toda la información que pueda proporcionarme, sin tapujos. No se guarde nada.

Él hinchó el pecho, tomando aire.

—Conocí a Nora hace tres o cuatro meses en el taller de artesanías en el que soy voluntario, ella trabaja...trabajaba—se corrigió, con una mueca triste—allí de medio tiempo.Teníamos una amiga en común, que nos presentó. Tuvimos...química y le pedí su número...así que la invité a salir un par de veces.

—Vale...—murmuró Ruby, atenta.

Él tomó aire y contuvo un sollozo.

—Nora siempre fue...compleja, costaba seguirle el ritmo a sus pensamientos la mayoría de las veces. Sobrepensaba todo hasta rozar lo paranoico y era casi imposible lograr que se relajara del todo...pero a pesar de todo eso quise...quise intentarlo con ella. Todo fue sobre ruedas hasta que , hace unas tres semanas, supe que...poco antes de estar conmigo había estado con alguien más...

—¿Quién?—preguntó Ruby, curiosa.

Él negó.

—Alguien famosillo, de la alta élite de la ciudad, quién... no lo sé. El punto es que me había mentido, me dijo que llevaba meses sin tener nada con nadie y le creí...Odio las mentiras y ella lo sabía. Me molesté mucho, porque luego oí a Anya, su mejor amiga, comentar que era un hombre que ya tenía pareja en ese entonces...Soy algo apegados a las viejas costumbres y...

—...no le gustan las infidelidades, ¿cierto?—dedujo Ruby, inexpresiva.

—No, no me gustan para nada. Pasé días sin hablar con ella, hasta que fue a buscarme al hospital donde trabajo. Hablamos y accedí a darle una oportunidad...Me gusta,...gustaba—se volvió a corregir y soltó una maldición por lo bajo—...mucho.

Una lágrima recorrió su mejilla hasta perderse en su barba de un par de días. Ruby se aclaró la garganta.

—Dices que esta...amiga suya, Anya...¿Ella podría saber quién era el hombre misterioso?

Él la miró a los ojos.

—¿Cree que él tenga algo que ver?

Ruby se encogió de hombros con una exhalación profunda. No dormir le estaba pasando factura.

—No lo sabremos hasta que hablemos con él.

Kent observó el suelo y luego dijo :

—Si alguien puede darle información, esa es Anya. Eran como uña y carne y se contaban todo. Desearía con todas mis fuerzas ayudar más, Detective, pero nos habíamos distanciado mucho en las últimas semanas , no le sería de mucha ayuda.

—Entiendo, Kent...—dijo ella.

—De todas formas, me gustaría pedirle de favor que me contara cualquier cosa que...supiera.

—Lo haremos, Kent, no te preocupes...—murmuró la pelinegra, pensativa y asimilando toda la información recibida.

No le pasó desapercibido que esa misma chica era la de la lista de llamadas, optó por guardarse los cuestionamientos de los otros dos nombres para su ''conocedora'' mejor amiga.

Pero antes de que Kent saliera ella le preguntó :

—¿Tenía Nora algún familiar aquí?

Kent negó.

—Abandonó su pueblo natal hace diez meses cuando vino a trabajar a la ciudad, su familia se quedó allá...—él tragó saliva—Creo que tendré que llamarlos.

Ruby asintió.

—Sí...debería.

—Que tenga un buen día , Detective...—dijo el hombre, con los hombros tensos.—Llegue al fondo de esto, por favor.

Ella asintó, cuando Kent salió, se echó hacia atrás en la silla y una sonrisa leve se le escapó.

Objetivo : pescar un culpable y patearle las bolas a Oliver. pensó , y luego salió en busca de café antes del próximo interrogatorio.