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Capítulo 36: Me gustas

–Andrey, espera...

–No voy a esperar, no más. –el chico no la soltaba de la muñeca.

–¿Puedes al menos soltarme?

–No, no dejaré que te marches, no hasta que hablemos.

–¿Pero a dónde quieres ir? ¿Por qué no sólo lo dices de una vez?

–Cállate y muévete, quiero ir a un lugar más privado.

Andrey siguió hasta que llegaron a la oficina de Louis y entró abruptamente, dentro se encontraba obviamente Louis, pero él estaba sentado en las piernas de Marcos besándolo. Cuando Andrey abrió la puerta sin avisar, él cayó de espaldas.

–¿Ma che diavolo? (¿Qué diablos?) ¿Andrey también tú? –dijo levantándose rápidamente, al parecer ya no era sólo de Ibis de quien se tenía que preocupar por que entrara sin avisar.

–Lo siento Louis, ¿pero tú y Marcos podrían salir? Necesito hablar con Ibis a solas.

–¿Qué? ¿De qué estas...? –Marcos se levantó de la silla y tocó el hombro de Louis haciéndole notar que Andrey tenía a la joven tomada de la muñeca mientras ella estaba sonrojada. –Oh... sí claro, hablen todo lo que quieran, nosotros estaremos afuera...

Así ambos salieron dejando a la pareja sola en la oficina para que pudieran hablar sin que nadie los interrumpiese.

–Andrey... ¿podrías devolver mi mano?

–... –él la soltó, pero no la volteó a ver en el momento. –¿Por qué no soy suficiente?

–¿Qué?

–¿Qué es lo que me hace falta? ¿Por qué no me aceptas? –Andrey la miró frustrado. –Sólo dime que es lo que quieres que cambie. ¡Y yo me esforzaré por hacerlo! Pero dímelo... por favor.

–¿Qué dices? ¿Qué te hace falta? ¿Qué debes cambiar? ¿De qué hablas? Tú no tienes nada que cambiar. Eres perfecto tal cual eres.

–¿Entonces por qué no me aceptas? Si piensas eso de mi ¿Por qué no te opusiste a mi padre o hablaste conmigo? ¿En verdad no te importó ese par de citas que tuvimos? ¿No te importa si me caso con alguien más?

–Por favor Andrey... ¿No es mejor que olvidemos todo eso?

–¡Pero yo no quiero y no pienso olvidar nada de lo que he pasado contigo! Y tampoco quiero que tú lo olvides.

–Basta... Basta por favor... –Ibis bajó su cabeza y lágrimas empezaban a correr por sus mejillas.

–¿Ibis?

–¿Qué caso tiene que nos continuemos engañando de esta manera? Tú y yo... venimos de mundos diferentes, yo sólo soy una simple secretaria, alguien que apenas ha podido progresar...

–Oye...

–No soy como Ekaterina, no provengo de una familia acomodada, ni tengo el don de cantar, y lo único que traigo son más que problemas sin mencionar mi trauma de la infancia...

–Ibis...

–Todo el mundo me dice que debo cambiar, pero nadie me dice qué es o porqué ¡y eso no lo sé! –su voz se escuchaba quebrada. –¿Quién podría amar a un desastre como yo?

–¡Yo puedo! ¡Y yo lo hago!

–¡¿Y por qué lo harías?! ¿Por qué estás seguro que no sólo estas confundido?

–¡Porque te amo! No me importa quién o que eres. No me importa si eres rica, no me importa si eres pobre, no me importa si eres cantante, secretaria o lo que sea. ¡No me importa! ¡Quiero estar contigo!

–...

–El solo hecho de pensar que no puedo estar a tu lado me hace sentir que voy a morir si no estás ¿entiendes?

Andrey se acercó a la joven, con una mano tomó su rostro y con la otra sostuvo la mano de Ibis entrelazando sus dedos.

–Para mí... tú eres perfecta, no tienes que cambiar nada, siempre preocupada y deseando lo mejor para los demás. Me enamoré de tu forma de ser y quiero que estés conmigo, quiero darte toda la felicidad del mundo porque eres lo mejor que me ha sucedido en mi vida.

–Andrey...

Ibis no podía hacer otra cosa más que mirarlo con sorpresa y ternura por aquellas palabras tan dulces y hermosas que Andrey le había dedicado a alguien como ella, tan poca cosa. Sus lágrimas brotaron de nuevo pero esta vez eran lágrimas de felicidad.

–Dios, Andrey. –dice regalándole una sonrisa entre lágrimas –En verdad me sorprendes, no sé qué decir, pero oír todo eso de ti... me hace muy feliz.

–Es porque cada palabra es verdad y es todo lo que mereces. –Andrey devolvió la sonrisa. –Ibis... ¿Serías mi pareja?

–¡Si! –ella se balanceó sobre el ruso abrazándolo por el cuello con mucha emoción.

Y así juntaron sus frentes para luego sellar su relación con un cálido beso siendo algo lento y pausado.

–Andrey...

–¿Sí?

–Me gustas.

Un segundo beso fue llevado a cabo, un beso que iba a ser disfrutado por más tiempo si no fuera porque...

–¡Dijo que le gusta! –la voz de Makari se escuchó atrás de la puerta.

La ahora oficial pareja se separó de inmediato y se dirigieron a la puerta, al abrirla no sólo estaba Makari tras ella, también se encontraban los 3 amigos del menor, Kevin, Oscar y José, pero los niños tampoco eran los únicos presentes, Louis, Marcos, Gerald, Erika, la señora Lucrecia, Daniel, Vladimir y sus amigas de oficina, se podría decir que casi todo el mundo estaba presente espiándolos, lo que los tenía a ambos sonrojados.

–Felicidades mi niña. –Louis estaba muy feliz.

–¡Si! ¡Ibis por fin se casará con Andrey! –Makari estaba saltando de la alegría. –Quiero ser yo quien lleve los anillos.

–¿Ca-Casarnos? –Ibis se había puesto más nerviosa. Andrey por su parte comenzó a soñar despierto con la boda.

–Felicidades hermano. –Gerald también celebró.

–Por fin lo aceptas. Sí que eres idiota. –Daniel se mostraba burlón, Andrey lo miró entrecerrando los ojos. –Tranquilízate niño. No me gusta la pequeña, sólo les ayudé.

–¿Ah sí? Pues que extraña forma de ayudar. Pero gracias.

Ekaterina veía desde atrás, estaba enojada, pero no haría un escándalo ahí. Así que por el momento se retiró de la empresa. Andrey volteó a ver a su padre, firme, tomó la mano de Ibis y le hizo saber su decisión.

–Padre, te lo he dicho antes y te lo vuelvo a decir. La persona con la que quiero pasar el resto de mi vida es con Ibis. No me casaré con nadie más que no sea ella.

–¿Ah sí? –Vladimir sonriendo miró a la menor, quien apretó la mano de su pareja con una mirada firme. –Si es así, los felicito.

Ambos se sintieron aliviados cuando Vladimir los felicitó. Después de un rato donde todos expresaron sus buenos deseos, volvieron al ritmo laboral. Cuando terminó el día, Andrey estaba decidido a hablar con la familia de Ibis, especialmente con su padre, así que ambos se dirigieron a la casa de ella.

–Señor, estoy muy enamorado de su hija. Deseo formar una vida con ella, y estaría muy feliz de que usted y su familia, nos dieran su bendición.

Firmemente Andrey habló tomando la mano de Ibis.

–¿Crees que podrás con mi hija? Ella es alguien especial, sabes sus miedos, su pasado. Y no crecieron de la misma manera.

–Padre. –Ibis interrumpió. –Sé a lo que te refieres, pero está bien. Si las cosas están dispuestas a no funcionar entre nosotros, es algo que vamos a descubrir los dos, pero... estoy segura de que podremos ser felices.

–Ya veo... –dice con cara seria y luego la cambió por una muy alegre. –Mi chaneque ha crecido mucho, por supuesto que tienen nuestro apoyo.

Toda la familia asintió y felicitaron la relación, el padre abrazaba fuerte a su hija.

–Papá... jajaja, suéltame.

–No quiero... –volteó a ver a Andrey. –Más te vale no hacerla sufrir.

–¡Si, señor! –respondió enderezándose como soldado.

Con la aceptación, Andrey e Ibis estaban muy felices. Al día siguiente en el trabajo, ellos se tomaban de las manos de manera discreta, aunque en realidad eso no servía de mucho ya que ambos terminaban sonriendo enormemente y riéndose de los tontos que podían ser cuando cruzaban sus miradas. Especialmente con Andrey sonriendo y suspirando al verla como si de una colegiala enamorada de tratase.

Todo comenzaba a traer una gran felicidad a Ibis.

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