MATÓN A SUELDO
-Esta es la tienda, veamos que hay dentro.-dijo Pepe observando el letrero de la tienda. Observó el papel y se lo guardó en el bolsillo antes de entrar en la tienda "La Piel del Oso."
-Con ese nombre... No me da buena espina.-dijo Sadie desconfiada mientras entraban en un local lleno de todo tipo de disfraces que colgaban de perchas en largas barras de aluminio. Estaban divididos en secciones y había de todas las clases y para todos los gustos divididos en distintas secciones. Había trajes de animales, de profesiones, de seres mitológicos, de Halloween... Sadie observaba la gran variedad de disfraces que había asombrada, lo detallados y reales que parecían.-Vaya, esto es arte.-dijo observando un disfraz de elfo muy trabajado.
-Sí, seguro que han salido de aquí los disfraces. Mira ese de Mujer Maravilla.-dijo señalando un maniquí con un escotado traje de Mujer maravilla con látigo de la verdad y muñequeras de "acero indestructibles".
-Basado en los recientes comics, a mis sobrinos les encanta.-dijo un hombre apareciendo tras un expositor de dos clone troopers.- ¿Puedo ayudarlos en algo, o ya saben que es lo que buscan? Si no, puedo recomendarles unos disfraces de Sherlock Holmes y Watson ideales.-dijo sonriente y Pepe soltó una risa mientras agarraba su pipa.
-¿Tanto se notaba que soy un detective con su ayudante?-dijo divertido y el dependiente compuso una sonrisa amable.
-Solo un poco.-dijo haciendo un gesto con la mano.- ¿Puedo ayudarles en algo?-preguntó servicial.
-Pues la verdad es que sí.-dijo Pepe y sacó su cuaderno de notas.-Vera creo que recientemente entre hace tres o dos días usted vendió unos veinte disfraces de distintos tipos a un mismo hombre.-dijo Pepe y el hombre asintió.
-Sí, no es la primera vez que lo hago, ¿por qué?-corroboró confuso.
-¿Lo haces a menudo?-preguntó Sadie sorprendida.
-Bueno, los teatros, las series, algunos anuncios necesitan disfraces buenos y yo se los vendo a quién quiera usarlos.-dijo como si nada.-Aquel tipo quería hacer una fiesta de disfraces para celebrar no sé qué aniversario.-dijo y los guio al mostrador.-Fue hace dos días. Pagó en efectivo, con un gran sobre, algo un tanto raro, pero bueno.-dijo y sacó un gran archivador lleno de papeles de cuentas.-Ese día también vino el representante del teatro para unos disfraces relámpago para una obra que acababa de llegar. ¿A cuál de los dos se refiere?-preguntó como si nada, casi con aire aburrido.
-Uno que compro la Liga de la Justicia, los Vengadores, uno de Iñigo Montoya, Darth Vader...-empezó a enumerar, pero el dependiente de la tienda lo paró en cuanto empezó a oír la enumeración.
-Vale, ya sé quién dice, el hombre del sobre.-dijo y le mostró el registro.
-¿Por casualidad sabe algo de él o su nombre?-preguntó Pepe y el hombre negó con la cabeza.
-No. ¿Acaso ha hecho algo?-preguntó incómodo.
-Es cómplice de un complot. Si tuviera cámaras de seguridad para poder ver su cara, le estaría muy agradecido.
-Claro, le enseñare su cara. Si puedo ayudar, fantástico: no quiero que usen mis disfraces para conspiraciones, ¿Trabaja con la policía?-preguntó guiándolos a otra sala y Pepe asintió.-Pues dígales que yo no tengo nada que ver con lo que sea que haya hecho ese loco.
-Le hablare de su colaboración, precisamente después de hacer esta parada pensaba ir a la comisaría.-dijo mientras Sadie observaba el lugar curiosa...
∑∞∑
-¡Habla! ¿Quién es tu jefe, quién te ha contratado?-gritaba un agente al esposado matón en la sala de interrogatorios. Rex observaba el interrogatorio junto con una compañera. Cuando vio venir a Pepe seguido de otro agente se puso recto y lo miró serio.
-Pepe, no te esperaba tan pronto. Apenas son las cuatro.-dijo Rex mirando su reloj.-Espero que no vengas a por información porque no está colaborado.-le dijo y Pepe negó con la cabeza.
-No, más bien vengo a explicarte porque este tipo quería matarme y el nuevo caso dónde estoy metido.-le dijo y Rex asintió curioso.
-Por favor, ilústrame.-dijo mostrándole una silla.- ¿Esto incluye una denuncia?-preguntó y Pepe asintió.
-Sí, yo diría que sí, pero antes necesito que me digáis quién es el que encargó los disfraces de nuestros amigos. Tengo su foto, espero que tengáis reconocimiento facial.-dijo y le enseño un disco. La otra policía lo examinó y asintió.
-Si ha cometido algún crimen lo tenemos fichado. Déjemelo a mí, Rex es capaz de meter un virus.-dijo llevándose el disco y Pepe le dio las gracias.
-Muy graciosa Sara.-le dijo Rex picado.-Explícamelo rápidamente y si estás seguro te tomo declaración.-le dijo y Pepe asintió.
-Te lo resumiré y luego te diré mi teoría, pero necesito tu ayuda para detenerlo, como detective no puedo hacerlo, pero tú como policía sí.-dijo y empezó a resumir lo ocurrido. Rex asentía a cada rato con mirada pensativo. Sadie de vez en cuando metía baza para completar la historia y tras veinte minutos, todo estaba dicho.
-Bueno, debo decir que es una historia realmente extraña, ¿sabes quién está detrás de esta locura?-preguntó y Pepe hizo una mueca.
-Más o menos. Tengo una teoría un tanto alocada, pero si logramos que el matón hable, podre corroborarla.-dijo y Rex hizo una mueca.
-Lo más probable es que lo haya contratado un tercero.-dijo desesperanzado.
-Pero podemos encontrar ese tercero, que será la prueba definitiva para demostrar que ha sido quien yo creo, además creo que tiene retenido a un niño.-dijo serio y Rex asintió.
-Bien, explícame tu teoría y luego haz la denuncia si estás seguro.-le dijo y tras mirar la sala de interrogatorios suspiro y decidió compartir algo.
-Vale te diré la idea general, pero quiero que me dejes hablar con el matón.-dijo y Rex asintió.
-Está bien, pero ya puede ser buena tu teoría.-dijo serio. Pepe asintió y tras unos segundos de silencio, comenzó una breve explicación...
∑∞∑
-Hola Tomás, ¿por qué ese es tu nombre, no?-dijo Pepe sentándose frente al matón.- ¿O debería llamarte el Solucionador? Un nombre que debo decirte que es verdaderamente horrible.-le dijo sincero mientras ponía una carpeta sobre la mesa. En la carpeta el matón pudo ver las fichas de las veinte víctimas. Pepe se acomodó en la silla y sacó su bloc de notas.-Sé quién es tu jefe.-dejó caer tras varios segundos de silencio. El matón se rio divertido, pero al ver que hablaba en serio le miro confuso.
-¿Entonces qué hago aquí?-dijo sin entender.
-Bueno, es que necesito pruebas para condenar a tu jefe, como un testigo por ejemplo.-dijo y el matón se echó hacia atrás.
-No soy un chaquetero, vaya a por otro.-dijo serio.-Además, yo no sé quién es realmente el jefe, me contrató un tipo en un callejón con un gran sobre de billetes.-añadió algo incómodo.
-No quiero sonar borde, pero con o sin ti voy a apresar al causante de todo esto.-le advirtió señalando con un dedo.-Tengo suficiente para poder acusarle y este hombre al ir al juzgado hará un trato para perder años. Se hará con un buen abogado, os delatara a ti, al comprador de los disfraces y al que te contrató. Tú, le importas tanto como una brizna de hierba o menos, así que si quieres perder años de la condena, yo soy tú único aliado para evitar que ese idiota te cuelgue el muerto. Pero esta oferta solo vale aceptarla ante de que salga de aquí.-le advirtió. El matón lo observó de arriba abajo y tras varios segundos de mirarse en silencio, Pepe cogió sus cosas y se dispuso a salir de la sala.
-¡Espere!-le dijo nervioso cuando estaba a punto de abrir la puerta. Pepe se giró y miró a Tomás crítico.-Nadie me va a colgar el muerto y mucho menos por algo que no he hecho. No sé qué habrá hecho por su cuenta, pero a mí solo me pagaron por asustarle y seguirle.-confesó con pelos y señales. Pepe lo examinó un momento y volvió a sentarse lentamente en la silla.
-Habla, ¿qué sabes?-le preguntó sacando su pluma. Dejó la carpeta de nuevo sobre la mesa y se preparó para anotar en su cuaderno.
-No mucho. Solo conozco al tipo que me pagó.-dijo nervioso.
-¿Recuerdas algo que nos ayude a identificarlo?-preguntó y el hombre se rascó la cabeza.
-Recuerdo que llevaba bolsas negras de basura de las que asomaban ropa. Estábamos muy cerca de unos contenedores en un callejón bastante sucio.-dijo y Pepe alzó una ceja, teniendo de pronto una idea.
-Dime, ¿si te enseñara una foto suya lo reconocerías?-dijo sacando una foto de la carpeta. Sadie la observó con atención. Era una de las que habían impreso antes de venir a la comisaria. El matón asintió y Pepe le mostró la foto del hombre que había comprado los veinte disfraces.
-Sí, es él, ¿de dónde la ha sacado?-dijo observando cogiendo la foto tembloroso.
-Secreto profesional, ¿estás absolutamente seguro de que es hombre de la foto el que te contrató?-dijo mientras la compañera de Rex aparecía y les mostraba a Sadie y a Rex la ficha criminal de hombre del video.
-Lo tengo, es Sergio Rúfalo, un arregla problemas de familias ricas al que se le acusa de doce extorsiones, siete robos y cinco asesinatos, pero no hemos podido demostrar ninguno.-lo presentó. Rex examinó la hoja mientras Pepe preguntaba a Tomás sobre su contacto.
-Bueno, ya tenemos el tercer hombre solo falta demostrar quién es el que maneja los hilos.-dijo Pepe juntándose con ellos y Sadie le enseñó la hoja del criminal. Pepe sonrió al verla y asintió con la cabeza.-Perfecto.
-¿Podrás derribarlo con tus argumentos?-le preguntó Rex mientras Pepe leía la hoja.
-Pues claro que...-empezó a decir cuando de repente su móvil sonó.- ¿Pero qué...?-dijo y vio que era su hija.
-¿Esa cosa aún funciona?-dijo Sadie al ver el viejo Nokia golpeado con un pequeño teclado.
-Sí, y no se puede rastrear.-dijo cogiendo la llamada.- ¡Patricia! ¿Qué pasa, vuelves ya de casa de tus amigas?-dijo curioso y de repente su cara se apagó y se le cayó la mandíbula al oír a su hija.
-Papá... me han secuestrado.-dijo Patricia con voz temblorosa desde el otro lado la línea.
-Y no volverás a verla si insistes en seguir jugando a detectives. Tienes una hora para parar y dejarme toda la información en el polígono industrial, junto en la fábrica de Coca- Cola.-dijo una voz segura de sí mismo.-Si haces alguna tontería, puedes despedirte de ella y del niño.-dijo y colgó la llamada. Pepe dejó caer el teléfono al suelo mientras el resto lo miraba sin comprender. Antes de que pudieran preguntar algo, Pepe se puso rojo, apretó los puños y con un grito de rabia cogió una de las sillas y golpeó con fuerza el cristal de la sala de interrogatorios, rajándolo mientras gritaba maldiciones.
-¿Qué mosca le ha picado?-preguntó Sadie mientras ambos policías lo agarraban para que no rompiera nada más.
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