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SIETE | "Sustos de muerte y sensaciones placenteras" (Parte I)

Entonces, llega esa persona— cosa o meta— que te hace cuestionarte toda la vida, esa persona— cosa o meta— que logra hacerte ver las cosas y la vida de otra manera, que pone tu mundo en perspectiva y de un momento a otro, pone tu vida de cabeza. Y si, he dicho tantas veces que soy una persona desdichada, pero debía retractarme un poco, porque si, la vida a veces es injusta, pero otras veces, era todo un sueño. Cómo ahora.

Estaba aquí, en el auditorio de la NYU, sentada junto a las personas más enigmáticas y conocidas de todo Nueva York. ¿Qué hago aquí? Estoy esperando a que mi príncipe azul reciba su título de negocios.

Si, después de la visita que le hicimos a mi papá— la cual salió demasiado bien—, me convencí totalmente de que Nickolas Alexander Price Harrison es el príncipe azul que he ideado desde que tengo memoria y me prometí a mi misma que estaría para él como lo estuvo para mí él día que le conté lo ocurrido con mi madre.

Y si tocamos aquel tema, me he sentido más liviana en lo que la culpa se refiere. Porque no, nada fue mi culpa, solo fueron pensamientos que se generaron en mi mente por mi propia autocompasión. Porque en aquel entonces, yo sentía lastima por mi misma, por tener tan mala suerte o eso pensé en su momento.

Yo amo a mi madre y lo haré siempre, y aquello jamás lo voy a olvidar. Así como tampoco olvidaré todo lo que me enseñó, a mi y a mí hermana, y es que la familia es lo más importante y que los amigos igual. Hasta ahora, mi única amiga ha sido Mery, esa pequeña chica que no para de hablar nunca y que me adoptó como su amiga desde el primer instante en el que me vio. Pero ahora, es distinto, porque tengo otro amigo, una persona que se preocupa por mi y por mi bienestar siempre, aún y cuando no estamos juntos. Una persona que me revolvió el mundo y lo sacó de una extraña fase en la cual se encontraba sumergido y ahora estoy aquí, apunto de verlo cumplir una de sus metas, uno de sus más grandes sueños.

— Mi niño ya es todo un hombre— susurró Beatriz a mi lado, giré mi rostro hacia ella y vi como sus ojos se cristalizaron— Mi bebé siempre ha tenido un corazón enorme y estoy más que segura que es chico más dulce de todo el planeta, porque aunque su fachada de chico malo y todo eso... Es solo eso, una fachada y sé que tiene mucho amor que dar— me miró unos segundos, su mano tomó la mía y le dio un apretón cariñoso— Tú eres esa rosa que marcará la diferencia en la vida de mi hijo, lo sé— asintió dejándome sin respiración— Lo supe desde el instante en que te vi, como sus ojos brillan cada vez que pronuncia tu nombre, cada vez que está contigo y como se comporta a tu alrededor— suspiró y soltó una risita— Mi hijo se sacó la lotería contigo, Rose y estoy muy agradecida porque el destino te haya puesto en el camino y en la vida de mi niño de oro.

— Yo soy la afortunada de tenerlo— murmuro, ella sonríe y vuelve a apretar mi mano.

Vuelvo mi vista hacia el escenario en dónde se encuentran los distintos profesores y el decano de la carrera de Nickolas, hasta el frente está el rubio junto con sus amigos y compañeros, me lo imagino sonriendo y ese simple pensamientos me hace sonreír.

La ceremonia pasa y el rubio de ojos azules sube a recibir su diploma, como el galán que es, se roba más de un suspiro— incluyendo el mío— y varias miraditas, pero no me quejo, pues sus ojos siempre se encuentran con los míos cada vez que mira hacia acá. Incluso después de que todo termina, sus ojos no se despegan de los míos, despidiéndose de sus amigos y de las distintas personas que quieren felicitarlo, su atención es toda para mí.

Me pongo de pie, justo cuando sus padres lo hacen. El rubio camina hacia nosotros y abraza a su madre, quien no duda en sollozar de felicidad por su hijo, mientras que su padre le da un corto abrazo. Nickolas se quita la toga diciendo que le pica y solo entonces, camina con toda libertad hacia mi, sus brazos rodean mi cintura y los míos van directamente a su cuello.

— Felicidades, rubio— le murmuro al oído y después siento como deja un beso en mi hombro desnudo.

— Gracias por estar aquí, rizos— su mirada busca la mía y sus labios se cierran alrededor de los míos en un beso que sabe a cariño, mis dedos se pasean por el corto cabello de su nuca y mi lengua recibe la suya. Sé que estamos en público y por eso, me veo obligada a separarme de sus labios.

— Siempre estaré aquí para ti— le aseguro, sonríe sobre mis labios y dejando un último beso ahí, se separa.

— ¿Qué planes tenemos para hoy?— cuestiona, me encojo de hombros.

— No lo sé, tú eres el graduado— respondo.

— Primero, a cenar. Tú hermano nos está esperando en el club— dijo el señor Price— Ya después se pueden ir de fiesta.

— Como quieras, viejo— dice Nick en burla, su padre achina los ojos en su dirección.

— ¿Lo ves? Ya no me respeta— le dice a su esposa y esta le resta importancia.

— Déjalo, se acaba de graduar— Beatriz defiende a su hijo, quien mira victorioso a su padre.

Todos salimos del auditorio y el rubio rodea mis hombros con su brazo.

— Estás hermosa, rizos— susurra en mi oído antes de besar mi sien. Y era cierto, me veía bonita, me había puesto un vestido de color azul cielo de seda, era de tirantes y caía sutilmente un centímetro sobre mis muslos, junto con unos tacones blancos de tacón de aguja. Y si, estaba apunto de caerme.

— Tú te ves muy sexy— le dije, robándole una sonrisa. Tenía un esmoquin negro, con una camisa roja, no se había puesto corbata porque no le gustaban y nadie podía decirle que no a su carita de niño bueno, ni siquiera su madre. Entonces, dejó los dos primeros botones de su camisa sin abrochar y se veían demasiado bueno el condenado, y él lo sabía.

— Lo sé, nena. Yo siempre me veo sexy— alardeó con su sonrisa achicharra neuronas y yo rodé los ojos.

— Eres tan odioso— reí y me detuve junto a su auto. Miré el cielo y el sol apenas se estaba poniendo— ¿Estás seguro que quieres que vaya con ustedes? ¿No quieres estar con tu familia?

— Tú eres mi familia ahora— sentenció jugando con uno de mis rizos, sonrió al verme sonrojada— Y si, quiero que vengas. Quiero que conozcas el club de mi padre.

— No sabía que tenía un club.

— Tiene muchos y es miembro de otros más— dijo sencillamente, asentí. Por momentos olvidaba que el rubio frente a mi era multimillonario y es que eso me importaba muy poco, pero me sorprendía la cantidad de gente que podía conocerlo y ser parte de su imperio— Además, quiero mostrarte otras cosas— susurró persuasivo y se acercó para besar mis labios lentamente, luego escondió su nariz en mi cuello, cerré mis ojos ante la sensación de tenerlo tan cerca— Me vuelves loco, cariño.

— Y tú a mi— susurré muy bajito.

— Fuera manos, niños— murmuró él padre de Nickolas, me sobresalté pero el rubio me rodeó con los brazos antes de que me cayera— No quiero más nietos aún, suficiente tengo con Jason.

Apoyé mi cabeza contra el pecho de Nick y me sonrojé, reí y después me alejé para mirarlo. Besó mis labios una vez más y abrió la puerta del auto para mí, subí y esperé a que nos pudiéramos en marcha. Por la ventana aprecio el atardecer, los colores naranjas, rojos y rosados se pierden en el horizonte cuando el sol está apunto de esconderse. Cierro mis ojos en un intento de grabar todo esto en mi memoria, guardarlo en un rinconcito pequeño de mi mente, el cual se podrá abrir cuando quiera recordar los mejores momentos de mi vida.

Nickolas toma mi mano en algún punto del camino y besa el dorso de la misma, robándome una sonrisa boba que solo él sabe provocar. Había estado pensando en el regalo que quería hacerle al rubio y entonces me dije; «¿Qué se le da a alguien que lo tiene todo?» Y la respuesta era la siguiente, amor. Quería con locura desmedida al chico junto a mi y es que solo han pasado cuatro semanas y él se ha convertido en lo más constante de mi vida, y sinceramente, no quiero dejarlo ir.

¿Qué mejor regalo que darle todo de mi? Mi apoyo, mi comprensión y todo el cariño que he empezado a sentir por él. Y como él mismo había dicho aquel día en la casa de mi padre, estar ahí cada vez que me necesite, protegerlo de todos y de todo. Quería garantizarle una sonrisa diaria, y entonces me prometí hacerlo sonreír todo el tiempo, mientras estemos juntos.

Nos detuvimos en un edificio enorme, bajamos del auto y cuando miré hacia arriba me dio vértigo. Carajo, estaba muy alto.

— Es enorme— murmuré, Nickolas entrelazó nuestras manos y sonriendo me llevó a la interior del lugar. Era sumamente hermoso, todo era en colores grises y azules, solo estaba la recepción y unas cuantas personas.

— Vamos arriba— dijo el rubio mientras me rodeaba con uno de sus brazos.

— ¿Arriba?— tartamudeo y él asiente.

— Pero no tan arriba, solo iremos a un piso bajo la azotea— explicó rápidamente y nos dirigió hacia el ascensor— Te gustará, casi todo es azul y negro.

— Genial— le sonreí, al ascensor también subieron sus padres y dos sujetos más. Íbamos al piso veintiocho y eso anudó mi garganta, ¿Por qué tan arriba?

Le tenía pánico a las alturas y esto no era la excepción, pero me mentalicé a mi misma y me dije que estábamos a salvo, no íbamos a caernos no a estrellarnos contra nada. Cerré los ojos un instante mientras inhalaba y exhalaba continuamente, sentí los labios de Nick en mi oído y luego su voz ronca susurrarme un leve—: «No te dejaré caer»

Aquello me tranquilizó un poco y me dejó abrir los ojos nuevamente, incliné mi cabeza hacia atrás y lo miré, su sonrisa fue el bálsamo que me calmó. Besó mi frente y acarició mis brazos de arriba abajo.

— Mi miedo a las alturas es extraño— le susurré despacio, su frente estaba apoyada sobre la mía y sus ojos fijos en los míos— Sé que estaré dentro del lugar, pero entro en pánico sabiendo que estoy arriba.

— Estoy aquí, no dejaré que te hundas como el Titanic— eso me hizo reír y él sonrió conmigo— Tranquila ¿Si?

— Está bien— asentí.

Las puertas del ascensor se abrieron y dejaron ver la belleza del lugar, y si, me encantó. Todo era azul marino y negro, el contraste de los dos colores le daban un aire misterioso y enigmático al mismo tiempo. Me gustaba.

— ¡Hermano!— Jeremy abrazó al rubio— Felicidades, ya eres todo un hombre de negocios.

— Gracias, hermano— dijo mi novio, su cuñada fue la siguiente en felicitarlo.

— ¿Cómo estás, Rose?— preguntó la rubia dándome un beso en la mejilla.

— Excelente ¿Y ustedes?— saludé y me senté junto a Nick en el enorme sofá negro que rodeaba una barra de tragos.

— Contentos por este bobo de aquí— dijo Jeremy palmeando la espalda de su hermano— ¿Cómo va la universidad?

— Muy bien, ya falta poco para culminar el semestre. El próximo semestre debo hacer las prácticas— informé y él asintió.

— Eso está genial, yo puedo conseguirte algo en mi área de la empresa, así no te matas buscando prácticas— sugirió y mis ojos brillaron.

— ¿De verdad? Eso estaría genial, te lo agradecería mucho— dije sorprendida.

— No hay problema, ya somos familia— sonrió y volví a sonrojarme.

La cena pasó muy divertida, entre charlas y burlas dirigidas al rubio— por parte de su hermano— que lo hicieron fruncir el ceño, más muchas felicitaciones por parte de los miembros del club. Según lo Nickolas me dijo, este club es solamente de su padre y es el más grande a su poder, pero tiene otros en partes específicas de la ciudad y uno que otro en varias partes del país.

— Oye, rizos— murmuró Nickolas a mi lado, lo miré y me encontré con su rostro muy cerca del mío, él sonrió ante ese detalle y remojó sus labios con la punta de su lengua— Ven conmigo.

Tomé su mano una vez que se puso de pie y disculpándonos con su familia, me dejé guiar por él a quien sabe dónde. Su mano no soltó la mía en ningún momento y supe que era más que todo por la conversación que habíamos tenido en el ascensor. Nickolas empujó una puerta y me dejó pasar primero, luego de cerrarla me pidió cerrar los ojos, refunfuñé un poco pero cumplí su orden.

— Estás loco— dije y caminé lo más despacio que pude. Su brazo estaba alrededor de mi cintura y su mano entrelazada con la mía— Si sabes que soy torpe ¿Verdad?

— Lo sé perfectamente— dijo— Aquí estamos bien— me detuve y lo sentí rodearme desde atrás, sus brazos estaban alrededor de mi cuerpo y luego sentí como una brisa fría me golpeaba— Abre los ojos.

Y eso hice, mis ojos se abrieron y di de lleno con todos los rascacielos de Nueva York. Y es que, estando en otra parte y con otra clase de vista, me hubiese desmayado y quizás vuelto loca, pero aquí no pude. El cielo estaba completamente despejado, las estrellas adornaban la noche y las luces de los edificios hacían que todo más hermoso. Pero el calor del cuerpo de Nickolas contra el mío, hacia que todo fuera mágico.

— Esto es... Perfecto— susurré, su rostro se escondió en mi cuello e inhaló mi aroma.

— Cómo tú— afirmó, dejó un beso en mi hombro y otro en mi mejilla— No sabes todas las veces que vine a este lugar, que admiré está vista y puedo jurar que no se sintió igual a como se siente ahora— dijo, mi corazón comenzó a palpitarme demasiado rápido— Contigo todo es mejor y no quiero que esa sensación de vaya nunca.

— Yo tampoco— me giré y quedé frente a él, sus ojos se veían cristalinos bajo la luz de los edificios, bajo las estrellas— Quiero que esto dure para siempre, porque es contigo.

— Te quiero demasiado, rizos— garantizó sujetando mi rostro entre sus manos— Eres lo más importante para mí.

— Yo también te quiero, Nickolas— cerré los ojos cuando apoyó su frente contra la mía.

Sus labios tocaron los míos y todo perdió enfoque, sus manos bajaron a mi cintura y me pegó a su pecho, las mías subieron por su cuello hasta rodearlo y acercarme a él lo más que podía. Podía sentir la brisa fría traspasar mi piel, pero el hecho de tener a Nickolas tan cerca, impedía que sintiera frío. Sus manos se pasearon por mi espalda y gracias a la delicadeza de la seda podía casi sentir su tacto, dejé mi cabeza hacia atrás para dejarle besar mi cuello, dio un paso hacia atrás y mi cuerpo chocó contra el barandal de cemento que rodeaba la azotea.

Gemí en su boca cuando apretó mi trasero y me restregó sin vergüenza alguna contra él. Sujeté sus mejillas y estrellé mis labios contra los suyos otra vez, dando el primer paso mordí su labio inferior e hice que mi lengua jugara con la suya. Y es que, en las últimas semanas nos habíamos acostumbrado a tener este tipo de contacto físico y yo ahora quería más— claro, no arriba en la azotea—, la curiosidad y la extraña necesidad que se producía cuando él está estaba acabando con mi sentido común.

— Si... Si sabes que... Que estamos en la azotea ¿Verdad?— le susurré despacio mientras alejaba un poco su boca de la mía, una sonrisa aparece en sus labios y me besa unos segundos más.

— No es como si me importara mucho eso— dice y reprimo el impulso de rodar los ojos.

— Eres un pervertido— declaro y él asiente con lentitud, sus labios siguen rozando sutilmente los míos y eso no me deja pensar con claridad.

— Y tú eres toda una ternura— dice acariciando mis mejillas, inclino mi cabeza hacia su toque y cierro los ojos un segundo— ¿Vendrás conmigo a la fiesta de Chase?

— ¿No es de la fraternidad?— cuestiono frunciendo el entrecejo, él asiente.

— Pero Chase fue el único amable en invitarnos— dijo con burla y yo reí.

— Eres como un dios en esa casa, Nickolas— ruedo los ojos— No es como si tuvieras que esperar a que te invitaran.

— No importa— se encoge de hombros y me mira directamente a los ojos, sus manos sueltan mi rostro y se entrelazan con las mías— Entonces ¿Vendrás?

— Claro— asiento, vuelve a sonreír y me besa cortamente— Tengo que cambiarme primero.

— Pero estás hermosa así— pasa su nariz por mi mejilla— Me encantas como te ves como ese vestido.

— ¿De verdad?— sonrío con los ojos cerrados.

— Si— suspira.

— Pero no puedo ir así a la fiesta, tengo cambiarme— me alejé un poco y lo miré— Además, con estos tacones puede que surja una desgracia— digo con dramatismo causando su risa.

— Cierto, lo había olvidado— me secundó y solté una risita.

[...]

¿Existe alguien más terco que Nickolas Alexander Price Harrison? No, creo que él se lleva el premio a la persona— y novio— más terca de este mundo. ¿Por qué estoy diciendo esto? Sencillo, le dije al rubio que se fuera a su departamento para que se cambiara y que yo podía irme perfectamente en un taxi para mí residencia, así no tendría que ir y venir dos veces por mi. ¿Y que hizo el Quarterback? Me trajo hasta mi casa y se volvió a ir hasta la suya, ahora dentro de una hora vendrá por mi, otra vez.

¿Increíble? ¡Si! Porque es jodidamente tierno, pero me choca que quiera hacer todo a su manera y que no se deje llevar por los demás. Le estaba ahorrando dos viajes perdidos ¡Dos! ¿Es tan difícil de comprender? Creo que no, pero Nickolas es más terco que una mula.

Pero no importa ya, es mejor que me apresure a cambiarme, tomo mis shorts negros y mi camisa de los Yankees de Nueva York junto con mis Converse negras. Me aplico brillo labial y perfume, acomodo mis rizos— que hoy están más esponjosos— y arreglo mi pequeño bolso.

«¡Ya estoy lista!»

Tecleo rápidamente y le doy enviar, sé que responderá en un dos por tres, porque él siempre está atento a su teléfono.

«¡Estoy llegando! Relájate, mujer.»

Abrí mucho mis ojos.

«¡¿Estás escribiendo mientras conduces?! ¡Estás loco!»

«Estoy en un semáforo. Pero llegaré en un par de minutos ¡Mueve ese apetecible trasero tuyo!

Pd: Me encantas, tú y tu trasero.»

¡Este chico está loco! Me río de sus locuras y de sus ocurrencias, porque jamás me cansaré de él y de todas estas cosas que me hace sentir.

Tomo mi bolso y salgo de mi habitación, me coloco el bolso en el hombro y guardo las llaves en el mismo luego de cerrar mi puerta. Prácticamente corrí escaleras abajo y salgo de la gran casa para después encontrarme con el todo terreno de Nickolas al otro lado de la calle. Caminó con rapidez hacia el mismo y abro la puerta para después subir de un solo salto, Nickolas tiene uno de sus brazos apoyados sobre la ventanilla y la otra mano sobre el respaldo del asiento del copiloto, pero lo que más llama la atención, es su ceja arqueada.

— ¿Ahora que?— pregunto sin entender el por qué de su mirada escrutadora y curiosa.

— ¿Los Yankees?— pregunta y yo asiento.

— Fue la primera que encontré y que no me da calor, y sé que allá habrá mucha gente y eso indica que hará calor— explico rápidamente y él asiente, luego se inclina hacia adelante y me besa con fuerza, mordiendo mis labios en el proceso. Acaricio su mejilla con mis dedos y le sigo el beso como puedo, cuando el aire comienza a faltar, sus labios le dan un último chupetón al mío y se aleja unos centímetros.

— Estás hermosa— sonrío y me sonrojo al mismo tiempo, deja un pico en mis labios y se aleja para encender el auto.

— ¿Mañana a qué hora debes estar en el estadio?— le pregunto recordando de repente que mañana es su presentación oficial con los medios, mañana se cumplen otro de sus grandes sueños y eso me hace muy feliz.

— A las tres de la tarde, los dueños del equipo pactaron a esa hora— dice, pero una gran sonrisa abarca su rostro— Por suerte, no debo buscar representante, Katherine hará ese trabajo a la perfección.

— Es mejor, ya sabes quién es y como trabaja ella— dije, la cuñada del rubio era la representante de varios jugadores de la NFL y aquello le da una cierta ventaja a Nickolas, así no deberá trabajar con un extraño.

— ¿Llevaras la camisa del equipo?— pregunta y coloca su mano en mi rodilla, asiento.

— Sip, ya está lista junto con mis jeans negros— le garanticé y eso lo hizo sonreír más. El equipo le había dado una docena de camisetas originales con su nombre y su número— el cual es el nueve—, para que se las obsequiara a su familia. Las camisas vinieron de una talla grande, por lo que tuve que mandarla a modificar para que quedara de mi talla, ahora que me queda perfectamente, la usaré con orgullo mañana.

— ¿Los jeans que hacen que tu trasero se vea más hermoso de lo que ya es?— preguntó con burla y yo lo golpeé en el brazo con mi puño— Acéptalo, nena. Amo tu trasero.

— Estúpido— dije sonriendo y sonrojándome al mismo tiempo. Desvío la mirada hacia la ventanilla y siento como la enorme mano del rubio se entrelaza con la mía— ¿Piensas emborracharte hoy?

— No, mañana tengo que estar más fresco que una lechuga y aparecer presentable frente a las cámaras— dice girando el volante con su otra mano, mientras que con la que tiene entrelazada con la mía, mueve la palanca de cambios— De todos modos, estás conmigo y no pienso emborracharme y perderte de vista.

— Me tratas como si fuera un bebé— refunfuñó, él ríe— No te rías, no es divertido después de un rato.

— Si lo es, y te gusta, lo sabes— eleva nuestras manos entrelazadas y pellizca mi mejilla con sus dedos, la suavidad y ternura de su toque me estremece el alma.

— Ya, ya— me río y observo la enorme casa a la que nos dirigimos a través del parabrisas— Vaya.

— Si, hay mucha gente— frunce el ceño pero le resta importancia con un gesto con su cabeza, me indica que baje y eso hago. Dejo el bolso en el asiento trasero, pero me llevo mi teléfono conmigo, una vez los dos abajo, Nickolas le pone seguro al todo terreno con su llavero y rodea mis hombros con su brazo para después ir hacia la casa.

— ¡Pensé que no vendrían!— gritó Chase una vez que entramos a la casa, reí al ver cómo intentaba rodear al montón de gente que estaba en la sala— Hola, Rose— me da un beso en la mejilla y le da un corto abrazo a su amigo— ¡Por fin somos libres, hombre!

— Por fin— ríe mi novio junto con su amigo— ¿Por qué hay tanta gente?

— Casi todo el mundo se ha graduado hoy, cada uno de ellos están aquí... No importa, vengan— nos hace un gesto con la mano y nos guía hasta el sofá— Ya les traigo una cerveza.

— Esto está de locos— murmuro una vez que nos sentamos, Nickolas me rodea con uno de sus brazos y me estrecha contra su costado.

— Espera unas horas nada más, todos estarán subiéndose al techo— sonrío y él se encoje para besarme, solo unos segundos pues Chase nos interrumpe al traer las cervezas.

Entonces, ¿Mañana a las tres en el estadio de The Eagles?— pregunta el pelinegro sentándose frente a nosotros.

Yo me iré primero, debo arreglar y cerrar todos los detalles con los dueños— dice, lo miro un poco confundida, pero él se apresura a explicarse— Te llevaré a la casa de mis padres, te irás con ellos desde ahí y luego nos encontraremos en el estadio.

Está bien— no tenía ni idea de aquello, pero no pongo resistencia.

No sé si Thom se nos una, sabes cómo es— Chase rueda los ojos y se ríe después, gira su rostro hacia atrás cuando lo llaman— ¡Mira eso! ¡Si es Jhenna Cooper!

Tenía que venir y felicitar al nuevo jugador de The Eagles personalmente— dijo la chica, sus ojos fueron directamente a mi novio, quien se tensó a mi lado— No me lo perdería por nada.

Y aquí vamos de nuevo.

¡Voten y comenten mucho!

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