Capítulo 3
El anillo y los principales sospechosos
Martes 28 de septiembre de 1965.
París, Francia.
Hora: 21:15:30
La obra de teatro había sido un éxito, todos los actores estaban totalmente satisfechos de que su obra haya sido de tal agrado como para escuchar los aplausos del público entre cada escena, admirando las actuaciones de cada uno.
-Buen trabajo, muchachos -felicitó Jean-Jacques Osbourne, el director.
Todos agradecieron y fueron a sus camerinos.
-Estuviste increíble -halagó Amélie a su compañero.
-Y tú te viste muy hermosa con tu atuendo -comentó Dorian, con cierto nerviosismo- Es decir... ya eres hermosa, solo que... esta noche... te luciste más -rió.
Amélie bajó su mirada en medio de una pequeña risa- Hasta en el escenario eres todo un caballero -le dijo.
-Le pediré a Osbourne que vuelva a ponerme en pareja contigo en la próxima obra -comentó mirándolo pícaramente.
Dorian se ruborizó- O-Ojalá te escuche -murmuró rápidamente.
-Te veo después -se despidió la mujer mientras se dirigía a la puerta.
-C-Claro, hasta mañana, descansa -habló el actor entre nervios mientras veía a Amélie guiñarle el ojo y salir de esa habitación.
Suspiró embobado.
-Lástima que no puedes ver desde mi punto de vista, así verías lo ridículo que te miras con esa cara de enamorado -se burló uno de sus colegas, Jean-Claude Phoenix.
-Amigo, no tienes idea de cuánto la amo -suspiró Dorian.
-Laurent, si tan grande es tu amor por ella, ¿por qué no consigues un anillo y se lo das de regalo mientras le preguntas 'quieres casarte conmigo'? -preguntó Phoenix imitando lo dicho de forma dramática haciendo reír a su amigo.
-No lo sé... ¿y si sus sentimientos no son tan fuertes como los míos? -dijo con cierta inseguridad.
-Claro que son igual de fuertes -interrumpió una tercera voz- No sabes lo mucho que sueña con el día que te armes de valor y te le declares -comentó.
-¿Estás segura, Elise? -preguntó Dorian.
-Definitivamente, ¿o es que acaso estás demasiado ciego para no notar los ojos de amor con los que te veía tanto en los ensayos como en la presentación? -cuestionó su compañera.
-Yo creo que sí lo está -susurró Jean-Claude de forma burlona.
-Y... ¿cómo hago para declararle mi amor? -preguntó Laurent.
-Deja todo en nuestras manos -dijo Elise- Después del ensayo de mañana, la mujer que amas recibirá un anillo de compromiso de tu parte.
-Yo podría ayudarte con eso -habló Phoenix- Conozco una joyería donde no tendrás qué gastar tanto dinero a cambio de una joya muy bella.
-Y yo me encargo de organizar su cita junto a los demás -propuso la chica.
Dorian miró a sus amigos- Gracias -sonrió- Sin ustedes estaría perdido.
-Ya sabes lo que dicen -habló la mujer.
-Uno para todos y todos para uno -dijeron los tres al unísono mientras juntaban sus manos una sobre otra.
Al levantar sus manos con ánimo, rieron y cada uno se dispuso a ir a casa, dejando, por ese día, el teatro 'Les Mousquetaires'
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Miércoles 29 de septiembre de 1965.
París, Francia.
Hora: 08:43:19.
-¿Puede darme las características del hombre que robó su anillo, Madame...? -Maciel hizo una pausa.
-Mademoiselle Mireille Beauvisage, si no le importa -aclaró una mujer de mediana edad, bien vestida y visiblemente millonaria.
-Bien, Mademoiselle Beauvisage, díganos lo que alcanzó a ver del ladrón -dijo Alban.
-¡Era espantoso! -chilló la mujer- No tenía mucho cabello, el poco que poseía era rizado y grasoso, cejas pobladas, ojos medianos, con una barba corta, rostro redondo y una cicatriz en la mejilla, su vestimenta era horrible, rasgada y sucia -dijo asqueada.
Mientras Mireille daba los rasgos de su atacante, Maciel manejaba un lápiz sobre su cuaderno de forma hábil, usando el borrador escasamente.
-¿Era más o menos así? -preguntó Bourdeau.
-¡Ah! -gritó la mujer con horror- ¡Idéntico al sujeto ese! -exclamó señalando la hoja de papel.
-Bien, deje este asunto en nuestras manos, la ayudaremos a recuperar su posesión más preciada -aseguró Alban.
-¡Háganlo! Ese anillo de rubí es carísimo -presumió mirando su mano- No merece estar en manos de sucios vagabundos como ese -dijo con asco para después guíar su mirada a Camus- Sin ofender, claro.
Alban suspiró volcando los ojos, personas como Beauvisage le desagradaban, la mayoría de gente rica a la que ayudaba lo hacían sentir inferior por su condición económica, inclusive al pagar por los casos resueltos, estos le daban recompensas bastante bajas bajo el argumento de que pobreza significaba conformismo.
Pero igual, la paga que le dieran le serviría de algo para no depender totalmente de su amigo.
Maciel miraba el reloj en su mano, se estaba haciendo tarde para visitar a la familia Beaumont.
-Ejem -aclaró su garganta ligeramente para llamar la atención de su compañero.
Alban volteó a su dirección, en ese instante, Bourdeau señaló su reloj discretamente, Camus entendió el mensaje y se dispuso a despedirse de Mireille.
-En menos de lo que se imagina lo tendrá de vuelta -declaró.
-Siga su camino con mucho cuidado y quédese tranquila -dijo Maciel.
-¿Tranquila? -se exaltó la mujer- ¡Hay un ladrón suelto en la calle!
-Y nos encargaremos de él -repitió Camus- Pero por el momento tenemos otros asuntos qué atender, incluyendo el suyo.
-Así que, si no le importa, debemos irnos -aclaró Bourdeau sacando una tarjeta de su bolsillo- Le dejo nuestro número por si alguna otra cosa se le ofrece.
-Con su permiso -dijeron ambos detectives al unísono inclinando un poco la cabeza y se dirigieron sin más al auto.
-¡No tarden en resolver este crimen! -les gritó a la distancia una vez que el coche había arrancado.
Una vez arriba, Alban y Maciel exhalaron con alivio.
-Vaya dama, eh -suspiró Alban con cansancio.
-Es una mujer con una voz aguda bastante dramática -rió Maciel nerviosamente.
-Vayamos a casa de los Beaumont y seguir con el caso del señor Antoine, luego nos ocuparemos del anillo de Mademoiselle Beauvisage -comentó tratando de ordenar sus planes.
-Espero no nos llame gritando por no apresurarnos -dijo el contrario.
Para luego darse cuenta del error que acababa de cometer.
-Hice mal en dejarle nuestra tarjeta de presentación, ¿verdad? -preguntó quejándose.
-Sí -se limitó a decir su compañero- Por eso ahora tú contestas todas las llamadas del teléfono -sentenció Camus sonriendo con falsa tranquilidad.
Maciel suspiró pesadamente resignándose a su sentencia.
Continuaron su camino en el auto aproximadamente una hora hasta divisar la mansión Beaumont.
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Miércoles 29 de septiembre de 1965.
París, Francia.
Hora: 10:18:37.
-Entonces, los periódicos no mienten -musitó Charles Beaumont con sorpresa- Antoine Réginald ha muerto.
-Así es -afirmó Alban- Y el motivo de nuestra visita es para hacerle unas cuantas preguntas -comentó juntando sus manos.
-Usted como enemigo gubernamental de Réginald, ¿Han tenido diferencias más allá de lo laboral? -preguntó Bourdeau.
Beaumont suspiró.
-Las únicas diferencias que teníamos eran acerca de las clases sociales -comentó- Antoine tenía la idea de que tanto ricos como pobres tenían los mismos derechos.
Era cierto, por ese hecho, Alban había aceptado su amistad.
-Sin embargo, en nuestra familia teníamos bien claro que ambos grupos sociales jamás podrían convivir en armonía -dijo- Los ricos, pase lo que pase, siempre buscarán humillar a los de clase baja.
Alban y Maciel habían sido la excepción de esa creencia.
-En cambio -prosiguió Charles- Abaddie se mantenía al margen acerca de las diferencias sociales, rechazando la idea de la convivencia con los de escasos recursos.
Según la historia, los antepasados de Réginald y Abbadie se habían enfrentado a muerte después de que el pueblo eligiera al primero como gobernante, pues aunque la familia de Abbadie tenía mucha influencia sobre la clase social alta, Réginald si había ganado el cariño del pueblo de la clase baja, quiénes les ganaban por mayoría a los ricos.
Beaumont les explicó a los detectives que la reunión previa a la muerte de Antoine, era para llevar a cabo un acuerdo de paz entre las tres familias rivales, y expresando leyes justas para que las clases sociales convivan sanamente, dándoles a todos los mismos derechos y erradicar la discriminación.
-Mathieu fue el único que no estuvo de acuerdo -expresó- Repudiando cualquier clase de igualdad con 'sucios vagabundos' como él los llama.
Alban había escuchado hablar de ese término más de una vez, al menos tres veces alguien lo había agredido con eso y esas mismas veces habían llegado muy lejos. Escuchar que uno de sus sospechosos era el inventor de aquella denigrante frase no lo tranquilizaba nada, era el siguiente en la lista de interrogación.
-Se fue furioso de la reunión -dijo- Alegando que se arrepentiría de esa decisión.
Alban y Maciel compartieron una mirada de afirmación, ellos no sacaban conclusiones demasiado pronto, pero todo lo que Beaumont hablaba señalaba a un presunto culpable.
Era hora de interrogarlo.
Al salir de aquella residencia, Maciel notó que su amigo lucía extraño.
-¿Estás bien? -preguntó.
-Supongo -contestó dubitativo- Es decir... tenemos algo a nuestro favor para avanzar en el caso. Pero lo siguiente no me complace demasiado.
Prosiguió- No sé si estoy lo suficientemente preparado para una cuarta agresión verbal -admitió avergonzado- La última vez el resultado fue una mascarilla de oxìgeno.
Maciel lo miró con tristeza- Lo sé, ese día comprendí que hay muchas más personas de las que yo creía que son la peor aberración de este país -se acercó a su lado.
Continuó dando a su amigo una palmadita en su brazo- Pero no te preocupes, si algo sale mal en la residencia Abbadie yo estaré ahí, Al -le sonrió en muestra de apoyo.
Camus sonrió agradecido- Gracias, Mac.
Caminaron juntos hasta el auto, repasando más de una vez su llegada a la mansiòn Abbadie.
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Miércoles 29 de septiembre de 1965.
París, Francia.
Hora: 12:07:00.
Ir de un extremo de la ciudad hacia el otro había sido un tanto agobiante, pero en menos de lo que esperaban ya estaban atravesando la calle que los llevaría justo afuera de una enorme reja dorada con una A grabada justo en la cerradura.
Alban, observando la gran mansión tras la puerta custodiada por dos altos y fuertes guardias, tomó una gran bocanada de aire antes de disponerse a bajar del vehículo.
Maciel fue el primero en bajar del auto.
-Buenas tardes, caballeros -saludó a los guardias.
Los hombres inmediatamente se posaron frente a él con una mirada fría, importándoles poco intimidar al detective.
Camus se plantó junto a su amigo- Los detectives privados A.C. y M.B Solicitamos hablar con Mathieu Abbadie por pedido de la familia Reginald -pidió seriamente.
-Aquì nadie del pueblo de los sucios vagabundos es bienvenido -declarò uno de los guardias.
-Sabemos a qué vienen -prosiguió el otro- Monsieur Abbadie no tiene nada qué ver con el homicidio de Reginald.
-Eso tendrá qué declararlo él -exigió Bordeau.
-¿Cómo saben que no fue uno de los bandidos de su pueblo? -cuestionó el primer guardia.
-Por las buenas, déjennos pasar -pidió Camus ignorando al intimidante hombre.
-¿O qué? -desafió el segundo guardia empujándolo un poco.
Los tipos se plantaron frente a los investigadores, haciéndoles retroceder un poco.
-Deberían volver por donde vinieron antes de que Mathieu tome cartas en el asunto.
Alban y Maciel compartieron una mirada de complicidad y, a los pocos segundos estaban siendo llevados 'por la fuerza' hasta la oficina de quien esperaban ver.
En el camino, un tercer guardia los interceptó, pero siguió su camino lejos de ellos al recibir una señal que los detectives no consiguieron descifrar al momento.
Pero sabían que eso no podía ser una buena señal.
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Hola, espero que les haya gustado, no olviden votar, comentar y compartir.
Aaaaaaah, a pesar de ya tener la historia definida está siendo algo complicada de seguir... y más con un teclado sumamente dañado, pero descuiden, para escribir a este cap recurrí a un método un poco tedioso pero efectivo.
Ahora... en otras noticias... MAÑANA ES LA BODAAAAA!!!!!!
Gente, Violett soltera se despide para darle la bienvenida a una nueva Violett en este nuevo camino :')
Próximamentelaanécdotadecómomecaséconsupadre-
Que tengan felices fiestas🎄✨🎁
Deseenme suerte para el viaje de bodas >:D
❤💜Nos vemos💜❤
Violett_User
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