Capítulo 58: No te creo
–¡¿Ah no?! ¡Maldito falso! ¡¿Cómo se te ocurre engañar a Ibis?!
–… ¿Engañarla? –Andrey no entendía a lo que su hermano se refería. –Jamás haría eso.
–Ya basta de mentir, ella te ama y tú traicionaste sus sentimientos.
–¡Estás loco! ¡No la he traicionado! ¡La amo!
–¡¿La amas?! ¡¿En verdad?! –el mayor se soltó de su padre y sacó su teléfono. –¡Entonces explícame qué demonios es esto! –dijo mostrando ese vídeo de Andrey y Julia. –¿Vas a seguir negando lo que hiciste? ¡Y todavía tuviste el descaro de mandárselo a su número! ¡Si no la querías tan sólo se lo hubieras dicho y terminar con ella! ¡¿Por qué la haces sufrir?!
–Andrey ¿qué hiciste? –mencionó sorprendido y decepcionado su padre.
–No… yo no hice… –el mediano se tomada de sus cabellos tratando de recordar algo de esto y encontrar una explicación. –¿Qué hice?
–¿Qué no lo hiciste? ¿Y esto que estamos viendo qué es?
–¡No! ¡No recuerdo nada de esto!
–¿Ah? ¿En verdad? –Gerald estaba furioso apretando los puños y en su mirar no tenía reparo en mostrarlo y hacer sentir su hostilidad. –Andrey. ¿Tampoco recuerdas haberte quedado con July? –el desconcierto del joven se asomó. –Ibis tenía una corazonada, vino a buscarte aquí y luego ella preguntó por la dirección de July.
–… ¿Fueron?
–Te vimos, estabas muy cómodo siendo abrazada por ella y en la misma cama.
–No… –Andrey sacó su teléfono y marcaba a Ibis. –Ibis, por favor contéstame.
–¿Qué haces? ¡Andrey!
–¡Cierra la boca! ¡No estaba en mí! ¡Jamás la traicionaría!
–¡Deja de mentir!
–¡Púdrete! –mencionó con enojo a lo que Vladimir trataba de calmar las cosas entre ambos.
Andrey se apartó y salió corriendo con prisa a buscar a la chica, Gerald y Vladimir lo siguieron hasta la entrada, pero les fue inútil cuando este se fue. Gerald estaba colérico por esto y su padre lo tranquilizaba, después de un rato ambos subieron al auto para ir a donde era obvio. Mientras tanto, Andrey llegó con fatiga a la casa en la que Ibis vivía con sus amigas, tocaba con desespero la puerta y gritando de la misma forma.
–¡Andrey! ¡¿Qué sucede?! ¡Cálmate! –exclamaba Erika en la puerta y con Vicky bajando las escaleras.
–¡Por favor Erika! ¡Necesito hablar urgentemente con Ibis ahora!
–¿Qué? ¿Por qué? Gerald estuvo aquí hace rato y dijo que Ibis debía descansar. ¿Qué está ocurriendo con ella?
–Lo siento Erika, voy a pasar. –dijo sin más el euroasiático y entrando a subir las escaleras. –Vicky ¿cuál es su habitación?
–¿Puedes explicarnos algo? –reprochó la rubia.
–Por favor.
–… Es esa… –mencionó señalando a su puerta. –¡Andrey!
–¡Ibis! –dijo abriendo la puerta abruptamente y entrando hasta la cama de ella y arrodillarse. La joven se reincorporó a sentarse en el colchón y lo vio tomando su mano. –No es lo crees, te lo juro. Estaba borracho, creía que eras tú.
–¿Yo? ¿En verdad? –preguntó la chica con las lágrimas cayendo. –No parecías ebrio.
–No… en verdad, jamás te traicionaría ¡te lo juro!
–¡Basta! ¡Basta! ¡Largo! –Ibis se levantó de la cama. –Nunca sentiste nada por mí ¿verdad? ¿Todo lo que pasó fue una mentira? ¡Te vi muy cómodo con Julia! ¡Vete! ¡No quiero verte!
–¡Andrey! ¡Ya basta! –Gerald había llegado junto a su padre.
–Por dios, Andrey, compórtate. –Vladimir alejó a su hijo de Ibis mientras el mayor de ellos mantenía a la chica alejada de su hermano.
–No, por favor, Ibis, yo te amo.
–¡No te creo! –gritó con dolor la joven mientras escondía su cara en el acobijo de Gerald. –No te creo, vete, por favor…
–Ibis… –las lágrimas de Andrey ahora eran las que caían.
–Vamos Andrey. –habló su padre. –Será mejor que por el momento salgas de aquí, si quieres arreglar las cosas con ella debe ser cuando ambos estén tranquilos. Ahora déjala en paz.
–No…
–¡Andrey! Sal ahora.
Demandó con enfado y así lo obligó a salir de la habitación de la chica quien se quedó con Gerald mientras él la abrazaba con fuerza y ella lloraba, las chicas estaban impresionadas por lo que supieron, no sabían que pensar sobre ello, dejaron que su amiga se desahogara con el mayor mientras ellas acompañaron a Vladimir a la puerta. Él se despidió de las jóvenes y se llevó a su hijo al auto, quien se recostó cubriendo sus ojos.
–Papá, te lo juro, no recuerdo eso.
–Andrey. –suspiró irritado. –Esto se ve muy mal para ti. Por el momento deja que se calme y luego intenta hablar con Ibis, pero no la fuerces ahora, comprende que esto fue algo doloroso.
–Para mí también.
–Vamos, volveré por Gerald luego de dejarte.
–¿Qué? ¿Y se va a quedar aquí? –Andrey se mostraba molesto, pues recordaba la conversación que tuvo con él cuando le advirtió que no debía lastimarla. –¡Él se va a aprovechar de ella!
–¡Ya basta! ¿Qué rayos pasa contigo? Sube al auto ahora mismo.
–Pero…
–Sube. –sentenciaba molesto y rodeó el auto para subir al volante. –Andrey, que subas ahora.
El chico apretaba sus puños de la frustración, luego obedeció a su padre y limpió sus lágrimas, el auto comenzó a moverse y Andrey veía como se alejaba de la casa, se estaba preguntando cómo rayos ocurrió lo que pasó y cómo es que tan sólo lo hizo, sus sentimientos se estaban realzando con miedo por perder a Ibis.
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