TRES | "Confecciones y los primeros celos"
Nunca en mi vida había sentido irá, quizás rabia y una que otra vez irritación. Pero nunca había sentido esas ganar de ahorcar a alguien y mucho menos había sabido que tenía instintos asesinos, hasta ahora. Llevaba veinte minutos sentada en la cafetería del campus jugando con mi tenedor, había escogido cuidadosamente mi comida del día de hoy— y es que, me gusta el puré de papa y más si era con pechuga de pollo— pero, justamente ahora, no quería comer.
Mackenzie Ross, o como todas las chicas— a excepción de mi, claro está— la llamaban La zorra Ross. Rubia y atlética, sale a trotar todas las mañanas por el campus con su— muy apretado— leggins de deporte y un top que de cosa y le cubre los pechos— los cuáles se le van a salir un día de estos—, ojos azules y sonrisa de ángel que manipula a cualquiera. Estudia medicina— no sé qué carrera específicamente— y es hija de Miss New Jersey 1990. Si, toda una Barbie la condenada.
Y no, no vivía mi vida investigando a la gente popular, pero era imposible no conocer el historial de estás personas si todo el mundo habla de ellas. Más aún si estás, tienen piernas largas, trasero perfecto y cutis de bebé, y se ha acostado con medio campus, lo cuál es demasiado llamativo para los chicos de esta generación— lo que no entiendo en su totalidad, pues dormir con la gran mayoría del sexo masculino no es un logro que yo querría tener enmarcado en mi pared de diplomas— pero que por alguna extraña razón, lo es.
Bueno, la cosa está en que, acabo de descubrir que dichos instintos asesinos salen a relucir cuando esta mujer está presente, más específico aún, cuando está cerca de mi novio. Y si, ya había iniciado a experimentar ciertos sentimientos de posesividad por el rubio, y esos no los había sentido hasta hace cinco minutos. El rubio me había escrito un mensaje al WhatsApp diciendo «Nos vemos en la cafetería del campus. Estoy ansioso por ver tus rizos» y como buena novia, luego de salir de mi clase de finanzas, vine a esperarlo. Pedí mí muy exquisita comida— que ya no se ve tan exquisita— y me senté a su espera, pero entonces la rubia llegó y mi rubio también, se tropezaron "mágicamente" en la entrada y la rubia entabló una conversación que parece ser interminable. Nickolas ha intentado esquivarla, lo sé, lo noto. Pero la rubia o es miope y no ve muy bien, o se está haciendo la tonta para no dejarle el camino libre.
Aprieto más el tenedor en mi mano derecha y tenso la mandíbula en un intento por controlarme y no admitir que estoy ardiendo en celos. ¿Ya dije que había experimentado y aceptado oficialmente que Nickolas "Nick" Price es mi novio? ¿No? Pues, si. El fin de semana me sirvió mucho para asimilar todo lo que ocurrió hace exactamente cinco días y fue muy liberador aceptarlo finalmente.
Entonces, luego de dicho análisis que acabo de hacer, puedo afirmar lo que dije anteriormente.
Estoy celosa.
Centro mi atención en el puré de papa que ya no se ve tan apetecible como antes y suspirando me pongo de pie, tomo la bandeja después de colgar mi bolso sobre mi hombro y me dirijo al lugar donde se almacenan la comida que no se utiliza— porque no, no soy tan desalmada como para votar la comida a la basura, más aún sabiendo que hay niños que no tienen que comer—, hago mi camino hacia la puerta y como dije alguna vez, soy la persona más desdichada del planeta, debo pasar cerca de la escena que casi me genera un ataque colérico al corazón.
— ¡Rizos!— exclamó él rubio como si acabara de ver a la última Coca-Cola del desierto y él estuviera muerto de sed. Rodé los ojos internamente y me giré para encararlo, pero no pude evitar observar de reojo a la rubia que me estaba volviendo carbón con la mirada— Cielo, no te había visto— ¿En serio? Quise preguntar, pero solo le sonreí un poco. Estiró su mano en mi dirección y yo la tomé, me dio un ligero tirón y me pegó a su cuerpo, sus labios se pegaron a los míos en un casto beso— ¿A dónde ibas?
— A mi casa, necesito estudiar— dije, él frunció el ceño levemente y me apetecía darle una bofetada por ser tan obtuso, pero un carraspeo interrumpió bruscamente nuestro duelo de miradas. Enfoqué a Mackenzie quien parecía ¿Irritada? ¿Qué? Tú eres la que te le restriegas a mi novio y ¿Tú eres la que se irrita?
— Oh, Mack— ¿Mack?— Ella es mi novia, Rose.
— ¡Hola! Soy Mackenzie— chilló y un fuerte pinchazo de dolor se fundió en mi cabeza— No sabía que Nick tenía novia...
— ¿Qué te digo, Mack?— rodea mi cintura con sus brazos, entrecierro mis ojos hacia él y este sonríe, como si se acabara de dar cuenta de algo que yo no— Fueron esos rizos ¿No, Rose?
— No lo sé, Nickolas— lo miré fijamente— Tú dímelo— su ceño volvió a fruncirse, pero como Mackenzie no puede ser más imprudente, habló otra vez.
— Bueno, fue un gusto verte, Nick— sonrió— Acabo de recordar que tengo un compromiso, y creo que voy tarde— ¿Por qué no lo recordaste antes? Estuve tentada a decirle, pero me callé, no quería ser tan obvia— Nos vemos en tu juego el sábado.
— Claro— sonríe Nickolas a modo de despedida, la rubia al no recibir más que un asentimiento de mi parte, nos rodeó y se marchó. Nickolas seguía rodeándome con sus fuertes brazos, al contrario de los míos que estaban fuertemente cruzados sobre mi pecho, pude sentir su mirada sobre mi, pero — aparte de ser la persona con más mala suerte en este planeta, soy la mujer más orgullosa— no lo miré— Nunca en mi vida pensé decir esto pero, te ves muy sexy cuando estás celosa.
— ¿Disculpa?— siseé en su dirección y lo acuchillé con la mirada— ¿De que debo estar celosa exactamente? ¿De la manera lasciva en que la miran? ¿De como la catalogan de zorra por haberse acostado con media universidad? No gracias, estoy bien así.
— Pensé que estabas celosa por qué estaba hablando conmigo— dijo como niño pequeño después de que su mamá lo regañara por comerse un dulce a escondidas.
— Quizás por eso sí, pero... — entonces, una sonrisa vislumbró en sus labios— ¿Qué?
— Acabas de admitir que estás celosa— dijo con diversión y antes de abrir mucho los ojos, rodé los mismos.
— Eres increíble— susurré con molestia, en cambio su sonrisa se hizo más grande.
— Lo sé, pero que tú me lo digas me gusta más— besó mi mejilla en su sonoro beso y fue ahí cuando me deshice de su agarre y comencé a caminar en dirección contraria.
Caminé con rapidez hacia la salida y el viento me golpeó con fuerza en la cara, cerré los ojos un segundo y luego continué con mi camino. ¿Me veo sexy celosa? ¿Quién demonios dice eso? Bueno, quizás eso le dicen los novios a sus novias cuando están de esa forma pero... ¿Cómo carajos voy a saberlo? ¡Nunca había tenido novio!
— Oye, oye, oye— el pesado brazo de Nickolas cayó en mis hombros y me acompañó en mi extraña caminata— ¿Estás molesta?
— ¿Debería?— cuestioné mirándolo un instante, se encogió de hombros— ¿Te has acostado con ella? Dime la verdad, no me molestaré...
— Hace más de dos semanas que no duermo con nadie— dijo a modo de explicación y me detuve a contemplarlo un momento, su mirada seguía fija en mi rostro.
— ¿Eso es una tortura para ti?— pregunté en un susurro, él frunció el ceño.
— No lo sé— se encogió de hombros— ¿Cuándo tiempo has durado sin tener sexo?
— ¿Qué?— arrugué la nariz, sus ojos se entrecerraron y ladeó un poco la cabeza.
— ¿Tú nunca...?— retrocedió un poco— Rose... ¿Eres... Eres virgen?
— ¡¿Por qué me preguntas eso?!— me sonrojé hasta los pensamientos ¿Por qué tenía que preguntar aquello en medio de la calle? ¡Jesucristo!— ¿Estás loco?
— ¿Te avergüenza ser virgen?— abrí muchos los ojos.
— ¿Qué? ¿Debería avergonzarme el hecho de querer llegar virgen al matrimonio?— le pregunté en un susurro, parecía confundido y divertido, pero más confundido que cualquier otra cosa.
— ¿Quieres llegar virgen al matrimonio?
— No, por supuesto que no— me negué, ni siquiera me había puesta a pensar en aquello— ¿En qué parte de «Nunca he tenido novio» te perdiste?
— Debí suponerlo— se pasó las manos por la cara. Hasta ahora me permito detallarlo, lleva unos jeans azules que se aferran a sus perfectas piernas y una camisa de mangas cortas blanca. Si, como siempre se ve apetecible ¿Dije apetecible? Bien, creo que tengo hambre y por eso estoy diciendo estás cosas— No tengo ningún problema con que seas virgen.
— De todos modos, no deberías tenerlo. Es mi virginidad, no la tuya— me cruzo de brazos, una de sus cejas se arquea y quisiera saber que esta pasando por su mente— ¿Tienes la ilusión de que llegaremos muy lejos en esta relación?
— Si, ¿Tú no?— ¿Qué debería responder ante eso? Supongo que la verdad.
— Si, también. Tengo la plena seguridad de que, si ponemos nuestro empeño, obtendremos buenos resultados de esta relación— ya, había expuesto mi punto de vista y todo aquello que estaba en mi cabeza— Quizás es algo extraño, teniendo en cuenta la manera en la que iniciamos está relación, pero si, tengo fe de que podemos progresar.
— Maldición, debí haberte visto antes— caminó con rapidez hacia mi y metió sus manos en mi cabello para después besarme, muy lentamente. ¿Por qué tiene que besarme así en público? Durante el fin de semana se la pasó detrás de mi todo el tiempo y me besaba sin que me diera cuenta— no me quejo, pues me gustan sus besos y sus muestras de afecto—, me abrazaba con fuerza y me estoy dando cuenta de que no aguanto mucho y termino derritiéndome entre sus brazos. Su mano baja hasta mi cintura y me aprieta contra su cuerpo, mis brazos se apresuran a rodear su cuello y tengo que ponerme de puntillas para poder llegar a él. Es demasiado alto para mi— Siento como si las chicas con las que estuve fueron una perdida de tiempo, todo lo que siempre quise eres tú.
— Eso... eso fue muy romántico— reí sin aliento y él sonrió después, volvió a juntar sus labios con los míos en un beso que me estremeció de pies a cabeza— Pero no respondiste a mi primera pregunta.
— Si, Rose. Dormí con ella una sola vez, hace más de cinco meses, pero no significó nada— dijo mirando mis ojos, sus manos se habían anclado a mi espalda baja y las mías a su cuello. Sus irises azules detonaban sinceridad y decidí creerle, quise iniciar esta faceta de confianza, por lo que debía creer en él.
— Es muy...
— Atrevida, lo sé. Pero no te preocupes por ella, ni por ninguna otra... Ahora mismo, mi prioridad eres tú y solamente tú— seguía diciendo eso y mi corazoncito era muy sensible a ese tipo de comentarios— cosa que él, solamente había podido generar— por lo tanto, me sonrojé. Reí otra vez y decidí abrazarlo, sus brazos se apretaron a mi alrededor y cerré los ojos aspirando su fuerte aroma masculino— Me gustan tus hoyuelos, y tus rizos también. Incluso tus ojos...
— ¿No deberías decir que te gusta toda mi cara?— pregunté divertida y su cuerpo vibró junto al mío a causa de su risa.
— No sonaría tan romántico— afirmó, volvió a besarme castamente y se alejó, entrelazó sus manos con las mías y me miró directamente a los ojos— ¿Ya no estás celosa?
— ¡Agh!— rodé los ojos y escuché su risa.
— Ven, te mostraré algo— tiró de mi y me encaminó hacia su enorme auto— Ya sabes que él último juego es el sábado ¿Verdad?
— Sip— dije, no entendía mucho acerca del fútbol americano— de hecho, no sabía nada— pero trataba de sobrellevarlo.
— Bueno, te necesito ahí y en primera fila— dijo, fruncí el ceño— Y, tengo algo para ti.
— ¿Es algo como una tradición que lleven a las novias a los juegos?— pregunto divertida y lo veo encogerse de hombros, abre la puerta de la camioneta y me indica que me siente en el lado del copiloto. Luego, él queda entre mis piernas aún fuera de la camioneta y lo veo rebuscar entre las cosas que están debajo de asiento. Me doy cuenta de que está prácticamente sobre mi y eso me acusa risa, veo como una sonrisa aparece en sus labios y sin poder evitarlo pellizco su brazo— Sé lo que haces.
— ¿De verdad?... Mierda— dice distraído y encuentra lo que ha estado buscando desde hace segundos. Saca la bolsa de papel que dice Zara y de ahí extrae lo que parece ser una camisa del equipo de la universidad— Es de tu talla, para que la uses en el juego de sábado.
Extiendo la prenda entre mis manos y analizó sus colores, azul y rojo junto con el número diez grabado en la espalda, debajo de su apellido. Sonrío al ver el detalle— porque esto es demasiado tierno para ser real— que ha tenido conmigo, y es que soy su novia. ¡Soy la novia de Nickolas "Nick" Price! Y eso— hasta ahora— me emociona demasiado.
— Eres muy tierno, Nickolas— murmuro, llevo la tela a mi pecho y la aprieto contra el mismo— Gracias, estaré encantada de llevarla el sábado.
— Ya estoy deseando verte con ella puesta— se acercó a mi y, tomando la iniciativa, bajo mis labios a los suyos.
Si, podía acostumbrarme a esto— a sus besos, más que todo—, a tenerlo a mi alrededor, a tener a alguien con quién contar, a quien cuidar, a alguien a quien querer.
— Ahora, ¿Me dejarás entrar a tu habitación otra vez solo para sentarme a verte estudiar?— susurró sobre mis labios y asentí.
— Por supuesto— lo besé castamente y recibí gustosa su sonrisa de niño malo.
[...]
Estaba haciendo mis ejercicios estadísticos y financieros sobre una empresa "X" que nos habían prescrito el día de hoy en la clase de negocios— puesto que solo había tenido esa clase, junto con finanzas— para el día de mañana. Los puntos eran sencillos y más si consistían en cierta parte, con los números. Desde pequeña fui una genio para las matemáticas y eso a papá le encantaba, porque podía ayudarlo en su trabajo.
Por otra parte, Nickolas estaba demasiado entretenido con mi cabello— que por alguna extraña razón, le gusta más que cualquier otra cosa— y con mis rizos. Desde que llegamos, había cerrado la puerta con seguro para que nadie viniera a interrumpir mi preciado tiempo— no por otra cosa, pervertidos— y así, poderme concentrar más. Yo estaba boca abajo sobre la cama mientras escribía en mi agenda, mientras que Nickolas estaba sobre su espalda acariciando mi cabello.
— ¿Sabes? No le veo lo atractivo a verme estudiar. Creo que hay cosas más interesantes que hacer— comenté y de reojo aprecié su sonrisa.
— Lo es, créeme— dijo, se acomodó sobre su costado y apoyo su codo en el colchón, para después apoyar su cabeza en la palma de su mano. Su mano libre se paseó por todo mi cabello hasta llegar a mi espalda— Puedo ver cómo los engranajes se mueven en tu cabeza y eso es interesante.
— No te burles de mi— lo apunto con mi lápiz y él niega.
— Jamás me burlaría de ti— dije acercándose un poco y dejando un beso en mi hombro— No entiendo cómo a alguien le pueden gustar tanto las matemáticas.
— De hecho, cuando era niña, mis compañeros siempre se quejaban diciendo; «¡Odio las matemáticas!» por el contrario, yo las amaba, siempre me gustaron— comenté, en cierta manera era la única niña de mi clase a quien le gustaba esa materia y por eso era la favorita de los profesores, quizás por aquello no tenía tantos amigos— Una vez tuve un crush con uno de mis profesores de matemáticas.
— ¿Qué?— frunció el ceño— ¿Te gustaba tu profesor de matemáticas?
— Si, tenía unos doce años y él era realmente sexy— mordí mi labio recordando al profesor Albert y a sus exquisitas gafas— Tenía como unos treinta años, no era tan viejo, quizás por eso me gustaba.
— Eres rara— dijo sonriendo.
— Gracias— me incliné y besé su mejilla, su mano subió a nuca y giró mi cabeza hasta que pudo juntar nuestros labios.
Cerré los ojos ante el contacto— porque cada vez que me besaba era como volar, cosa que era estúpida, pues le tenía miedo a las alturas— y me dejé llevar por aquella caricia. Su lengua entra en mi boca y soy consciente de que dejó escapar un suspiro, mis manos se vuelven gelatina y dejo caer el lápiz sobre la cama, también empujo la agenda hacia el suelo y todo aquello que estorba. Mi mano se eleva por vida propia y se enrolla en su cuello.
No sé en qué momento— bueno, si sé, pero no voy a decirlo— su mano me empujó con delicadeza sobre la cama, hasta que estoy de espaldas sobre el colchón y su cuerpo está parcialmente sobre el mío. Santo Cristo bendito, jamás en vida había sentido aquella sensación placentera de tener a alguien— en este caso, mi novio— sobre mi y más si está jodidamente bueno.
Alguna vez, tuve la curiosidad— porque tenía dieciséis y todas las chicas hablaban de lo mismo— de saber que se sentía estar con alguien físicamente— o lo que la gente normal dice, es el sexo—, pero nunca llegué a experimentar ¿Por qué? Primero, no tenía novio en aquel entonces y segundo, porque me daba pánico ¿A qué? No lo sé realmente.
Las manos de Nickolas se pierden debajo de mi blusa al tiempo que sus labios bajan a mi cuello, dejo escapar todo el aire de mis pulmones por la boca antes de soltar un jadeo. Mi voz suena irreconocible ante mis oídos y yo solo quiero que siga haciendo eso que está haciendo— ya parezco Hanna Montana— porque se siente bien. Carajo, acabamos de iniciar ¡No nos conocemos del todo! Y entonces, la Rose Roberts sensata y responsable se despierta de su transe— el cuál, solo aparece cuando Nickolas "Nick" Price está cerca de mi— y toma posesión del asunto.
— Nickolas— gemí. Si, como leyeron ¡Gemí! Al sentir sus besos en mi cuello y sus manos acariciar mi abdomen— Nickolas...
— Lo sé, rizos, lo sé— murmuró sin sacar su rostro de mi cuello, reí ante las cosquillas que me acusó su respiración en esa zona— Hueles a fresas, acabo de encontrar mi segundo olor favorito.
— ¿Cuál es el primero?— pregunto, su cabeza se eleva y me mira.
— El olor a nuevo— dice y besa castamente mis labios.
— ¿Qué?— pregunté riendo, su cuerpo se impulsa sobre el mío y se deja caer a mi lado.
— No lo sé, es extraño. Es un olor distinto, ¿No te ha pasado? Hueles algo y esa cosa no huele como a nada más y entonces, te gusta— dijo y fue una excelente explicación ante su anterior respuesta.
— Si, creo que a mí me gusta el olor del plástico— dije mirando el techo con el ceño fruncido.
Podía decir que, desde niña siempre me ha gustado el olor del plástico. De hecho, recuerdo cuando me compraban una muñeca nueva— con la cual nunca jugué por estar pendiente al envoltorio— y siempre me la pasaba oliendo el plástico en dónde venía envuelta. ¿Eso me hace más rara de lo que ya era antes?
— ¿Vives aquí desde hace mucho? Digo, ¿Nunca has pensado en vivir sola?— preguntó y giré hasta quedar de lado. Pude apreciar como cerró los ojos e inhaló profundamente.
— No lo sé, desde que llegué a la universidad he vivido aquí— mi mano buscó la suya de manera inconsciente y entrelacé mis dedos con los suyos— ¿Tú vives en la fraternidad a la que fuimos la otra noche?
— Viví, solo fueron dos meses, cuando inicié la carrera— dijo y se giró para que estuviéramos frente a frente— Luego decidí mudarme yo solo, los chicos llegan a ser realmente molestos cuando se lo proponen.
Asiento y es que, nunca había pensado en vivir en algún piso sola. Cuando me dieron la carta de admisión de la NYU lo primero que hice fue buscar una residencia en dónde vivir— en aquel entonces no me sentía preparada para dejar mi casa, pero debía hacerlo si quería avanzar— y que estuviera cerca del campus.
De cierta manera, el dinero no era algo que me preocupara, pues cuando supe que me daban una beca completa, me cercioré de aumentar el fondo estudiantil que había iniciado a llenar— el cual siempre tuvo dinero— y que nunca dejé olvidado. Mi fondo consistía en el sueldo que obtuve cuando trabajaba en la librería que estaba cerca de mi escuela, incluyendo también, el trabajo de mesera que tuve alguna vez y puedo tener en cuenta los regalos que me hacían mi abuela y mi papá en acaba festividad a mi honor y la vez que trabajé una vez que llegué a la universidad.
En fin, podría ser millonaria si quisiera. Por eso no trabajo, aún tengo el fondo que está bastante lleno.
[...]
Parpadeo cuando me giro sobre la cama ¿En qué momento e dormí? Me pregunto al tiempo que abro los ojos por completo, escaneo mi habitación y no veo a Nickolas por ninguna parte ¿Dónde estará?
Me apoyo sobre mi manos y ante de levantarme, diviso un pedazo de papel sobre la mesa de noche ¿Qué es eso? Yo no dejé eso ahí... Me estiro y tomo la hoja para después echarle una hojeada... ¡Ja! Eso sonó gracioso. Creo que sigo dormida.
Cruzo mis piernas sobre el colchón y examino la hoja.
«Tengo entrenamiento a las tres... No lo sabía, fue de sorpresa, de lo contrario, me quedaría toda la tarde viendo tus rizos, porque me gustan demasiado tus rizos. Debo confesarte algo, Rose; verte dormir ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Y aún sigo preguntándome ¿Cómo demonios fui tan ciego? Eres todo aquello que siempre busqué y es que, nunca me había sentido tan cómodo con alguien, me siento tranquilo cuando estoy contigo. Ciertamente, ahora, viéndote así, tan tranquila... No sé cómo sentirme al respecto, solo ha pasado una semana y ya siento que no puedo estar tan lejos de ti. ¡Cielos! Estoy hasta convencido de que te hicieron especialmente para mi y por eso no te voy a dejar ir. Cambiarás mi vida, rizos y estoy muy ansioso de que lo hagas.
Pd: ¿Ya te dije que me gustan tus rizos? ¿No? Pues, me encantan... Así como toda tú.»
Dejo caer mis manos lentamente, sintiéndome mareada y muy, muy emocionada— aparte de sentí las mariposas en el estómago— por la nota que acabo de leer. ¿Cómo puede ser este chico tan tierno y romántico al mismo tiempo? Mi corazón comienza a despertarse y me estoy cuestionando lo mismo que él ¿Cómo demonios fui tan ciega? Lo tuve todo el tiempo frente a mi narices y nunca lo llegué a mirar con otros ojos— porque siempre lo veía como el chico popular que le gustaba todo aquello que tenía falda— y ahora, está aquí, conmigo... Diciéndome que soy justo lo que necesitaba y yo estoy aquí, dándome cuenta de que, él es justo lo que yo necesito.
Hace no tanto tiempo, me hice una pregunta... Y creo que no está de más hacerla nuevamente.
¿Se puede una persona enamorar en menos de un segundo?
Creo que ya todos sabemos la respuesta.
¡Voten y comenten mucho!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro