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SEIS | "Tu familia y la mía" (Parte II)

Por primera vez en mi vida me sentía cómoda al estar entre personas que apenas conozco- a excepción de Nickolas, pues la primera vez que hablamos, aunque fue muy extraño, me cayó demasiado bien-, me sentía tranquila y hasta cierto punto, feliz. Feliz porque les había caído bien y porque Nickolas parecía contento, en sus ojos había un brillo que no había visto antes y me prometí a mi misma que haría lo que fuera por seguir viéndolo.

- Entonces, Rose- la voz del señor Price llamó mi atención- ¿Estás estudiando contaduría?

- Si, estoy en mi sexto semestre- afirmé con un asentimiento de cabeza, él lucía sorprendido.

- Es impresionante, a muchas chicas les gusta más la moda que los números- dijo y concordé con él, tenía razón.

- Soy todo lo contrario, amo las matemáticas desde que era una niña- reí- Creo que era la única en mi generación.

- Es una maniática de los números- habló Nickolas con burla y yo le saqué la lengua, causando la risa de todos.

- Lo dice el maniático del fútbol- lo secundo pinchando su brazo con mi dedo índice, él rió un poco y sonreí a la par.

- No hay problema, lo importante es que seas buena en lo que haces y que eso te haga feliz- murmuró esta vez la madre del rubio.

- Tienes que verla, mamá. Es como ver a una computadora al momento de resolver ejercicios- Nickolas parecía realmente empeñado en hacerme sobresalir y quedar bien con su familia, y eso me causó ternura.

- Tiene una obsesión con verme estudiar que no entiendo- le acusé con su madre quien nos miraba con cariño.

- ¿Qué te digo, rizos?- su mano se levantó y pasó su pulgar por el medio de mis cejas- Esta parte de aquí se frunce cada vez que te concentras y eso me gusta, no puedo evitarlo, lo siento.

- Ustedes son tan tiernos- habló Katherine en un suspiro soñador, sus codos estaban sobre la mesa y su barbilla sobre sus manos. Ella era una Barbie.

- Gracias, cuñadita- Nickolas apoyó su brazo sobre el espaldar de mi silla y se inclinó hacia mi- Somos la pareja perfecta.

- No, no, no, hermanito- su hermano sacudió su dedo de forma negativa- Kathe y yo somos la pareja perfecta de esta familia- dijo dándole un beso en la mejilla a su esposa, la cual sonrió divertida ante el extraño duelo entre los hermanos Price.

- Estás equivocado- afirmó Nickolas, esté sujetó mis mejillas entre su enorme mano y me besó castamente- ¿Cierto, nena?

- Ajá- reí sin saber que más decirle.

- ¿Dónde está mi nieto?- preguntó el señor Price frunciendo el entrecejo.

- Dormido- respondió Katherine.

- Ese niño duerme más que una persona normal- dijo Jeremy soltando un suspiro- Corre demasiado, por eso siempre se duerme temprano.

- Por lo menos es más tranquilo- Beatriz fue quien habló esta vez, luego miró a Nickolas- Este niño, sin embargo, era todo un demonio- lo regañó y le pellizcó la oreja, el rubio se quejó pero no dijo nada.

- Claro, Superman. ¿Cómo olvidarlo?- Jeremy estalló en una carcajada y mi novio se tensó a mi lado.

- ¡No, no, no!- exclamó con rapidez- ¡Ni se te ocurra hablar!

- Pues si, tu novia lo tiene que saber- dijo el otro rubio con una sonrisa burlona.

- ¡Mamá!- exclamó Nickolas en busca de ayuda, pero está se encogió de hombros con desinterés.

- ¡Cállate!- su hermano le lanzó una servilleta, la cual él atrapó en el aire- Este prospecto de Max Steel, no siempre fue así ¿Sabes?- vi de reojo como Nickolas apretaba el puente de su nariz con fuerza, al tiempo que apretaba la mandíbula- Tenía como ocho años cuando el muy estúpido, se obsesionó con los superhéroes y toda la cosa, pero aún más con Superman- explicó, todo el mundo parecía divertido- incluso yo-, menos el rubio a mi lado.- Tu querido novio, se le ocurrió la maravillosa idea de subir al techo y ¿Sabes que hizo?- negué muy interesada en el relato- Comenzó a cantar a todo pulmón la canción de Superman ¿Sabes cuál es?- asentí con rapidez, intentando no soltar una carcajada- Luego de aquello, se aventó hacia el aire y como no era una paloma... Cayó sobre el auto de papá y se fracturó todo el torso, de cosa y camina- dijo antes de reírse con ganas.

- ¿En serio?- pregunté mirando al rubio con los ojos bien abiertos- Nickolas...

- Oh Dios- se tapó el rostro con las manos y solo entonces, me solté a reír- Es de mala educación burlarse de las desgracias ajenas, rizos.

- Lo siento- dije controlando mi risa junto con mi respiración, coloqué mi mano en su barbilla y giré su rostro en mi dirección- Cariño, te aventaste del techo ¿En qué estabas pensando?

- No lo sé, tenía ocho- dijo quejumbroso y volví a reír, esta vez acaricié su mejilla con suavidad- Me la pasé dos meses en cama con todo el torso vendado, era muy bobo en aquel entonces, no tuve opción.

- Eras un niño bobo- sostuve sus mejillas y besé sus labios con ternura.

- ¿Por qué siento que te estás burlando de mí?- preguntó un tanto confundido y ladeó el rostro.

- Porque eso estoy haciendo, Nickolas- y estallé a reír otra vez. Rodó sus bonitos ojos, pero no impidió que sus labios chocaran con los míos unos escasos segundos- por respeto a su familia-, lo cuales lograron revolucionar todas mis terminaciones nerviosas.

[...]

La última vez que había hablado con papá fue hace dos días- justo después de la cena con la familia de Nickolas- y le conté que iría a visitarlo hoy, porque quería que conociera a alguien. No le dije específicamente que el rubio iba conmigo- pero sé que lo sospecha- porque no quería que se volviera loco antes de tiempo, quería que estuviera calmado y relajado. Entonces, yo llegaría con Nickolas y le iba a decir algo así; «Hola, Papi. Vine a visitarte para informarte que tengo novio y que no te había llamado mucho las últimas semanas por esa razón, ya que no sabía cómo decírtelo».

Bueno, no iba a decirle exactamente eso, pero estaba preparándome psicológicamente para presentarle- por primera vez- a mi padre al primer chico que me gusta y que- oficialmente- es mi novio. Tenía miedo- mucho miedo-, y la molesta vocecita en mi cabeza- que resultaba ser yo misma- no colaboraba mucho que digamos «!Oye! No es mi culpa» ¡Oh, claro que lo es! Te la pasas todo el tiempo pensando en Nickolas sin camisa y cubierto de sudor. «Pero es una imagen sexy, tienes que aceptarlo» Bueno, si. ¡Pero es suficiente! Ahora cállate y déjame pensar en que ponerme para ir a ver a papá.

Rebusqué, revolví, saqué y volví a meter cosas en mi closet, seguía sin saber que ponerme, entonces pensé... ¿Por qué tanto estrés? Solo iré a la casa de papá ¡A mí casa! «¡Ponte lo que quieras!» gritó mi subconsciente y por primera vez en lo que llevo de la tarde, le hice caso.

Tomé mis jeans negros con rotos en las rodillas, mi camisa de cuadros roja y mi chaqueta de cuero negra junto con mis Converse blancas. Listo, está era yo y así iría a ver papá. Fin, sencillo y se acabó.

Me vestí con rapidez, arreglé mi cabello y me eché un poquito de brillo labial- porque sabía que Nickolas se lo iba a tragar todo como cada vez que me besaba-, luego me apliqué perfume y guardé lo necesario en mi pequeño bolso. Salí de mi habitación al ver que eran las diez de la mañana, y cerré la puerta con llave. Bajé las escaleras y le sonreí a un par de chicas que estaban sentadas en el gran sofá de la sala, caminé a paso apresurado luego de salir de la casa y cuando el acerqué al todo terreno, abrí la puerta y subí.

- Hola, guapo- le sonreí a mi novio y me incliné a besarlo, pero este se retiró con las manos alzadas.

- ¿Qué carajos le hiciste a tu cabello, mujer?- exclamó mirándome como si fuese una desconocida.

- ¿Qué tiene mi cabello?- pregunté con rapidez y giré el retrovisor para poder verme en el espejo. No, estaba perfecta, ya me había peinado- Pero si está bien así...

- ¡No!- se negó- ¿Dónde carajos están tus rizos?

- Mi cabello tiene personalidad propia, cariño- reí divertida al ver su expresión, se veía bastante gracioso así y es que no pensé que le afectaría tanto- Hoy amaneció así, yo no tengo la culpa.

- ¡No importa!- volvió a decir, está tomando un mechón de cabello que estaba lacio y lo soltó como si fuera algo asqueroso- ¿Por qué no tienes tus rizos?

- ¿Qué tienes con mis rizos?- pregunté, sin verlo, se acercó hacía mi y sujetó mi rostro entre sus manos.

- Rose, amo tus rizos ¿Es que no lo entiendes?- preguntó, sonreí con ternura y eché hacia adelante para besar sus apetecibles labios, coloqué mi mano en su pecho y sentí su corazón latir bajo mi palma.

- Mañana aparecerán otra vez, Nickolas- acaricié su mejilla y sonreí otra vez, su ceño se frunció y sus labios también- Quita esa cara, pronto tendrás mis rizos de vuelta.

- Más te vale- gruñó y me besó otra vez, ahora con más fuerza, succionando y mordiendo mis labios en el proceso. Jadeé sobre su boca mientras enrollaba mi brazo alrededor de su cuello, una de sus manos fue a mi cintura y la otra a mi pierna, tiró de mi con si no pesara nada y me sentó a horcajadas sobre su regazo. Me quité el bolso del hombro y lo lancé al asiento del copiloto para acomodarme mejor sobre él.

Me sostuve del respaldo del asiento y me senté mejor sobre sus piernas, sus manos no perdieron el tiempo- nunca perdían el tiempo- y se metieron bajo mi camisa, para después desplazarse hacia arriba por mi espalda. Podía sentir la textura áspera de sus manos encima de mi piel suave y aquello me provocó una combustión de cuerpo entero. Abrí mis labios para recibir su lengua y seguirle el beso, la temperatura comenzó a subir e incrementó la intensidad cuando sus manos bajaron de sopetón a mi trasero y me presionó contra su entrepierna.

Gemí y él soltó un gruñido.

Aquello sonó como un click dentro de mi cabeza, como si el interruptor que había sido bajado al momento que sus labios tocaron los míos, se haya vuelto a subir. Abrí mis ojos de golpe y me eché hacia atrás, sus ojos, sin embargo, me miraron confundidos.

- ¡Estamos en la calle!- golpeé su hombro y entonces él muy idiota- y sexy- soltó una carcajada.

- Vamos, nadie nos está viendo. Los vidrios son polarizados- le dio unos golpecitos a la ventana con sus nudillos.

- ¡No importa! ¿En qué me estás convirtiendo? ¡Pervertido!- chillé y él rió, me bajé de su regazo mirándolo mal- Me caes mal.

- Tú a mi también, me estás privando del placer de ver tus rizos- dijo refunfuñado, se puso en marcha mientras yo me acomodaba sobre mi asiento.

- ¡No es mi culpa!- me defendí- Mi cabello es libre, hace lo que quiere.

- Pues que quiera los rizos- dijo con simpleza y yo rodé los ojos. Bajé mi mirada hacia mi camisa y la acomodé un poco, pasé mis manos por mi cabello y lo arreglé mejor. Sentí la mano de Nickolas en mi muslo, luego apretó el mismo y lo vi sonreír de medio lado- Te ves preciosa, nena.

- Gracias- sonreí con las mejillas rojas, lo detallé un poco y me percaté de que llevaba unos jeans azules ajustados y algo desgastados, una camiseta blanca de mangas cortas y una chaqueta del mismo estilo que el jeans- Tú te ves muy bien.

- ¿Solo bien?- arqueó una ceja, mordí mi labio inferior tratando de no sonreír.

- Te ves guapo, sexy y muy, muy bien- le dije, una sonrisa cruzó sus labios- ¿Contento?

- Si, entonces, debería decirte que, tu trasero se ve realmente bien en esos jeans- murmura y abro la boca indignada, me cruzo de brazos y lo miro con detenimiento.

- ¿Es que acaso mi trasero es lo único que te gusta?- pregunté con los dientes apretados.

- No, de hecho, me gustan tus rizos, los hoyuelos que se forman en tus mejillas cada vez que sonríes, me gusta tu risa, tus raras expresiones cada vez que estudias, me gusta tu olor a fresas, obviamente me gusta tu trasero... En fin, nena, me gustas toda tú, no puedo decir otra cosa.

- ¿Por qué tienes que ser tan tierno?- digo con el corazón latiéndome a mil kilómetros por segundo, él vuelve a sonreír y abre su mano sobre mi pierna para que yo ponga la mía encima, entrelazamos nuestros dedos después- Tú también me gustas mucho.

- ¿Mucho, mucho?- pregunta mordiendo el dorso de mi mano con delicadeza.

- Mucho, mucho- afirmo.

No duramos mucho en carretera, ya que la casa de papá está a veinte minutos del campus y eso nos hace llegar temprano. Cuando estaba en la preparatoria y me llegó la carta de aceptación de la NYU me encargué de buscar una residencia que siguiera cerca de la casa de papá- porque no quería irme y alejarme del todo- para así, poder estar más cerca de él.

Y pequeña y acogedora casa está igual que hace dos meses, no había venido por qué estaba ocupada con lo referente a mi carrera, pero siempre trataba de llamar a papá cada que podía y él estaba encantado por eso, ya que sus palabras eran «No te preocupes, mi niña. Siempre estaré encantado de recibir tus llamadas y escuchar la voz chillona de mi pequeña rosita. Eso sí, no vengas a casa hasta que seas una profesional, es una orden» Si, papá era algo realmente y ciertamente, lo amaba con cada fibra de mi corazón.

Bajamos del auto una vez que Nickolas estacionó frente a la casa, inhalé profundamente varias veces, sabiendo que papá iba a poner mala cara al ver a Nickolas, y es porque fuera un papá celoso, sino porque él quiere siempre molestarme. Estiré mi brazo hacia Nickolas y él entrelazó nuestros dedos en un firme agarre, con su mano izquierda frotó la parte trasera de su oreja. Estaba nervioso.

- Relájate, no es tan malo... Solo diferente- dije en un intento de calmarlo y el rubio frunció el entrecejo.

- ¿Diferente en el buen sentido o querrá matarme?- preguntó un tanto agitado.

- Soy su hija menor, la pequeña de la casa- reí al ver su cara, pero tiré de él para que comenzáramos a caminar hacia mi casa- No dejaré que te mate, no te preocupes.

- Gracias- suspiró y entonces, toqué el timbre.

La puerta se abrió y la imagen de mi padre me golpeó con fuerza, chillé como niña pequeña y me tiré a sus brazos.

- Mi niña preciosa- murmuró abrazándome con fuerza, cerré los ojos al sentirme en casa, porque estaba en los brazos de papá- Estás hermosa cada día.

- Gracias, papi- besé su mejilla y luego me alejé de él, su mirada cariñosa pasó a ser una de militar al percatarse de la presencia de Nickolas- Oh, papi. Él es Nickolas, mi novio.

- Un gusto, señor Roberts- dijo el rubio un poco incómodo, extendió su mano en dirección de mi padre, quien la tomó. Supuse que su agarre era fuerte, pues el rubio apretó sus labios en una dura línea y tensó la mandíbula.

- ¿No te he visto antes, niño?- cuestionó Andrew Roberts.

- Puede ser, Nickolas firmó con The Eagles- dije interponiéndome entre ambos- Tu equipo favorito.

- ¿En serio?- papá lucía sorprendido, asentí rápidamente- En ese caso, adelante, Nick- dijo con una gran sonrisa, el rubio detrás de mi destensó su cuerpo. Papá se dio la vuelta y entró a la sala, me giré hacia mi novio y le sonreí.

- Eso te ha salvado- pronuncié en un susurro y reí después, Nick sonrió y bajó sus labios a los míos y me besó castamente- Ven.

Lo guío al interior de la casa y lo llevo hasta dónde papá ya está sentado en el sofá, con la TV encendida y dos cervezas. Hago que Nick se siente junto a mi en el sofá, a modo que yo estoy en medio de ambos.

- Así que jugarás en la NFL- murmura papá.

- Así es, señor- asintió Nick- Firmé el contrato hace unos días, la presentación a los medios será la próxima semana.

- Eso es muy bueno, tus padres deben estar orgullosos de ti- dijo con una sonrisa.

- Lo están- aseguró, mi mano se entrelazó con la de Nick y la dejé sobre mi regazo, aquel gesto no paso desapercibido por mi padre y logró llamar su atención.

- Entonces, son novios- papá nos miraba atentamente, nosotros asentimos en afirmativa- ¿Desde cuándo?

- Hace tres semanas- digo bajando la mirada.

- ¿Por qué no me habías dicho?- preguntó, «Mierda» pensé.

- Creí que era mejor decirlo en persona- murmuré, él asintió.

- Al grano, como siempre- se acomodó sobre el sofá y tomó una cerveza de la mesita de centro- ¿Qué intenciones tienes con mi niña?

- Quererla, primeramente- la voz ronca de Nickolas llamó mi atención y mi rostro se giró hacia él- Valorarla y estar siempre que ella me necesite, cuidarla y protegerla de todo.

- Okey, con eso me basta- papá sonrió, pero yo seguía mirando los ojos de Nick, los cuales estaban fijos en los míos. Mi corazón estaba palpitando en mis oídos y mi cuerpo entero vibró ante cada una de las palabras que pronunció con anterioridad.

- ¡Ya llegué!- gritó una voz conocida para mí y mi mirada se apartó del rubio para fijarse en la mujer pelinegra que entraba por la puerta- ¡Rosita!

- ¡Emiliana!- exclamé y me levanté para ir a abrazar a mi hermana, sus brazos me rodearon y los míos se apretaron con fuerza a su menudo cuerpo- ¡Estás más fea de lo que recordaba!

- ¡Estás horrible!- me dijo, se alejó de mí y después besó mi frente- Te extrañé mucho, hermanita.

- Y yo a ti- reí y su mirada fue hacia donde estaba papá.

- ¡Wau! Hay un modelo en nuestra sala- cuchicheó a lo que yo reí.

- Es Nickolas, mi novio- dije tirando de su mano y llevándola hacia donde estaba el rubio.

- ¿Desde cuándo tienes novio?- preguntó, pero no pude responder, pues Nickolas se puso de pie y sonrió. La altura de Nick era llamativa, y eso logró que Emily inclinara su rostro hacia atrás.

- Nickolas, ella es mi hermana Emily- comenté, el rubio estrechó su mano a modo de saludo y me rodeó con su brazo libre.

- Un placer.

- Igualmente- dijo mi hermana, le sonrió y me miró después a mi- Es una sorpresa, pensé que Rose sería monja.

- ¡Emily!- chillé sonrojándome, papá soltó una carcajada- ¡Papá!

- Emily, deja de molestar a tu hermana- dijo poniéndose de pie y yendo a la cocina.

- Es la verdad- dijo ella con cautela y se encogió de hombros- Rose le tenía miedo al sexo masculino, nadie sabe por qué, pero bueno- abrí mucho mis ojos- Lo importante aquí, es que si tendré sobrinos.

- ¡Ahora sí te mato!- me abalancé sobre ella, pero Nickolas me sostuvo de la cintura. La pelinegra corrió hacia la cocina- ¡No te esconderás de por vida, Emiliana!

- ¡Papá, Rosita me está amenazando!- gritó.

- ¡Tenemos visita! ¡Que vergüenza!- dijo papá siguiendo el juego.

Los odiaba, con todo mi corazón.

- Que bonita familia- Nickolas se burló y yo lo rosticé con la mirada, se inclinó y besó mi sien- Son iguales a ti.

- Lo sé, que tragedia- rodé los ojos y tomé su mano- Quiero mostrarte algo.

- Lo que quieras- murmuró, y miré sus ojos.

Había llegado el momento de contarle mi secreto más preciado, y no es que haya matado a alguien o hubiese hecho algo malo en mi pasado, sino más bien algo que me marcó de por vida y si quería dar el siguiente paso en mi relación con Nickolas, debía confesarle todo y por eso esperé hasta este momento para contarle.

Luego de guiarlo hasta mi antigua- aunque la seguía usando cada vez que venía a visitar- habitación, cerré mi puerta con seguro y me quité mi chaqueta para dejarla sobre el tocador. Mi habitación estaba llena de cosas coloridas, dibujos, póster de Sia, y muchas cosas que caracterizaban a la Rose de trece años. Aquella Rose que sonreía cada dos por tres, la que tenía más curiosidad que un gato y que no tenía tan mala suerte... Bueno, yo siempre he tenido mala suerte.

- Veo que te gustaban los colores- dijo Nick sonriendo, le devolví el gesto un poco contrariada. Soltó un suspiro y se acercó a mi, sus manos cayeron en mi cintura y su frente se apoyó sobre la mía- ¿Qué tienes, preciosa?

- Quiero contarte algo, pero es un poco difícil y...

- No tienes que contarme si no estás cómoda- cerré los ojos y suspiré.

- Pero quiero- le dije, miré sus ojos azules- Quiero poder estar tranquila conmigo misma y eso solo podré hacerlo con alguien que no haya vivido conmigo aquel momento- puse mis manos en sus brazos- Quiero que conozcas todo sobre mi y que ambos podamos comenzar a ser sinceros el uno con el otro.

- Está bien- besó mi mejilla, volví a tomar su mano e hice que ambos nos sentáramos en la cama- Cuando estés lista.

Asentí ¿Cómo podía iniciar?

- Mi mamá se llamaba Anne- susurré- Ella era la luz de esta casa, la alegría que nos mantenía riendo siempre, la persona que se encargaba de que todos fuéramos felices- sonreí al recordar sus labios siempre pintados de rojo y sus vestidos de colores, su sonrisa permanente y su enorme corazón- Ella le alegraba la vida a cualquiera y lo hacía conmigo, siempre lo hizo- la mano de Nickolas se puso sobre la mía- Tenía diez cuando le detectaron leucemia- solté- En aquel entonces, la vida era más sencilla, pero luego de aquella noticia todo se derrumbó para mi- mis ojos comenzaron a cristalizarse- Dejé todo a un lado, las cosas ya no me parecían tan llamativas como antes, incluso los colores perdieron su esencia- la primera lágrima cayó y la primera herida se cerró- Me aislé de todos, incluso de ella. No quería verla, no quería ir al hospital y darme cuenta de que se estaba yendo poco a poco- murmuré- Y es que, estaba tan molesta... Tenía la idea en ese momento que, mamá tenía cáncer por mi culpa ¿Sabes?- me giré y quedé frente a frente con él rubio que se estaba robando mi corazón con cada una de sus acciones- Porque siempre he pensado que soy la persona más desdichada de este mundo, tengo tan mala suerte que, me pasan cosas que a nadie más le pasan y me aferré a esa idea en cuerpo y alma- sollocé y su mano se paseó por mi mejilla, intentando detener el recorrido de mis lágrimas- Un día fui a verla, fue dos días antes de su muerte, aquel día se veía tan radiante y feliz, que cualquiera pensaría que no estaba siendo vencida por aquella enfermedad tan cruel- susurré, cerré los ojos, recordando- Papá me obligó a ir, me senté en el sofá junto a ella, pero no la miré... Sin embargo, ella era tan buena madre que, me dejó estar allí- sonreí levemente, enfocándome en sus ojos azules y en su mirada cargada de comprensión y cariño- Recuerdo sus palabras «La vida es corta y larga, depende de tu perspectiva. Yo pienso que tuve la vida más larga que cualquiera pudiera tener, porque viví con las tres mejores personas de este mundo, personas que me amaban con todo su corazón y eso no se obtiene tan fácilmente. Así que, mi pequeña rosita fresita, vive, mi cielo... Vive y no te detengas nunca, por nada ni por nadie, porque eres la persona más afortunada y llena de luz que conozco. Arriésgate y dile que si al mundo»- bajé al mirada, dejando caer muchas más lágrimas- Dijo que me amaba con todo su corazón y yo no pude responderle, por estar molesta, molesta por una analogía que yo misma creé y que resultó ser más falsa que cualquier otra- negué y lo miré buscando apoyo- No me despedí de ella y eso es lo que más me duele.

- Shhh- susurró y rodeó mi cuerpo con sus brazos, me apretó fuerte contra su pecho y me arrulló besando mi frente- Eras una niña, rizos. No lo sabías, no podías saberlo- aseguró, contuve el llanto en hipos, pero dejé que mi corazón se liberara de aquella carga que tenía desde hace años- Pero si sé que tu madre te amaba, y que ella sabía porque actuabas así.

- Pero me duele, me duele que se haya ido sin escuchar que yo la amaba y que la amaría siempre- dije al separarme de él.

- Ella lo sabe, ella sabe que la amas y la amarás por el resto de tu vida- sostuvo mi rostro y secó mis lágrimas con sus dedos, se acercó y beso mi frente- ¿Sabes otra cosa? Dijiste que te sentías la persona más desdicha de este mundo- asentí- Bueno, yo me siento muy afortunado de tenerte, de poder decirle al mundo que eres mi novia, mi amiga y la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.

Mi corazón se detuvo y mi respiración también, mis ojos se anclaron a los suyos y una sonrisa se fue formando en mis labios con el pasar de los segundos.

- Yo también me siento así ahora- confesé, pasé mi mano por su mejilla y toqué sus labios con las yemas de mis dedos- Te quiero, Nickolas.

- Y yo te quiero a ti, rizos.

¡Voten y comenten mucho!

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