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Capítulo 59: Se terminó

En el siguiente día, Erika fue la única que fue a trabajar, Vicky se quedó a acompañar a su amiga que no quiso levantarse ni siquiera a desayunar. En la casa de los rusos tampoco era muy distinto, Andrey no quería ir a la universidad y se encontraba muy ansioso por querer hablar con su novia y arreglar las cosas, sin embargo, le exigían que le diera tiempo a Ibis para que se calmara. Pero eso le era imposible cuando sentía que todo era su culpa por cometer semejante error, así que rápidamente salió de casa y fue a la de Ibis.

–Vete. –ordenaba Vicky en la puerta. –Te atreviste a lastimarla.

–No, Vicky, eso fue un error, un muy estúpido error. Bebí demasiado y no me di cuenta de que no era Ibis.

–Lárgate, no vas a hablar con ella. ¿Sabes lo que le costó aceptar enamorarse de nuevo? Ya había sufrido que dos tipos antes que tú la engañaran.

–No la engañé, por favor créeme.

–Incluso si yo lo hago. ¿Qué hay de Ibis? Ella no confiaba en esa amiga tuya.

–… Déjame hablar con Ibis. –aunque el chico suplicaba, Vicky simplemente no accedía a dejarlo pasar.

–¿Puedes dejarme a solas con él? –sin embargo, Ibis bajó hasta la puerta, sus ojeras y ojos rojos se marcaban dejando claro que había estado llorando.

–No, Ibis, no creo que sea buena idea. –delegaba Vicky preocupada.

–Ve arriba Vicky, por favor.

–… Está bien, pero estaré al pendiente. –dijo abrazándola fuerte antes de irse.

–¿Qué quieres?

–Ibis… por favor, escucharme. –Andrey intentaba acercarse, pero Ibis mostraba su desagrado por no querer que él le tocara, algo que le dolía.

–Te escucho.

–… Esa noche quería hablar contigo y arreglar las cosas, pero no sabía cómo y quería pensar las palabras correctas. Yo… acepté la invitación de mis amigos para ir a ese antro para pensar mejor y empecé a beber mucho y rápido por lo mismo

–Vaya, excelente decisión para pensar. –replicaba con sarcasmo.

–Fue una estúpida idea, lo sé. Fui un idiota que no se midió y terminé pensando que July eres tú.

–Sí claro. Andrey, pasabas demasiado tiempo con ella, incluso sentía que le ponías más atención a ella.

–No es verdad…

–Por favor, si tan sólo querías romper conmigo porque te diste cuenta de que no podíamos tener nada, decirme “Oh, mira, resulta que no quiero nada contigo, vamos a terminar” lo hubiera aceptado. –Ibis alzaba las manos mientras recitaba esa frase con ironía. –Debías ser sincero y ya.

–No es así, no quiero terminar contigo porque me gustas mucho.

–Detente de una vez. No te preocupes, no te voy a guardar rencor. Y si me propusiste ser tu pareja porque sentías lastima por mí, entonces eso sí no te lo perdono.

–¡Qué no es así! En verdad, te amo.

–Adiós Andrey. Terminamos.

–No… No, Ibis, por favor. No me hagas esto, te lo pido. –Ibis se sorprendió cuando el joven se arrodilló. –Te lo juro, fue un error, no me dejes.

–Levanté, no me hagas esto y ni te lo hagas a ti. Ten dignidad por favor.

–Ibis…

–Adiós. –ella cerró la puerta y se recostó a dejarse caer cubriendo su rostro.

–¡Ibis! ¡Por favor! ¡Lo siento! ¡Haré lo que me pidas! –el chico tampoco pudo contener sus lágrimas y también se recostó a la puerta. –Ibis… por favor… Lo siento.

Después de un par de horas que ambos se quedaron allí, Andrey se levantó limpiando sus lágrimas, puso su mano en la puerta y pegó su frente a ella.

–Por favor, sé que sigues allí… –no hubo respuesta. –Ibis… Me iré por ahora, pero vendré luego… Te amo. –él se alejaba e Ibis lo escuchaba, luego de unos minutos, Vicky bajó de nuevo.

–… Lo terminé…

–Ibis… –la rubia se acercó a abrazarla. –Me encantaría poder decirle algo. Vamos arriba. –dijo ayudándola a levantarse y llevándola a su habitación, dejándola en su cama.

Mientras tanto, Andrey fue hasta el apartamento de Julia a esperarla que regresara, cuando ella volvió, se encontró al joven sentado a un lado de la puerta, se miraba decaído y lo invitó a sentarse en el sofá.

–¿Qué pasó? Intenté llamarte todo el día ya que no te vi en la universidad.

–July ¿qué pasó el día que fuimos al antro?

–¿Eh? ¿Por qué lo preguntas?

–A Ibis le llegó un vídeo a su teléfono… Tú y yo nos estábamos besando. July, no recuerdo nada de eso. Ella… me terminó…

–Andrey, lo siento mucho. Yo también bebí mucho, no recuerdo bien que pasó… Pero si ya terminaron, no te sientas mal. ¿Qué vas a hacer?

–No voy a acertarlo sólo así, no quiero que esto termine así, quiero seguir con ella.

–Si eso sientes, adelante. Insiste. Y mientras más lo hagas, más la vas a hartar.

En poco más de una semana Andrey seguía insistiendo en ver a Ibis, quien sencillamente no lo recibía ni quería hablar con él, a veces intentaba buscarla en la empresa y ella lo evitaba por completo, donde Ibis incluso le pidió a Vladimir que se encargara de que no se le acercara. La chica se dedicaba exclusivamente a su trabajo y ya, ni siquiera aceptaba ir de fiesta con sus amigas, ella había cambiado, y se notaba, ya no mostraba tanto su sonrisa y su tono de voz era más simple y casi sin alegría aunque seguía siendo amable. Andrey, por su parte, tenía problemas de concentración en la escuela, su rendimiento había bajado e incluso sus profesores se lo hicieron notar.

–Ibis. –uno de los empleados pedía su atención mientras estaba reunida con Daniel y unas modelos alrededor de una mesa.

–¿Sí? ¿Qué pasa?

–Bueno, me preguntaba si fuera posible que Andrey viniera para que nos ayudara con una animación.

–Le comentaré a Gerald para que le avise a su hermano. ¿Algo más?

–… No… ¿Qué ocurrió entre ustedes?

–Se dieron cuenta de que no pueden estar juntos. –dijo la señora Ivanna atrayendo a atención de ellos y los demás que estaban en el staff. –Niña, te lo dije. –Ibis se mordía el labio por dentro. –Pero no me hiciste caso. –la joven soltó un bufido molesto y apretaba su puño, Sergei y Daniel pedían que la anciana se detuviera. –Y quedaste como lo que pareces una… –fue interrumpida por un golpe seco en la mesa.

–¡¿Qué más quiere?! –Ibis tomó por sorpresa a todos por esa repentina explosión de enojo. –¡Ya se le concedió lo que pedía! ¡Su querido nieto y yo terminamos! ¡¿No está feliz con eso?! ¡Déjeme en paz maldita vieja!

Todo el lugar estaba en profundo silencio, esa reacción no era algo que esperarían de alguien como Ibis. Ella se retiró sin reparo alguno en mostrar que no ofrecería disculpas a la que es parte dueña de la empresa, y la anciana, simplemente la vio irse quedando sorprendida. Gerald también estaba cerca y vio todo lo que ocurrió.

–Ibis, espera.

–En serio ¿cómo rayos soportan a tu abuela?

–… Ella es… difícil.

–¿Difícil? –dijo parándose a quedar frente y señalando por la dirección donde la señora estaba. –Es una bruja, nada más.

El mayor no sabía que hacer o decir ante eso y menos por como Ibis se veía, lo que a ella le hizo darse cuenta de su cólera y respiró profundamente pasando sus manos por la cara.

–Yo… lo siento mucho. Rayos. –mencionó frotando su frente. –No es tu culpa ni la de nadie, yo, e-estoy muy nerviosa y tu abuela no me ayuda en nada, yo…

–Cálmate. –Gerald la tomó de las mejillas con ambas manos mientras le sonreía. –¿Quieres ir a alguna parte después del trabajo? Quizás a qué te relajes un poco.

–Ah, no, muchas gracias, aún no me siento con ánimos de hacer eso. Quizás otro día ¿sí?

–Sí, por supuesto. Bien, entonces seguiré trabajando y tú sonríe, que eso es lo que nos da vida. –añadió dándole un toque a la nariz de la joven provocando que ella sonriera. –Eso es. Me gustas así.

–Gracias. –él la soltó y se retiraba. –Oye, Gerald. Creo que… sí, me gustaría salir un rato.

–Muy bien, entonces, te veo al final del turno.

Ambos se despidieron y continuaron su camino, Ibis pensaba que quizás era mejor mantenerse animada al menos un poco, después de todo, su relación con Andrey ya había terminado.

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