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Capítulo 48: Un paseo

Al día siguiente en la oficina, todos recibieron el comunicado de que a partir de la siguiente semana se usaría ropa formal, falda y sacó gris o negro con una mascada vino y zapatos de piso o tacón de color negro para las mujeres, y para los hombres su traje también debía ser del mismo color. Algo que a Ibis y a Louis les molestaba, pues a ellos realmente les fastidia usar trajes.

–Vamos, cálmense ustedes dos. –dice Erika al par de amigo que estaban comiendo de mala gana después de saber sobre la vestimenta, se encontraban en la hora del almuerzo. –Ustedes se ven bien con traje.

–No nos importa, lo odiamos. –responden al unisonara Ibis y Louis.

–Oh vamos, no será tan malo. –añade Gerald burlón.

–Nosotros también tenemos que usar traje, hermano. –atina a decir el mediano.

–¿En serio? Pero somos los hijos del presidente.

–La abuela dijo que todos sin excepción.

–Ah… –Louis e Ibis miraron con burla al mayor, quien desvió la mirada. –Bueno, con traje me veo genial.

–Ah sí, no lo dudo. –dice Ibis con sarcasmo y sacando su celular para leer el mensaje que le había llegado. –¿Uhm?

–¿Ocurre algo? –pregunta Andrey.

–Vladimir me mandó un mensaje, quiere vernos a mí y a Louis en su oficina.

–Ah… También a mí y a Daniel. –dice Gerald al leer también un mensaje de su padre.

–Que raro… Bien, vamos. –dice con los tres levantándose y despidiéndose de Erika y Andrey. Gerald fue a buscar a Daniel y así los cuatro se dirigieron con el mayor. –¿Qué sucede?

–Bien, ya saben que mi madre trabajará aquí. Y ella se va a enfocar en el área de Imagen, después de todo ella fue modelo en sus tiempos. –dice Vladimir soltando un suspiro, pues sabía que Daniel iba a oponerse.

–No. De ninguna manera. Ya acepté a tu hijo como para encima ocuparme de tu madre. –dice Daniel con el ceño fruncido mientras los tres a su lado lo ven con asombro.

–Daniel… Yo tampoco quiero esto, es por eso que voy a intercambiar a Gerald con Ibis.

–¡¿Qué?! ¡Non! ¡Ibis es mía! –Louis abrazó a la menor como forma de protesta.

–Louis… –Vladimir suspiró. –Vamos, ayúdame en esto.

–No quiero… –añade aferrándose a ella mientras se ríe.

–Órdenes son órdenes. –atinan a decir al unisonara Daniel y Gerald, con el ruso separando a Ibis del italiano y entregándosela a Daniel, quien gustoso la toma de los hombros.

–Bien, entonces no hay problemas, vamos por tus cosas, Ibis. –menciona feliz Daniel quien se la lleva para comenzar el cambio.

Una vez Ibis tomó sus cosas, Gerald y Daniel llegaron para el intercambio, Louis no quería dejarla ir, aún así, ella se fue. El euroasiático sonreía, pues al fin estaría libre del estricto orden de su jefe.

–Suerte, Gerald~ –dijo Ibis al entrar con Daniel al ascensor mientras ella se despedía moviendo los dedos como si los abanicara, extrañando al mayor. –Pobre, si creía que contigo era difícil, se va a querer morir cuando empiece con Louis.

–Jajaja, ¿lo crees?

–Tú sólo quieres un minucioso orden, Louis en cambio en muy quisquilloso. Tiene un color para cada cosa dependiendo del grado de urgencia, además, su bebida como el té o el café depende del pendiente que vaya a atender primero.

–¿Cuánto tiempo le das?

–Uhm… Media hora, como mucho. 10 minutos como mínimo.

–Eres cruel, ni le advertiste nada.

–No te hagas el inocente conmigo, se bien que disfrutarás de esto. Tú tampoco le dijiste nada.

–Claro que no. Quiero que seas mi secretaria. Eres la única con quién mejor me acopló. Aunque tampoco me quejo de Gerald.

Mientras tanto, en la oficina de Vladimir, la señora Lucrecia entró para darle unos informes.

–¿Puedo preguntar por qué los cambió?

–Ah, bueno, Daniel estará muy estresado con mi madre inmiscuyéndose en su trabajo, Ibis es la única que puede manejarlo con su enojo.

–¿Y cree que el joven Gerald pueda manejar a Louis?

–Pues… Se las arreglará… de alguna manera… quiero creer…

La señora Lucrecia carcajeó antes de salir de la oficina haciendo a Vladimir reír también. Mientras tanto, Gerald estaba siendo atareado por el mal humor de Louis tras perder a su adorada secretaria, el italiano le explicaba las cosas rápido, algo que el menor entendía con dificultad, en un momento que pudo tener libre, él fue a la oficina de Daniel para buscar a Ibis.

–¡Regresa, por favor! –menciona el euroasiático con súplica.

–15 minutos. –dice Daniel sonriendo a la vez que mira su reloj. –Creí que sería menos.

–Lo siento, Gerald, pero tendrás que aguantar. –Ibis le mostraba su sonrisa.

–Pero…

–Toma. –dice entregando una libreta. –Aquí hice mis apuntes cuando comencé a trabajar con Louis, siempre la guardo en caso de tener que recordar algo.

–¡Muchas gracias! –dice tomando los apuntes y retirándose para leerlos.

–No es divertido si lo ayudas. –atina a decir Daniel con decepción.

–No seas así. Jajaja. Bueno, sigamos trabajando.

El trabajo continuó, Ibis acompañaba a Daniel a las sesiones fotográficas de las modelos, muchos ya conocían la forma de trabajo del mayor y la mayoría de los presentes sabían que quién mejor se acoplaba a él era la joven, algunas de las modelos se acercaban a abrazar a Ibis, pues se llevaban bien con ella.

–¡Ibis! ¡Cariño! Que gusto tenerte de vuelta por aquí, nos aburríamos sin ti. –dice una rubia alta en lencería. –Aunque tampoco nos quejamos del guapo de Gerald~

–Hola Vicky. Es un gusto verte también. Quizás vuelva pronto.

–Ven. –dice llevándola con un grupo de otras modelos que también se llevan con ella. –Y cuéntanos, ¿cómo te va con ese chico Andrey?

–Ah… Bi-Bien… Es muy cariñoso.

–Uy~ Nuestra pequeña ya ha crecido~ Nos alegra verte así. Y ya sé que te gusta mostrarte como eres, pero también podrías cambiar un poco tu atuendo. ¿Qué dices?

–Ah… Bueno, me gustaría, es verdad, pero no tengo tiempo para eso.

–¿Qué dices? Siempre hay tiempo, cuando acabe tu turno te ayudaremos.

–¿Eh? No, esta bien, además hoy tengo una cita con Andrey, ya la he pospuesto un par de veces.

–Con más razón, tendrá que esperar.

Las chicas no dejaron de insistir hasta que la menor aceptó, antes que terminara su turno, las chicas le compraron un vestido color melón con el vuelo de la falda un poco corta y unos zapatos plateados de plataforma, su tatuaje de brazalete se podía ver. Se la llevaron al estudio para que la maquillaran mientras una de las chicas se quedó en el puesto de Ibis para avisarle al chico de lo que estaban haciendo y que debía esperar.

–La falda está muy corta…

–No es verdad, te queda bien y estás bellísima, aunque no imaginé que tuvieras tatuajes, pero te ves más genial. Ahora sal, debes ir a tu cita.

–Pero…

–¿Ibis? –dijo Andrey habiendo entrado al estudio, él no quiso quedarse a esperar y fue a buscarla. Estaba anonadado por el cambio que la joven tenía. –Te ves hermosa… –añadió al acercarse.

Todas las chicas se reían bajo ante la forma de ser del chico, decidieron salir para dejar a la pareja, antes de irse, Vicky le dio un pequeño empujón a Ibis para hacerla caer en lo brazos de su novio, luego se fue corriendo antes de que ella le dijera algo.

–¿Tus amigas? –pregunta burlón.

–… Las mataré luego, especialmente a Vicky.

–Yo la defenderé, me está ayudando.

Estamos muy cerca…

–Ibis. –dice besándola en los labios. –Vamos a pasear.

–Sí…

Ambos salieron de allí, fueron caminando lentamente mientras se agarraban de las manos entrelazando sus dedos, en el camino comieron un par de hotdogs a la vez que reían. Fueron a un parque donde Ibis caminaba por el filo de un borde con Andrey tomándola de la mano.

–Ten cuidado, no te vayas a caer.

–Estoy bien, no pasará nada.

Ibis quedó viendo a los ojos de Andrey, y por hacer eso no midió que piso un poco fuera, perdiendo el equilibrio y cayendo, Andrey logró atraparla, pero también se desbalanceó y ambos terminaron en el pasto, con Ibis encima de él y en una posición comprometedora. Ambos cruzaron sus miradas, el chico tomó a la joven del rostro y la bajó para besarla con ternura a la vez que se levantaba quedando sentados, pero con la joven aún encima del euroasiático.

–Ibis… Te amo. –dice besándola de nuevo.

Al día siguiente los dos estaban en el almuerzo, Andrey le echaba especialmente miradas que hacía a Ibis sonrojarse, pero que le hacían feliz.

–Entonces, ¿dices que entrarás a la universidad? –pregunta Ibis.

–Sí, diseño gráfico. Me encanta dibujar y estar inmiscuido en todo lo que conlleva el área.

–Lo he notado, constantemente te veo dando opiniones en algunos proyectos, que la verdad han ayudado.

–¿Quieres ver algunos de mis dibujos?

–Claro.

–Mira. –dice sacando un folder con sus trazos.

–Wow, dibujas más que bien, son geniales. –Ibis se emocionaba con cada dibujo que veía y Andrey no dejaba de ver sus reacciones, esperaba a que llegara a la última hoja. –¿Andrey? –dijo sonrojada al ver el último dibujo.

–Era imposible no dibujarlo, me encanta.

Ibis sonreía nerviosamente, aunque le daba pena, le hacía feliz, Andrey la dibujo estando acostada de espaldas dejando ver su tatuaje, ella cubrió su cara sólo dejando al descubierto sus ojos que veían como su novio la miraba y le sonreía con intensidad.

En una esquina, la abuela de Andrey veía a la pareja con desaprobación, especialmente a Ibis, no la quería cerca de su familia por no ser de “su clase”. «Voy a enseñarle cuál es su lugar.»

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