Parte Tres
— ¡Yeosang, deja de correr! —Wooyoung gritó tras sus espaldas por tercera vez, jadeando por la necesidad de tomar un descanso—. ¡Por un demonio, ni siquiera te gusta correr! ¡Detente!
Yeosang sintió sus pulmones arder y la ropa húmeda pegándose a su piel provocando que la fría brisa lo congelara de pies a cabeza. Sabía que actuaba erráticamente y que debió hacer una gran escena al escapar del banquete en un estado deplorable, pero no podía importarle menos.
Todo era incómodo y dolía, pero no tanto como le dolía el corazón.
Escuchó a Wooyoung y Yunho gritar a sus espaldas, rogando porque se detuviera y explicara qué demonios había sucedido, y Yeosang les hubiera hecho caso si no se sintiera tan malditamente traicionado.
Ellos lo sabían y no le dijeron la verdad.
No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie y no quería detenerse ahí. Si se quedaba quieto a mitad de la nada la angustia se lo tragaría y todos podrían ver lo patético que era, por eso correría hasta su habitación aunque fuese doloroso, frío y humillante. Lo único que importaba era correr hasta sentirse a salvo.
Cruzó la gran plaza central y llegó al templo, levantando un par de miradas curiosas de los guardias porque era extraño ver a un sujeto con ropa húmeda corriendo como si su vida dependiera de ello mientras un par de chicos gritaban a sus espaldas. Yeosang ignoró todo hasta que estuvo frente a la puerta de su habitación, solo ahí se permitió voltear para encarar a sus amigos.
—Lo sabías, ambos lo sabían.
Wooyoung y Yunho compartieron una mirada. Yeosang entrecerró sus ojos notando el pánico en ellos.
—Tienes toda la razón en estar molesto y si lo necesitas te dejaremos en paz, pero sería bueno si nos dejaras explicarte —Yunho intentó razonar y Yeosang supo que en verdad estaba arrepentido por los ojos de cachorrito bajo la lluvia... aunque el que estaba empapado era él.
Yeosang suspiró pesadamente.
—Escuchen, ahora mismo soy un desastre... al menos por esta noche déjenme solo.
—No, imposible. Comenzarás a usar esa cabeza tuya para sobre pensar cosas y acabarás haciéndote daño. —Wooyoung empujó la puerta de su habitación y tomó su mano fría para llevarlo dentro—. Podemos explicarte después, no es necesario que te ofusques ahora.
—Lo que necesitas es cambiarte esa ropa antes de pescar un resfriado. —Yunho apoyó a Wooyoung empujando a Yeosang por sus hombros hacia el baño—. Relájate y hablaremos, ¿sí?
—Oh, estoy muy relajado.
—Sabes que no es verdad.
Cierto. Estaba enfadado como el infierno. Y quería llorar como... mucho.
A pesar de todo decidió que sus amigos tenían razón, no podía lamentarse en un estado deplorable, tal vez después. Tomó una ducha caliente para alejar el frío voraz de su cuerpo y decidió usar su cómoda sudadera sobre el pijama de satén, no importaba si no era apropiado, no pensaba salir a la luz del mundo en mucho tiempo.
Se permitió quedarse dentro un tiempo mientras intentaba pensar las cosas por sí mismo, tendría que destruir sus excusas una a una hasta que le dijeran la verdad y no lograría hacerlo sin pensar sus argumentos antes.
Jamás imaginó que Jongho sería el elegido de Ares, aunque ahora que hacía memoria y pensaba en cada detalle se hizo demasiado evidente y deseó golpearse a sí mismo por ser tan estúpido.
En primer lugar debió encender todas sus alertas cuando Jongho comenzó a demostrar interés en él. Gracias a la fama que cargaba sobre sus hombros debía ser considerado alguien frívolo y despreciable, no tenía sentido que alguien se le acercara por gusto propio.
Jongho no podía estar interesado en Yeosang por ser simplemente él, debía tener alguna segunda intención, un propósito.
La única cosa en la que conseguía pensar era en la enemistad entre los templos de Ares y Hefesto. Seguramente no era más que una pieza más de un tablero retorcido, un juego del que no quería ser parte.
Solo que aún no entendía cuál era el juego.
Al salir del baño encontró a Wooyoung y Yunho discutiendo en voz baja, probablemente pensando en lo que sea que quisieran decirle para que confiara en Jongho.
Y no, no iba a hacerlo.
—No tengo ni la menor idea de qué quieren decirme, pero tengan por seguro que no voy a meterme en líos solo por quedarme junto a una persona que intenta utilizarme —Yeosang dijo sus palabras casi entre dientes, provocando que tanto Wooyoung como Yunho lo miraran con sorpresa—. Probablemente sea una pelea entre el templo de Hefesto y el templo de Ares, y no estoy dispuesto a entrar allí.
La situación era pesada... y aun así Wooyoung se rió como si se burlara.
— ¿Ya ves? Piensas en cosas estúpidas cuando te dejamos solo.
Yeosang lo miró con indignación.
—Estoy siendo serio aquí. No existe otra razón para que Jongho se hubiera acercado a mí, debe querer pelear con el idiota elegido de Hefesto o algo así. —Yeosang cruzó los brazos sobre su pecho para dar por acabada la conversación—. No seré el capricho de Ares.
Wooyoung boqueó como si quisiera decirle muchas cosas y no consiguiera modular ninguna. Yunho palmeó la espalda del elegido de Artemisa en un intento de consolarlo.
—Yo me encargo. —Yunho le aseguró a Wooyoung antes de volverse hacia él—. Yeosang, ¿quién decía que había que separar al Dios del elegido?
— ¡Yo, pero...!
—Además a Jongho le gustas desde hace... uh... ¿mucho?
— ¿Qué?
—Nunca habló demasiado sobre eso. Simplemente un día comenzó a preguntarme sobre ti y después de un tiempo dijo que le gustabas. —Yunho frunció el ceño como si intentara recordar algo de mucho tiempo atrás, luego sus ojos se iluminaron como si hubiera encontrado ese algo tan importante—. Oh, y aunque no me lo preguntó, de algún modo sabía que huías de cualquier persona que podría traerte problemas, por eso jamás se acercó a ti, temía que lo repudiaras con solo escuchar su nombre.
—Yo no...
—Tú sí, Yeosangie —Wooyoung por fin consiguió hablar, señalándolo acusatoriamente—. Siempre dijiste que te alejarías de los elegidos de los amantes más polémicos de Afrodita para "vivir en paz."
Yeosang tragó con incomodidad al verse acorralado por sus propias palabras.
—Bien, sí... pero... uh...
—Durante un tiempo intentamos que se acercara a ti, pero se negó a mentirte sobre quién era. —Wooyoung se inclinó hacia el frente como si en verdad intentara acorralarlo—. ¿Cierto, Yunho?
—Jongho es muy terco. Decidió que esperaría a que dieras el primer paso para hablarte.
No fue él quien dio el primer paso, los chicos lo arrastraron hacia Jongho casi contra su voluntad, pero debía ser sincero, tarde o temprano lo hubiera hecho por su cuenta. Jongho atrajo su atención como por arte de magia y consiguió hacerlo sentir como nadie lo hizo antes.
Su corazón dolió un poco. Era verdad que compartieron muy poco tiempo juntos, pero realmente estaba ilusionado por esa pequeña relación y los sentimientos que apenas comenzaban a surgir.
Saber que Jongho gustaba de él solo lo hizo peor.
Era difícil pensar que alguien estaba interesado en él sin que hubieran hablado demasiado antes. ¿Cómo fue que atrajo la atención de Jongho en primer lugar? Siempre se mantenía callado en ese tipo de eventos, quedándose entre medio de sus amigos para hacerse más pequeño y evitar que el resto del mundo lo notara.
Y si Jongho lo hizo, ¿por qué fue? Si solo fuera una cuestión de apariencia también sería decepcionante, entonces...
—Está bien, digamos que Jongho si tiene sentimientos por mí.
—No es solo un decir, los tiene.
Yeosang entrecerró sus ojos por la interrupción de Wooyoung... aunque sus mejillas ardían por la vergüenza.
—Como decía, quiero hablar personalmente con él. Los quiero, pero confiar en ustedes ahora es difícil.
—Auch. —Yunho hizo un puchero—. ¿Por cuánto tiempo será esto?
—Hasta que deje de estar enfadado.
Los ojos de Yunho brillaron.
—Oh, entonces no será mucho. No estás hecho para estar enfadado.
Yeosang frunció el ceño y soportó las ganas de estrellar una almohada en Yunho. En su lugar optó por suspirar.
— ¿Por qué no me dijeron de esto antes? Ya saben, Jongho y su... lo que sea que supuestamente siente por mí.
—Es el elegido de Ares. Te hubieras vuelto loco si te lo decíamos... y das un poco de miedo cuando entras en pánico.
—Eso... eso es verdad. —Yeosang bajó su cabeza con pena, haciéndose más pequeño dentro de su gran sudadera—. No entiendo cómo podría gustarle, nunca hablé con él antes. Si lo hubiera hecho juro que lo recordaría... después de todo...
— ¿Estuviste encantado por él desde el primer minuto? —Wooyoung lo miró con ojos entrecerrados.
—Sí... ¡es decir no! Es... es complicado —Yeosang farfulló mientras Wooyoung se rió escandalosamente. Avergonzando hasta las orejas, no pudo soportar por más tiempo y estrelló una almohada contra el pecho de Wooyoung—. Suenas como un Elmo del infierno, cállate.
Wooyoung lo pellizcó.
—Y tú eres una ardilla paranoica. Vete a dormir.
—Soy fan de su amistad, chicos.
Yeosang realmente se preguntó por qué se juntaba con esas personas, luego recordó que los amaba y no pudo hacer más que resignarse.
— ¡Les recuerdo que si quería dormir! Ustedes decidieron entrar.
—Si no fueras una ardilla paranoica ahora estarías durmiendo, pero no es así, necesitabas escucharnos antes de crear una teoría conspiranoica. —Wooyoung mostró la punta de su lengua como un niño pequeño—. Es tu culpa, Yeosangie.
Yeosang sintió su rostro arder y antes de que pudieran decir una palabra más se metió en su cama tirando las mantas sobre su cabeza.
— ¡Fuera de mi habitación! —vociferó recibiendo risas como respuesta.
— ¡Buenas noches!
No, no tuvo una buena noche.
Las estúpidas emociones en su interior le impidieron perseguir el sueño. Su mente estaba demasiado ocupada pensando en cómo su mundo se dio vuelta en cuestión de horas, lo que se suponía sería su festival de redención se convirtió en una desgracia que nunca pidió.
Una desgracia que vino de la mano de un chico lindo, uno que a pesar de las circunstancias le regaló las veladas más apetecibles que pudo vivir en una Cronia.
Era injusto que toda esa maravilla se viera opacada por las obligaciones que él mismo creó.
Obligaciones que no sabía si debía dejar.
Las reglas de oro que se impuso como medidas para mantenerse a salvo no habían resultado del todo bien, pero al menos le otorgaron el beneficio de la duda. El resto de elegidos jamás pudieron llenarse la boca con historias sobre sus —imaginarios— amoríos, solo pudieron inventar rumores que eran rápidamente derrumbados y por eso se convirtió en un misterio. Si ahora... de la nada iba y comenzaba a recorrer ese camino de "Lo que sea que sentía por Jongho" sin duda alguna levantaría cientos de chismes sin sentido.
Era descorazonador.
Apenas consiguió cerrar los ojos unos minutos antes del amanecer y no obtuvo más que pesadillas que lo hicieron despertar sobresaltado. Su corazón latía incontrolable en su pecho producto del temor y su cabeza dolía por la falta de un sueño apropiado. Fue una pésima forma de comenzar el día.
Se giró sobre sí mismo mientras esperaba que la tierra se lo tragara y no volviera a escupirlo en ninguna parte. Sabía que jamás sucedería, pero era mejor que levantarse de la cama y enfrentar la tormenta venidera.
Justo cuando comenzaba a cerrar sus ojos y el sueño amenazaba con atraparlo otra vez, su teléfono sonó ruidosamente desde la mesita de noche. Estiró su mano sin ánimo alguno y acercó el aparato a su rostro para leer el nombre de la persona que llamaba.
Juró estar al borde de un colapso nervioso.
No importó cuántos segundos esperó a que el nombre en la pantalla desapareciera, no sucedió. Era real, demasiado real. Así como el hecho de que era un cobarde por no contestar.
Finalmente cedió y contestó la llamada, tenía que hablar, decir algo... cualquier cosa.
— ¿Hyung? —Jongho preguntó suavemente como si temiera asustarlo por llamarlo—. ¿Estás ahí?
Yeosang tragó.
—Lo estoy.
El silencio se prolongó desde el otro lado de la línea, al menos hasta que escuchó a Jongho suspirar por alivio.
—Yo... me alegro de que estés despierto. ¿Cómo te sientes?
Yeosang miró a su alrededor en un intento de buscar las palabras correctas para no arruinar las cosas entre ellos, y aunque una parte de él quería explotar y recriminarle por todo no podía hacerlo, simplemente no podía culpar a Jongho.
—Algo cansado. ¿Qué hay de ti?
—Preocupado. Anoche simplemente te fuiste y en verdad quise seguirte, pero sabía que no era una buena idea y preferí darte algo de tiempo. —A pesar de que sonaba tan confiado como siempre, Yeosang pudo percibir un pequeño temblor en su voz como si dudara de las palabras que salían de su boca—. ¿Crees que puedas hablar conmigo? En verdad tengo muchas cosas que decirte.
—Uhm...
Sí, debían hablar. Estaba ansiando porque ese momento llegara para poder ser sinceros el uno con el otro, pero ahora que estaba allí... no, en verdad quería irse a casa y olvidar todo.
— ¿Hyung?
Definitivamente escuchó el temblor en su voz esta vez.
Su corazón se oprimió en su pecho casi tan doloroso como la noche anterior. No importaba que se sintiera en una encrucijada, no quería herir a Jongho de ningún modo.
—Sigo aquí, Jongho.
—Genial, yo...
—Déjame hablar primero, ¿bien? —Yeosang pidió y Jongho guardó silencio al instante. Demonios, podía jurar que estaba haciendo pucheros—. Encuéntrame antes del último banquete y hablaremos. Por ahora intenta mantenerte lejos de mí porque estoy enojado y no quiero decir algo de lo que me arrepienta luego.
—Oh, comprendo. Descuida, esperaré. —La voz de Jongho recuperó el tono confiado seguramente aliviado de no tener todo perdido entre ellos—. ¿Hyung? Puede que te parezca demasiado pronto o lo que sea, pero lo que dije la otra noche-
—Silencio.
La palabra salió de su boca sin poder detenerla. ¡Estaba asustado! De solo recordar la noche anterior se convertía en un desastre nervioso, no todos los días un chico que le gustaba lo besaba y decía que quería cortejarlo. Era nuevo... y patoso... y necesitaba una aspirina.
—Malvado. Intento demostrar cariño aquí.
—Intento que guardes silencio o prometo que iré hasta allá y no será para darte un abrazo.
—Podemos abrazarnos luego, no creo que golpees tan fuerte.
Yeosang puso los ojos en blanco.
—Estoy colgando.
—Te quiero.
— ¡Oh, mira...!
Jongho rió por lo bajo y cortó la llamada dejándolo con el reclamo en el borde de sus labios. Lo peor fue que se sonrojó vergonzosamente por la declaración descarada.
Pateó las mantas fuera de su cuerpo y se levantó para dirigirse (¡con enfado!) hacia el cuarto de baño. Necesitaba darse una ducha fría para pensar con claridad, no podía ceder ante un chico menor que él solo porque era lindo y poseía más confianza de la que debería. Yeosang tenía que ser fuerte, mantenerse fiel a sus convicciones y controlar sus sentimientos por Jongho.
Fin del asunto.
Tras la ducha poco placentera se dedicó a enviar mensajes de texto a su madre, informando que pensaba retirarse temprano del cuarto día porque no estaba sintiéndose bien. Sorprendentemente esta era la primera vez que lo decía en serio y no tuvo la necesidad de mentir, en verdad quería salir cuanto antes porque cada segundo allí era angustiante.
Le permitieron irse en cuanto lo creyera necesario. Eso quería decir que tendría el tiempo suficiente para hablar brevemente con Jongho y por fin marcharse a casa.
El cuarto banquete no se realizaba en la noche, sino en la tarde en un intento de convertirlo en una reunión familiar. A Yeosang no le importaba, de hecho mientras antes terminara ese martirio era mejor para él.
Decidió echarse en la cama como una muñeca de trapo sin fuerza alguna. Sobrepensar era agotador aún más si la conclusión era dolorosa. Finalmente después de dar tantas vueltas había llegado a la conclusión de que ceder a lo que sentía solo le traería problemas de los cuales no podría escapar.
Sentir que estaba viviendo para otros más que para sí mismo lo desalentó, pero tampoco tenía el valor suficiente para enfrentarse a ellos y salir victorioso.
Estaba tomando la salida del cobarde.
Y era patético.
Además tendría que enfrentarse a Jongho y cualquiera sea el tipo de sentimientos que guardaba por él. Esperaba que comprendiera sus razones para alejarse, Jongho aparentaba ser sensato, tenía esperanzas de que lo comprendiera.
Se dedicó a perder el tiempo tragándose la angustia e ignorando el resto de mensajes en su teléfono, seguramente eran sus amigos tratando de sacarlo de su pozo de miseria, pero en ese momento estaba a gusto allí y no saldría... al menos no pronto.
Llegada la hora rodó fuera de la cama y se esforzó por no parecer un desastre andante. Sin embargo pasó largos minutos enfrente de su propia puerta debatiéndose si en verdad quería hacer todo esto.
Se quedó allí hasta que tocaron, el ruido casi sacándole el corazón del pecho. Al abrir se encontró con una de las personas del templo que diligentemente le pidió permiso para entrar y llevar sus maletas hacia el automóvil que lo llevaría a casa.
Bien, no podía seguir perdiendo el tiempo cuando tenía los minutos contados y sabía que Jongho merecía más que eso. Era un cobarde, pero al menos tendría que declararlo de frente.
Tragando pedacitos rotos de orgullo y mucha angustia, comenzó su caminata hacia la salida con el pensamiento de que no regresaría al menos hasta el próximo año.
No necesitó caminar demasiado antes de llegar al lugar que acordaron; se lo encontró en el pasillo antes de la salida. Por suerte la mayoría de personas estaban fuera disfrutando del último banquete y eran de los pocos que se mantuvieron dentro del templo, ellos siendo los únicos en ese lugar.
Se suponía que eso debió apaciguar sus nervios, podrían hablar sin temer a que alguien escuchara y malinterpretara la situación. Sin embargo no pudo mantenerse tranquilo cuando su atención cayó en Jongho, haciéndolo preguntarse si estaba haciendo lo correcto o no al dejar ir lo que sea que estaba sintiendo.
Jongho no sonreía, se mantenía calmo con la mirada perdida en las baldosas del pasillo como si su mente estuviera pensando en algo aún más lejano. Yeosang debió poner una mano sobre su hombro para llamar su atención y por poco perdió el aliento cuando Jongho lo miró con sorpresa. ¿Cómo podía tener ojos tan bonitos? Se sentía atacado, quería un abogado.
—Pensé que no vendrías, hyung. —La mirada de sorpresa se convirtió en una ligeramente altanera—. En verdad eres malvado.
—Vine, es lo que importa. —Yeosang notó que Jongho intentaría hablar otra vez y antes que dijera alguna otra bobería decidió cubrirle la boca con la mano—. Necesito que me escuches primero, luego podrás decirme lo que quieras.
Jongho frunció el ceño, en un rápido movimiento quitó su mano de su rostro y entrelazó sus dedos, sosteniéndolo firmemente. Claro, si no decía algo para avergonzarlo entonces lo haría.
—Me enfadaré si te vas sin dejarme terminar.
Lo menos que podía darle era escucharlo antes de marcharse, así que no actuaría tan cobardemente y se iría sin más.
Inhaló profundamente.
—No puedo hacer esto —Yeosang habló casi en un suspiro agotado evadiendo la mirada tranquila de Jongho—. No quiero arriesgarme a perder aún más de una reputación que ni siquiera tengo... no sirvo para... para...
— ¿Para?
—Ser como tú.
La confusión en Jongho fue más que evidente.
— ¿Cómo yo?
—Ya sabes, actuar como si lo que dijeran no importara.
—No actúo, en verdad no me importa. —Jongho le dio un ligero apretón a su mano antes de soltarlo lentamente. Yeosang odió el pequeño sentimiento de vacío que le provocó—. Es decir, ¿por qué debería?
La sinceridad fue aplastante, sobre todo porque Yeosang pensaba lo mismo. ¿Por qué importaba tanto? ¿Por qué se obligaba a hacer lo que no quería? No tenía sentido.
Si tan solo no tuviera tanto miedo... o confusión... o angustia.
La maraña de pensamientos oscuros se disipó al sentir un par de manos acunando su rostro y aplastando sus mejillas juguetonamente. Jongho lo miraba casi como si intentara comprender qué pasaba por su endemoniada cabeza y Yeosang esperaba que no lo descubriera porque su razonamiento era estúpido y sin sentido.
—Hey. ¿Qué ocurre? Me preocupa cuando haces la mirada de cachorrito herido.
—No hago miradas... o lo que sea.
Se mordió el labio por la frustración. No hallaba forma de decir lo que quería sin sonar tonto... porque era tonto.
Jongho presionó sus mejillas obligándolo a mirarle a los ojos otra vez. Le transmitía tanta calma que le gustaría quedarse con él para siempre, era como si nada, sin importar lo malo que fuese, pudiera alcanzarle mientras estuviera a su lado. Una parte de él deseó correr el riesgo, comprobar si mientras tuviera a Jongho podría ser libre de las ataduras.
Y debió acallar esa parte.
Jongho suspiró.
—Puedo escuchar lo que tengas que decir. ¿Qué es lo que te está molestando tanto?
—Es estúpido.
—No importa.
— ¿Entonces escucharías aunque fuera una pérdida de tiempo?
—Si se trata de ti no es una pérdida de tiempo.
Oh, maldita sea.
Jongho aparentaba tanta confianza y seguridad que su firmeza comenzaba a romperse, se sentía como si pudiera dejar ir lo que ocupaba su mente. No sería juzgado ni humillado por Jongho, sino que lo escucharía atentamente sin importar nada más.
—Estoy enfadado, lo he estado durante mucho tiempo. Intento que dejen de compararme con Afrodita y nada de lo que hago sirve, de hecho creo que solo estoy retrocediendo. —Yeosang deseó morderse el labio o hacer lo que sea para callarse a sí mismo, pero una vez comenzó descubrió que no pararía—. Cada una de las cosas que hizo o dijo me persigue a como si yo las hubiera hecho o dicho, y es molesto porque jamás podría ser como fue ella.
—Yeosang...
—Si no tuviera la constante obsesión de alejarme de Afrodita seguiría paseando contigo sin preocuparme, pero no puedo hacerlo.
— ¿Por qué?
Parpadeó por la incredulidad. No había persona en la tierra que no conociera el mito de la infidelidad de la Diosa del Amor, sin embargo Jongho no relacionaba ambas cosas con su situación actual.
—Ya sabes, Afrodita estaba casada con Hefesto y engañarlo con Ares fue...
—Los dioses no son precisamente un ejemplo de fidelidad.
—Sí, claro que lo sé. Muchos de ellos no veían problema si su pareja se acostaba con otros, pero no era el caso de Hefesto. Además ninguno de los dioses apoyó esa infidelidad porque Afrodita mantuvo una relación extramarital y formal con Ares, eso estaba prohibido.
Jongho lo miró largamente.
—Uh... eres un poco injusto con tu diosa.
—Por supuesto que no.
—Hefesto sentó a Hera en el trono maldito que construyó y dijo que no la liberaría a menos que le dieran a Afrodita como esposa. Ella fue entregada a la fuerza por Zeus.
Oh, este era un debate bastante preparado.
—Sí... es... eso es cierto, ¡pero su razón para no amarlo fue que no era hermoso como ella!
— ¿Qué más esperarías? Él la rodeó de regalos, pero no se dio el tiempo de cortejarla antes. Su apariencia no debió ser un impedimento para expresarle cuánto la amaba, y no le dio importancia, solo hizo una trampa a los Dioses más grandes y fue feliz porque le dieron a la hermosa Afrodita como su posesión.
—...Era su esposa.
Jongho casi rodó sus ojos. Yeosang sabía que estaba siendo insufriblemente terco, pero no pensaba cambiar de parecer. El mito de Hefesto, Afrodita y Ares lo traía enfermo, era una horrible historia de infidelidad que prefería tener lejos.
Relacionarse con Jongho fue un error. No importaba lo dulce, divertido y evidentemente lindo que era, necesitaba alejarse y encerrarse con sus pensamientos de nuevo. Buscar la forma de alejarse de Afrodita de una vez por todas.
—Ares fue mejor para ella.
—No me interesa.
Una sonrisa tiró de los labios de Jongho y Yeosang odió que le provocara un revoloteo de mariposas en su estómago.
—De su relación nació Eros, el dios del amor romántico. ¿Qué otra prueba quieres? —Jongho se alejó para guardar la distancia—. Puedes preguntárselo al elegido de Cupido, creo que estaba jugando en el parque de atrás.
—No metas al pobre niño en esto.
—Si tanto te preocupa podemos criarlo juntos, es agradable.
Yeosang enrojeció y golpeó con fuerza el hombro de Jongho consiguiendo que se doblegara un poco, aún tenía su sonrisa sardónica en los labios. Obviamente no le dolió.
—Eres insoportable y tu sonrisa es tonta, deja de hacerlo.
—Y tú deja de arrugar la nariz, tu cara no está hecha para lucir enfadada.
Yeosang soportó el aire en sus mejillas. ¿Es que medio mundo iba a decir eso? ¡Invalidar su enojo solo lo hacía peor!
— ¡Mira, yo...!
—Odias a las personas que mezclan los mitos con los elegidos, pero estás bastante obsesionado con eso. No caigas en la hipocresía. —La verdad lo dejó congelado con los reclamos en la punta de su lengua. Jongho se mantuvo tranquilo con la sonrisa triunfante en los labios—. Eres más que esto.
Debió fruncir sus labios para no jadear. ¿Y qué sabía Jongho sobre lo que era él?
— ¡No tengo elección! No es como si quisiera estar en este lío, solo estoy intentando salir de él y es la única forma en que-
—Entonces que no te importe. Lo único que pueden hacer es hablar, nunca conseguirán alcanzarte porque eres mejor que ellos.
Un sentimiento incomodo se asentó en la boca de su estómago. Jongho estaba diciendo las verdades en su cara y aunque amargas, se sintieron como algo que necesitaba escuchar.
A pesar de que Jongho se alejó, Yeosang también se obligó a guardar aún más la distancia. Tenía que irse a casa lo antes posible. Este chico peligroso y certero lo hacía cambiar de parecer con un par de frases y no tenía la oportunidad de defenderse.
—Yeosang —Jongho lo llamó en un susurro con su voz rica, casi como si estuviera tratando con un animal asustadizo.
— ¿Qué?
—No sé si te haya quedado claro, pero... te estoy cortejando.
Un puñetazo en el estómago le hubiera quitado menos oxígeno. Por suerte consiguió aferrarse a los pequeños pedacitos de su orgullo y no doblegarse ante el descaro de Jongho.
—Y yo me estoy yendo.
— ¡Te escribiré!
— ¡No lo hagas!
Jongho no pudo aplastar la sonrisa en sus labios. Si se hubiera acercado a Yeosang antes todo sería más sencillo, pero no le importaba tener este desafío en sus manos ahora. Le gustaban los retos, sobre todo si la recompensa era grande al final.
El decimoctavo cumpleaños de Jongho fue una locura, la celebración fue digna de la mayoría de edad y el sexto aniversario desde que Ares lo nombró su elegido.
Sin embargo algo opacó momentáneamente el ambiente de festejo.
El templo de Hefesto envió una desopilante carta exigiendo al templo de Ares que alejaran a Jongho del elegido de Afrodita, agregaron que el elegido de Hefesto comenzó a cortejarlo dos años después de su nombramiento y no les parecía que otro elegido comenzara con las mismas acciones. Jongho quiso reírse, interesado en el elegido de Afrodita o no, ellos no tenían derecho alguno de meterse en sus decisiones y ambiciones.
Su familia no pensó lo mismo y aconsejaron que se mantuviera alejado del elegido de Afrodita para evitar problemas con otro templo, ya de por sí tenían una relación bastante mala y entrometerse no ayudaría. A Jongho le dio igual.
Al menos hasta que lo conoció.
Durante el segundo día en su sexta Cronia, salió del banquete sintiendo náuseas y solo la brisa fresca de la noche primaveral consiguió calmarlo. No quería volver al salón. Prefirió sentarse en una de las bancas del jardín y admirar las flores que casi creaban un laberinto. Era una vista maravillosa, mejor que sentir miradas filosas en su nuca y murmullos maliciosos tras sus espaldas.
¿Por qué todos suponían cómo debía actuar? Era ridículo y molesto.
No comprendía el por qué, pero todos los elegidos esperaban que actuara tal y como lo hizo su Dios elector. Y era estúpido. Los rumores sobre que era alguien cruel y despiadado se expandieron demasiado rápido, ni siquiera tuvo la oportunidad de frenarlos. Ahora lo único que podía hacer era ganarse el favor de personas frívolas, y no era algo que quisiera hacer.
Actuar diligentemente con personas estúpidas era agotador.
Escuchó pasos pesados acercándose con una lentitud tortuosa y realmente no quería prestarle atención a nadie, así que bajó la cabeza deseando que el desconocido siguiera su camino y lo dejara en paz.
Para su desgracia era una de las peores noches de su vida y la suerte no iba a sonreírle ahora. Sin necesidad de moverse pudo notar unos brillantes zapatos cerca, demasiado cerca para su gusto. Sea quien sea lo estaba mirando larga y agotadoramente.
— ¿Estás triste? —Sus palabras se arrastraban tal y como se esperaría de un borracho. Jongho finalmente decidió mirarlo y pensó en ignorarlo al notar su rostro sonrojado, no estaba de humor para tolerar las payasadas de alguien que bebió de más.
El chico se quedó delante esperando por una respuesta, de vez en cuando se balanceaba sobre sus pies y hacía pucheros. Justo cuando Jongho comenzó a preguntarse cuánta paciencia tenía sintió el peso del chico cayendo sobre cuerpo, por acto de reflejo sus manos se aferraron a su cintura para sentarlo correctamente a su lado.
No lucía para nada arrepentido, ni siquiera parecía que iba a disculparse.
Lo único que hizo fue presionar un dedo en la nariz de Jongho.
—Boop —musitó como si hubiera presionado un botón—. No estés triste.
Jongho casi puso los ojos en blanco.
—Oh, sí. Eso ayuda bastante.
El chico sonrió ampliamente, una clara señal de que no comprendió su sarcasmo.
—Me alegro.
Antes no estaba prestándole real atención porque estaba molesto y frustrado, pero ahora que sus sentimientos se despejaron gracias a la inusual introducción del chico consiguió mantenerse calmo, lo suficiente para admirar lo que parecía ser una perfección andante.
Conoció gente hermosa antes, por supuesto que lo hizo. Sin embargo, a sus ojos estaba frente a alguien único. Delicadeza perpetúa en cada una de sus facciones y unos ojos achocolatados tan profundos como brillantes, además de una bonita marca de nacimiento en su mejilla que al parecer trató de cubrir con maquillaje. Sin contar la bonita sonrisa tan pacifica como si quisiera decir que todo estaría bien, ese detalle convirtiéndolo aún más encantador.
— ¿Quién eres? —preguntó sin poder detenerse.
—Soy el elegido de Afrodita, pero pienso que es una... —Jongho le cubrió la boca antes de que pudiera terminar una inminente grosería—. Hm.
—No, me refiero a... solo tu nombre.
Los ojos del ángel sin nombre brillaron como si contuviera las estrellas.
—Yeosang.
—Está bien, Yeosang. ¿Cuánto bebiste para terminar así?
Necesitaba saber qué tan mal estaba para saber cómo podría ayudarlo. Si bebió demasiado prefería esperar un poco antes de buscar a sus acompañantes en el salón, era mala idea hacerlo caminar en ese estado hasta su habitación y arriesgarse a que vomitara en su traje o algo así.
¿Qué? Podía ser lindo, pero Jongho no permitiría que arruinara su traje.
—Una... o tal vez dos. —Yeosang miró sus dedos bajando unos y subiendo otros, preguntándose en cuánto iba la cuenta. Finalmente arrugó la nariz aceptando la derrota y regresó a mirarlo—. Pudieron ser más, lo que importa es que el vino dulce es bueno.
Jongho hizo una mueca. Si bien no compartía el sentimiento, no tenía el corazón para negar sus declaraciones cuando sonreía tan adorablemente. Yeosang suspiró y se recargó contra su hombro con sus brazos envueltos a su cintura. Lo escuchó murmurar algo sobre estar mareado y que pronto moriría.
O algo así.
Miró al cielo estrellado queriendo preguntarle a las Moiras cómo fue que terminó así. Jongho no permitía que nadie se le acercara tanto, mucho menos que lo abrazaran como si fuera una especie de oso de peluche gigante, sin embargo estaba dejando que este chico se aferrara a él y balbuceara ideas inconclusas en su cuello.
— ¿Por qué estabas triste? —Yeosang por fin consiguió decir una oración completa.
—No creo que importe.
—Si algo te pone triste, entonces importa. —Se removió un poco entre sus brazos para presionar un dedo contra el pecho de Jongho, justo donde estaba su corazón—. Si no lo dices duele aquí.
Jongho lo pensó un momento y fue un gran paso, otras veces simplemente se negaba a hablar si algo lo incomodaba o frustraba, no importaba quién fuese la persona. Pero ahora estaba con un chico desconocido y ebrio, quien no lo recordaría ni a él ni a sus palabras al día siguiente.
Por ese motivo comenzó a contar lo que sucedía en su vida ahora. La forma obsesiva en que los demás esperaban que actuara como Ares, lo desesperado que estaba por mostrarse amable ante los demás y no ser comparado con alguien cruel. Yeosang escuchó en silencio, asintiendo sobre su hombro de vez en cuando para asegurarle que seguía escuchando.
En verdad la presión en su corazón desapareció poco a poco.
—Uhm... me sucede lo mismo. Es triste, sin embargo no quiero rendirme y dejar que me derrumbe por culpa de otras personas. Deseo ser yo mismo también. —Yeosang apretó su abrazo y lo miró atentamente con sus ojos de cervatillo—. Ya sabes, lo dijo Pericles: "La felicidad está en la libertad, y la libertad está en el coraje."
Pasó de estar deslumbrado por su belleza a muy jodidamente impresionado por todo. En cosa de unos minutos Yeosang pasó de ser adorable a suspicaz, luego a confortable y ahora extrañamente sabio. Era como estar abrazando una caja de sorpresas humana.
¡Y estaba hablando de un borracho!
—Realmente eres... —No pudo terminar de hablar porque Yeosang libró su abrazo para verlo de frente, parpadeando lento antes de plantar un beso contra su mejilla derecha. Jongho no pudo reaccionar hasta que se alejó—. ¡Oye, no beses mi mejilla!
Yeosang frunció el ceño.
—A los niños le gustan los besos en la mejilla.
— ¿Cuántos años crees que tengo? —Jongho lo miró con incredulidad mientras que Yeosang no hizo más que reír por lo bajo, era como campanillas dulces resonando en sus oídos, o una melodía.
Oh, infiernos. Debía estar loco para estar tan encantado por este chico.
Yeosang se tambaleó torpemente en la banca mientras reía, Jongho debió apresurarse y ponerlo de vuelta en sus brazos para que no cayera contra el suelo o algo peor.
Deseó suspirar.
No se esperó terminar así, a mitad de la noche acunando a un ángel entre sus brazos.
Desde esa noche habían pasado dos años. Sí, dos años desde que el elegido de Afrodita apareció borracho, lo aconsejó, besó sus mejillas y habló boberías hasta pasadas la media noche. Durante todo ese tiempo Jongho no pudo hacer más que admirar desde la lejanía lo que no tenía permitido codiciar.
Y ahora que lo tenía cerca, no se permitiría dejarlo ir.
¡Hola! Ha pasado un tiempo, pero ya estoy de vuelta. Tengo una buena cantidad de la siguiente parte ya escrita, así que no creo que demore mucho esta vez. Gracias por apoyar este mini-fic.
La segunda parte de este capítulo fue un flashback, pero no quería interrumpir la lectura con un cartel de "Hace x años atrás" porque no me gustan, lo siento.
Si tienes una pregunta por favor no temas en hacerla. Este universo el algo complicado, creo.
Un beso. Nos vemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro