Ya había pasado una semana, todos los involucrados en la organización de la fiesta estaban dando su mejor esfuerzo. En la junta de planeación Ibis propuso que este año utilizaran como tema la cultura rusa, en parte porque quería que la familia Petrov, en especial Vladimir, tuviera un pedazo de su lugar de origen, además los hijos podrían ayudar con su conocimiento sobre su país. Cosa que a todos los presentes les agrado. Ana no quería sentirse menos, pero tampoco quería ayudar en la fiesta, así que sólo se ofreció a hacer el pastel.
Ibis fue puesta como la organizadora general, así que aconsejaría y dirigiría al equipo. Gerald al verla no podía negar que ella tenía una gran capacidad de liderazgo, ya que no sólo se ocupaba de la fiesta, sino que además no descuidaba su trabajo de oficina. Incluso podría decir que empezaba a admirarla y sonreía de vez en cuando al verla trabajar con tanto empeño y ofreciendo a todas las personas una sonrisa.
–Ella es admirable ¿no lo crees? –pregunta Andrey al notar que su hermano sonreía un poco al ver a Ibis.
–¿Qué? –Gerald ni siquiera se había dado cuenta hasta ahora. –¿De qué hablas?
–Ella se encarga de organizar la fiesta y de su trabajo normal y, aun así, no deja su alegría.
–Si claro... –dice desviando la mirada para que su hermanito no siguiera hablando de ella como si fuera la mejor del mundo.
–¿Has notado que últimamente sonríes al verla?
–¿Q-qué? ¿de qué hablas? No seas ridículo.
Andrey no era tonto, y sobre todo conocía a su hermano.
–¿Cómo van con las cosas? –dice Ibis acercándose a los hermanos con una sonrisa.
–Vamos bien, hemos apoyado a los demás sobre nuestra cultura. –atina Andrey devolviendo el gesto.
–Perfecto, ahora voy a... –Ibis es interrumpida por una persona que se había acercado a ella para saludarla.
–Привет как дела, Рад снова тебя видеть (Hola ¿cómo estás? Es bueno verte de nuevo) –menciona un señor de origen ruso quien había venido a la empresa a hablar de negocios con Vladimir.
Andrey se disponía a servir de traductor para Ibis, pero fue detenido por Gerald, el mayor quería divertirse un poco con la situación de ver a la chica no saber qué hacer.
–удовольствие мое (El placer es mío) –Ibis respondió de manera perfecta.
Ambos hermanos tuvieron una gran sorpresa cuando vieron que Ibis no sólo pudo entender lo que el ruso decía, sino que también comenzó a responder en el mismo idioma de forma fluida. No podían creerlo, Andrey sonrió con burla hacia su hermano, mientras que Gerald tenia una cara de incredulidad ante tal escena.
Sin embargo, al momento los hermanos comenzaron a palidecer, pues recordaron cuando hablaron en ruso el día que fueron recogidos del aeropuerto. Gerald no dejaba de insultarla haciendo comentarios despectivos hacia ella, mientras que Andrey sólo se limitaba a mencionar lo que esperaba que hubiera cambiado del pasado. Si, ella había entendido todo, pero guardó silencio y seguramente hubiera seguido guardando silencio si ese hombre no le hubiera hablado.
Cuando terminaron de hablar, el hombre se despidió y procedió a retirarse. Y a los hermanos incluso les costaba mirar a Ibis a la cara.
–Descuiden, yo no guardo rencor ni nada parecido. –Ibis añadió restándole importancia a la situación. –Ahora, por favor ayúdenme aquí mientras voy al departamento de imagen a entregar estos documentos. –Ibis suelta un suspiro desganado, pues tenía que ver a Ana.
–Y-yo iré. –Gerald se ofrece a llevarlos, cosa que a Andrey le pareció que fue sólo para zafarse de ahí.
–¿Seguro? –pregunta Ibis.
–C-claro, tú tienes mucho trabajo, déjamelo a mí.
Ibis toma la palabra de Gerald y le entrega los documentos, pero para Gerald fue una oportunidad para ver a Ana y planear la jugarreta para Ibis.
–Andrey, ¿me ayudas con esto? –Ibis pide ayuda para mover dos cajas con archivos hacia la bodega, entregando una a Andrey y ella llevando la otra.
Andrey aun apenado la ayuda y suben al ascensor, Ibis deja su caja en el suelo mientras espera a llegar al piso deseado. Andrey quería hablar con ella y disculparse, pero no sabía cómo comenzar, cuando al fin se decidió, hubo un apagón que hizo que el ascensor se detuviera y quedaran a oscuras.
Andrey se dispuso a tomar su celular para alumbrar un poco, y fue cuando sintió que alguien tomaba de su brazo, lo que le provocó un pequeño salto. Al voltear su tenue luz pudo dilucidar a Ibis quien se encontraba temblorosa, con los ojos cerrados y aferrándose a él. Ella temía a los lugares cerrados y a la oscuridad profunda.
Él comenzó a hablar para tranquilizarla, diciéndole que todo iba a estar bien y que pronto iba a regresar la electricidad, hacia bromas y hablaba de manera elocuente haciendo que Ibis poco a poco dejara de temblar y abriera un poco los ojos. Pasaron alrededor de 5 minutos que para la chica fueron muy largos. La luz regresó y el ascensor comenzó a moverse de nuevo. Cuando al fin se detuvo y las puertas se abrieron, Ibis salió rápido de ahí y comenzó a respirar acelerada. Andrey tomó las cajas, salió del ascensor y comenzó a calmarla.
–Lamento lo que pasó –dijo Ibis forzando una sonrisa.
–No te disculpes. Todo está bien ahora.
Cuando al fin se calmó, Ibis tomó su caja, fueron hacia la bodega y comenzaron a organizar las cosas.
–¿Podrías... no comentar lo que pasó en el ascensor con nadie?
–Descuida, no diré nada, tienes mi promesa. –dice Andrey mirándola fijamente
–Gracias...
–... ¿Puedo hacerte una pregunta?
–¿Es sobre lo que acaba de pasar?
–No...
–Entonces hazla.
–¿Desde cuándo sabes hablar ruso?
–Uhm... desde hace un poco menos de 1 año. Tu padre me enseñó.
–¿Mi padre?
–Sí, el sujeto que viste fue la razón.
–¿A qué te refieres?
–El día en que lo conocí fue en una de las juntas en las que Vladimir me dejó estar. El señor vino y me comenzó a preguntar cosas, yo no sabía que decir obviamente y pensé en voz alta diciendo "Yo no hablo taka taka". Vladimir sólo se rió
–¿Y luego mi padre te enseñó?
–Sí, justo al día siguiente, tu padre decidió que aprendería ruso, y cada noche después de mi turno, me arrastraba en su auto hasta un restaurante que tenía cubículos con aislante de ruido para que practicara mi habla. Fueron alrededor de 2 o 3 meses.
–¿2 o 3 meses? –Andrey comenzó a hacer memoria, y recordó que hubo un tiempo en el que su padre llegaba más tarde después de su hora de trabajo. –Ibis...
–¿Sí?
–¿Qué clase de relación tienes con mi padre? –Andrey la miraba fijamente esperando la respuesta.
–Ah... –Ibis suelta un suspiro, ya estaba algo cansada de esa pregunta. –Es mi jefe y mi amigo, no tenemos una relación amorosa de ningún tipo. Así que si eso es lo que te preocupa a ti y a Gerald, pueden estar tranquilos
–¿En verdad? –dice acercándose más.
–Sí, es la verdad.
Para Andrey esto le causó una gran alegría, sintió que estaba liberado y le pidió una última cosa a Ibis.
–Necesito pedirte un favor.
–... –Ibis pensaba que le pediría algo como que jamás se involucrara con Vladimir, aunque no lo iba a hacer, no quería que nadie le exija ese tipo de cosas. –¿Qué cosa?
–Cierra los ojos. –esto dejó extrañada a Ibis
–¿Qué? ¿Para qué o qué?
–Por favor, no haré nada malo.
–Ok... –Ibis accede a hacerlo sin esperar lo que iba a pasar. –Andrey, si haces una de tus bromas esta vez voy a decirle a tu pad...
Ibis fue interrumpida por un beso de Andrey, el joven ruso se había enamorado de la chica desde ya mucho tiempo. Y escuchar las anteriores palabras de Ibis acerca de su padre le dio la valentía de atreverse a besarle.
Andrey se separó de ella, e Ibis estaba en shock por lo sucedido, fue entonces que el chico expuso sus sentimientos.
–Hace mucho que me gustas. Así que ahora que sé que no tienes nada con mi padre, voy conquistarte. –dijo Andrey con una enorme sonrisa. –Bueno, ya terminamos aquí, iré a dejar esto.
Andrey tomó las cajas y se las llevó lamiendo su labio superior, dejando atrás a Ibis sonrojada, sin habla y perdida.
«¿Qué acaba de pasar?» Era el pensamiento de Ibis, su corazón se aceleraba. ¿Qué fue lo que sintió? ¿Andrey va en serio? ¿Qué clase de rumbo tomará esta confesión?
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