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Capítulo 44: Algo Nuevo

–¿Cómo dices que dijiste?...

–Que nos vamos a casar. Vamos a empezar a planear la boda. –los ojos del joven parecían brillar. –Hay que ir haciendo los preparativos para que no nos agarren las prisas. Me gustaría tener un enorme pastel de 5 pisos ¿crees que es demasiado? La fiesta puede ser aquí, aunque también me encantaría hacerlo en la playa o cerca de un lago. ¿Qué dices? ¿Tienes una sugerencia?

–... –la joven sonreía nerviosamente, pero también veía con ternura la emoción de su novio. –A-Andrey, cálmate. –dice tomándolo de las mejillas. –Sí, me quiero casar contigo.

–¡Si!

–Pero no ahora.

–¡No!

–Acabamos de empezar nuestra relación, apenas una semana. No hay prisas.

–Sí... –dice abrazando a Ibis mientras armaba un puchero.

La chica reía con las reacciones de Andrey a quien se le contagió la alegría, ambos volvieron a la fiesta y así seguían compartiendo con los demás, una vez terminó el convivio, Ibis volvió con su familia a casa, todos iban a sus habitaciones, fue entonces que su hermano habló.

–Ibis, no quiero que sigas con ese tipo.

–¿Qué?

–Mira, no dudo que sea un buen chico, pero no creo que ustedes vayan a durar mucho. No eres alguien estable precisamente, hablo de tu estado emocional. ¿No piensas que tal vez crees que estás enamorada de él porque es la primera persona que muestra un interés en ti?

–Brandon... –menciona su padre.

–¿Tú qué sabes de mi estado emocional? –réplica Ibis. –No te reclamo por estar en el ejército, pero no sabes mucho que digamos de mí. ¿Crees que soy el tipo de persona que se va con cualquiera que le muestre un poco de afecto?

–No me refiero a eso...

–¿Entonces a qué? No soy una niña, soy una mujer, te agradezco que te preocupes por mí y me alegra que lo hagas, pero estoy segura de lo que hago y de lo que quiero. ¿Entendido? Buenas noches.

Ibis se fue a su dormitorio dejando con la palabra a su hermano, se acostó en su cama y sacó su teléfono, comenzando a ver las fotos que se tomó con Andrey, «Por primera vez estoy muy segura de mi misma». Una semana más pasó, Ibis ya estaba de vuelta en el trabajo.

–Estás muy contenta~ –menciona Louis al escucharla tarareando. –¿Algo o alguien en especial? –dijo haciendo énfasis en «alguien»

–Sip, Andrey. –dijo orgullosa.

–Oh~ Me alegra tanto verte así. ¿Para cuándo la boda?~ –menciona sabiendo que eso siempre la sonroja.

–Eh... Ma-Más adelante...

–Bien, bien, lo esperaré. Jajaja. Por cierto, con respecto a la invitación de Erika, no podremos ir. Marcos y yo cenaremos ese día.

–Oh, está bien. Éxito en tu cita.

Ambos siguieron trabajando, Erika había planeado una salida con los hermanos, Ibis, Louis y Marcos. Ahora sólo serían ellas y los rusos.

–Ibis~ –menciona el mediano tomándola de la cintura y besándole el cuello por detrás, haciendo que diera un saltó, pues ella tenía el cabello recogido.

–Hola... –dijo nerviosa. –Oye, ¿ya te contó Gerald de la salida del viernes?

–Sí, estaré esperando ese día. ¿Y cómo están las cosas con tu hermano?

–Bien... supongo... Hoy se disculpó por lo que me dijo el día de la fiesta. Él no es mala persona, sólo es protector conmigo... Le preocupa que tenga alguna recaída como lo que ocurrió en la fiesta de aniversario de la empresa.

–Ya veo...

–Dijo que me apoyaría contigo, pero qué no dejará de verte mal cuando te vea conmigo. –menciona riéndose.

–... Bu-Bueno... Al menos ya tengo un poco de aprobación. –ambos quedaron un rato riendo.

Así el viernes llegó, Erika recogió en un auto rojo deportivo a la joven de su casa, ambas iban en camino a un antro dónde esperarían a los hermanos.

–¿El auto es nuevo?

–Sí, ¿te gusta? Es genial. –la mayor comenzó a hablar sobre las características de su vehículo, era una apasionada de los autos, ella misma le hacia el mantenimiento, pues sabía de mecánica. –¿No te gustaría uno?

–No puedo comprar estás cosas, además tampoco se manejar, y estoy bien así. ¿Es aquí? –pregunta una vez que la mayor frenó.

–Sí, vamos. –ambas entraron y esperaron a sus acompañantes, mientras tanto, pidieron bebidas.

–¿Dónde están? –preguntó Andrey llegando con Gerald. –Ah, ahí están.

–¿Qué están haciendo? –pregunta el mayor al no creer lo que veía.

Ambos se acercaron a la mesa donde las chicas estaban, prontamente los hermanos se sorprendieron en cuanto vieron a Erika y a Ibis compitiendo entre ellas con ver quién se acababa primero su bebida, un copa de mezcal era lo que tomaban.

–¿I-Ibis? –menciona Andrey y Gerald asombrados, pues no sé imaginaban que ella tomara.

–Hola. ¿Quieren mezcal?

–¿Desde cuándo tomas? –preguntó el mediano.

–Uhm... creo que comencé a los 19, pero no soy una borracha.

–Ella soporta muy bien el alcohol. –menciona Erika. –Vamos, siéntense.

–No creí que lo hicieras, de Erika no me sorprendería, pero tú eres una caja de sorpresas. –añade Gerald burlón ya una vez sentado con su hermano.

Aún así, su sorpresa no paró sólo por ver beber a Ibis, se asombraron mucho cuando se quitó la chamarra negra que llevaba puesta, debajo de ella tenía una blusa de tirantes cuyo escote frontal dejaba ver sus clavículas, sin embargo, no era la ropa que traía lo que les hizo abrir sus ojos casi como platos, lo que hizo eso fueron las marcas que la chica tenía en su piel. Eran tatuajes, en el brazo izquierdo tenía uno estilo brazalete con una flor de loto hecha a técnica de puntillismo, y en el pecho, por debajo de sus clavículas y a lo largo de ellos, otro arte se encontraba gravado, uno de un búho con alas extendidas.

–¡¿Ibis?! –dijeron ambos hermanos al unisonara. –¿Son reales? –preguntó Andrey.

–Claro que lo son, ¿qué caso tendría si no lo fueran?

–Es sólo que ella usa ropa para taparlos. –responde Erika. –Por eso siempre la ven con prendas que llegan hasta el cuello y con mangas largas. –añade cruzando los brazos. –No sé que caso tiene que tengas esos tatuajes si no los muestras.

–Bueno, es más un gusto personal que otra cosa...

–¿Tu familia lo sabe? –preguntó Andrey.

–Sí, el primer tatuaje fue el del brazo, casi les da un infarto cuando me vieron aparecer con él. Y ni que decir del segundo en mi pecho...

–Si vieran el de su espalda se caerían de sus asientos. –añade la mayor.

–¡¿Un tercero?! –dicen al mismo tiempo los hermanos.

–Erika...

–Es genial, no deberías ocultarlo.

–Aún no está terminado, una sesión más y estará listo. Este último mi hermano no lo sabe, así que les voy a pedir que no le digan nada.

Ambos hermanos estaban en silencio y boquiabiertos ante la revelación de ese lado desconocido de la joven, ella se había puesto roja, así que se fue un momento a pedir otra bebida a la barra para zafarse un rato y luego volver, en ese momento, Andrey se acercó por detrás sin que ella se diera cuenta y le tocó la espalda, haciendo que soltará un pequeño chillido.

–Ah... eres tú, Andrey... jajaja. ¿Qué pasa?

–Bueno...Yo... Co-Como tu novio, yo demandó ver tu espalda. –dijo sonrojado desviando la mirada.

–... Jajaja, oh vamos, eso no te queda. ¿Sabes? Mañana es mi cita para la última sesión. ¿Quieres acompañarme?

–¿Puedo? –Ibis sólo asentó haciendo sonreír al chico.

Al día siguiente Andrey recogió a Ibis en su casa, y juntos fueron hasta el establecimiento, al entrar, el chico pudo notar que la joven era bien conocida allí, ella procedió a descubrir su espalda y Andrey quedó anonadado al ver cómo el tatuaje de un lobo estaba alojado allí, el arte era algo grande, se ubicaba en la parte dorsal. Sus ojos no podían dejar de verla, y le encantaba como se veía.

·Hay tantas cosas que descubrir de ti. –menciona sonriendo. –Me encanta como te ves con todos esos tatuajes.

–Gracias...

–Ibis, cada cosa nueva que aprendo sobre ti hace que me enamore más.

¿Cómo puede decir eso tan fácil?

Ambos caminaban tranquilamente por las calles con apenas el sonido de la naturaleza, llegaron a un parque y se sentaron en una banca, conversaban de diferentes cosas, cosas triviales, pero qué les hacía disfrutar el momento con su habla.

–Entonces te veo mañana. –menciona Andrey dejando a su novia en la puerta de su casa.

–Sí, llegaré con Erika, ella dijo que ya tenía los trajes listos.

Justo en ese momento el hermano de Ibis salió, y se puso delante del menor.

–Vamos a poner las reglas. Uno, trátala como se merece, ella es una joya, y como tal debes mantenerle su brillo. Dos, no creas que porque estoy aceptando que salgas con ella significa que no la vaya a cuidar, voy a seguir viéndote mal cada vez que te vea con ella. Tres, hazla llorar y te llevaré a conocer el infierno. ¿Bien?

–... ¡Sí, señor! –responde el joven parándose y saludando como soldado.

–Bien dicho, ahora descanse soldado. –Brandon volteó a ver a su hermana –Tienes 5 minu... –la joven alzó una ceja a lo que el mayor se dio media vuelta y se dirigió a dentro de la casa.

–Bien, ahora sí tienes su aprobación. –dijo la joven riendo. –Ahora que recuerdo... En nuestra primera cita nos interrumpieron.

–¿Eh? –Ibis tomó con ambas manos el rostro del chico y lo besó tiernamente como despedida.

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