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UNO | "Una propuesta... ¿Indecente?

Todo el campus tiene la mirada curiosa sobre nosotros, las personas pasan a nuestro alrededor como si fuésemos Angelina Jolie y Brad Pitt. Mis pies están anclados a la grama artificial que rodea la universidad y mis ojos están apunto de salirse de su sitio.

— ¿ Entonces?— dice el rubio sonriendo, mi lengua se pegó a mi paladar y no me deja soltar palabra alguna— ¿Rose…?

Tragó duro y lo detallo de pies a cabeza.

Nickolas “Nick” Price.

El hijo de uno de los magnates más enigmático, famoso y multimillonario de todo Estados Unidos y el continente norteamericano, quien también, es dueño de Industrial Price Company. Sin contar el hecho de que, Nickolas “Nick” Price es uno de los talentos reservados para The Eagles de Nueva York, el equipo de fútbol americano más costoso y prestigioso del país.

También debo decir que, Nickolas “Nick” Price es el chico más codiciado de todo el campus, la ciudad y sus alrededores. No solo por su atractivo y sexy físico de Ken de la Barbie, sino también por su intelecto y gran capacidad para cautivar. Las chicas— y algunos chicos— caen a sus pies con tan solo una sonrisa.

Con veintidós años de edad y una imagen tan pública como la suya, ha logrado cursar una carrera tan complicada como lo son los negocios y ahora está apunto de graduarse, ya que, solo le faltan un mes para cumplir aquella meta.

¿Por qué sé toda esta información? Pues, es lo único que se escucha en toda la universidad. Y el caso está en que, nunca en mi estadía en la NYU he cruzado palabra con él y tampoco he tenido interés de formar en su larga fila de conquistas.

Pero ahora está aquí, pidiéndome que… ¿Sea su novia?

— ¡Rose!— parpadeo y sacudo un poco la cabeza, los ojos azules de Nickolas me miran entre confundidos y… ¿Suplicantes?— Nena ¿Sigues dormida?—¿Nena? El rubio ríe y hace un ademan con la mano hacia las personas que nos miran divertidas y extrañadas— Creo que no te lo esperabas, mejor espabílate un poco— se inclina hacia adelante y sujeta mi mano, llevándosela a los labios y dejando un beso en el dorso. Mi ceño se frunce y él lo nota— Ven, creo que deberíamos hablarlo en privado.

¿Qué? Su mano tira de la mía y no tengo más remedio que dejar que me guíe a quien sabe dónde, lo escucho y veo saludar a varías personas mientras caminamos.
¿Por qué no puedo hablar? Vuelvo a tragar forzado y mis pies se apresuran a seguirlo. Quiero soltarme de su agarre, pero mi cerebro está en shock y se desconectó de mi cuerpo. De todos modos, no podría si quisiera, sus dedos se aferran a mi mano como si fuera un salvavidas y él se estuviera ahogando en el océano.

Caminamos hasta el final del pasillo y Nickolas empuja la puerta de metal que conozco como el cuarto del conserje. El cuarto es amplio, cabe perfectamente todos los implementos de limpieza y si así fuera, tres personas. Todo queda a oscuras cuando la puerta se cierra detrás de mi, pero segundos después la luz se enciende. Nickolas suelta mi mano y se pone frente a mi.

— ¿Qué hago aquí?— es todo lo que logro articular ¿Por qué demonios pregunté aquello?

— Mira… Sé que esto te tomó por sorpresa…

— Si, todo esto— hago un gesto con las manos señalando todo a mi alrededor— «¿Quieres ser la rosa que le falta a mi jardín?»— cuestiono incrédula, una sonrisa aparece en sus labios— los cuáles son rosados y llamativos— y un destello cruza su mirada.

— Si, eso se me ocurrió cuando supe tu nombre— se cruzó de brazos y levantó el mentón con suficiencia— Ingenioso ¿No?

— No, no es para nada ingenioso— digo con seriedad y lo fulmino con la mirada, su sonrisa se borra y yo sin poder evitarlo, masajeo mis sienes— Mi cabeza comienza a palpitar, Dios mío. ¿Qué se supone que es todo esto?— le pregunto sin entender absolutamente nada— ¿Por qué carajos me estabas pidiendo que fuera tu novia?

Porque necesito que seas mi novia— dice y pone un gesto suplicante, se aproxima a mi y por inercia, retrocedo— Mira, Rose… En serio, de verdad, necesito tu ayuda.

— ¿Mi ayuda?— él asiente con rapidez y no puedo evitar compararlo con un niño pequeño— ¿Para que?

— ¿Debo explicártelo?— pregunta con desgana y yo abro mucho mis ojos en un gesto de obviedad, el rubio suspira y se pasa las manos por la cara— Escucha, necesito que me hagas el favor de ser mi novia— ladeo el rostro, más confundida aún— Te pagaré si es necesario.

— Si me pagas no es un favor— digo y él sacude la cabeza— No te estoy entendiendo, y sinceramente no quiero seguir aquí…

Me giro para abrir la puerta, pero Nickolas es más rápido y grande que yo, por lo que sus brazos se apoyan en el metal de la puerta. El repentino choque genera un ruido seco que me sobresalta y me hace girar otra vez. Estamos frente a frente, pero más cerca de lo debido y es que, a la poca distancia puedo oler su perfume masculino que es… Delicioso. ¡Rose! Parpadeo y tengo que echar la cabeza hacia atrás para poder verlo mejor. Sus ojos están fijos en los míos y sus labios están demasiado cerca de mi boca.

— Rose, por favor. Ayúdame— suplica y mi corazón da un salto dentro de mi pecho— Te lo compensaré…

— No quiero que me compenses nada— susurro, sus ojos intentan transmitirme algo, pero no sabía qué— ¿Por qué?

— Mis padres— dice a modo de explicación, pero al ver que no contesto, continúa— Ellos necesitan que deje las fiestas, los revolcones de una noche y las borracheras de los fines de semana— su respiración se mezcla con la mía y un sutil olor a menta me marea— Quieren que busque una persona que me ayude a ser mejor, alguien que me domine, por así decirlo— ríe de su propio chiste, pero yo no le veo lo divertido— Quieren buscarme una chica para que salga conmigo, pero yo no quiero estar con una modelo ricachona como ellos tienen en mente.

— ¿Y como encajo yo en todo?— pregunto, entonces sus brazos caen a los lados de su cuerpo.

— Necesito que seas mi novia— dice otra vez, pero ahora con más intensidad que antes.

— ¿Quieres que finja ser tu novia?— suelto con una mueca.

— No, quiero que seas mi novia de verdad— reitera, frunzo el ceño— Sé que suena extraño, pero no estoy buscando que finjas… Necesito que las cosas vayan en serio, porque yo también quiero cambiar en serio.

— ¿Quieres que te ayude a cambiar?

— No mi forma de ser, tampoco de pensar… Pero si a darle importancia a todo aquello que es realmente importante— dijo, inhaló profundamente y me miró— Quiero a alguien con quién contar y con quién aprender a ser yo mismo y no el Nick que todos quieren que sea.

— ¿Por qué yo?— susurro sorprendida de que me dijera todo aquello.

— Porque te he visto, no eres como las demás… No te gusta la hipocresía ni tampoco las mentiras, y ciertamente, no estoy aquí para mentirte, sino para pedirte ayuda— suspira, vuelve a acercarse a mi y sujeta mis manos— Sé que no nos conocemos, apenas y supe cómo te llamabas ayer por la tarde, pero eso no quita el hecho de que seas menos importante.

— ¡Vaya! Mi mente está corriendo una maratón— reí y me solté de su agarre para rodearlo y poder respirar aire puro y no su exquisito perfume masculino— A ver si entendí… Tú quieres que sea tu novia ¿Verdad?— asiente y yo hago lo mismo— Bien, pero novia… novia, no novia falsa.

— No, quiero que seas mi novia de verdad— reafirma.

— Okey, bueno… Me estás diciendo que yo no soy igual a las demás y por eso soy la indicada ¿No es así?— asiente como niño obediente ¿Por qué es tan adorable? ¡Ahora no, Rose!— Bueno, aún sigo sin entender… Nunca en nuestras vidas hemos entablado una conversación y ahora tú… Me estás pidiendo que sea tu novia ¿Ves lo raro que es?

— Si, Rose… Lo sé… ¡Mierda!— entierra sus dedos en su cabello y tira del mismo— Sé que suena extraño y hasta retorcido… Pero te necesito, te necesito porque no he visto a nadie más confiable y dedicada, decidida y… No he conocido a nadie como tú y por eso eres la indicada.

Vamos, eso sonó demasiado romántico y me compró desde que dijo que era confiable… Pero, sigo teniendo esa espinita de duda que no me deja analizar muy bien la situación.

— ¿Esto es un juego o algo así?— pregunto, su ceño se frunce— ¿Alguna clase de apuesta o algo?

— ¿Qué? ¡Por supuesto que no! ¿En qué mundo vives?— dice con un gesto de asco y finge un escalofrío— Jamás le haría eso a nadie, ni a ti ni a ninguna otra chica… Es asqueroso.

— Lo siento— me disculpo sonrojándome— Es solo que… Es extraño que vengas a mi por ayuda y que ni siquiera supieras como era mi nombre hasta hace un día.

— Si, eso… Nunca te había visto antes ¿Bien?— confiesa y luego suspira sonriendo— Luego se me presentó esta situación con mis padres, pero no sabía que hacer y Chase me estaba “ayudando”— hace comillas con sus dedos en la última palabra— Pero nunca llegamos a nada, hasta que ayer estábamos sentados en las gradas del campus y entonces… Tú apareciste, estabas prácticamente corriendo y luchabas porque el viento parecía tener una obsesión con despeinarte y no sé si fueron tus rizos o tú, pero algo en ti me llamó y ahora no puedo sacarte de mi mente.

Carajo, mi rostro debe ser un tomate y mi corazón está peor que una locomotora, sus palabras acaban de calar hondo en mi pecho y no sé cómo sentirme.

— ¿Estás enamorado de mi?— pregunto, él se encoge de hombros.

— No lo sé— suspira— Pero hay algo en ti que me gusta y por eso necesito tu ayuda.

Ay Dios mío ¿Dije mala suerte antes?

Hagamos una lista.

*Cosas parecidas entre Nickolas “Nick” Price y Rose Roberts*

1. …

¡Exacto! No tenemos nada en común, él es un mujeriego empedernido, un modelo de revista y un deportista sexy y hermoso.

Yo, soy un ratón de biblioteca, me gusta estudiar, no me gusta ir de fiesta.

¡No se puede! Y ¿Por qué estoy reconsiderando su propuesta?

Mis ojos van a los suyos, observo la desesperación y sinceridad en su mirada y es que se ve tan tierno con sus ojos azules brillando al máximo y es que sus irises pueden pasar por verdes si te fijas bien.

— ¿Por qué entre tantas chicas que matarían porque le hicieras está misma propuesta me escoges a mi?— digo para salir de dudas de una vez por todas.

— Digamos que, aparte de saber o creer como eres… Utilicé a un amigo de mi padre para obtener más información sobre ti— dijo rascándose la parte trasera de la oreja, ladeé la cabeza y abrí mucho los ojos después.

— ¿Me investigaste?

— Algo… Algo así— soltó una risa nerviosa y fue un sonido… ¿Sexy?— Pero solo fue parcialmente, como para saber tu edad y que estudias, también para saber que te gusta y cosas así… No investigué nada más, lo juro— se apresuró a decir y asentí un poco extasiada y anonadada— Y, respondiendo a tu pregunta, debo afirmar que no hay nada más cautivante que verte— frunció el ceño y soltó una sonrisa de medio lado, de esas que achicharran neuronas y que por alguna extraña razón, lo estaba haciendo con las mías en este mismo instante— Lo que es realmente raro pues, solo me enfoqué en ti hace una semana y desde entonces he buscado tu nombre por doquier y quizás por eso mandé a hacer el letrero que sostienen mis amigos allá afuera— da un paso en mi dirección y yo me quedo quieta— Ayer, luego de conocer al fin tu nombre, recordé todas las veces en las que me quedaba admirando el enorme jardín de rosas rojas que tiene mamá en casa y sus palabras me golpearon como si de un saco de boxeo se tratase y tú fueras aquel excelente boxeador que me eligió— dio otro paso en mi dirección, a este punto mi corazón estaba peor que el de un caballo de carreras— ¿Sabes que me decía mamá? «Las rosas son como las mujeres, son hermosas por su color llamativo y peligrosas por sus espinas, a lo largo de tu vida te toparás con muchas mujeres ¿Pero sabes una cosa? Solo una rosa marcará la diferencia»— mi respiración se atascó en mi garganta, mis pulmones no recibían oxígeno. Supuse que estaba sonrojada y eso incrementó su fuerza al tiempo que su mano se elevó y acarició mi mejilla con sus nudillos, su palma abierta acunó mi rostro y mis ojos se cerraron por la suavidad y ternura de aquel contacto— Ayer supe que tú serías esa rosa que marcaría la diferencia, mi diferencia.

Yo era de esas niñas que a eso de los seis o siete años planeaban encontrar a su príncipe azul, ese que vestía con una brillante armadura de plata y que llegaba en su caballo blanco para rescatarla de la torre del dragón— que para ese entonces, era mi habitación— en dónde vivía cautiva. Si, me encantaba crear escenarios imaginarios en dónde todas aquellas ideas fantásticas ocurrían y es que, aún lo hago.

Tengo veinte años y aún no encuentro a ese príncipe, porque sencillamente, no estaba centrada en buscarlo. Mi carrera de contaduría era lo más importante para mí en aquel tiempo y no pretendía descuidarla, incluso ahora que estoy cursando mi sexto semestre. Pero entonces recuerdo las palabras de papá… «Algún día llegará una persona excepcional a tu vida, y lo hará en el momento menos esperado». Entonces pienso ¿Será Nickolas “Nick” Price mi príncipe azul? Físicamente parece uno, nunca me había detenido a verlo tan de cerca y es que el tipo es lindo. Sus facciones son sexys y masculinas, su manera de expresarse y como habla con ese típico timbre de voz bajo y ronco que caracteriza a todos los chicos lindos.

¿Puede una persona enamorase a primera vista? Corrección ¿Puede una persona enamorase en menos de un minuto?

— ¿Por qué estoy viendo tan tentativa está rara oferta?— pregunto en un susurro bajito, veo un indicio de sonrisa en sus labios— Perdón ¿Por qué te veo tan tentativo?

— Es solo una cara bonita— dice, sacudo la cabeza y eso hace que uno de mis rizos caiga sobre mi frente. El mechón de cabello negro capta la atención de Nickolas y con sus dedos toma mi cabello y lo pasa detrás de mi oreja— Aunque, tú también te ves muy tentativa, rizos.

— ¿Ese será mi apodo cariñoso?— cuestioné y él soltó una pequeña carcajada.

— Si te gusta, si, puede que te llame de esa forma— musité un pequeño «Oh» y bajé la mirada— No me has respondido…

— ¿Por qué no me contaste esto antes de venir a pedirme que fuera tu novia en medio de todo el mundo?— esa era una duda que no me dejaba tranquila y debía saber la respuesta.

— No lo sé, hubiese sido extraño— arruga un poco la nariz y se aleja de mi para meter sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans azules ajustados.

— ¿Y llegar de repente y preguntarme no lo es?— digo un poco divertida para quitarle hierro al asunto, Nickolas niega sonriendo y asiente después.

— Si, es algo extraño.

Bajé mi mirada hacia mis manos y pude ver cómo el esmalte negro que cubría mis uñas seguía igual de intacto que hace dos semanas cuando me las pinté. Tenía cierto afecto al color negro, pero aún así, me llamaban la atención otro tipo de colores, como el rojo y el azul oscuro e incluso, el rosa fuerte me gustaba bastante.

— ¿Tendré que fingir que estoy enamorada de ti?— cuestioné de pronto, tomándonos por sorpresa a ambos.

— Ya te dije que no quiero fingir, quiero ver qué tal van las cosas cuando alguien te gusta de verdad— mi corazón se detuvo y retomó su ritmo al instante— Quizás en un futuro no muy lejano yo me enamore de ti y tal vez, tú hagas lo mismo.

— ¿No crees que estamos forzando al destino?—  lo vi negar.

— Forzar al destino sería insistir en esto y no sentir ningún interés por ti— dijo— Por otro lado, insisto porque me gustas desde que te vi luchar con tu cabello hace una semana.

— ¿Tampoco crees que mi nombre signifique rosa y que tu madre te haya hablado de las mismas cuando eras niño?

— De hecho, en ese caso, el destino predijo que esto pasaría y por eso estamos aquí hoy, encerrados en este armario y yo te estoy pidiendo de una manera muy singular que seas mi novia real, aún y cuando no nos conocemos a fondo.

— Dios mío— me llevé las manos al cabello, su ceño se frunció de repente— ¿Por qué tienes que ser tan… Tan tú?

— ¿Eso es malo?— preguntó extrañado a lo que yo negué.

— Al contrario, me estresa que sepas expresarte tan bien y que tengas esos ojos azules o quizás verdes tan persuasivos y tengas la capacidad de ser más correcto de lo que yo creía. Eres todo lo contrario a lo que había pensado, hablas bien, solo has dicho una grosería desde que estamos conversando, eres guapo, sexy, atlético y responsable… ¿Dónde te habías metido?— exclamé sin aliento, sentía su mirada sobre mi pero eso no me impidió que comenzara a caminar por el pequeño y reducido espacio.
Tenia una teoría que se me acababa de ocurrir y es que él tenía razón, quizás el destino contribuyó en esto. Su madre le habló de las rosas y las mujeres, yo me llamo Rose lo que significa rosa y mi padre hace algún tiempo me había dicho que mi príncipe azul llegaría en el momento menos esperado para mí y claramente, yo no me había esperado esto.

Eres mi príncipe azul— susurré luego de tener mi epifanía, los ojos de Nickolas se achinaron un poco al no comprenderme— Tú mismo lo has dicho, el destino no hace nada si no lo predice, a ti tu madre te contó sobre las rosas, a mi, mi padre me habló sobre los príncipes azules y el amor… ¡Oh por Dios!— jadeé, él rió y mi corazón vibró por ese sutil y bajo sonido que me encantó— Acabas de reírte y sentí tu risa en mis entrañas.

— ¿Gracias?— asentí porque realmente, era un cumplido— Entonces ¿Qué dices? ¿Aceptas ser mi novia?

— ¿No deberías pedírmelo como lo tenías planeado?— fruncí el ceño unos segundos y él abrió mucho los ojos, tomó mi mano y nos sacó a ambos de aquel pequeño armario.

La gente nos miraba más confundida que nunca y es que, la escena no era muy bien vista que digamos. Acabamos de salir de un armario, en cuál duramos unos quince minutos hablando sobre esta extraña y rara propuesta que, supuestamente y según dos locos como nosotros, creemos que está predicha por el destino. La gente podría pensar que estábamos haciendo otra cosa no tan decente como en realidad lo era, aunque de decente no tenía nada, porque venir a pedirme que fuera su novia porque si… Era algo realmente extraño.

— Necesito que vayas hacia allá y vuelvas como si no supieras nada ¿Si?— me dijo Nickolas en un intento de explicarse.

— ¿Okey?— reí un poco sin entender mucho, me di la vuelta y caminé hacia el otro extremo del campus y me detuve frente a una de las columnas de cemento gris que ahí se encontraba. Cerré los ojos un instante, permitiéndome a mi misma salir de mi zona de confort y probar algo nuevo… Como el amor— Uno, dos, tres…

Conté hasta diez y me giré, vi a lo lejos como Nickolas le hacía señas a sus amigos para que sostuvieran el cartel nuevamente. Mordí mi labio inferior tratando de contener la sonrisa que está por salir a flote de mis labios, le rogué a todos los cielos y a mamá que estaba en él que me iluminara la mente antes de llegar a el chico más raro con el que he hablado.

¿Estaría tomando la dirección correcta? ¿No me estaría precipitando?

Mis neuronas estaban vestidas de porristas con un uniforme rojo con azul— los colores del equipo de la universidad— y gritaban a todo pulmón al ritmo de los latidos de mi loco corazón.

«¡Dile que si! ¡Dile que si! ¡Dile que si!»

¿Debería decirle que si?

Me detuve justo cuando estuve a dos metro de distancia, las personas a nuestro alrededor comenzaba a sacar sus teléfonos y a grabar la escena “Romántica” que se estaba presentando ante sus ojos. Una sonrisa tímida apareció en el rostro de Nickolas y mi corazón comenzó a bailar mambo.

— Rose— tendió su mano hacia mi y yo por instinto, la tomé. Me sonrojé al verlo sonreír más, mordió su labio inferior y se acercó más a mi hasta que su calor tocó el mío— ¿Quieres ser la rosa que le falta a mi jardín?

Comencé a temblar y es que estaba apunto de tener un colapso nervioso con tres paros cardiorrespiratorios junto con una contusión cerebral permanente.

Mi mente comenzó a gritar más fuerte, los latidos de mi corazón no eran normales y entonces, como si fuera el empujoncito que necesitaba… La voz de mamá retumbó en mis oídos.

«Arriésgate y dile que si al mundo»

— Si— murmuré finalmente y la enorme sonrisa que apreció en el rosto de Nickolas, era la cura para el mal más grande de este mundo.

— Pensé que dirías que no— ríe entre dientes y se aleja un poco de mi, su mano acaricia mi mejilla y luego se gira un poco— Gracias, chicos. Ha dicho que si.

— ¡Eso es todo, hermano!— grita un pelinegro, pero el castaño a su lado tira de él y se lo lleva a quien sabe dónde.

— ¿Y ahora?— pregunto, una vez que vuelve a girarse en mi dirección. Se inclina un poco hacia adelante y me observa con un destello de alegría en su mirada.

— Veamos que tal nos va con esto— susurró antes de acercarse a mi.

Sin verlo venir, sus manos tomaron mi cintura y sus labios fueron a parar a los míos como cierre de aquel trato y promesa silenciosa que ambos nos estábamos haciendo.

¡Voten y comenten mucho!

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