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Capítulo 69: Sentimientos - Parte 2

La junta en la que Vladimir y su madre estaban dirigiendo junto a Daniel, Louis, Ekateria y su padre, y otros más, se estaba llevando a cabo dónde definían lo que haría la euroasiática en el evento, el cual, era más preciso decir que se trataba de la celebración del próximo aniversario de la empresa donde estarían presentes personas importantes.

–… Que aburrido… –pensaba Ekaterina mientras ponía atención a lo que se hablaba en la junta.

–Este año vamos a hacer una trasmisión por televisión para mostrarnos al público y… –Vladimir explicaba un poco cuando la sala fue interrumpida por el abrir abrupto de la puerta.

–Lamento esto. –dijo Ibis apareciendo en ella y acercándose al mayor.

–… ¿Qué… sucede?

–Necesito que me lleves al aeropuerto a donde Andrey se dirige.

–¿Qué? ¿Para…?

–No hay tiempo, te explicaré en el camino.

–… –todos miraban confusos la escena, pero Ekaterina sonreía. –De acuerdo. –mencionó levantándose. –Los dejo en sus manos.

–¡Yo los acompaño! –sentenció la rusa con entusiasmo y siguiendo al par, los demás los vieron irse como si aún tuvieran problemas para procesar que acababa de ocurrir.

–Bien, continuemos. –inquirió la señora Ivanna haciendo captar la atención de los demás y regresando a dónde estaban.

El trío bajó en el ascensor, Ibis venía en medio mientras Ekaterina casi brincaba feliz por deducir que estaba pasando. Fueron al estacionamiento y entraron al auto del mayor, Ibis se sentó al lado de él y la euroasiática atrás, se pusieron los cinturones de seguridad y así poniéndose en marcha.

–9:20… Tenemos 40 minutos antes de que se vayan… –susurro Ibis mientras veía por la ventana.

–Llegaremos a tiempo, descuida… Rayos. –Vladimir tuvo que girar para tomar otra ruta debido a que había tráfico. –Llegaremos.

–… ¿No vas a preguntar por qué hago esto?

–Gerald te confesó que July tuvo la culpa de tu ruptura con Andrey ¿no?

–… ¿Lo sabías?

–Sí, me pidió ayuda para hacer entrar en razón a Andrey, pero ya viste lo terco que es.

–¡Sabía que ustedes no podían terminar así! –gritó con emoción la tripulante de atrás.

El ruso aceleró un poco, el tiempo que se hace hasta el aeropuerto era de 30 minutos, por lo que tenía que ir con prisa y cuidado. 35 minutos pasaron y ya estaban muy cerca del aeropuerto, Ibis se notaba nerviosa y para empeorar, el semáforo que estaba a una calle antes de llegar, marcaba e alto.

No ahora, sólo quedan 5 minutos… –Ibis pasaba su mano por la cabeza. –¿Vladimir? –la joven se sorprendió cuando el mayor pasó el alto y con prisa.

–Puedo pagar una multa de tránsito. –respondió bufando burlón, fue entonces que en el retrovisor vieron como una patrulla los seguía, sin embargo, él no se detuvo hasta que llegaron. –Listo, Ekaterina, acompañarla. Ibis, no te preocupes, yo me encargo.

–Gracias. –dijo saliendo rápido y entrando.

El mayor salió con las manos alzadas y dando la vuelta mientras que las chicas, se dirigieron al personal del lugar.

–Con permiso, disculpen.

–Señorita, haga fila como todos los demás. –mencionó la empleada.

–Sólo es una pregunta, el vuelo a Rusia para las 10, ¿por cuál andén es?

–Por allá… –dijo señalando, a lo que las chicas corrieron en esa dirección. –¡Espere! ¡Ese vuelo está a punto de salir!

–¡Lo sé! ¡Gracias! –ella corría junto a Ekaterina. –Esto no está funcionando. –refunfuñó quitándose los tacones y comenzando a correr descalza con los zapatos en la mano.

–Eh… ¿Y ahora por dónde? –preguntó la euroasiática. –¿Ibis?

–Ah… no sé. ¡Rayos! … –un tenue sonido típico para ella le hizo seguir.

Llegaron a la entrada donde una señorita le informó que estaban por despegar, Ibis insistía en pasar, y fue entonces que un guardia se acercó a retirarla.

–Señorita, obedezca.

–Lo siento. –Ibis golpeó en la entrepierna al guardia y entró con Ekaterina, la empleada se apartó.

–Lo golpeaste… –mencionó la rusa.

–Ya lo sé… –la puerta del avión estaba por cerrarse cuando Ibis llegó a impedirlo. –Hola…

–Bu-Buenos días señoritas. –respondió la azafata. –Sus boletos por favor.

–… No tenemos, pero no se preocupe, no vamos a tardar.

–Ah, señoritas, no pueden… ¡Señoritas!

Ambas amigas entraron al avión en busca de Andrey, algunos guardias y oficiales llegaron para arrestarlas. Mientras tanto, Andrey estaba al frente con audífonos de cascos puesto mientras escuchaba música, él comenzó a notar que a su alrededor las personas miraban hacía la parte trasera, y sus abuelos no eran la excepción.

Se quitó los audífonos y volteó, la cortina del pasillo estaba cerrada, pero escuchaban los forcejeos que unas personas estaban teniendo. Fue entonces que la cortina fue abierta y dilucidó a Ibis en ella mientras trataba de zafarse de un policía que la jalaba.

–¡¿Ibis?! –gritó confuso y parándose a acercarse. –¡Esperen!

–¡Andrey! –ella se liberó y corrió hasta a él, sorprendiéndolo en cuanto se aferró a abrazarlo.

–… ¿Qué… sucede? ¿Ah? ¿Ekaterina? –mencionó al verla.

–¡Hola! –respondió su amiga felizmente.

–¿Qué hacen aquí?

–… –Ibis se separó y lo tomó de las mejillas mientras lo miraba a los ojos. –¡Te amo! –gritó sin apartar su mirada. –Lo siento, debí creerte, debí escucharte. Gerald me contó sobre Julia.

–… Yo… no… Yo no quiero causarte problemas, quieres intentarlo con él y no quiero interponerme.

–No, Andrey, escúchame, tienes razón, no te puedo olvidar, nunca lo voy a hacer porque tú eres a quien quiero conmigo…

–Pero… está bien, no tienes que forzarte a seguir conmigo. Fue mi culpa por no creerte antes sobre ella.

–¿Forzarme? ¿Sabes lo que hice para venir aquí? Saqué a tu padre y a Ekaterina de su junta, hice que Vladimir condujera hasta aquí obligándolo a cruzar un alto mientras escapamos de la policía, corrí descalza. –dijo alzando los tacones haciendo reír al chico. –También… –se hizo a un lado señalando al guardia que golpeó. –le di un rodillazo en las pelotas al pobre hombre, y ahora estoy aquí para que entiendas que tu no tuviste la culpa. Andrey, te amo.

–¿En verdad me perdonas?

–No tengo nada que perdonarte, soy yo quien se disculpa… Y soy yo quien ahora te pide una oportunidad más…

Las personas alrededor estaban expectantes mirando la escena con curiosidad y a la pareja que juntaba sus frentes.

–¡Ya bésala! –gritó la abuela de Andrey con dificultad por la pronunciación del idioma.

–¿Qué estás esperando? –agregó su abuelo haciendo que los espectadores comenzaran a animarlos y haciendo reír a la pareja.

–¿Qué dices Andrey? –mencionó Ibis tomándolo nuevamente de las mejillas. –¿Quieres ser mi novio otra vez?

–¡Sí!

El euroasiático la alzó en brazos haciendo que la chica tuviera que abrazarlo por el cuello mientras había aplausos y silbidos, la pareja se besó con ternura, comenzando de nuevo su relación.

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