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Capítulo 60: Déjalos

2 meses ya habían pasado, Andrey e Ibis no habían vuelto a hablar a excepción de una vez, aunque el termino de hablar no era muy correcto cuando la chica le exigió que no se le volviera a acercar, pues el chico la había esperado fuera de la casa del trío de amigas, él consiguió abrazarla con fuerza y ella le pedía que parase debido a que no la dejaba respirar bien, Ibis le abofeteó y demandó no verlo más.

El euroasiático estaba afligido por ello, pero aceptó darle el espacio que hasta ese momento no le había otorgado, se concentró en recuperar su rendimiento escolar y lo estaba logrando, aunque seguía más preocupado por volver a tener su relación con Ibis. Por su parte, la joven se mostraba sonriente de nuevo, aunque no tan alegre como antes, pero al menos ella se esforzaba por serlo.

–Pero aún no comprendo cómo es que ustedes terminaron. –preguntaba Brandon cuando fueron a dar un paseo matutino en sábado. –Cuando nos lo dijiste nos tomó por sorpresa.

–Sí bueno, no había nada que hacer, en realidad nos dimos cuenta de que no somos el uno para el otro.

–Dime la verdad. ¿Qué pasó?

–Nada, es lo que te dije, es sólo que bueno, creí que tal vez Andrey sería el indicado, pero no. Sí, me dolió, pero está bien.

– … De acuerdo… Me está mintiendo. Oye, ¿y qué piensas hacer con lo de navidad? Tienes vacaciones hasta año nuevo ¿no?

–¿Por el viaje para pasar las festividades con nuestros familiares del pueblo?

–Sí. ¿Te gustaría venir?

–Sinceramente no. He hablado con papá y mamá. Volver no sería muy… bueno… grato.

–Te comprendo. Entonces podemos pasarlo aquí.

–No, está bien, vayan ustedes, de cualquier forma hemos pasado años anteriores, un año que pasemos lejos no cambiará nada. En verdad, vayan a ver a los abuelos, tíos, primos y salúdenlos de mi parte.

–Ay mi chaneque. –mencionó despeinándola.

–Eso sólo lo dice papá. Jajaja.

El momento de regresar a casa llegó, Ibis volvió con Vicky y Erika, quienes le informaron que en la noche irían a un antro a divertirse.

–Yo paso. –dijo acostándose en el sofá.

–No, claro que no, es sábado. Irás con nosotras. –mencionó Erika recostándose junto con Vicky del respaldar del mueble.

–Saldremos y te divertirás, porque últimamente nos sentimos celosas de que aceptes más salir con Gerald~. –agregó Vicky.

–… Uhm… Bueno. Está bien.

Llegaron a ser las 8 de la noche y el trío estaba lista, las tres usaban vestido, Erika uno azul más formal, Vicky uno negro más libre e Ibis uno rojo que le dejaba ver sus tatuajes.


–Enserio me sorprende lo bien que sabes deducir nuestras tallas. –dice Ibis para Erika, quien fue la que le regaló los vestidos.

–Tengo buen ojo, cariño.

–¡A mí me encantaron! –anunciaba la rubia feliz.

Las tres ya estaban en el antro sentadas en una mesa tomando algunos tragos, Vicky estaba especialmente viendo por todo lados como si buscara a alguien.

–Vicky, ¿pasa algo? –preguntó la menor de ellas.

–Ah, pff, no…

–Debe de estar buscando a Anthony. –respondió Erika divertida. –Hace como poco más de 1 mes, ella conoció a un moreno, creo que es brasileño, vino de vacaciones y pues parece que ambos se gustaron.

–¡Erika! –la rubia no dejaba de reír nerviosa. –Bueno~ nos estamos conociendo y pues… ¡Ah! Ahí está. ¿Cómo me veo?

–Estás muy hermosa. –dijeron ambas amigas sonrientes, a lo que Vicky feliz se paró y fue a abrazar a su enamorado, quien correspondió besándola. –Vaya, pero sí ya andan. –Ibis rió bajo.

–Me alegra verte así.

–Gracias. Y bueno, ¿por qué no vas a pedir un trago?

–¿Pero si aquí tenemos?

–¿Sabes, Erika? Yo también tengo buen ojo, y he notado que no dejas de poner los tuyos en el bartender de allá.

–Bien, se ve lindo, pero no lo quiero para una relación de compromiso.

–Yo no te juzgo. Pero pensé que te gustaba Gerald.

–Eh… no… Para empezar tú le gustas y, además, siempre va contigo, para ser sinceras lo veo siendo mejor pareja contigo que conmigo…

–Si quieres coquetearle a él o al bartender, por mí no hay problema. Jajaja.

–¿Y dejarte sola?

–Tengo mis tragos. –dijo bebiendo su copa. –Adelante, yo no iré a ningún lado.

–Gracias, ahora vuelvo.

La mayor se retiró y su amiga veía feliz a las otras, en especial a su compañera rubia por estar bailando con su novio, fue entonces que en una esquina, se percató de algo, alcanzó a ver qué en una mesa apartada, Julia estaba con Andrey, y que ambos reían. Ibis frunció el ceño y apartó la vista para luego empezar a servirse alcohol, hasta que poco a poco se iba terminando la botella ella sola. En un momento los observó que se levantaban para bailar, la joven se volteaba para evitar que la vieran y así seguía bebiendo.

–¿Ibis? –mencionó Gerald encontrándola –Ah, hola… Te ves… muy hermosa.

–… Hola Gerald… ¿viniste con Andrey?

–¿Eh? No, vine con unos amigos, pero ya me iba ¿por qué lo preguntas? Ah… –el joven vio a su hermano bailando con Julia, fue entonces que vio la botella casi vacía en la mesa. –¿Cuánto has bebido?

–Sólo una. No creí que por primera vez me molestaría mi dificultad para emborracharme. Jajaja.

–… ¿Te sientes bien?

–Sí. Voy a ir a afuera a tomar algo de aire, les mandaré un mensaje a Erika y a Vicky para que estén enteradas y no se asusten si no me ven.

–Te acompaño.

–Sí, gracias. –se levantó y se dirigieron a la puerta saliendo del lugar. Ibis cruzaba los brazos y suspiraba molesta. –Se supone que no tendría que afectarme. –Ibis y Gerald se voltearon para ver cómo Andrey y Julia también salían.

–Ibis… –mencionó Andrey sorprendido al verla. –¿Qué haces aquí?

–… Lo mismo que tú, me vine a divertir.

–Sólo lo estamos pasando como amigos, en verdad.

–Oh, no te preocupes, tú y yo no somos nada, así que no me importa lo que hagas. Y felicidades Julia, me alegra que por fin pases tiempo con él.

–Ibis, por favor, vamos a hablar… –el chico intentó acercarse, pero Gerald se puso en medio. –¿Qué haces? Esto no te incumbe.

–Claro que sí. Entiende Andrey, perdiste a Ibis por tus engaños, déjala en paz.

–Gerald, apártate.

–No me voy a quitar de en medio.

–… Ibis, vamos, tenemos que arreglar esto.

–No hay nada que arreglar. –respondió la chica. –Terminamos, te olvidé. Y ya.

–Eso no es verdad, sigues estando enamorada de mí como yo de ti.

–¿Cómo quieres que te lo diga? No te quiero ya.

–¿Ah sí? ¿Y cómo me lo vas a demostrar? Es evidente que eso es mentira, no hay manera de que… –Andrey se vio incrédulo ante lo que Ibis hizo, pero no sólo él, Julia también y mucho más Gerald. –Tiene que ser una broma…

Ibis había tomado a Gerald del rostro y lo besó con ansias, ella mantenía cerrados los ojos mientras que el contrario los tenía abiertos por la impresión.

–Lárgate Andrey, déjame en paz. –demandó Ibis viéndolo molesto.

–… Ibis…

–Ya la oíste Andrey, ya te olvidó, aléjate de ella. –agregó su hermano –Como ves, nos interrumpes. –dijo volviendo a besar a Ibis quien está vez ella era la sorprendida, pero siguió el ritmo.

–Andrey, vámonos. –mencionó Julia jalándolo del brazo. –No te mereces esto. Déjalos solos.

El joven apretaba los puños, estaba molesto y triste, se soltó del agarre de Julia y caminaba por su cuenta, ella lo siguió y ambos se alejaban del par que los veía irse.

–¡Es un imbécil! –Andrey se desahogaba mientras caminaba molesto ya habiendo estado lejos de ellos. –Y yo un idiota.

–No te culpes así, tú no hiciste nada malo.

–Claro que sí. ¡Lo arruiné! Ibis esta así por mi culpa y Gerald se está aprovechando.

–Andrey, ella también tiene partida en esto. Sólo respira y cálmate.

–Mira, te dejo en tu casa y me voy, ya no tengo ánimos.

–No, relájate, y…

–July, he dicho que no. –sin más él caminó y la joven lo siguió mientras sonreía levemente.

Mientras tanto, Ibis frotaba su frente a la vez que tenía una mano en la cintura y daba vueltas en su lugar, se reprochaba por dentro lo que acababa de hacer, se sentía que había sido muy inmadura con esa acción.

–Ah… Yo… lo siento Gerald, no debí hacer eso y ponerte en esa posición… –sin embargo, ella no pudo seguir hablando cuando el mayor la volvió a besar. –Gerald…

–Una oportunidad.

–¿Qué?

–Dame una oportunidad, sal conmigo, acéptame.

–… No, Gerald, no puedo hacer eso. No sería justo para ti, aún… no he olvidado a Andrey.

–Te ayudaré a olvidarlo.

–¿Y si no? No quiero lastimarte.

–No lo harás. –dijo besándola de nuevo, Ibis trataba de alejarlo, en un principio, pero luego dejó de insistir y cerró sus ojos a la vez que rodeó el cuello del contrario con sus brazos.

¿Qué estoy haciendo?

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