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Capítulo 40: Suerte

Las chicas estaban en silencio, Ibis se abrazaba a sí misma, pues un tenía miedo por lo de hace poco. Ekaterina no sabía que decir, pero pensaba que debía animarla, pues ella siempre lo hacía.

–¿Sabías que te llamo Pasha?

–¿Qué? –pregunta confusa la joven.

–Pasha en ruso significa pequeño.

–Eh… sí lo sé, pero… soy mujer…

–Bueno, era una forma de burlarme de ti…

–… –Ibis soltó una pequeña y corta risa. –Tienes una forma extraña de animar.

–No soy buena haciéndolo. –dice riendo.

–Gracias. –Ibis saca el teléfono y la nota. Abrió la cámara y lo puso en modo de video.

–¿Qué haces?

–Yo… quiero mandar un mensaje.

–No. Tú misma dices que vamos a salir. No vamos a dejar nuestras últimas palabras cuando no lo serán.

–Ana me quiere a mí, si logras escapar, ella no ira tras de ti. Necesito hacer esto, sólo… por si acaso. –dice mientras sonríe.

No sonrías de esa forma… De acuerdo, yo te grabaré. –Ekaterina sostiene el celular mientras la graba.

Ibis comenzó diciendo su nombre completo, edad y donde vive, para que así, él que encontrara el teléfono supieran a donde avisar a sus familiares.

–Papá, Mamá, ustedes han sido los mejores padres que haya podido tener. Gracias papá por ser el pilar que me sostenía y él que me impulsaba a salir adelante.
Elena, Keyla, ustedes son fastidiosas, pero siempre me divertí con ustedes, son las mejores hermanas del mundo.
Brandon, puede que no nos hayamos podido ver tanto como me hubiera gustado, pero siempre trataste de estar al pendiente de mí. Te amo hermano.
Erika, Louis, Marcos, gracias por su amistad, siempre apoyándome. Los adoro.
Vladimir, fuiste un gran apoyo, un gran jefe, y un estupendo amigo. Gracias por ayudarme siempre. Dile a Makari que me perdone por no haber cumplido la promesa de jugar a caballeros y dragones. También dile que es un gran niño y que lo quiero mucho.
Gerald, eres un gran chico, lamento no haber podido corresponder a tus sentimientos, pero estoy segura que encontraras a una buena mujer, alguien que te haga frente, como Erika, por ejemplo. Jajaja.

Hasta este punto, Ibis estaba bien, hablando con una sonrisa, pero cuando llegó el momento al que iba a dirigirse a Andrey, sus ojos soltaron lágrimas.

–Andrey… Acabábamos de comenzar la relación… pero… no sabes las ganas que tengo de abrazarte ahora, las ganas que tengo de besarte… acabamos de empezar… pero te amo. Te amo.

–Ibis…

La joven le indicó a Ekaterina que parara la grabación, pues era todo lo que diría, la rusa abrazó a Ibis calmándola, quien secó sus lágrimas.

–¿Mejor? –pregunta Ekaterina sonriéndole.

–Sí…

–Bien, mi turno.

–¿Vas a hacerlo?

–Claro.

La contraria hizo su vídeo, hablándole a su padre, madre y abuelos, también lloró un poco, pero luego se calmó y terminaron la grabación. Después de eso se sentaron y pensaron como hacer llegar el teléfono.

–No se me ocurre algo… –dice Ibis.

–Uhm…

Ya eran las 3 de la tarde, fue entonces que escucharon un maullido proveniente de afuera de la casa, un gato negro se asomaba por la pequeña ventana rota.

¿Pushinka? –pensó la Ibis. –No… No es ella, este gato es más grande. ¿Ah? ¡Eso es!

–¡¿Qué cosa?! –dice sorprendida Ekaterina.

–Dios provee. –dice feliz levantándose y acercándose a la ventana llamando al gato.

–¿Qué ocurre?

–Este gato nos ayudara. –el gato saltó a los brazos de Ibis y acurrucándose en ella mientras ronroneaba.

–¿El gato?

–Sí, el gato, mira. –dice señalando al collar que el minino tenía. –El gato tiene dueño, así que llevará la evidencia y llamaran a la policía.

–… Ibis… –Ekaterina se acerca a ella y la toma de la cabeza buscando heridas. –¿Te golpeaste la cabeza?

–… ¡Estoy bien! No tengo una mejor idea…

–… –la rusa suspiró y vio que Ibis tenía mucha confianza. –Poner nuestras vidas en un gato… Bueno, mejor probar todo que no hacer nada ¿verdad?

–¡Sí!

La euroasiática se quitó su pañoleta, e hizo con él una especie de bolsa donde cabía perfectamente el teléfono y la nota, y se la sujetaron al gato con un listón como si de una mochila se tratase. Después, Ibis subió a la caja y con mucho cuidado sacó al minino por la ventana, el gato se fue e Ibis bajó de la caja, con un temple de miedo.

–¿Sabes? –dice Ibis. –Me hubiese encantado habernos hecho amigas en otras circunstancias…

–Cállate. –Ekaterina la abofeteó, lo que a ella le dejó confusa.

–¿Qué?

–Escucha. Tú misma lo dijiste, vamos a salir de aquí. Ósea, juntas. Y seguiremos siendo amigas, y así ambas lucharemos por el corazón de Andrey. –se le salían las lágrimas y abrazó a Ibis. –Así que no digas esas cosas.

–… Sí… –dice llorando y correspondiendo el abrazo.

Fue así que la noche llegó, en una casa cerca de unas vías ferroviarias, una mujer mayor con su nieta de 17 años se encontraban en la cocina horneando un pastel, cuando un gato negro entró y se paró en una de las sillas, maullando.

–Abuela, Michi volvió. –dice la menor, luego notó la pañoleta en el minino. –Mira, trae algo.

Ambas quitaron con cuidado la mochila improvisada e intrigadas la revisaron, asustándose por la nota escrita con sangre, fue entonces que llamaron a la policía.

Después de que las autoridades se llevará la evidencia, mandaron a llamar por la persona a quien mencionaba la nota, también, uno de los contactos de la estación informó a Felipe, el padre de Ibis, quien a su vez avisó a Andrey, así ellos dos junto a Brandon se dirigieron a la estación, donde se encontraron con Martín. Ahí los oficiales hablaron con todos. Martín por supuesto supo la clave del teléfono de Ana, y lograron revisar lo que había dentro, pudiendo ver los vídeos que las chicas grabaron, junto a las fotos que tomaron y por supuesto, las que Ana le tomó a Ibis después de hacerla golpeado. Además, lograron encontrar más evidencia, como las conversaciones de texto en las que la ex-esposa de Martín, planeaba todo el secuestro.

Martín no pudo reconocer el lugar donde las chicas estaban secuestras, pero el padre de Ibis sí, por lo que el rescate de ambas, se llevaría a cabo a la mañana siguiente. El hermano y el padre de la menor participarían, Andrey también quería, pero creían que era muy arriesgado, dado que él es un civil. Sin embargo, Brandon pidió que fuera, algo que sorprendió a su padre. Fue entonces que se pensó el plan, Ibis y Ekaterina, serían rescatadas.

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