🔰 CAPITULO 3: SEDA FINA 🔰
(Hace 620 años Aprox.)
Perspectiva de Ann
Estaba lista para la noche en la que yo me descubriría a mi misma, mis amigas y cuantos compinches tendría en ese momento me ayudarían a hacer lo que quería hacer. Ser la hija de la Reina no era fácil, era más estresante que hermoso, veía a mis amigas que se divertían después de reunirnos a aprender matemáticas, eran libres y felices, yo era vigilada por más de tres guardias desde que salía de mi cuarto hasta que entraba. Ya empezaba a ocultarse el sol y el mejor vestido que jamás me haya puesto estaba por llegar, mi mirada era la de una leona encaprichada y mi sangre hervía de emoción.
Junthia y Pherkish serían mis acompañantes, ya se había dicho en toda la ciudad de la gran fiesta que tendríamos por el cumpleaños de mi reina madre y a mis 19 años era mi cuartada perfecta, la noche era fugaz, se podía oler la pólvora y las mejores carnes que se reservaban para este día. La multitud se iba reuniendo a montón, en familias, parejas e individualmente, y yo tendría permiso de ir con mis amigas a la presentación de mi propia madre, pero se entendía que podría pasear por los lugares que tanto quería a esas altas horas. A pesar de que se me dijo que estaría con mis dos amigas sabía que se me vigilaría a lo lejos.
Escuché que tocaron la puerta de mi habitación y la sirvienta me dejó el vestido sobre mi cama diciendo: Princesa Ann, su vestido está todo listo. Nunca asistí a un campo donde cazaban a las aves volando con flechas, sin embargo podía sentir la adrenalina de que la casería de brujas era el día de hoy noche. Estirando mis brazos Bisather, el nombre de la sirvienta, ceñía de bajo de mis pechos el corcel fuertemente mientras me conversaba que ayer su marido se fue con otra mujer de otra ciudad, abandonándola después de vivir juntos 7 años, me lo contaba con lágrimas. No quiero ser antipática pero no podía mezclar esos sentimientos que eran dolorosos con los míos.
- Bisather, ¿No había otro momento en el que me hubieras contado eso?
- Lo siento mucho Princesa, ahora terminaré de vestirla.
Luego de eso se retiró dejándome para los últimos toques, luego de eso esperaría la puesta total de sol para llevarme al centro de la ciudad donde estarían Junthia y Pherkish. El tiempo llegaba y veía a los aldeanos pasearse por doquier, reuniéndose para ver a la Reina, escuchaba el ensayo de los músicos para el desfile y los cocineros con sus mejores trajes, la caballería en línea, yo pasaba por un costado para ir a la fiesta, pero esta vez como una invitada más. Jamás la disfrute mientras estaba en una tarima escuchando las aburridas palabras de mi madre y aplaudiendo el beso hipócrita que se daba con mi padre el Rey, luego de eso no se volvían a hablar hasta el otro día por asuntos económicos.
Seguía en el carruaje viendo por las ventanas sintiendo una pequeña envidia de quienes podían transitar las calles y parques hermosos sin preocupación de regresar temprano a casa, eran limitadas las actividades que yo tenía. Recordaba la conversación con mi madre, si se pudiese llamar conversación, yo era hija de los maestros y de la sirvienta, creo que siempre fue así. Tuve que convencerla 1 semana antes de su cumpleaños para decirle que será una sola vez en este año, y no fue sino gracias a Bisather quien convención su decisión, pues Bisather jamás me expondría al peligro. Pensándolo de esa forma es que accedió y no dijo más y se fue.
- ¡Bisather! Pensé.
Ella estaba llorando, pero dejé sus problemas para después. Empecé a sentirme mal de mi segunda madre, recapacité bien y de no ser por aquella adorable mujer no estaría en este lugar ahora. Tal vez haría algo después, ya estaba lejos y solo tardaría un par de horas.
- Señorita Ann, hemos llegado; dijo el cochero.
No fue sino después de poner mi pie en el suelo que cayeron a mi encuentro Junthia y Pherkish, estábamos felices de la emoción, solo tomaron mis manos y salimos corriendo a ningún lugar, solo corríamos como escapando de algo pero con el rostro mas grande que podríamos imaginar. Los fuegos artificiales empezaron a iluminar los cielos y las estrellas parecía que caían en nuestros rostros, el olor a dulces de los aldeanos que vendían eran más empalagosas de lo que parecía cuando las veía a muchos metros de distancia en un carruaje.
Cuando la luna se pondría a lo alto de la copa de un árbol gigantézco de Conífero era porque se avecinaba el fuego artificial más grande de la noche con el que se daría por abierta la gran fiesta del pueblo. No faltaría muy poco para que eso llegara, así que nos dirigimos inmediatamente cerca de una colina llamado Aforetok Abeto, debido a un capitán que llevó la victoria de nuestro pueblo 130 años atrás, era el lugar perfecto que apuntaba al palacio y las luces y escondite de muchos amantes.
Era costumbre lanzar un puñado de pétalos rosados mientras el gran fuego artificial explosionaba diciendo: "Reina en vida y por siempre" En son de rebelión tomé solo unas hojas de cualquier planta que encontramos por ahí y levantándome un poco el vestido para no ensuciarlas con las hojas secas y polvo de la colina la lanzamos, "REINA EN VIDA Y POR SIEMPRE SEA MI MADRE" Nos desatamos en risas y nos abrazamos, parecía una noche eterna y mágica. De repente de dio la explosión más hermosa con un espectáculo visual que jamás describiría lógicamente, se llenaba como rollo en el cielo de muchos colores que jamás imaginaría y que se vería más hermoso desde éste lugar. El sonido explosivo retumbaba en mis oídos y el grito del pueblo hacia la cumpleañera, todo esto auguraban el mejor de los años bendecidos por todos los dioses para nosotros.
A pesar de que mis vestidos eran de seda fina era mi agrado sentirme como estar vestida de hojas secas, eran más naturales y menos delicadas. Tomada las manos entre nosotras hicimos un juramento de siempre venir cada año, sé que lo decían por mí, pero hice el juramento más grande que jamás haya hecho, Junthia me veía con sus ojos azules como si me decía: "espero lo cumplas".
En un árbol rayamos nuestros nombres, ¡qué difícil es rayar un tronco tan duro! pero lo hicimos. Hincamos la punta de nuestros dedos índices y con una gota de sangre sellamos el amor eterno que perduraría como éste árbol que viven cientos de años. Me limpié rápido en mi vestido y salimos al pueblo a seguir y disfrutar. Junthia me sujetaba muy fuerte la mano, creo que la que disfrutaba más que mí era ella, era muy afectiva se veía que tenía un amor genuino, Pherkish era nuestro lado pensante, y siempre consideraba dos veces si una decisión era la correcta, y yo era la que ponía la comida, creo que era la graciosa, no sé cual era mi rol, pero éramos un buen equipo.
Caminábamos por el sendero para llegar al centro y participar de los bailes y comidas, no fue sino después de unos minutos que me percaté que mi dedo aún sangraba, creo que el pinchón que me hice era un poco profundo y había manchado mi vestido a la altura de mi cintura donde me sujetaba para no ensuciar los filos. Junthia tomó parte de su vestido y haciendo una tira me vendó el dedo, me tomó de mis manos y me besó el dedo y se lo puso en su frente. Era solo hermosa, una doncella, sentía un ritual de amor que me unía a ella, más fuerte que el pacto del árbol; de la mano seguimos caminando hasta perdernos un poco entre la gente.
No estaba segura si su mano era suave de naturaleza pero cada vez que tomaba mi mano se volvía el algodón de los campos con el que estaba hecho mi colchón, o era su mirada y sus labios cerrados que siempre callaban, con ella aprendí a sonreír con la mirada.
- ¡Princesa Ann! Por favor lleve éste brazalete.
- ¡Princesa Ann! Ésta canasta de frutas es para usted.
De repente muchas personas se habían percatado de mi presencia, esto haría terminar mi noche más rápido de lo que estaba planeado.
- ¡Vamos por aquí Ann! Dijo Pherkish.
Entonces salimos corriendo por entre espacios de la gente que ya gritaban: "VIVA LA PRINCESA ANN", pero detrás de una tienda por unos arbustos nos sentamos en el suelo de césped, creo que habíamos hecho perder a todos.
Delante de mí estaba Pherkish, siempre revisando el perímetro, a lado mío estaba Junthia, no pude girar totalmente la cabeza para ver que era ella, solo sentí sus manos en mis mejillas, y de repente sentí un beso suyo a mis labios.
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