Parte Cuatro
Jongho se tomó demasiado en serio lo de cortejarlo.
Durante tres semanas recibió cada madrugada del lunes una flor de loto diferente en una caja de cristal. La primera era de un hermoso azul, un capullo cerrado que jamás florecería porque así era su naturaleza; aludía al conocimiento y la sabiduría. La segunda era tan blanca como la seda; significaba la perfección de la mente y el espíritu, un estado de pureza absoluto. La tercera era tan roja como las rosas; simbolizaba naturaleza e inocencia, pero también sentimientos tan intensos como el amor y la pasión.
Yeosang creyó que bastaría con ignorarlo y que en cualquier momento se rendiría.
El problema fue que no lo hizo.
Cuando las flores se terminaron continuaron las fotografías polaroid, durante una semana completa recibió cinco fotografías por día, todas ellas fueron tomadas por Jongho el tercer día de la Cronia. Lo que más adoró fue que al voltearlas encontraba pequeñas frases que el chico puso ahí. Cada frase fue tan dulce, casi como si Jongho estuviera hablando con él a través del papel.
Una mañana, Yeosang estaba en su despacho revisando algunas tareas que tendría pendientes como elegido cuando su madre llegó para entregarle un nuevo sobre. Se sintió encantado cuando identificó un nuevo set de fotografías a través del papel que no tardó en rasgar. Todas fueron maravillosas, todas tenían una frase diferente que le invitaban a conversar a pesar de no poder hacerlo.
Sin embargo la que más llamó su atención era una fotografía suya junto al estanque, su cabello rubio estaba despeinado y sus ojos parecían maravillados con las flores de loto. No se dio cuenta de que Jongho había tomado una fotografía suya en ese pequeño instante de distracción.
Curioso, volteó la fotografía para leer la leyenda tras la toma, y terminó sonrojándose profusamente mientras leía una y otra vez la corta frase.
"El verdadero loto blanco."
Yeosang empujó las fotografías en el sobre desgarrado y las lanzó en el primer cajón de su escritorio. Debió sostener su corazón contra su pecho tratando de calmarse.
Este condenado chico...
Para su propia sorpresa terminó llevando las fotografías a su habitación, solo para recostarse en la cama leyendo una y otra vez la misma frase hasta dormirse.
Los regalos continuaron tan únicos como podían serlo. Se diferenciaba de cualquier cortejo que hubiera recibido antes porque esta vez los regalos eran significativos para él, no para Afrodita. Jongho le obsequió algunos libros interesantes, un par de novelas, materiales de arte y joyas que realmente fueron de su agrado.
Ese tipo de atención por parte de Jongho lo hizo sentir feliz... al menos hasta que los regalos se detuvieron repentinamente. Una mañana esperó con ansias otro obsequio de cortejo, pero la mañana se transformó en noche y nada llegó.
Yeosang se sumió en un pequeño pánico, tal vez Jongho decidió darse por vencido al no obtener respuesta alguna tras dos largos meses de cortejarlo. Inmediatamente deseó golpearse por ser tan estúpido, ¿qué tanto le costaba enviarle una pequeña nota? ¿Una muestra de agradecimiento? ¡Absolutamente nada!
Estuvo como un alma en pena por una semana completa, su madre intentó animarlo diciéndole que la vida de un elegido era ocupada y que tal vez Jongho no tenía tiempo suficiente por ahora. Eso no lo hizo sentir mejor, conocía a Jongho, la determinación era su mejor cualidad y no dejaría ir algo que quería solo porque no tenía tiempo para hacerlo.
Si se detuvo fue porque lo consideró una causa perdida.
La noche al final de la semana cayó. Yeosang descubrió que los pensamientos sobre Jongho no lo dejarían dormir esa noche, así que se conformó con tomar a última novela que Jongho le envió, ya la había leído un par de veces pero estaba tan melancólico que no pudo evitar leerla otra vez.
Suspiró entrecortadamente tratando de controlarse, por algún motivo una parte de él quería ir hasta la ciudad del templo de Ares y preguntarle a Jongho directamente la razón de su abandono, lo que era una idea terrible. Se suponía que quería esto, que Jongho se rindiera y lo dejara continuar con sus planes de compromiso con el elegido de Hefesto, sin embargo jamás imaginó que dolería tanto.
— ¿Yeosang? —La puerta de su cuarto se abrió lentamente y su madre se asomó con una sombra de deleite en su rostro—. Me alegro de que sigas despierto, no imaginas lo que acaba de pasar.
Yeosang dejó un separador en la novela y se levantó de la cama. Su madre le entregó una carta con un sobre personalizado con dibujos de laureles dorados, parecían hechos a mano.
— ¿Qué es?
—Viene del templo de Ares.
Alzó la cabeza por la sorpresa y regresó a mirar el sobre, inmediatamente sus manos se movieron temblorosas para rasgar con cuidado el papel y conseguir la carta.
"Hola.
Sinceramente no sé si estás leyendo esto, prefiero creer que sí. Se siente extraño saber que en algún momento estuve tan cerca de ti y nuestro ahora... es decepcionante. Cometí errores, fue mi culpa por ocultarte demasiado cuando sabía que se trataba de algo importante para ti, pero quisiera que me dieras la oportunidad de explicarme.
¿Podrías venir?
Espero tu respuesta.
—C.JH."
Debió leer los párrafos una y otra vez para convencerse de que era real. Esto explicaba bastantes cosas... Jongho creía que aún estaba enfadado por lo que sucedió.
Era verdad que estuvo furioso, sintiéndose humillado y traicionado. Sin embargo también era verdad que su razonamiento era bastante complicado, Yeosang era culpable también por dejar que los demás influyeran en sus decisiones.
Jongho solo buscó una manera de acercarse sin ser rechazado al primer minuto, esa fue su única culpa.
— ¿Qué es? —Su madre preguntó con curiosidad.
—Me está invitando.
— ¿Quieres ir?
—No tengo permitido hacerlo, sabes que el templo de Hefesto...
Su madre rodó los ojos y revolvió su cabello con cariño.
—No importa el templo de Hefesto. Es la primera vez en meses que te ves emocionado y no deberías perder esa pequeña felicidad por darle importancia a algo que realmente no quieres hacer.
Yeosang se congeló. Su madre sabía que no le hacía ilusión comprometerse con el elegido de Hefesto aun cuando no mencionó nada. De hecho si lo pensaba, ella parecía bastante emocionada cada vez que llegaban regalos desde el templo de Ares y se encargó de llevárselos personalmente, cosa que no hacía con los obsequios de nadie más.
—Entonces... uh...
—Adelante, yo informaré al templo que planeas salir.
De ese modo terminó enviándole a Jongho una contestación escueta, diciéndole que aceptaba su invitación y ansiaba hablar otra vez. Una segunda carta llegó en cuestión de días, otra vez en un sobre pintado a mano que por alguna razón lo conmovió. En cortos párrafos, Jongho explicó su alegría por recibir una respuesta y que esperaba verlo cuanto antes.
Juró que su corazón se detuvo por un minuto completo.
Una semana antes de su viaje hacia el templo de Ares, Wooyoung vino a visitarlo. Yeosang no pudo evitar arrastrar a su mejor amigo hacia el centro de la ciudad con la excusa de conseguir un regalo. Lo hizo caminar por largas horas porque nada llamaba su atención, todo se le hacía insípido y poco digno de ser obsequiado a Jongho.
Si bien el pensamiento lo hizo sentir un poco ridículo, no pudo evitarlo.
—Por los dioses, compra algo. Llevamos horas dando vueltas y tienes las manos vacías.
Yeosang frunció el ceño. Si se tratara de un obsequio normal simplemente le hubiera pedido su opinión a Wooyoung. El elegido de Artemisa era bastante perspicaz cuando se trataba de agradar a los demás y seguramente sabría de algo que le gustaría a Jongho, pero necesitaba que ese pequeño obsequio fuese tan especial como los obsequios que Jongho envió para él, por eso debía escogerlo por su cuenta.
Al otro lado de la calle encontró una elegante joyería. Sabía que un obsequio caro no era lo mismo que un obsequio significativo, incluso Yeosang prefería encontrar algo que de verdad fuese de utilidad antes que algo ostentoso, solo que esta vez le pareció correcto.
El collar de Ares fue el motivo de su separación, esa pequeña pieza de joyería los dividió al revelar la verdad. Ahora que volverían a encontrarse podría darle otra pieza de joyería para borrar el mal recuero del collar.
En su cabeza tenía un poquito de sentido.
Yeosang fue a la joyería con Wooyoung acuestas, ignorando sus comentarios sobre que por fin estaba moviéndose como un ser humano normal o algo así.
— ¿Qué piensas comprar?
—Aretes.
— ¿Uh? Creí que ya tenías suficientes.
—Uhm...
Yeosang evadió la conversación concentrándose en admirar los aparadores, sintiéndose mareado por la cantidad de opciones diferentes que lo hicieron dudar más. Primero descartó lo que no fue de su agrado, luego se dedicó a dar tantas vueltas como sus pensamientos mientras elegía un par adecuado.
—Solo elige algunos que te gusten. ¿Por qué estás tardando tanto? —Wooyoung se quejó haciendo muecas, estaba cansado de estar parado en la joyería durante un tiempo tan largo y aburrido.
—No son para mí.
Eso despertó la curiosidad en su mejor amigo. Yeosang evadió la mirada de Wooyoung para elegir un par de pendientes argolla hechos de oro blanco. La joven atendedora se apresuró en poner las joyas en una caja de terciopelo y envolverlos como obsequio.
Wooyoung silbó al salir de la joyería, la curiosidad bailaba en sus pupilas y Yeosang se preparó para recibir el inminente interrogatorio.
—Estás eligiendo un regalo tan caro. ¿Quién es el cumpleañero?
—No hay un cumpleañero —reveló casi en un susurro. Su corazón golpeteó en su pecho de pura vergüenza y temor por dejar ver un poquito de sus complicados sentimientos—. Son para Jongho.
Wooyoung jadeó, puso ambas manos sus hombros para girarlo y mirarlo tratando de buscar la mentira. No encontró ninguna, Yeosang estaba hablando en serio y eso pareció animarlo por completo.
— ¿Estás obsequiándole algo porque irás a su templo o por otro motivo?
—Él... me regaló algunas cosas muy bonitas, solo quiero devolverle un poco de su amabilidad. —Yeosang sintió el deseo de hacerse más pequeño para ocultarse de la mirada emocionada de Wooyoung. No saber qué estaba pasando por su cabeza lo ponía ansioso—. ¿Por qué me miras así?
— ¡Yeosangie, le devolverás el cortejo!
— ¿Importa?
— ¡Claro que sí! ¿Qué clase de persona devuelve un cortejo? Solo acepta a Jongho como tu prometido de una vez y deja de hacer una tormenta en un vaso de agua.
Yeosang hizo un puchero, abrazó el paquete contra su pecho y se apresuró hacia la otra calle. Estaba haciendo las cosas lentamente porque creía que era lo correcto, todavía había cosas importantes en las que debía pensar, todavía su reputación y su corazón estaban en una balanza... todavía no decidía qué importaba más.
Ahora solo quería devolver un poquito de la atención de Jongho, no tenía que significar un gran gesto.
O eso se decía a sí mismo.
Tras una semana demasiado lenta y tortuosa, Yeosang se encontró a sí mismo en la ciudad del templo de Ares. En cuanto llegó unas personas tomaron sus maletas y las llevaron a una habitación que estaba preparada para él.
En su cuarto no pudo relajarse. Lo que más quería era ver a Jongho y hasta el momento no había visto ni su sombra, es más, como el anfitrión se suponía que debía recibirlo y no estaba por ningún lado.
Frunció sus labios. ¡Bien! Sería él quien lo buscaría, si eso era lo que estaba intentado.
Se levantó rápidamente y salió hacia el pasillo dispuesto a preguntar a todo aquel que se le cruzase por el paradero de Jongho. No demoró mucho en escuchar que estaba en el jardín con algo de compañía.
No comprendió a que se referían con "algo de compañía" pero decidió no pensar eso. Wooyoung tenía razón, a veces su mente iba más rápido que su sentido común y terminaba sacando conclusiones apresuradas.
Y no permitiría que sucediera otra vez.
Al estar cerca del jardín, pasó sus dedos por su cabello intentando convencerse de que lucía bien. Esa mañana decidió usar los prendedores de cabello que recibió como quinto regalo, tenían forma de pequeñas hojas de laurel y mantenían su cabello rizado ordenado. Era demasiado vergonzoso decirle a Jongho cuánto amó los regalos de cortejo que le envió, por eso decidió usar los prendedores como una señal silenciosa de que guardó cada cosa con recelo.
Bien, suficiente. Debía dejar de perder el tiempo y enfrentarse a la situación.
Rodeó el templo hasta llegar al jardín, grandes prados verdes se extendieron hasta una valla demasiado lejana para notarse a simple vista.
Escuchó risas.
Lo encontró, al fin lo encontró.
Jongho sonreía alegremente, su cabello estaba despeinado y parecía un poco cansado, pero estaba feliz. Un grupo de niños estaba con él jugando con un balón gastado, eran ellos quienes se estaban riendo y soltando un par de gritos emocionados.
Y ahí estaba la compañía.
— ¡Yeosang!
Un instante Jongho estaba jugando con los niños y al siguiente ya estaba corriendo hacia él. Yeosang no tuvo tiempo ni de pensar cómo podía saludarlo sin hacer las cosas incomodas porque Jongho abrazó su cintura, levantándolo del suelo para darle vueltas.
— ¡Jongho! ¡Por los dioses, bájame ahora!—chilló por sobre la risita feliz del chico—. ¡Si me dejas caer juro que...!
Las vueltas se detuvieron permitiéndole respirar, pero sus pies aun no tocaban el suelo. Jongho abrazaba firmemente su cintura y lo miraba como si fuera la estrella más bonita del firmamento, avergonzándolo por la situación extraña y melosa. Yeosang incluso había envuelto sus brazos alrededor de sus hombros mientras trataba de sostenerse, lo que hizo todo más íntimo.
Demonios.
—Jamás te dejaría caer, Yeosang.
Oh, este chico descarado. Yeosang entrecerró sus ojos y golpeó con un dedo la tierna nariz de botón de Jongho.
—Es "hyung" para ti.
Jongho asintió como un cachorro obediente.
—Yeosangie hyung.
—Oh por... quita la miel de tu voz o prometo que me iré a casa.
— ¿Por qué? ¿Te incomoda? —Se inclinó hacia el frente al punto de casi rozar su nariz. Yeosang se echó hacia atrás mientras se le escapaba un ruidito angustiado que hizo reír a Jongho—. Bien, entendí. No te molestaré más, hyung.
Yeosang rodó sus ojos, al menos hasta que escuchó pequeños pasos apresurados acercándose.
— ¡Ares, Ares! ¡Tu novio es muy bonito! —uno de los niños chilló.
Yeosang evadió las miradas emocionadas de los niños adorables con mejillas redondas. ¿Qué decía ahora? ¡Ellos estaban equivocados! Pero romper sus ilusiones así nada más... oh no.
— ¡Hey! ¿Qué les he dicho de llamarme así? —Jongho regañó al niño que habló, sin embargo el pequeñito rió y se escondió tras la espalda de uno de sus amigos.
—Hyung, tu novio es muy bonito —el otro niño corrigió, siendo seguido por los otros que aun miraban bobamente a Yeosang.
Jongho asintió y se inclinó para besar su mejilla. Si antes Yeosang estaba sufriendo una extrema confusión ahora era muchísimo peor.
¿En verdad estaban fingiendo ser una pareja delante de niños inocentes?
—Sí, es muy bonito.
—No le digas mentiras a los niños —Yeosang susurró mirándolo con ojos severos, tratando de lucir enfadado, pero estaba seguro de que era un desastre sonrojado.
Jongho hizo un puchero y Yeosang odió lo mucho que quiso besarlo.
—Son solo niños, es preferible contarles una mentira blanca antes de que hagan sus inocentes insinuaciones.
—Está bien, lo aceptaré. —Yeosang suspiró para calmarse, al menos hasta que recordó la falta de suelo bajo sus pies. Frunció el ceño y golpeó el hombro de Jongho—. Ahora bájame de una vez, ¿o planeas cargarme todo el día?
— ¿Quieres?
— ¡Claro que no! ¿Por qué querría...? Olvídalo, bájame.
Jongho lo bajó finalmente, pero no se alejó, sino que mantuvo una de sus manos en su cintura para abrazarlo a su costado.
Yeosang estaba pasando por su quinto paro cardiaco.
—Está bien, todos ustedes lávense las manos y vayan por la merienda —Jongho ordenó a los niños, todos contestaron con un largo "bieeeeen" antes de echarse a correr hacia el templo—. ¡Y compórtense, no quiero escuchar reclamos de la señorita Jiyu más tarde!
Los niños se rieron y corrieron lo más rápido que sus cortas piernitas les permitieron. Jongho suspiró como una especie de hermano mayor agotado antes de soltarlo y darle el espacio suficiente para respirar.
—Perdón por eso, quería recibirte en cuanto llegaras pero debía encargarme de ellos primero. —Jongho hizo un puchero disconforme, perdiendo toda la madurez que había demostrado antes.
Yeosang asintió, desviando la mirada de la bonita forma de sus labios.
— ¿Quiénes son?
—Ah, son niños del orfanato. Conseguí permiso de traerlos un par de días al mes, la mayoría de ellos ni siquiera había entrado al templo hasta hacia un año. —Jongho se encogió de hombros—. Me pareció un poco injusto, siguen siendo parte de la ciudad de Ares y están en el derecho de visitar el templo.
Oh no. Apenas había llegado hacia unos minutos y ya se estaba poniendo de rodillas ante el razonamiento de ese chico. No comprendía cómo podía ser tan atento incluso en un ámbito como ese.
—Eso es muy considerado de tu parte.
Además de lindo. Muy Lindo.
Jongho rió como si el cumplido lo avergonzara. Yeosang se preguntó si seguiría avergonzándose si le decía todos los elogios que guardaba en un baúl tras su mente.
— ¿Quieres dar un paseo conmigo? Me gustaría mostrarte el templo, pero...
Inclinó su cabeza hacia los grandes prados vacíos, eran muchísimo más privados que los pasillos del templo. Yeosang temió. ¿Estaban teniendo una confrontación ahora?
A pesar de que su corazón saltó en su pecho preso del pánico, sabía que no podía seguir huyendo. Tuvo dos meses para organizar sus ideas y aun no lo conseguía, sabía que tenía algo por Jongho, pero no diría la palabra en voz alta o se volvería real y tenía miedo.
Esa era la verdad. Tenía miedo de sus propios sentimientos.
Y no quería seguir temiendo de ellos.
—Eres el anfitrión, se supone que debo seguirte.
Jongho sonrió con satisfacción antes de ofrecer su mano. El simple gesto lo llevó meses atrás cuando pasearon gustosamente por la Cronia hablando de todo y nada, disfrutando de su compañía y el peso de su mano contra la suya.
Dejó de dudar y entrelazó sus dedos con los suyos. Jongho se sobresaltó un poco y Yeosang se sumió en un pequeño pánico. ¿Fue demasiado? Quizás Jongho solo quería sostener su mano y él lo llevó hacia un extremo ridículamente meloso. ¡Oh no! ¿Qué hizo?
Su línea de pensamientos se rompió cuando Jongho le dio un pequeño apretón, asegurándole que todo estaba bien.
Él lo guío durante un largo rato en silencio, cada paso haciéndose más pesado que el anterior. Solo se detuvieron al llegar a una hermosa fuente de agua decorada con estatuas de ninfas, ahí se sentaron en el borde, lo suficientemente lejos para que el agua no salpicara sobre sus ropas.
Yeosang apretó sus manos sobre su regazo y miró sus propios pies, preguntándose en qué momento debería hablar. Su línea de pensamientos se detuvo al sentir el roce de unos dedos contra su cabello, justo donde mantenía los prendedores de laurel.
—Sabía que lucirían perfectos en ti.
Jongho quitó su mano en cuanto le regresó a verlo. Había una profunda satisfacción en la mirada oscura del elegido de Ares, como si el simple hecho de que aceptara uno de sus obsequios le hiciera inmensamente feliz.
Oh, ese chico estaba metiéndose en su cabeza y haciendo estragos ahí. ¡Era tan injusto! No podía hacer nada para defenderse.
—Me gustaron.
—Me alegro, de verdad pasé un largo tiempo pensando antes de elegir cada obsequio —Jongho confesó risueñamente, Yeosang no pudo hacer más que mirarlo con sorpresa. Él pareció notarlo porque se rió—. No podía elegir algo al azar, ya sabes lo que dicen: "Los hombres buenos y bellos se conquistan con gentilezas."
Por un pequeño instante se ahogó con su propia respiración.
— ¿Estás leyendo a Sócrates?
—Aprender lo que te apasiona es divertido.
Eso era demasiado dulce. La mayor parte del tiempo Yeosang se contenía en su silencio y guardaba todas sus pasiones para sí mismo, teniendo cuidado cada vez que hablaba porque muchas veces fue tachado de soberbio al soltar tantos conocimientos a la vez, cuando su verdadera intención era compartir las cosas que amaba.
Jongho no solo lo escuchaba, sino que se interesaba por cada cosa que le gustaba.
—Yo no... no he estado siendo justo contigo. Durante mucho tiempo no recibiste ninguna respuesta y no tienes ni idea de cuánto me arrepiento. —Todas las ideas no conseguían concordar con sus palabras, había demasiado que quería decir y sentía que se quedaba sin tiempo a pesar que la tarde era lenta y Jongho solo esperaba—. No tengo excusas en verdad. Fui orgulloso y seguí recibiendo tus obsequios sin siquiera agradecerte, comprendo si estás enfadado conmigo, pero-
—Hey, tranquilo. Nunca me enfadé, solo estaba un poco decepcionado por nuestra situación actual. —Jongho lo detuvo cuando comenzó a ahogarse con sus palabras, mirándolo tranquilamente para transmitirle su calma—. No estoy obligándote a darme explicaciones o una respuesta.
Yeosang parpadeó.
—Disculpa, ¿qué?
—Solo pregunté si me dabas tu permiso para cortejarte, después de... ya sabes, lo que sucedió en el jardín, creí que estaba bien. —Jongho se encogió de hombros, apretando una bonita sonrisa entre sus labios como si la actitud de Yeosang le pareciera adorable—. No estoy exigiendo nada de ti, solo estoy ofreciendo mis sentimientos. Eres tú quien tiene tiempo para decidir si me aceptarás o me rechazarás para seguir con tus planes con el elegido de Hefesto.
Su cerebro olvidó cómo respirar automáticamente.
¿Qué?
Jongho parecía tan tranquilo cuando hablaba, de verdad era único. Ni siquiera estaba insistiendo por una respuesta o quejándose por su silencio durante los meses de cortejo, lo que era más que justo si lo hacía. Solo ofrecía sus sentimientos de forma sincera y pura.
—Pensé que estarías enfadado o...
Jongho negó.
—No necesitas preocuparte, al menos no todavía. Tenemos suficiente tiempo para tomar las cosas con calma, puedo esperar por una respuesta todo lo que necesites, incluso si al final termina siendo un rechazo.
— ¿Por qué eres tan bueno conmigo? Deberías pensar un poco en ti también, esperar tanto por alguien que ni siquiera puede darte respuestas claras es un poco...
—Estoy pensando en mí también. Si me rindiera sin siquiera intentarlo estaría fallándome a mí mismo. —La calma de sus facciones se disipó un poco para darle paso a la incomodidad—. Espera, en verdad no quiero sonar conformista. Si me rechazas estaré triste por un tiempo, tal vez enojado por no haber hecho lo suficiente, pero definitivamente volverás a tu vida sin que me interponga.
El pensamiento lo congeló. ¿Volver a su vida...? ¿Una donde Jongho no estaba allí?
Significaría volver a vivir momentos amargos en las celebraciones, esconderse entre su grupo de amigos mientras fingía que no existía y sentir que jamás encontraría algo medianamente cercano al amor porque nadie lo apreciaría por lo que realmente era.
Eso era tan... triste... y deprimente.
—Sí, supongo. —Las palabras fueron pesadas en su boca y su corazón se apretó en protesta.
¿Iba a aceptar esto tan diligentemente? ¡No quería! Por primera vez encontró a alguien que lo miraba en la forma que siempre deseó, con un profundo cariño y admiración, pero por sobre todo, notándolo. No necesitaba palabras ni tampoco esforzarse por demostrar cómo se sentía, Jongho tomaba solo un par de segundos para leerlo sin esforzarse.
Nunca imaginó que se sentiría tan cómodo con alguien, nunca imaginó que ese alguien fuera una persona maravillosa y por sobre todo, nunca imaginó que entraría en su corazón tan rápidamente.
Jongho pinchó su mejilla con un dedo tratando de llamar su atención, Yeosang se sobresaltó y le dio un golpecito como una especie de gato arisco intentando protegerse.
—Te dije que no necesitabas preocuparte. No hay nada certero aun, las posibilidades siguen ahí hasta que decidas. —Jongho sonrió alegremente como si estuviera hablando del clima y no de algo tan complicado—. Eso significa que tengo tiempo para derrumbarte.
—Eso sonó violento.
—Estoy violentamente interesado en ti.
—Oh, ni lo intentes. Tu palabrería coqueta no va a funcionar conmigo.
—Estás sonrojado.
Yeosang abrió la boca para negarlo, pero podía sentir el innegable calor en sus mejillas. Al final no pudo hacer más que fruncir sus labios y esconder su rostro tras su mano.
Injusto.
...
Su estadía en el templo de Ares estaba yendo bastante bien.
Habían pasado unos cuantos días desde que llegó y cada momento fue cómodo. Jongho se encargó de hacerlo sentir confortable, asegurándose de que disfrutara su visita al templo, pero lo más importante fue su compañía.
Yeosang había disfrutado de largas charlas, largos silencios, pequeños chistes, pequeños comentarios sarcásticos y algún par de roces de más a los que no se negó. A veces, Jongho podía tomar su mano mientras caminaban en el pasillo y Yeosang solo entrelazaría sus dedos sin decir una palabra. Otras, Jongho simplemente se recargaría sobre su hombro y Yeosang lo permitiría.
Toda la situación disimuladamente romántica era lo que ponía felicidad en su pecho.
Jongho había terminado sus tareas por la mañana y se escapó a su habitación en cuanto tuvo la oportunidad, recostándose en la orilla de la cama mientras Yeosang estaba hecho un ovillo cerca del respaldo. Ahora estaban pasando el rato viendo una película absurda y soltando comentarios mordaces sobre el protagonista idiota.
En algún momento de silencio sus ojos se dirigieron hacia el pequeño cajón de la mesita de noche. Había pasado bastante tiempo desde que llegó y no se atrevió a entregarle el obsequio a Jongho, por lo que solo lo echó en el primer cajón que encontró decidiendo que se lo entregaría cuando tuviera la oportunidad.
Ahora podría serlo.
—Traje algo para ti —Yeosang habló por sobre la mala escena de acción.
Jongho volteó para mirarle, sus oscuras pupilas brillaron con curiosidad.
—Si no es tu mano entonces no quiero.
Yeosang le dio un golpecito justo en el entrecejo antes de girarse sobre sí mismo para alcanzar el cajón. Su mano había comenzado a temblar en cuanto tomó el paquete ligero, realmente comenzó a preguntarse si el regalo era adecuado, tal vez debió buscar algo diferente o...
Bien, al demonio.
Dejó el pequeño regalo sobre el pecho de Jongho esperando por una reacción positiva de su parte que le hiciera olvidar el miedo, pero Jongho solo miró el regalo y luego regresó a mirarlo a él.
—No me hagas ojitos, solo ábrelo.
Jongho se sentó correctamente sobre la cama acurrucando el regalo entre sus manos como si fuera más importante de lo que debería. Yeosang mordió su labio porque no podía ver el rostro del chico desde su posición y estaba demasiado nervioso como para arrastrarse sobre la cama hasta él.
Los movimientos de Jongho fueron suaves, desatando la cinta decorativa y dejándola a un lado para abrir la caja. Hubo un largo momento de silencio hasta que Jongho se levantó de la cama para acercarse al lugar donde Yeosang estaba hecho un ovillo de nervios.
Esperó a que hiciera cualquier cosa, pero no que Jongho se inclinara para besar su frente.
—Tienes un buen gusto, hyung —murmuró suavemente—. Gracias, de verdad lo aprecio.
Solo hasta ese momento recordó que tenía un corazón porque su ritmo se disparó al escucharlo agradecerle por un detalle sencillo.
En serio ese chico sería su perdición.
Atravesó el resto de la semana aguantando la tormentosa mezcla de sentimientos en su interior, unos que les impidieron dormir en la noche y lo hicieron golpear la almohada más de dos veces — ¡con frustración! — porque era como estar atrapado en un bucle, caminando en círculos y sin salida.
Cada mañana se aseguraba que podría ser su amigo sin necesidad de pensar en ser algo más, pero después se encontraba a sí mismo mirando con ojos soñadores a Jongho cada vez que mostraba su sonrisa gingival, y al final se bofeteaba en la cara por ser tan estúpido y dejarse llevar por sus pequeños detalles.
Jongho más de una vez le preguntó si estaba bien, por supuesto que no era normal verlo golpearse a sí mismo de la nada, pero Yeosang jamás admitiría que el motivo detrás de sus bofetadas.
Por suerte, Jongho debió comenzar a ocuparse de sus actividades como elegido organizando un par de cosas aquí y allá, dejando a Yeosang solo durante varias horas al día hasta que pudiera librarse. Gracias a eso tuvo algo de tiempo para desvariar sobre sus pensamientos, sentimientos y estúpidos razonamientos, buscando encontrar una respuesta concreta en todo ese desastre.
O perderse más. No estaba seguro.
Yeosang alzó la mirada de su libro para prestar atención a la puerta cuando esta hizo un pequeño chirrido, Jongho había cerrado con suavidad antes de dirigirse hacia él con pasos pesados. Una pequeña preocupación nació en él porque el chico parecía cansado.
— ¿Ya estás libre?
Los pendientes de argolla que le regaló brillaron un poco cuando Jongho asintió perezosamente. Yeosang guardó su satisfacción, Jongho no se los había quitado desde la tarde en que se los regaló.
Dando movimientos lentos se dejó caer a su lado en el sofá. Yeosang comprendía que estaba cansado, lo había visto terminar algunas tareas en tiempo record y también muchas veces se ofreció a ayudarlo, pero no era suficiente para alivianar la carga.
Gracias a esa cercanía pudo decidir que Jongho era ciertamente increíble, cumplía con sus actividades como elegido a la perfección, pero también se dedicaba a plantear propuestas e ideas por él mismo, siempre buscando que el templo de Ares funcionara de la mejor forma posible. Además se mantenía fiel a sí mismo como persona, hacía cada una de las cosas que le gustaban y se esforzaba por alcanzar sus objetivos.
Esa confianza que mostraba no era más que la respuesta de todo su esfuerzo. Su personalidad fuerte y decidida estaba cimentada por su trabajo duro, y merecía que se le llenara de halagos de todo tipo.
Una pequeña sensación cálida se instaló en su pecho al pensar que, oh vaya, ese chico maravilloso estaba interesado en él, de todas las personas del mundo, lo eligió a él.
¿Por qué no podría Yeosang hacer lo mismo?
Tonto, tonto, tonto.
—Hey, cambia la página —Jongho se quejó en su oído. Yeosang no notó que había decidido recargarse cerca para leer el libro con él hasta ese momento.
—No leas sobre mi hombro, es incómodo.
—Pero...
Jongho apretó sus labios en un puchero y Yeosang pinchó su mejilla con un dedo tratando de quitar sus lamentos de cachorrito de su cara.
—Leeré para ti, solo escucha.
Una bonita sonrisa se acomodó en sus labios antes de recargarse cómodamente en su hombro. Yeosang se sobresaltó un poco —como siempre hacía cuando Jongho se acercaba demasiado— aunque se calmó rápidamente recordando que estuvieron en situaciones como esa antes.
Comenzó a leer la parte de la novela en la que iba, de vez en cuando Jongho hizo un par de comentarios ganándose un par de pellizcos en las mejillas por interrumpirlo, aunque secretamente Yeosang suplicaba por cualquier comentario estúpido que sirviera de excusa para tocarlo sin sentirse mortificado.
En algún punto la respiración de Jongho se hizo más tranquila, más pausada. Yeosang desvió sus ojos hacia él para verlo dormir en su hombro, descansando como merecía después de hacer tanto cada día de la semana.
Yeosang no dijo una palabra, ni siquiera se movió un centímetro, permitiendo que el chico descansara sobre él.
Era... extrañamente hogareño.
Le gustaría que todas sus tardes fueran tan hogareñas como esas, simplemente disfrutando de un momento libre junto a una persona que apreciaba sin límites. Sabía que bastaba con aceptar los sentimientos de Jongho para tenerlo así para siempre, tan sencillo que era casi ridículo, pero una parte de su corazón tiró un poquito.
Entre puertas era perfecto, solo ellos dos. Sin embargo, ¿qué sucedería cuando debieran enfrentarse al mundo?
Cerró los ojos un momento, sintiendo el pequeño temor en su corazón que no podía ni siquiera compararse con el dolor que sentía cuando pensaba en perder a Jongho.
Inhaló profundamente. La verdad lo golpeó de frente como una ventisca helada: "Perder a Jongho sería muchísimo peor que cualquier cosa."
La balanza se rompió hacia un lado.
Pasó un largo tiempo, lo siento. Sin embargo esto se volvió mucho más largo de lo que esperaba y debí dividir la parte cuatro en dos. En un par de horas subiré la última parte que ya está lista. <3
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro