**3 años después**

Una ceremonia de graduación se está llevando a cabo, un joven de 23 años estaba recibiendo un reconocimiento por el desempeño sobresaliente que tuvo a lo largo del tiempo de estudio en la universidad. Andrey Petrov terminó sus estudios de diseño gráfico con notas destacadas. Él se encontraba con sus abuelos maternos y su abuela paterna durante la ceremonia, su familia en México no podría asistir, ni siquiera Ibis. Su padre, su hermano y ella debían viajar por un asunto de trabajo y no podrían estar presentes para la fecha, Andrey se sintió un poco triste, pero entendía.

Al acabar la ceremonia, el joven se encontraba conversando junto a sus abuelos con otros egresados y con maestros, quienes lo felicitaban. Se comenzó a escuchar un tipo de música que era seguro no era propio del país, junto a una voz conocida, al acercarse, Andrey pudo visualizar un grupo de mariachis, entre ellos estaba su familia, su padre, sus dos hermanos, y dos chicas, una de ellas era Erika, y la otra, no era Ibis, se trataba de Ekaterina, quién era la que cantaba. Muchos estaban sorprendidos al ver a esta última, pues ya conocida internacionalmente como una gran artista.

El mediano estaba feliz por ver a su padre y hermanos, pero estaba confundido y su sonrisa se desvaneció un poco al no ver a Ibis, ¿Por qué están aquí? ¿Por qué sólo Ekaterina y Erika están con ellos y no Ibis? ¿Por qué Ibis no vino? ¿Qué está pasando? Eran las constantes preguntas que tenía, no comprendía. Fue entonces que unos brazos rodearon el torso de Andrey por la espalda.

–Andrey~ –una voz que el mediano reconoció al instante le llamó, dándose la vuelta y vio que se trataba de su novia Ibis. –Felicidades y sorpresa.

–… –la alegría de Andrey volvió en un instante y abrazó a Ibis –¡Estas aquí! ¿Pero por qué? ¿No se suponía que estaban en un viaje de negocios?

–No seas tonto. ¿En verdad pensaste que nos perderíamos tu graduación? De ninguna manera.

Ellos habían llegado hace tres días, se quedaron hospedados en un hotel para poder darle la sorpresa a Andrey.

–Estoy tan feliz… –el mediano simplemente no podía parar de sonreír. –Ibis quiero pedirte…

–Espera. –Ibis frenó las palabras de Andrey y se separó de él –Escúchame a mi primero. Hemos estado teniendo una relación por 4 años, fuiste la persona que me devolvió la confianza en mí misma, me has otorgado una inmensa felicidad. Es por eso que…

La chica sacó de su bolsillo un pequeño estuche, luego se arrodilló en una pierna y abrió la pequeña caja.

–¿Aceptarías casarte conmigo?

Andrey quedó sin habla, estaba realmente sorprendido. A Ibis no le gustaba que la primera proposición de matrimonio se hiciera en público, pero para nadie era un secreto que el ruso deseaba contraer nupcias con la joven, esa fue la razón por la que Ibis se atrevió a dar el paso y pedir la mano de Andrey en público.

El joven no podía contener su alegría, estaba realmente feliz, se arrodilló, abrazó fuertemente a Ibis y gritó lo más alto que pudo.

–¡Да я принимаю! (¡Si acepto!)

Todo era alegría, Ibis le colocó el anillo a su prometido y este la besó.

–Es tan lindo –dijo Ekaterina –Más vale que me inviten a la boda.

–Claro, me gustaría que seas tú quien cante en nuestro primer baile. –dice Ibis muy feliz.

–Wow, por supuesto, y ¿saben? Tengo una prima de 6 años que puede llevar los anillos.

–¡нет! (¡NO!) –la voz de un Makari de 9 años es alzada –Ibis dijo que yo podía llevar los anillos, así que no voy a dejar que nadie más lo lleve. –dice cruzando los brazos.

–Jajaja claro, los llevarás. –atina a decir Andrey.

Después de eso, todos volvieron al hotel. En la noche, Ibis y Andrey se dirigían en auto hasta una cabaña que la propia Ibis rentó, pues la chica tenía otra sorpresa más preparada para su futuro esposo.

–¿Cuándo aprendiste a conducir? –preguntó el mediano.

–Hace un año, le pedí a Vladimir que me enseñara.

–Oh, lo haces muy bien.

–Gracias. –dice orgullosa.

–¿A dónde vamos?

–Es una sorpresa.

Al llegar a la cabaña, Ibis sacó una venda y le pidió a Andrey que se la pusiera, cosa que él hizo, luego la joven salió y ayudó al euroasiático, con cuidado lo metió a la casa, cerró la puerta y le dijo que ya podía quitarse la venda. Andrey quedó sorprendido al ver que en el interior de la casa, había un camino adornado con una alfombra roja y luces en las orillas que daba hasta la mesa de la cocina, con comida preparada.

–Ibis…

–Es mi regalo para ti. Felicidades por tu graduación.

–Gracias. –menciona con una gran sonrisa a la vez que abraza a su amada.

La cena fue muy tranquila, relajante y romántica, ninguno de los dos hacia más que mirar a los ojos del otro mientras hablaban y sonreían.

–La comida estaba deliciosa. Me encantó esta velada, gracias Ibis.

–No hay nada que agradecer. De hecho, hay algo más que quiero darte. –dice mientras se levanta.

–¿Algo más?

Ibis caminó hacia él y lo besó, luego lo tomó de las manos y lo jaló suavemente para levantarlo y guiarlo hasta una habitación, la cual también tenía un camino con alfombra roja y luces blancas a las orillas, la luz de la habitación era una tenue.

–¿Qué…?

–Si estás de acuerdo… Quisiera hacerlo contigo… –dice mirándolo a los ojos mientras un tono rojo se le pintaba en el rostro.

–¡¿Qué?! –Andrey se había sorprendido tanto que se sonrojó también. –¿Estás segura? ¿Realmente?

–Muy segura.

Por un momento hubo un silencio, el euroasiático tomó el rostro de Ibis y ella se acercó más, ambos se besaron lenta y pausadamente. Ibis rodeó el cuello de Andrey, quien tomó a la chica cargándola, la llevó a la cama y la recostó con delicadeza, dónde sus besos fueron intensificándose hasta que tuvieron que separarse para tomar aire.

Por un momento, ambos se miraron fijamente, Andrey se inclinó para besar su mejilla, luego con besos comenzó a recorrer todo el cuello de Ibis, cuya respiración era agitada. El ruso metió sus manos por debajo de la blusa de Ibis, tomándola de la cintura, y con delicadeza se la quitó, hasta dejarle la parte superior desnuda. Por unos instantes se quedó quieto, viendo aquellos tatuajes que ella tenía, y que a él tanto le encantan.

–No me mires así… –menciona Ibis estando muy roja.

–Me encanta la vista que tengo. –dice burlón mientras sonríe.

–Idiota…

–Así es. Soy un idiota. –Andrey junto su frente con el de la joven. –Pero soy tu idiota.

El joven bajó hasta el tatuaje de búho con las alas extendidas, y ahí, comenzó a besarle a todo lo ancho y largo de aquel arte gravado en la piel de Ibis a la vez que le acariciaba la pierna mientras iba subiendo cada vez más.

–Ah~

Ibis soltó un pequeño gemido, pues le gustaba la sensación de los labios de su prometido yendo lento, cubriendo cada centímetro de su dibujo. Esa noche, ambos se entregaron el uno al otro, sin miedo y con deseo, sumergiéndose en una espiral de placer y amor.

Al día siguiente, el euroasiático ya se encontraba despierto, con una enorme sonrisa viendo fijamente a su amada, quien yacía dormida bocabajo, dejando expuesto su tatuaje de lobo gravado en su espalda, la sonrisa de Andrey le iba de oreja a oreja, pues realmente le fascina como se ven esas marcas en la piel de su musa. Ya era hora de que se levantaran, así que el joven se agachó y comenzó a besar el área del tatuaje.

–Uhm… –Ibis empezó a despertar por la sensación de los besos de Andrey, volteándose hasta quedar frente al ruso.

–Buenos días~

–… Ah… –la chica se sonrojó mucho y cubrió su rostro con las manos.

–Jajaja, no ocultes tu cara. Vamos. –Andrey besó la cabeza de su prometida, haciendo que ella separara los dedos para mostrar sus ojos. –Te amo.

–… –Ibis quitó sus manos y tomó el rostro de Andrey, atrayéndolo y besándolo. – Y yo a ti.

–No quiero irme de aquí. Pero ya es tarde.

–¿Qué hora es?

–Van a dar las 9.

–Las… ¿Las 9?

–Sí. ¿Qué pasa?

–Ah… No lo escuché…

–¿Qué cosa?

–El canto de los búhos. ¿Me quedé dormida? –pensaba la chica sorprendida.

A Ibis le extrañó eso, pues era la primera vez que no era despertada por el peculiar sonido al que ya está tan acostumbrada a oír cada día y a la misma hora. Sin embargo, esta vez fue despertada por el cariño y el amor de Andrey, y eso le dibujaba una gran sonrisa y le daba una enorme felicidad.