1. La Despedida
Las despedidas, para muchas personas es uno de los peores momentos, donde hay muchos llantos, besos y abrazos sinceros.
Sinceros...
Ese es mi problema, odio las despedidas, no por el hecho que no volveré a ver mi perfecta familia por un año, si no que todos son una bola de hipócritas, apostaría todos mis ahorros a que ninguno de los que están aquí desearían estarlo.
—Olivia, nos vas a hacer mucha falta— dice mi padre entregándome mi maleta.
Hagamos una pequeña pausa aquí:
Mi relación con mi padre no es nada buena que digamos, siempre me ha exigido que sea como el perfecto de mi hermano, que saque las mejores calificaciones, ser una empresaria exitosa, bañarme en dinero y un millón de cosas más que a mi no me gusta hacer.
Una de las pequeñas cosas que coincidimos con mi padre es el hecho de ir de intercambio, según él, estando en otro ambiente podría por fin decidir qué seguir en la universidad y desarrollar mi aleman. Mientras que yo, no soportaba ni un segundo más con mi padre y hermano, además me fascina aprender sobre otra cultura en un continente muy distinto al mío.
—Olivia, mi padre te habló, respóndele— hablo la perfección en persona, despertándome de mi pequeña pausa.
—A mi también me van a hacer falta, entonces ¿por dónde debo entrar?—
—Puerta 8, Iberia Airlines está esperando por ti mi chiquita— responde mi padre tratando de ser lindo conmigo.
Caminamos en silencio los tres por el aeropuerto hasta llegar a mi respectivo destino.
—Bueno...—suspiro y sigo— adiós, nos vemos en un año— finalizo mi conmovedora frase, me doy media vuelta y empiezo a entrar a mi puerta.
—¿Ni un abrazo?— pregunta mi padre mientras le quita el celular de las manos a mi hermano.
—¿Les parece si se los doy en 365 días?—
Sigo mi camino mientras escucho a lo lejos a mi hermano murmurando a mi padre algo sobre que nunca cambiaré.
Después de 12 horas, 28 minutos...
Por fin había llegado a la ciudad de Munich, tenia mi trasero en coma, un hambre de león y muchas ganas de hacer pipí, pero nada podía quitarme mi buen humor, había anhelado esto por años, estar lejos de mi padre y hermano, y por fin mis plegarias han sido escuchadas, estoy a 805km de ellos, se puede respirar la libertad literalmente.
Mi madre adoptiva Marianne, me informo que ella lastimosamente no podía venir a recogerme, pero en vez de ella mando a sus dos hijos, los cuales tengo entendido que tienen una edad aproximada a la mía y si mi memoria no falla uno de los dos se llama Marvin.
Salgo de la sala de equipaje y veo un centenar de personas y chicos, muchos chicos, deliciosos chicos. No recuerdo muy bien la apariencia de mis hermanos adoptivos pero Marianne dijo que iban a estar con un cartón con mi...¡Dios Mio!
No podía creer lo que mis ojos veían, no es por ofender a los de mi país ni nada por el estilo pero Santa Madre de la Papaya estos chicos sin ningún problema podrían ser modelos de Calvin Klein.
—Hola, ¿Olivia verdad?— se me acerca el mas lindo de los dos mientras yo solo le puedo responder asentando la cabeza.
—¿Marvin ya podemos irnos?— pregunta el otro que se ve que no esta de buen humor.
—Espera Fabian, ¿llegaste bien?—me pregunta al parecer Marvin con una gran sonrisa colgate.
—Si, gracias por preocuparte—
No entiendo porque rayos era tan tímida con chicos tan preciosos, cualquier otra chica de mi país ya se hubiera saltado encima de ellos y los hubiera violado.
Mientras nos dirigimos al estacionamiento, con la única persona que cruce palabra fue con Marvin, quien me explicaba que tenia veinticuatro años y su hermano Fabian veinte, que si deseaba dormir lo podía hacer en el carro debido a que de Munich a Stuttgart son dos horas y media, también se disculpo por la actitud de su hermano hacía mi ya que dice que no es muy bueno socializando y que en estos momentos me esta odiando porque le quitaron su habitación por dármela a mi.
Llegamos a un fantástico Audi Q8, el cual no me sorprende mucho debido a que el presumido de mi hermano tiene el Q5.
Argh mi hermano...
—Olivia— escuchó una voz lejos pero la ignoro.
—Maldita sea, levántate—grita al parecer Fabian—¿Crees que se haya muerto?—
—Está respirando genio—responde Marvin.
En el momento que estoy considerando despertarme siento unos musculosos brazos elevándome, esto es como el maldito paraíso, siento tan cerca sus pectorales y su delicioso perfume.
Abro lentamente los ojos para admirar la belleza de Marvin, no puedo creer que este Dios griego me esté cargando y que vayamos a vivir bajo el mismo techo por un año, tiene su cara tan perfecta, su cabello es de un rubio tan natural y sus labios se ven tan suaves y deliciosos. Marvin nota mi mirada y se enfoca en mi, mientras siento el rubor apoderarse de mi cara, nuestras miradas se conectan y sus ojos azules me transmiten una conexión que nunca había sentido con nadie, nunca.
Alguien a lo lejos se aclara la garganta despertándonos de nuestro intercambio de miradas, provocando que Marvin me suelte, dejándome caer al piso.
Regreso a ver lentamente a la causante de mi rotura de coxis, y me encuentro a una Barbie personificada, completamente rubia, tiene los ojos tan azules como los de Marvin y su bronceado leve le hace lucir tan perfecta.
—Cariño— se acerca Marvin a la Barbie.
—Amor, vine a verte pero tu madre me informó que saliste al aeropuerto, decidí esperarte y me encuentro con dichosa escena, ¿Quién es esta?—se le acerca aún más a Marvin mientras me señala con su manicura perfecta.
Todo en ella es Perfecto.
—Hola, mucho gusto, mi nombre es Olivia y soy la hermana adoptiva de Marvin, iré a descansar ya que estuve en un avión por doce horas, por cierto, voy a estar aquí por un año, así que acostúmbrate a mi presencia linda— me despido sutilmente de ella y Marvin.
Marianne me enseña mi habitación la cual tiene un estilo muy moderno y juvenil, se nota que se ha esforzado mucho en ella. Arreglo todas mis cosas y me alisto para dormir, nada ni nadie va a arruinar mi felicidad en este nuevo país.
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Portada by: BelWysocki
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