Capítulo 61: Lo he decidido
La joven ahora estaba yendo de vuelta a casa con sus amigas, y estaba apenada, pues ellas dos saliendo del establecimiento y la vieron besándose con el mayor. Entraron de nuevo para darles un espacio, y fue entonces que Gerald le propuso que no tenía que darle una respuesta por el momento, y eso estaba haciendo Ibis ahora, pensaba en ello. Las chicas llegaron a casa y la veían curiosa esperando una respuesta a lo que vieron, cosa que Ibis les dio.
–¿Y piensas aceptarlo? –preguntó Erika, las tres se habían sentando en la sala.
–… No lo sé… Gerald es una buena persona y no quiero lastimarlo. Además, no he olvidado a Andrey.
–Eh… yo no quiero sonar metiche. –dijo Vicky. –Pero últimamente te hemos visto más animada con Gerald, quizás… podrías intentarlo.
–¿Y si no funciona? Sólo le estaría dando esperanzas falsas, y no quiero eso.
–Gerald te dio tiempo ¿no? –habló Erika rodeándola con su brazo. –Mira, piensa bien las cosas, no me gustaría que te lastimaras a ti también. Sobre todo, piensa bien tus sentimientos con Andrey. Por el momento, vamos a descansar, fue una noche larga. ¿Sí?
Las otras asintieron y se levantaron dirigiéndose a sus habitaciones, Ibis se paró frente al espejo de cuerpo completo que tenía y llevó su mano a tocar sus labios recordando los besos del mayor, sacudió su cabeza y se lanzó a su cama preguntándose qué debía hacer.
Mientras tanto, Gerald regresaba feliz a su hogar y subió a su habitación, encontrándose a Andrey sentado en la cama.
–Creí que te quedarías con July. –mencionó cruzando los brazos.
–No tengo nada que ver con ella, sólo somos amigos. Y veo que estás haciendo justo lo que dijiste, te estás aprovechando de la situación, ese vídeo fue muy conveniente, en especial por como le fue llegado a Ibis.
–… ¿Qué tratas de decir?
–Dime Gerald, ¿de casualidad tienes mi teléfono? Porque lo perdí el día en que ese vídeo fue hecho, además, sólo a Ibis se lo mandaron.
–Yo no tuve nada que ver, no me culpes de tus estupideces.
–Gerald, ¿tú hiciste esto? –dijo levantándose furioso.
–¡Yo no necesito hacer nada!
–¡No te creo!
El par de hermanos comenzaron a discutir, despertaron a todos en la casa y Vladimir reprochó la actitud de su segundo hijo diciendo que estaba siendo demasiado inmaduro, egoísta e inconsciente, ordenó que todos fueran a dormir y él cargó a Makari, quien estaba observando todo desde la puerta de su dormitorio.
–¿Por qué todos están enojados? ¿Por qué Ibis y Andrey terminaron? ¿Ya no la voy a ver? –preguntaba el infante siendo arropado por su padre.
–No es eso, sólo estamos tensos. Ibis y Andrey tuvieron algunos problemas, pero no debes preocuparte por eso. Y claro que la puedes seguir viendo, así que por el momento sólo duerme. –besó la frente de su hijo y salió de la habitación yendo a la suya y sentándose frente a su escritorio, tomó una fotografía de su esposa y la miró con nostalgia. –Sería más fácil si estuvieras aquí. Tú sabrías que hacer o decir. Y te llevarías muy bien con Ibis, prácticamente son iguales. –rió bajo y se dispuso a dormir.
**1 mes después**
Ibis estaba terminando de arreglarse, traía puesto un vestido rojo con franjas blancas en el vuelo de la falda y encaje arriba.
Ya era 24 de diciembre por la noche, iba a ir a la fiesta de noche buena de la empresa y esperaba a que Gerald llegara a recogerla. Ya estaba lista y se sentó a esperarlo en la sala con su bolsa de mano roja y chaqueta negra, ella tenía el cabello recogido con una cola de caballo. La puerta sonó y se levantó rápido a abrir, encontrándose al mayor vestido con un traje negro.
–Wow, Ibis, te ves muy linda. –dijo sonriente y bajando a besarla en la mejilla.
–Gracias, y tú estás guapo. –rió bajo saliendo de la casa y cerrándola con llave. –¿Vamos?
–¿No van a ir Erika y Vicky?
–Oh, Erika viajó hoy en la mañana para pasar sus vacaciones con su familia. Y Vicky llegará con su novio y luego pasará las fiestas con él.
–Bien, me facilitaron la noche. –rió contagiando a la contraria. –Entonces, en marcha. –agregó ofreciendo su brazo, cosa que Ibis aceptó. –¿Y ese regalo?
–Ah, es para Makari.
Gerald la guió hasta el auto y le abrió la puerta para que ella se acomodara, luego rodeó rápido el vehículo para subir y manejar hasta la fiesta en la empresa, ambos reían y hablaban pasando un rato agradable. Cuando al fin llegaron, ellos entraron tomados de los brazos y subiendo al ascensor sin dejar de sonreír.
–Tienes buen gusto para ayudar a decorar, Ibis. –mencionó el joven, pues ella ayudó a preparar la fiesta navideña.
–Gracias. –contestó orgullosa.
–¡Ibis! –el pequeño Makari corrió con alegría a abrazar a la mayor. –Feliz noche buena.
–Felicidades también. Mira. –mencionó extendiendo la bolsa de regalo. –Es para ti.
–¡Muchas gracias! ¿Lo puedo abrir?
–Claro. –el menor felizmente abrió con ansias su obsequio.
–¡Wow! ¡Gracias Ibis! –dijo al ver su regalo, un suéter, el lo cual hizo quitarse el que tenía y ponerse ese.
–Voy a enseñárselos a todos. –la abrazó otra vez antes de irse. –Me alegra verte de nuevo.
–Te quiere mucho. –atinó a decir el mayor después de que se fuera su hermanito.
–Y yo a él.
–¿Y tu familia como está?
–Se fueron a nuestro pueblo para celebrar las fiestas navideñas con la familia.
–¿Qué? ¿Y no vas a ir?
–No, la verdad no me agrada mucho idea de volver, pero está bien, pasar una navidad aquí no va a cambiar nada, después de todo nuestros lazos siguen intactos.
–Me alegra. Si quieres… podrías acompañarnos mañana en la noche. Nuestra familia se va a reunir, incluyendo mis abuelos, osea los padres de mi madre, incluso Louis. ¿Sabías que él vivió gran parte de su vida con la familia de mi mamá?
–Sí, algo me contó de eso, dijo que ella era cómo su hermana mayor.
–Sí, Louis también va a traer a Marcos, ellos son parte de la familia, al igual que tú.
–Muchas gracias, pero no creo que sea buena idea.
–A todos nos encantaría que vinieras, lo sabes.
–… Sólo un rato.
–Muy bien.
El tiempo pasó y todos pasaron un momento agradable de fiesta, Ibis compartía su alegría con los demás, Louis la abrazaba especialmente y ella se estaba divirtiendo con todo, al menos hasta que notó que Andrey había llegado, estaba vestido casual, pero había venido con Julia, quien traía un vestido navideño.
Ambos cruzaron las miradas, más Ibis la desviaba y seguía sonriendo para los demás. Luego de un rato, Ibis volvía del baño cuando se topó a Andrey en el pasillo.
–... Con permiso. –mencionó la joven rodeándolo sin verlo a la cara.
–Te ves muy bien. Aunque con cualquier cosa que te pongas siempre te ves muy linda.
–Gracias… –dijo sin voltear a verlo.
–July y yo no tenemos nada, sólo somos amigos.
–Está bien, no necesitas darme explicaciones.
–Ibis, en verdad. Yo no te he olvidado y no quiero. Deseo volver contigo.
–Andrey… Olvidarnos de lo que tuvimos es lo mejor para todos… –ella se había volteado y observó una prenda que él llevaba en su cuello.
–Es la bufanda que me regalaste, me gusta mucho.
–También deberías dejar de usarla. –ella se acercó y lo abrazó, sorprendiendo al chico. –Feliz noche buena, y feliz navidad.
–… –Andrey atesoraba ese momento. –Igualmente… No la quiero soltar.
–… Hasta luego. –dijo apartándose y regresando a la fiesta junto a Gerald. Una vez ellos se fueron de la fiesta, el mayor la llevó a su casa. –Me divertí. Gracias.
–Gracias a ti por aceptar acompañarme.
–¿Sabes? Me preguntaba si tienes algo que hacer mañana en la mañana.
–¿Por qué?
–¿Crees que podrías venir? Hay algo de lo que te quiero hablar.
–Eh… sí. ¿No me lo puedes decir ahora?
–Preferiría que fuera mañana. ¿Sí?
–Claro, aquí estaré. Eh, ¿a las 10 está bien?
–Perfecto. Entonces te veo mañana. –dijo dándole un beso en la mejilla. Gerald se fue e Ibis cerró la puerta y fue a arreglarse para dormir, ella estaba muy nerviosa por hablar con él. –Ya he tomado mi decisión.
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