Capítulo 47: Una pequeña charla
Otra mañana tranquila en la que la menor iba acompañada de su hermano, ambos reían felizmente con las bromas que Brandon le hacía a ella, prontamente se acercaban al edificio cuando un auto frenó frente a ellos y la ventana trasera bajó dejando ver qué se trataba de la madre de Vladimir.
–Uhm, veo que no pierdes el tiempo. Sabía que no eras más que una mujerzuela. Cuando mi hijo y mis nietos vean estas fotos sin duda te echaran como la perra que eres. –menciona lanzando unas fotografías donde ella y Brandon se abrazaban.
–Esto… es de ayer… –dice Ibis tranquila con su hermano viendo las fotos por un lado.
–¿En serio? Esto es muy cliché, mira que seguirnos y tomarnos fotografías. Señito, como que le hace falta buscarse una vida.
–Que insolente. –replica la mujer.
–Claro, eh… para empezar, ella es mi hermana y su querida familia lo sabe. –dice tomando las fotos y rompiéndolas en pedazos lanzándola de nuevo al auto, ofendiendo a la mujer. –Usted cree que no somos de su nivel, pues es verdad, no lo somos, somos mucho mejores. Ninguno de sus nietos ni su hijo es digno de estar con mi hermana. Ella no es insuficiente para nadie, son los demás que no son suficientes para ella. Su querido nieto tendrá mucha suerte y un privilegio de tenerla, así que si nos disculpa, tenemos que irnos.
–Hermano… –dice después de que Brandon la tomara de la muñeca y se la llevara cruzando la calle.
–Pinche vieja ¿quién se cree para decir que eres poca cosa para su nieto tarado? Tú eres más valiosa que él.
–… Her-Hermano…
–Le callarás la boca cuando te cases con él.
–¡¿Qué?! ¿Quieres casarme sólo para fastidiar a la señora?
–Pos sí, se atrevió a meterse contigo.
–… A veces me sorprendes…
–Cómo sea, no dejes que esa vieja te haga sentir mal.
–Sí, no lo haré. Ahora, no puedo irme si no me sueltas la muñeca. –dice burlona.
–Ah sí, adiós. –dice soltándola y con el ceño fruncido.
Su hermano se fue y ella entró, dirigiéndose hasta su piso y acomodándose en su escritorio mientras revisa los pendientes.
–Ibis. –Andrey se acercó con un beso en la frente. –¿Hoy retomaremos nuestro paseo?
–Está bien. –responde sonriente.
–Estás muy linda. –dice tomándola del rostro y besándola.
–Ay que lindo~ –Louis interrumpió casi gritando de la emoción sonrojando a la pareja. –Lamento interrumpir, pero llegó un comunicado en la empresa, todos debemos presentarnos abajo.
–¿Eh? ¿Por qué? –preguntó Ibis sorprendida.
–Al parecer el presidente tiene algo que decirnos.
Todos bajaron al primer piso, nadie sabia la razón del porqué fueron llamados, pero una vez todos estaban reunidos vieron a Vladimir al frente y a su madre a un lado, Ibis estaba en primera fila junto a los hermanos.
–Gracias por venir. –dice Vladimir con un semblante serio.
–Está molesto… –Ibis reconocía bien sus estados de ánimo.
–Bien, algunos ya conocen a mi madre, para los que no, deben saber que ella es parte dueña también de la empresa y como tal, también puede tener decisiones sobre está. A partir de hoy también empezará a trabajar con nosotros… –todos quedaron asombrados ante lo que el mayor dijo.
–Van a haber muchos cambios aquí. –menciona la señora. –Empezando contigo. –dice señalando a Ibis, quien abrió los ojos con sorpresa. –Estas despedida.
–¿Qué? –comenzaron a haber murmullos.
–Todos vuelvan a trabajar, sin excepción. –menciona Vladimir irritado. –Madre, vamos a mi oficina, hay que hablar.
La señora replicó en ruso, a lo que su hijo respondía en el mismo idioma, Vladimir volvió a pedir que todos regresarán a sus actividades y llevándose a su madre a la oficina. Todos obedecieron la orden del jefe y se retiraron. Madre e hijo estuvieron mucho tiempo de la oficina. Cuando el final del turno llegó, Andrey fue a ver a Ibis para salir.
–Lo siento, tendrá que ser otro día. –dice Ibis con una pequeña sonrisa.
–¿Por qué?
–Voy a hablar con tu padre.
–Ah… Si es sobre lo de la tarde, no tienes porqué preocuparte.
–Lo sé, pero igual tengo que hablar con él.
–Ah… de acuerdo…
–Oh vamos –menciona tomándolo de las mejillas. –Te lo recompensaré ¿sí?
–Sí. –el chico le abrazó fuerte antes de marcharse.
Después de eso la joven fue directo a la oficina del mayor, encontrándose a la señora Lucrecia preparando sus cosas para retirarse.
–Hola, supongo que lleva todo el día sin salir.
–Así es. El señor Vladimir y su madre estuvieron mucho tiempo allí y a veces se les podía escuchar alzar la voz, en ruso claro.
–Me imagino… Bien, voy a entrar, hasta luego. –dice despidiéndose de la señora y tocando la puerta antes de abrirla. –Hola, ¿cómo estás?
–Ibis… pasa por favor. Lamento lo de esta mañana, no te preocupes, no puede despedir a nadie sólo así.
–Está bien. –menciona cerrando la puerta y sentándose en la silla frente a él. –Es una mujer muy estricta por lo que veo. Creía que eras el único dueño de la empresa.
–Tengo la mayor parte de ella, pero mi padre dejó un parte a mi madre. –suspiró pesado. –Mi madre siempre me había dejado las cosas de la empresa, y ahora quiere venir a dirigirla.
–Cálmate. –dice sacando de su mochila una botella de whisky y dos vasos. –¿Quieres un trago?
–¿De dónde sacaste eso?
–Fui a comprarla en el almuerzo. –dice destapando la botella. –¿Vas a querer o no?
–Jajaja, claro, hace tiempo que ya no vamos a beber juntos. –Ibis le dio su vaso. –Andrey y Gerald me contaron lo sorprendidos que estuvieron cuando te vieron beber.
–Sus caras fueron divertidas. –ambos levantaron sus vasos y brindaron.
–Es claro que mi madre sólo te quiere sacar de cualquier forma de nuestras vidas… Lo siento.
–Sí, bueno. Está bien. Puedo adaptarme a lo que sea. –ambos quedaron un rato hablando y tomando, despejando el mal rato que habían tenido. –Jajaja, Vladimir, ayúdame un poco, eres muy grande.
–¿Cómo es posible que siendo tan pequeña soportes más el alcohol?
–… Dejaré pasar el hecho de que me llamaras pequeña sólo porque estás borracho.
–Bien, maneja tú.
–¿Qué? Claro que no, no porque soporte más la bebida significa que puedo manejar, además, tampoco se hacerlo, llamaré a un taxi.
–Ah… cierto… Lo siento.
Ambos subieron al auto y durante el camino el mayor se quedó dormido abrazando a la chica.
–… Demonios… –dice tomando su teléfono y marcando a Andrey. –Hola…
–Ibis, cariño. ¿Qué pasa?
–Bueno… estoy llegando en taxi a tu casa con tu padre… y bueno, necesito ayuda para que lo carguen…
–¿Qué? ¿Por qué?
–Tal vez… Bebió muy rápido…
–¿Bebió? Ah… Comprendo, Gerald y yo estaremos en la entrada para cuando lleguen.
–Gracias jajaja.
Cuando al fin llegaron, ambos hermanos se acercaron al auto y vieron con asombro a su padre durmiendo aferrado a la joven, Andrey lo cargó y Gerald pagó al conductor, Ibis explicó un poco del porqué Vladimir llegó así. Luego ella se retiró en el taxi a su casa.
–Mira que beber rápido… –menciona el mediano mientras llevaba a su padre a su habitación.
–Andrey…
–Sí, papá, soy yo.
–Más vale que te apures a casarte con Ibis… la quiero de nuera…
–… Cla-Claro… –menciona recostándolo en la cama.
–¿Cómo está? –pregunta Gerald.
–Durmiendo… ¿E Ibis?
–Volvió a casa, le pagué el taxi aunque no quería.
–Quería hablar con ella…
–No hagas eso, pareces un niño. –dice al verlo formar un pequeño puchero. –Ya mañana hablarás con ella.
–¿Celoso? –dice burlón haciendo que el contrario virara los ojos.
Mientras tanto, la abuela de ambos se encontraba en su alcoba, ahora ella estaba viviendo en la casa de Vladimir, la señora hablaba por teléfono con alguien a quien invitó a venir.
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