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Parte Dos

Yeosang despertó con el inconfundible ruido del festival fuera de su ventana, el sol pegándole en la cara y un horrible dolor de cabeza. Apenas abrió los ojos se preguntó por qué no murió anoche, hubiera sido mejor que despertar sintiéndose moribundo.

Debió tomarse un par de minutos para analizar la situación. Seguramente se pasó de copas y por eso no tuvo oportunidad de quitarse el traje antes de caer en la cama, eso también explicaría su evidente resaca.

Respiró profundamente. Como si las cosas no fueran difíciles por sí solas, ahora él mismo las complicaba aún más. Debía tener una pasión oculta por el auto sabotaje.

Espero unos cuantos segundos... entonces jadeó.

No recordaba llegar a su habitación anoche, de hecho no recordaba nada después de dejar el salón tras la discusión con los otros elegidos, nada más aparte de Jongho encontrándolo, su bonita sonrisa, el vino dulce... y...

Empujaron la puerta de su habitación antes de que pudiera gritar. Claro que no pudo cerrar la puerta, era un borracho descuidado.

— ¿Yeosang? ¿Estás despierto? —Hongjoong se asomó con una mueca preocupada y soltó un suspiro aliviado al notarlo despierto sobre la cama. Yeosang agradeció porque solo se tratara de su hyung, pero los recuerdos de la noche anterior lo golpearon y lo redujeron a una bola de lamentos.

—Mátame.

—Woah, espera.

Hongjoong entró y se acercó comprobando su estado, frunciendo más el ceño al notar el desastre que era Yeosang. Su traje estaba repleto de arrugas, su cabello era un montón de rizos desordenados y sus mejillas ardían por la vergüenza. No estaba en su mejor momento.

—Ten piedad, hazlo rápido.

—No voy a matarte, no seas ridículo. —Hongjoong suspiró como si estuviera lidiando con un niño pequeño—. ¿No prefieres hablar? Escuché lo que sucedió en el concurso de belleza, pero no pensé que te afectaría tanto.

— ¡No es ese estúpido concurso! O... bueno, solo un poco...

El concurso fue una humillación, pero eso no era nada comparado con el desastre que debió mostrarle a Jongho anoche. Estaba deprimido y amargado, trató fatal a Jongho aun cuando tuvo la amabilidad de encontrarlo, sin contar que seguramente hizo el ridículo después de beber. Los chicos decían que era un borracho desordenado que no sabía de espacio personal, lo que debió desagradar a Jongho.

El chico debía estar odiándolo o burlándose de él, no había más opciones.

Arruinó todo.

Hongjoong se sentó al borde de la cama con toda la tranquilidad del mundo.

—Escucharé. No puede ser tan malo, ¿cierto?

Yeosang se removió con incomodidad, apenas podía con la vergüenza por sí mismo y no era buena idea compartirla.

— ¿No deberías estar ocupado?

—Te perdiste el desayuno y no conseguí verte la noche anterior. Cuando pregunté por ti no recibí respuestas, así que me hice con algo de tiempo para comprobar cómo estabas.

Entonces estaba perdido, despertó todos los sentidos de sobreprotección en Hongjoong, ahora no tendría escapatoria hasta decirle qué ocurría.

Para su fortuna —o desgracia— volvieron a empujar la puerta de su habitación, esta vez era Seonghwa con un par de cosas en sus manos. El hombre sonrió al verle.

—Oh no, reunión con los padres —dijo antes de que Seonghwa pudiera saludar.

—No somos tus padres.

— ¿Cómo qué no?

Seonghwa lo miró con severidad.

—Deja de actuar así. Te saltaste el desayuno, no has comido ni bebido nada en horas —dijo empujando un sándwich frío y un café enlatado en sus manos—. No serás miserable con el estómago vacío.

—De hecho, preferiría no ser miserable.

Yeosang se hizo un ovillo contra el respaldo de su cama, abrió la lata de café y comenzó a beber bajo la mirada de sus mayores. Soltó un suspiro y decidió comenzar a relatar su horroroso día anterior, cómo conoció a Jongho, la molesta escena que montaron otros elegidos en el banquete y como perdió totalmente el control bebiendo vino en el jardín. Obviamente se saltó los poco comunes sentimientos que comenzaron a florecer en su pecho por culpa de Jongho.

— ¿Entonces sientes que arruinaste todo? —Seonghwa preguntó y solo pudo asentir—. Pero aún no has hablado con él.

—Ni pienso hacerlo, podría morir. ¿Qué pasa si se burla de mí? Fue una pésima presentación.

—Es un buen chico, Yeosang. No va a burlarse de ti. —Hongjoong palmeó su cabeza.

— ¿Cómo lo sabes?

—Suele ayudarme durante el invierno a preparar la Cronia, su templo siempre envía ayuda para las competencias atléticas. He pasado un buen tiempo con él.

— ¿Recibes ayuda de elegidos de Dioses menores?

Hongjoong lo miró con ligera sorpresa antes de darle un vistazo a Seonghwa, él se encogió de hombros como si no supiera de qué hablaba Yeosang.

— ¿Hablas de Jongho?

—Sí, recibo ayuda de elegidos de Dioses menores. —Hongjoong interrumpió a Seonghwa dándole esa mirada de "Vamos a hablar luego."

Yeosang pensó en preguntar por qué todos actuaban de forma tan misteriosa, pero su teléfono resonó bajo la almohada por un nuevo mensaje.

[-]

¿Yeosang hyung? Es Jongho.

¿Podremos vernos hoy? No te encontré en el desayuno, espero que estés bien.

Pd: Le pedí tu número a Yunho hyung, espero que no te moleste.

[-]

— ¿Yeosang? ¿Sigues con nosotros? —Hongjoong sacudió su mano intentando llamar su atención, Yeosang despertó del shock momentáneo y empujó la pantalla de su teléfono contra su cara—. ¡Ey! ¿Qué estás haciendo?

Seonghwa se acercó para leer el mensaje en el teléfono que Yeosang sacudía preso del pánico. Soltó un suspiro y se levantó de la cama.

—Prepararé el baño. Hongjoong, ¿puedes buscarle ropa limpia?

—Uh, bien.

— ¡No estoy saliendo!

—Yeosang, toma tu desayuno. —Seonghwa lo señaló dándole una orden.

Ellos no iban a escucharlo, lo único que pudo hacer fue desenvolver su sándwich para devorarlo (¡con ira!) y terminar su café.

Una baño, un cambio de ropa y un montón de palabras de ánimo más tarde, y se encontró a sí mismo fuera del templo de Atenea. Era tarde, el sol primaveral estaba en lo alto y los ciudadanos paseaban por el festival empujándose los unos a los otros para mirar las competencias de ese día.

Yeosang se quedó en la sombra, temblando como una hoja de papel y tratando de no llamar la atención. Tenía que soportar no mirar su teléfono en espera de otro mensaje, ya era compulsivo hacerlo cada dos minutos, nada cambiaría.

— ¡Hola, Yeosang hyung!

— ¡Ah! —Tuvo que morderse el labio para no gritar.

Jongho estaba allí, sacudiendo su mano para saludarlo y sonriendo adorablemente. Si seguía apareciendo de la nada Yeosang iba a morir de un infarto.

— ¿Estás bien? Perdón por gritar así.

Oh no. No, no, no. ¿Por qué tenía que mirarlo con tanta preocupación? Era su culpa por soñar despierto y no prestar atención a su alrededor.

— ¡Lo estoy! Solo... ¿hola?

Su cerebro no funcionaba bien cuando estaba cerca de Jongho, casi como una computadora vieja con Windows simplemente... se apagaba.

Jongho rió.

—Sí, hola. —Jongho despejó los mechones rubios de su frente y lo miró largamente, convirtiendo a Yeosang en un desastre sonrojado—. ¿Descansaste bien? No fue una buena noche para ti.

¿Y por qué tenía que ser tan lindo? ¡No era justo en lo absoluto!

—Perdón si te incomodé, sé que soy un desastre cuando bebo de más, por favor no pienses demasiado en nada de lo que haya dicho... sobre todo si fue algo ridículo.

Jongho no estaba burlándose de él ni nada por el estilo, esa era su oportunidad de disculparse y rogar porque se olvidara de lo que sea que haya hecho la noche anterior.

—No dijiste nada malo, hyung. Solo divagaste un poco y te dormiste.

—Como... uh... ¿cómo terminé en mi habitación?

—Oh, te cargué hasta allá.

Yeosang tuvo cinco segundos para analizar la situación y luego se sonrojó violentamente. ¿Que Jongho hizo...? ¿Qué?

—P-Pero...

—Wooyoung me guío a tu habitación.

Demonios. Ahora su mejor amigo tendría toda una historia para avergonzarlo el resto del año... o el resto de su existencia.

Le dio un rápido vistazo a Jongho percatándose que no estaba enfadado en lo absoluto, pero Yeosang sentía que debía disculparse por causarle aún más problemas. ¿Era un buen momento para hacerlo? Acababa de disculparse hacía unos minutos y no quería parecer extraño.

—Puede que no lo recuerdes, pero... —Jongho lo sacó de su bruma de pensamientos engorrosos—, prometiste que pasaríamos el día juntos.

Uh. Bien, eso no era para nada malo, de hecho era muy bueno. Punto para Yeosang borracho.

—Puedo hacer eso. ¿Volverás a competir hoy?

Lo menos que podía hacer era cumplir su promesa, aunque muy en el fondo sabía que no lo hacía por una obligación, en verdad quería pasar su día con Jongho. No le importaba si solo quería que lo apoyara en las competencias deportivas del segundo día, soportaría el calor y la gente ruidosa si podía verlo sonreír otra vez.

—En realidad, no estoy interesado en las competencias.

Yeosang parpadeó incrédulo.

—Pero ayer ganaste el pankrátion.

—También gané la carrera de doscientos metros planos. Hay demasiada gente engreída este año y tenía que humillarlos un poco.

Tragó duramente.

—Todos... todos los años hay gente engreída.

—Sí, por eso suelo participar bastante, pero este año no. Sería estúpido gastar mi tiempo en ellos cuando puedo pasarlo contigo.

Él solo... había dicho eso con tanta naturalidad, sin siquiera inmutarse. Yeosang no sabía de dónde salió ese chico y por qué era tan amable con él. ¿Acaso salvó el mundo cuando no estaba mirando? ¿Se murió y no le dijeron? No estaba entendiendo el porqué del milagro aquí.

— ¿Cuál es el plan? —Yeosang decidió desviar el tema para no vomitar sus sentimientos en palabras.

—No pareces disfrutar demasiado del festival, entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?

Eso era... nuevo. Usualmente guardaba silencio y se dejaba arrastrar por sus amigos a lo que sea que quisieran hacer, deseando que el festival acabase pronto y pudiera volver a casa. Amaba a sus amigos, pero en verdad prefería reunirse con ellos en otros lugares, no allí, rodeados de gente molesta. Sin embargo se sentía demasiado amargado al decir algo al respecto y arruinarles el ambiente, así que guardaba silencio e intentaba no maldecir tanto.

Y ahora Jongho estaba preguntando por lo que en verdad quería hacer.

— ¿No te reirás de mí?

—Por supuesto que no me reiré. Sé sincero.

Yeosang mordió su labio inferior.

—La biblioteca del templo de Atenea es enorme. Durante cada festival me hago de tiempo para conseguir libros, pero el año pasado perdí la oportunidad y no me gustaría que sucediera otra vez.

Jongho asintió y sonrió. La dulzura escapaba por sus poros, Yeosang no podía creer que era el mismo sujeto que ganó el pankrátion sin siquiera sudar.

—Comprendo, será la biblioteca entonces. —Jongho acomodó su mano en su espalda baja, empujándolo suavemente hacia adelante y sin percatarse del cortocircuito en la cabeza de Yeosang—. Lidera el camino, hyung.

Caminaron en un cómodo silencio hacia la biblioteca. En algún momento Jongho dejó de tocarlo permitiendo que su cerebro funcionara correctamente, aunque arrebatándole el peso confortable en su espalda baja. No conseguía decidir si eso estaba yendo demasiado bien o demasiado mal.

Dentro el templo estaba tan vacío como se esperaba, la gran mayoría se encargaba del festival y apenas había guardias merodeando por los pasillos. Al menos sabía que no se esparcirían rumores sobre el elegido de Afrodita rondando por ahí con alguien más, lo que menos necesitaba eran más murmullos tras sus espaldas.

Llegaron rápidamente a la biblioteca. Yeosang sonrió al notar a la anciana encargada tras el escritorio con su arrugada nariz dentro de un gran libro viejo, se acercó y golpeó sus dedos rítmicamente contra la madera para llamar su atención.

— ¡Hola, Yeosang! Es bueno verte por aquí de nuevo. —La anciana mujer levantó la cabeza y sonrió de oreja a oreja. Antes de que Yeosang pudiera decir una palabra, lo interrumpió—. Sí, sé lo que estás buscando. No es necesario que lo digas, niño listo.

Yeosang sonrió torpemente por el apodo. La anciana mujer estaba acostumbrada a verlo merodear por ahí y desde hacía un tiempo comenzó a tratarlo amorosamente, como una abuela.

—Aquí tienes. —La anciana le entregó un papel doblado y aprovechó de apretar su mejilla derecha.

Yeosang se mordió el labio para no reír.

Una vez le dio la dirección del libro que estaba buscando regresó hacia Jongho, encontrándose con una extraña ternura en su mirada. Se había quedado quieto observando su intercambio de palabras con la anciana, esperándolo pacientemente.

—Creo que te aprecian por aquí.

Juró sentir el sonrojo cubriendo su cara.

—Nunca la viste tirar mis mejillas. ¿Está bien?

—Oh, claro que lo hice. —Jongho tomó el papel de sus manos para leer el número del estante y comenzó a caminar, Yeosang debió apresurarse para alcanzarlo—. No te preocupes, no lo diré.

Bueno, eso era algo.

Al llegar al silencioso pasillo que buscaba, sus ojos se maravillaron por la nueva colección. Cada libro era grueso y el encuadernado era casi rudimentario, muy propio del lugar que los envió. Se había enterado que el templo de Ares envió esa colección completa a la biblioteca de Atenea gracias a Hongjoong, al parecer ambos templos estaban en buenos términos.

A Yeosang no le importaba demasiado. Solo estaba feliz de tener algo más para leer.

— ¿Qué haces investigando sobre Ares?

—No es lo único que busco. Simplemente me enteré que el templo de Ares envió libros al templo de Atenea, es mi oportunidad de aprender su historia desde la perspectiva de sus seguidores. —Yeosang se frenó por un momento buscando la mirada de Jongho—. No... no me estás cuestionando o algo así, ¿cierto?

No existía elegido que no supiera sobre el mito de "La traición de Ares y Afrodita a Hefesto." Realmente no quería que sus intenciones fueran malinterpretadas, mucho menos por Jongho.

— ¿Por qué lo haría? —Jongho frunció el ceño—. No soy como los demás, hyung. No veo segundas intenciones en cada cosa que haces, no es necesario que estés a la defensiva conmigo.

—Perdón.

Yeosang bajó su cabeza. El peso de su error estaba sobre sus hombros y se sentía como una tonelada. Jongho no había dicho nada malo, de hecho era amable y encantador, Yeosang no tenía por qué suponer cosas malas de él cuando era, literalmente, la persona más increíble en ese momento de su vida.

Escuchó un suspiro. Jongho se acercó a la estantería y tomó uno de los libros de Ares para entregárselo, Yeosang lo aceptó sintiendo el cuero de la cubierta en sus manos.

— ¿Eres un estudioso? Usualmente solo aprendemos sobre nuestro Dios elector, no buscamos sobre los demás Dioses.

Oh. Jongho estaba desviando el tema. El peso en sus hombros se disipó un poquito al notar su pequeña sonrisa amable.

—Cuando era pequeño tenía tantas clases sobre Afrodita que comencé a sentir náuseas.

—La vida de Afrodita no es algo para contar a un niño.

—Sí. Por eso convencí a mamá de recibir otras clases que el templo no consideraba necesarias. Accedieron y me enseñaron bien, siguiendo a Platón: "Dos excesos deben evitarse en la educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura."

Jongho lo miró con algo de sorpresa y admiración.

— ¿No has participado en el concurso de lírica? Pareces saber mucho.

—No podría. Afrodita solo era reconocida por su belleza, si entro en el concurso de lírica no sería tomado en serio.

Por eso su primer paso fue alejarse del estúpido concurso de belleza, distanciarse de Afrodita para empezar a ser reconocido por ser él mismo, pero falló. Comenzaba a preguntarse si en verdad podría escapar de la sombra de Afrodita, porque parecía que solo eran los sueños de un niño berrinchudo.

— ¿Estás completamente seguro?

Yeosang asintió.

—Los jueces no ven a los concursantes como lo que son, solo ven el Dios al que pertenecen.

Estaba convencido de ello. No tendría sentido intentarlo sin conseguir su independencia antes, tenía que convencerlos de que no era Afrodita y si no, estaría perdido.

—La felicidad está en la libertad, y la libertad está en el coraje.

Yeosang tiró el libro por la sorpresa, Jongho alcanzó a tomarlo antes de que cayera al suelo. No tuvo tiempo de preguntarle qué ocurría porque Yeosang se acercó con la curiosidad destellando en su bonito rostro.

— ¿Pericles?

— ¿Uh?

—Estabas recitando a Pericles.

Jongho se encogió de hombros. Yeosang no notó lo cerca que estaba ni la repentina incomodidad en el chico, lo cegó su emoción por hablar sobre algo que le gustaba.

—Me lo enseñó un borracho hace un par de años, solo me estoy robando las palabras de su boca. —El brillo en los ojos de Yeosang murió un poco, aunque no se alejó—. Sin embargo, creo que son las palabras necesarias para ti.

Se mordió los labios para no preguntarle si tenía un imán con la gente borracha. Jongho estaba intentando hablar seriamente, empujando un consejo en una frase de un filósofo. Fue extrañamente significativo. No solía escuchar cuando sus amigos intentaban entrometerse en su problema, pero ahora que venía con algo tan importante para él...

— ¿Piensas que estoy haciendo mal?

—Eres adorable, pero te preocupas demasiado por lo que piensan los demás.

El sentimiento de vergüenza por verse descubierto lo invadió y sus impulsos lo incitaron a enfadarse, decirle que no era verdad y que solo estaba exagerando. Sin embargo, muy en el fondo, sabía que eso era cierto, no importaba cuánto deseara negarlo.

Y, oh demonios, podía sentir el calor ardiente sobre sus mejillas. No olvidaba que acababan de llamarlo "adorable" como si se tratara de nada.

—Tengo... es decir... estoy trabajando en eso. —Yeosang frunció el ceño—. No es fácil, ¿sí?

—No, no lo es. Al menos hay mucho tiempo para pensarlo.

Realmente estaba esperando una contestación o tal vez una reacción molesta, pero Jongho no lo hizo, no lo juzgó y ni siquiera hizo una mueca por el tono de voz altanero que usó.

—Uh... lo siento mu-

Jongho volvió a entregarle el pesado libro en sus manos.

— ¿Qué otros están en tu lista? —Lo interrumpió antes de que pudiera disculparse, y supo por la sonrisa que intentaba ocultar que lo hizo a propósito—. Deberías conseguirlos todos antes del banquete.

Oh, no. El segundo desastre vendría en su búsqueda. De solo pensar que debería estar allí otra vez se sentía mareado, mucho menos quería recordar que aún quedaban dos días más. Todo se le haría eterno.

—Sí, claro...

Tal vez podría presentarse y marcharse minutos después, no sería la primera vez que fingía estar enfermo para escaparse... y tampoco sería la última, probablemente.

—Si piensas escaparte puedo hacerte compañía.

—No estaba pensando en escaparme. —Yeosang respondió sin pensarlo, aunque Jongho lo miró largamente sin creerle una palabra. No era justo, no podía adivinar lo que Jongho estaba pensando, pero él podía leerlo como un libro abierto—. Bien, en el hipotético caso de que lo hiciera... podrías venir conmigo.

—Claro, solo estamos hablando hipotéticamente.

—Sí, hipotéticamente.

Yeosang frunció sus labios para no sonreír tontamente.

Ese chico insolente iba a acabar con él, en serio.

El resto del día se sintió irreal. Hubo charlas, chistes malos y un par de momentos en que creyó sufrir un infarto, pero estuvo extrañamente bien. Jongho era amable y escuchaba todo lo que tenía para decir, sin importar que fueran divagaciones o comentarios mordaces que no podía guardar. Incluso le aconsejó y respondió algunas veces con un humor ácido.

Sería un mentiroso si dijera que no fue divertido.

Nunca había congeniado tan rápidamente con otra persona y por primera vez podía asegurar que disfrutó un día del festival.

Para su desgracia debieron separarse cerca de la hora del banquete, y aunque antes se quejó por lo mucho que odiaba la velada nocturna ahora solo pudo quedarse callado con el sentimiento de estar en las nubes.

Se sentía casi irreal.

— ¿Te vas a beber eso? —Wooyoung preguntó sacándolo de sus pensamientos. Yeosang hizo una mueca, estaba muy bien en la esquina del salón con su copa intacta, no necesitaba que lo sacaran de ahí—. Si no lo harás deberías dejar esa copa, siento que caerá de tus manos en cualquier momento.

—Y el vino se desparramará por el suelo —secundó Yunho.

—Y haremos una escena intentando limpiarlo.

Decidió dejar la copa sobre la mesa aunque vio a sus amigos con ojos severos. No era como si estuviera alejado de la realidad, sabía que los músicos comenzaron a tocar hacía mucho y que los elegidos estaban pavoneándose por ahí, pero en ese momento le importaba un hombre y solo un hombre, y nada más podría llamar su atención.

— ¡Al fin estás aquí! —En cuanto Wooyoung gritó, Yeosang alzó la cabeza para dejar de mirar el suelo—. ¿Dónde estabas? Entrar a último minuto no te hace más interesante.

En efecto, ahí estaba. Jongho fue uno de los últimos en llegar al banquete, y Yeosang no tenía idea de por qué, pero no le importaba mientras estuviera ahí.

—Tu joyería tampoco te hace más interesante.

Wooyoung bufó.

—Tal vez no, ¡pero me hace lucir bonito!

Jongho ignoró las protestas de Wooyoung y saludó a todos con cortesía, más cuando sus ojos se fijaron en él sonrió ampliamente. Yeosang supo que fue buena idea dejar la copa de vino a un lado, de otro modo hubiera caído de sus manos por culpa del maravilloso sujeto que lo inducía al pánico.

Quiso hablarle, pero no pudo separar los labios antes de ser interrumpido.

— ¡Jongho, ven aquí! —San sacudió sus manos intentando llamar la atención desde el otro lado de la mesa.

Yeosang frunció sus labios. Demonios. Perdió su oportunidad de hablar con Jongho primero.

Para su fortuna Jongho se acercó y puso una mano sobre su hombro.

—Llámame en el hipotético caso de que quieras escapar —murmuró solo para él, haciéndolo estremecer por la repentina cercanía.

—Cla... claro.

Jongho asintió y se alejó dejándolo con el corazón en la palma de la mano. ¿Realmente no se percataba de lo que estaba haciéndole? ¿O era tan amable que fingía no notarlo?

Se acercó a sus amigos conteniendo un sonrojo en las mejillas y la vergüenza de mostrarse tan vulnerable en un lugar público, al menos podía hacerse más pequeño entre Yunho y Mingi, necesitaba fingir que no existía por un momento.

Robó un pastelito de frutas de la mesa del banquete y se recargó contra Yunho.

— ¿Yeosangie? ¿Estás bien?

—Ahora no, tal vez después.

Yunho comprendió que no estaba en su mejor momento y solo guardó silencio mientras que Yeosang se recostaba contra su hombro, mordiendo el pastelito (¡con frustración!) y haciendo un desastre de migajas en la comisura de sus labios.

Luego de mirar con total aburrimiento a los elegidos en el salón, algunas cosas comenzaron a llamar su atención. Era extraño que ninguno de ellos haya intentado iniciar una conversación, de hecho, parecían guardar la distancia, como si realmente temieran de acercarse. Podría ser el paraíso si no fuera algo tan inusual.

¿Ahora qué les pasaba?

— ¿Por qué todos se alejan?

—Ah, debe ser por Jongho. Es igual a Mingi, los otros elegidos le temen por el Dios que lo eligió. —Yunho explicó encogiéndose de hombros—. Tampoco le ayuda haberle dicho a la mayoría que son idiotas o aplastarlos en las competencias deportivas.

—El hombre solitario es una bestia o un Dios. —Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera pensarlas—. No hay término medio.

— ¿Qué haces recitando a Aristóteles?

—Es gratis y me ayuda a no perder la cordura.

—Oh, genial.

Yunho rió y Yeosang no tuvo el corazón para decirle que no era una broma.

No era tonto, a veces pasaba las cosas por alto y seguía adelante, pero eso no significaba que los pequeños detalles no se quedaran ahí en su cabeza. No se consideraba un hombre de palabras, prefería pensar, recapacitar sobre cada cosa y guardarla para sí mismo.

Por esa misma razón la pregunta que intentó acallar llegó a su mente.

¿Qué Dios eligió a Jongho?

No escuchó el nombre durante las competencias y sus amigos actuaban sospechosamente cada vez que tenían la oportunidad de decirlo, lo que solo le dio un mal presentimiento.

¿Por qué era tan misterioso al respecto? No debería tener problemas en decirlo, era algo casual.

Necesitaba hablar con Jongho.

— ¿Yeosang?

—Dime.

—No des tantas vueltas sobre tus ideas, si estás feliz, disfrútalo.

Yunho no solía dar consejos abiertamente, era el tipo de persona que expresaba su apoyo con una sonrisa y asegurando que todo estaría bien, como si tuviera el sol en el pecho. Si ahora había decidido hablar era porque de verdad lo creía necesario, aun si era algo pequeño.

Sin embargo... sin embargo...

—No doy vueltas sobre mis ideas.

—Sí, sí. Solo relájate.

Yeosang apretó sus labios en un puchero.

Un momento después, Jongho regresó. Yeosang abandonó el hombro de Yunho y se dirigió hacia él con la dichosa pregunta en la punta de su lengua.

—Te ves radiante —Jongho lo halagó.

Demonios. Ni siquiera hizo un esfuerzo por lucir bien, traía el usual traje blanco y un corbatón con pequeños detalles dorados que no se apreciaban a simple vista.

Sacudió su cabeza, tenía que concentrarse.

—Gracias, yo... uh... quiero hablar contigo, necesito hacerlo pronto antes de apagar mi cerebro otra vez.

Sí, eso fue lo mejor que pudo decir.

—Claro, hyung. ¿Qué es lo que quieres decirme?

Yeosang inhaló. Era momento de preguntarlo y no sabía por qué se sentía tan nervioso, era algo casual entre personas como ellos.

— ¿A qué templo perteneces? Es decir, obviamente eres un elegido, pero... ¿de quién?

Jongho lo miró largamente en un silencio tan pesado como tenso.

—No te lo diré.

Oh, bueno. Descubrió por qué estaba tan nervioso, no estaba esperando una negativa.

— ¿Por qué?

—Así mantendrás un poco de tu atención sobre mí, al menos durante un tiempo.

— ¡Ya tienes toda mi atención! —Yeosang cubrió su boca al caer en cuenta de lo que dijo. Jongho abrió sus ojos con sorpresa, claramente estupefacto por su reacción, pero bastó con un parpadeo para que sonriera con descaro—. Uh... no quería...

— ¿Estamos coqueteando o estamos peleando? Estoy recibiendo señales mixtas aquí.

Yeosang tragó mientras sentía el ardor en su rostro y parte de su cuello.

—Ni la una ni la otra, solo quiero... necesito...

Eso era, necesitaba saberlo. El demonio paranoico que a veces tomaba el control de sus decisiones necesitaba saber con quién estaba relacionándose.

Jongho se inclinó hacia el frente entrando en su campo de visión otra vez. El suave cabello oscuro se arremolinaba sobre sus mejillas y sus ojos brillaban juguetonamente.

—Descúbrelo por ti mismo. Si no lo consigues antes de terminar el festival con gusto te lo diré.

—Entonces puedo intentarlo o simplemente deslizarme hacia la locura mientras espero a escucharlo de tu boca.

Jongho rió. Yeosang otra vez escuchó campanillas.

—Solo serán dos días.

—Sigue siendo demasiado tiempo.

Yeosang frunció el ceño, entonces no podía hacer más que ceder al juego de Jongho y descubrirlo por su cuenta. Fue un movimiento inteligente, Jongho sabía que sus amigos no dirían una palabra y que Yeosang prefería cortarse la lengua antes que hablar con los demás.

—Será divertido.

—Un chapuzón hacia la locura. Genial, es mi pasatiempo favorito.

—Hyung, no exageres.

No lo hacía.

Se removió incómodo intentando decidir si estaba de acuerdo con ese nuevo y extraño juego, era obvio que deberían pasar tiempo juntos para que Yeosang pudiera averiguar la respuesta, y pasar los últimos días del festival junto a Jongho no se oía para nada mal, pero temer constantemente por lo desconocido le aterraba a montones.

Está bien. Su mayor miedo era que Jongho fuera una de las personas que intentaba evitar, levantar muchos rumores y acabar una Cronia muchísimo peor a las anteriores. Pensarlo así fue descorazonador, tener que alejarse de alguien que le gustaba solo para guardar las apariencias... era cruel.

Hablando de esos inútiles, podrían estar pavoneándose lejos y guardando su distancia, pero aun sentía sus miradas picando en su nuca, sobre todo ahora que estaba peligrosamente cerca de Jongho.

Eso aumentó su temor de que sus sospechas fueran ciertas y se viera obligado a hacer algo que no quería.

Su festival de lamentaciones y suposiciones terminó al sentir la forma suave en que Jongho tomó su mano, comenzando a caminar fuera del salón con un paso firme. Yeosang no pudo hacer más que seguirlo.

— ¿A dónde vamos?

Jongho apenas lo miró por encima del hombro, como si estuviera asegurándose si estaba de acuerdo en seguirlo.

— ¿Prefieres quedarte aquí?

No necesitó pensarlo más de dos segundos.

—En realidad, no.

Jongho asintió y siguió su camino, uno que conocía perfectamente bien; hacia el jardín. Al parecer decidió que era el lugar seguro de Yeosang... y tenía razón.

Olvidó el pánico severo que acechó su corazón tan pronto como pisó el camino de piedra blanca y el aroma de diferentes flores lo envolvió. Fue reconfortante. Al igual que el peso de la mano de Jongho sosteniendo la suya.

Entonces lo soltó y Yeosang notó la preocupación en su mirada.

— ¿Te sientes bien? —preguntó. Yeosang parpadeó lentamente, comprendiendo que Jongho pudo leerlo una vez más y darse cuenta de su malestar, por eso lo llevó hasta allí—. Lucías un poco... consternado, justo hace un momento.

Lo que hace un momento era una propuesta de un juego se convirtió en un martirio silencioso porque sus pensamientos eran armas de doble filo. Lo arruinó. Jongho notó cada detalle que Yeosang no pudo controlar, todo el malestar grabado en su rostro, los ojos perdidos más allá del espacio y sus labios temblorosos.

Ahora ese hombre maravilloso estaba preocupado por su culpa. Todo era su culpa. No importaba cuanto quisiera ocultarlo, Yunho tenía razón, debía dejar de dar vueltas sobre sus ideas y simplemente disfrutar de lo que le hacía feliz.

Y en ese momento Jongho le hacía feliz. No debía seguir estropeando velada tras otra con sus pensamientos estúpidos y su comportamiento a la defensiva.

La suave música de piano aún era audible desde donde estaban, y aunque lo que estaba pasando por su mente era casi ridículo y de seguro lo avergonzaría, se acercó a Jongho.

— ¿Bailas?

Yeosang ofreció su mano, vacilante y algo tosco. Nunca sirvió para tomar la iniciativa, ni siquiera para hablar primero, las oraciones más sencillas se transformaban en trabalenguas en su boca y terminaba siendo un lío sonrojado y frustrado.

Por suerte consiguió soltar la pequeña invitación sin sabotearse. El problema era que Jongho se tomaba su tiempo para responder, orillándolo a la vergüenza sin querer.

Solo pudo volver a respirar cuando Jongho aceptó su mano.

—Lo hago, pero no soy bueno.

—Puedo guiarte.

Jongho sonrió aceptando su oferta, envolvió uno de sus brazos alrededor de sus hombros y se acercó lo necesario, y solo en ese momento Yeosang se dio cuenta de su error, lamentablemente era demasiado tarde para retractarse.

Decidió ignorar el golpeteo incesante en su corazón y comenzar el vals improvisado.

Jongho mintió. No era bueno, era impecable. Lo siguió a la perfección tan pronto como hizo el primer movimiento, acorde al suave ritmo del piano y la guía de Yeosang. El inesperado compañero de copas se transformó en un inesperado compañero de baile, y fue más que satisfactorio.

Secretamente amó el contraste de su traje blanco contra el traje negro de Jongho, también la forma en que sus manos tan diferentes encajaban la una contra la otra. Perfecto. Esa fue su única conclusión. No importaba lo diferentes ni distantes que fueran, estar juntos se sentía perfecto.

Era como encontrar a su compañero ideal después de mucho tiempo esperando. La mayoría del tiempo la pasaba solo, quedándose atrás, guardando silencio y envuelto en sus propios pensamientos. Ahora seguía siendo igual, pero esta vez tenía a Jongho esperando por él, fijándose en sus detalles y los sentimientos que ocultaba tras sus oraciones incompletas.

Era demasiado pronto para darle nombre al sentimiento que comenzaba a brotar en su corazón, muy temprano para salir de la fantasía donde todo estaba bien, pero quizás en un tiempo más, si Jongho seguía a su lado y se convertía en una constante para él... definitivamente no podría negarlo, estaría perdido.

La canción terminó y aunque tenía los nervios a flor de piel, odió que tuviera que separarse. Al menos el ambiente dejó de ser pesado y ahora era sencillamente cómodo.

Jongho sonrió.

—No suelen enseñarme cosas como estas en el templo, hay algunas "más importantes" por hacer. —Jongho no era descuidado, eso se trataba de una pista intencional para descubrir el pequeño secreto—. Lo lamento si fue un desastre.

—No... no, ¡eres muy bueno! En serio, no deberías preocuparte.

Jongho tomó una de las bancas cerca de la pequeña piscina.

—Entonces, ¿quieres hablar?

Los ojos oscuros se fijaron sobre él haciéndolo sentir como si fuera la única persona del mundo. Y lo amó.

—Me encantaría.

...

El tercer día llegó muchísimo más rápido que los años anteriores, o así lo sintió. Antes se había sentido como una eternidad, una tortuosa eternidad. Ahora fue demasiado rápido para su gusto y saber que era cuestión de horas para regresar a casa lo desanimó.

Claro que no era un repentino afecto por la Cronia, seguía odiando el festival y nada de eso cambiaría. Se trataba de Jongho. El tiempo junto a él se le escapaba como agua entre los dedos y aun no hallaba la forma de preguntarle si le gustaría seguir en contacto, lo que era estúpido, Jongho tenía su número y Yeosang pudo invitarlo a bailar sin morir en el intento, era casi seguro que si preguntaba la respuesta sería sí.

El problema era que no encontraba el momento adecuado... o el valor para hacerlo.

— ¿Hyung? —Jongho llamó su atención rozando suavemente el dorso de su mano. La pequeña caricia fue suficiente para sobresaltarse—. ¿Estás bien?

Yeosang boqueó intentando buscar las palabras que tanto necesitaba decir, pero su mente no cooperaba y la sonrisa de Jongho no ayudaba en lo absoluto.

—Sí.

—Genial.

Maldición. Acababa de desperdiciar otra oportunidad, una que pudo ser perfecta. Jongho apareció después de la hora del almuerzo y lo invitó a acompañarlo mientras señalaba un pequeño bolso de cuero que colgaba de su hombro. Yeosang no comprendió del todo, pero aceptó de todas formas. Ahora solo estaban dando un pequeño paseo por los alrededores manteniendo un silencio cómodo.

— ¿Tienes alguna idea? Sé que las competencias no son de nuestro agrado, pero si no tenemos nada por hacer...

Jongho presionó sus labios en un puchero.

—No quiero ir. Es aburrido. —Se negó casi como un niño pequeño, luego abrió su bolso y levantó orgullosamente una cámara profesional—. Tengo una mejor idea para hoy.

Oh, le gustaba la fotografía. Era un lindo pasatiempo.

Yeosang no hizo preguntas y dejó que Jongho lo guiara a través del festival, evitando estratégicamente los recintos donde se organizaban los concursos. Pronto descubrió que estaban saliendo de la gran Cronia, dirigiéndose hacia los grandes prados que rodeaban el templo.

Jongho paró cerca de algunos rosales y comenzó a fotografiar mientras que Yeosang pasaba delicadamente la yema de sus dedos sobre los pétalos, familiarizado con la suavidad de las rosas.

— ¿Te gustan?

Yeosang negó.

El templo de Hefesto solía enviarle rosas, cientos de ellas. En la mitología Afrodita era relacionada con ellas, fue su primera creación después de nacer de la espuma y también lloró sobre rosas al perder a Adonis. Incluso algunos mitos decían que su aroma era idéntico.

Yeosang no sentía repulsión por las rosas, sería estúpido si lo hacía, pero tampoco eran de su total agrado.

En su lugar...

Sus ojos se fijaron en el estanque, el agua no era precisamente cristalina, pero entre las hojas flotantes había algunos brotes comenzando a florecer.

Una sonrisa tiró de sus labios al notar las flores de loto y antes de percatarse se hincó junto al estanque para admirarlas. Jongho se le unió en cuestión de segundos.

—Prefiero las flores de loto.

—Son bellas.

—Se decía que una hermosa Diosa huyó asustada al bosque y acabó en un lugar llamado Loto, un lugar reservado para los perdedores y fracasados de la vida, y allí se hundió. Durante muchos años la Diosa intentó escapar, hasta que consiguió emerger como una flor de largos pétalos.

La información brotó de sus labios y temió que fuera demasiado, pero Jongho le devolvió una sonrisa.

—Eres un gran conocedor.

El pequeño halago calentó su corazón... solo un poquito.

Jongho enfocó el lente de la cámara hacia sus flores favoritas y Yeosang guardó silencio admirando su concentración. Al menos hasta que sus ojos dieron con una fina cadena de plata que rodeaba su cuello y caía hacia su pecho. No lo notó antes, de hecho Jongho no usaba ningún tipo de joyería hasta la hora del banquete, así que fue un pequeño descubrimiento.

— ¿Dónde estás mirando?

— ¡No estaba...!

Jongho rió por lo bajo.

—Solo bromeo, hyung.

—Eres cruel.

Yeosang apretó sus labios y Jongho le dio un par de palmaditas en la espalda intentando reconfortarlo.

El resto del día pasó entre fotografías y charlas amenas. Jongho tomó su mano de camino al templo, y aunque en principio se convirtió en un desastre nervioso bastó con una sonrisa suya para tranquilizarlo.

De vuelta en su habitación se lanzó en la cama, sonriéndole tontamente al techo blanco. Estaba demasiado cansado... y feliz. El sentimiento cálido le provocó un adormecimiento agradable y antes de poder darse cuenta cayó dormido sobre la cama de su habitación.

Despertó con un susto al percatarse de la oscuridad fuera de su ventana, era tarde y en su teléfono tenía un montón de mensajes sin leer. Se apresuró en alistarse para correr al salón, nunca antes estuvo aterrado por llegar tarde al banquete, de hecho el año anterior se hubiera vuelto a dormir.

Al llegar no vio a Jongho por ningún lado. Antes de sacar conclusiones apresuradas se acercó a sus amigos, tirando de la ropa de Mingi para preguntarle.

— ¿Jongho? —Mingi ladeó su cabeza con curiosidad y luego de pensarlo un poco sonrió—. Está afuera, dijo que este lugar era aburrido. ¿Irás con él?

Yeosang asintió, murmuró un pequeño gracias y se alejó por el pasillo antes de que debiera dar explicaciones.

En el jardín, lo encontró junto a la piscina, simplemente admirando como las flores y las estrellas se reflejaban en la claridad del agua. La emoción escaló por su pecho y antes de poder evitarlo lo llamó en voz alta.

— ¡Jongho! —Se cubrió la boca al notar que casi gritó su nombre.

Jongho regresó a verle con sorpresa, pero esa sorpresa se transformó en una neblina de certeza oscura sobre sus pupilas. Él ofreció su mano esperando a que la tomara, y obviamente no dudó en hacerlo. Jongho entrelazó sus dedos y lo atrajo hacia él con sutileza.

— ¿Puedo preguntar?

—Adelante.

A pesar de permitirlo, Jongho guardó silencio, como si pensara en sus siguientes palabras. Yeosang tragó. No entendía el porqué de tanto misterio.

— ¿Tienes un prometido?

Yeosang se sonrojó furiosamente. No estaba esperando una charla de ese tipo.

— ¡No...! Es decir... ¿quién te dijo eso?

—Wooyoung mencionó algo sobre el elegido de Hefesto. —Jongho se encogió de hombros—. Creí que lo mejor era preguntarte.

—Es cierto que ha estado cortejándome durante algunos años, pero no... no estoy seguro.

— ¿Estás en buenos términos con él?

—No hablamos nunca. Creo que da por sentado que aceptaré el compromiso.

De hecho, era su idea, pero había una pequeña vocecita en su cabeza que decía que no debía aceptarlo. Por eso lo estuvo postergando durante tanto tiempo, sobre todo porque muchas de sus actitudes no le gustaban, como la vez que el templo de Hefesto tuvo el descaro de enviar cartas a los elegidos de "Los amantes de Afrodita" para que no se acercaran a Yeosang con dobles intenciones. Nunca se lo dijeron, de hecho fue Seonghwa quien le enseñó la carta que recibió y al leerla estuvo apenado durante mucho tiempo.

—Oh, comprendo. —Jongho sonrió... de la misma manera que hacía al ganar una competencia—. Entonces... ¿me dejarías intentarlo también?

— ¿Q-Qué?

—Puede que sea demasiado pronto, pero si no lo hago ahora puede que después sea demasiado tarde. —Jongho razonó mirándolo sin ninguna pizca de duda, pero teniendo el suficiente cuidado para no abrumarlo—. Sé que necesitas tomarte las cosas con calma y pensar en tus decisiones, no es necesario que me des una respuesta ahora.

Oh. Grandioso. Su mundo se estaba poniendo de cabeza y solo podía pensar en lo mucho que le gustaba la forma en que sostenía su mano... o la forma en que le miraba. Esa extraña intimidad que desnudaba su alma lo convirtió en un desastre irremediable.

No pudo decir quién cerró los pequeños centímetros entre ellos, tal vez fue él mismo, demasiado impaciente por la pequeña caricia. Volcó toda la incertidumbre de no saber qué sucedería en ese beso, también todo su nerviosismo y confusión, por lo que acabó siendo un poco desesperado.

Por suerte Jongho acunó su rostro entre sus manos, guiándolo a través del beso con calma y ayudándolo a lidiar con sus sentimientos. Era tan suave, tan perfecto. Estaba seguro de que jamás podría volver a como era antes.

Un segundo dejó que las cosas sucedieran y al siguiente se zambulló en la piscina, el agua fría arrastrándolo hacia abajo y amenazando con entrar en sus pulmones si no cerraba la boca. No fue intencional, simplemente cedió sobre sí mismo y se llevó a Jongho con él.

Oh, genial.

Consiguió nadar hacia la superficie, sosteniéndose de la orilla y buscando cualquier rastro de Jongho. Lo obtuvo un par de segundos después, saliendo del agua y peinando su húmedo cabello hacia atrás para ver correctamente. No estaba enfadado, de hecho contenía una sonrisa entre sus labios.

— ¡Lo siento mucho! —se apresuró en decir.

—Está bien, no te estreses. —Ofreció su mano para ayudarlo a salir—. Fue un accidente.

Yeosang suspiró en cuanto puso los pies en el césped otra vez, estaba empapado de pies a cabeza, incluso los zapatos. Definitivamente su madre iba a matarlo cuando regresara al templo, había arruinado un traje completo y no lograría explicar cómo sucedió.

Jongho no se mortificó en lo absoluto, de hecho estaba riendo libremente y pasando una mano por su cabello húmedo.

—Somos un desastre, hyung.

Jongho se quitó la ahora pesada chaqueta de su traje, su camiseta mojada se apegó a su cuerpo como una segunda capa de piel. Yeosang trató de no mirar, pero en un acto de descuido dejó entrever el colgante de plata que tan celosamente cuidaba.

Eran unas sencillas letras grabadas en plata.

"Άρης"

El griego de Ares.

Dios de la guerra.

Sí, bueno. Parte dos.

Estoy muy feliz porque esto tuvo un buen recibimiento y me emociona seguir escribiendo más. Es probable que no sean tres partes, sino cuatro, en verdad no estoy segura porque siempre que planeo cosas cortas acaban siendo más largas de lo que esperaba.

Creo que no es necesario un vocabulario esta vez, los únicos datos que podría dar son Sócrates y Pericles, que fueron par de filósofos muy reconocidos.

¡En fin! Es todo por ahora, espero tener la siguiente parte pronto.

¡Un abrazo! <3

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