Capítulo 35: Ayuda
–Un momento Martín. Sigo sin comprender esto. ¿Por qué Ana se tomaría tanto la molestia de hacer algo contra mí?
–Ella siempre te ha envidiado.
–¿Envidia? ¿De qué?
–Por ser tú.
–¿Yo?
–Tú siempre te mostrabas alegre, no importa lo que te pasara, incluso tenía envidia de tu familia, ellos eran la ilusión que ella quería, padres y hermanas que te apoyan y expresan afecto hacia ti, además odiaba que recibieras la atención por ser igual o mejor que ella en la escuela.
–... Pero eso...
–Incluso después de casarnos, ella odiaba tanto su apariencia que se alació el cabello y se lo tiñó de rubio.
–¿Alaciado y tinte rubio? –eso hizo a Ibis cuestionar algo. –Martín...
–¿Sí?
–¿Cuál es tu apellido?
–Garza. ¿Por qué?
–Cuándo te casaste con Ana ¿ella cambió su apellido por el tuyo?
–¿Eh? Sí, lo hizo.
–¿Tienes una foto reciente de ella?
–Eh, sí, por aquí esta. –Martín buscó en su celular y le mostró la foto. –Es ella.
–...
–¿Qué pasa?
–Un momento, debo hacer una llamada. –Ibis llamó a una de las que era amiga de la Ana que conoció en la empresa.
–¿Qué ocurrió? –preguntó Martín después de Ibis terminara su llamada.
–Ella cambió mucho después de salir de preparatoria.
–Sí...
–En la empresa donde trabajo, conocí a una Ana Garza. Es ella, me dijo que era dos años menor que yo... pero una de sus antiguas amigas me ha confirmado que en realidad tenemos la misma edad.
–¡¿Qué?! Esto es malo, debes alejarte de ella. –Martín mostró una gran preocupación.
–Tranquilo, ella dejó de trabajar allí hace tiempo.
–Ya veo... –eso hizo al mayor calmarse un poco. –Debes tener cuidado.
–... No puedo comprenderlo...
–No hay forma de hacerlo. –Martín quedó un momento en silencio antes de lanzar una pregunta –Bueno... sabes... ¿crees que podamos ser amigos?
–Claro. –responde la menor de forma rápida sin siquiera pensarlo.
–Bueno, dejemos de hablar de ella. –le sonríe a Ibis. –Cuéntame. ¿Qué ha pasado en estos años que no nos hemos visto?
La menor tomó la palabra de Martín, y mostrando alegría comenzaron a hablar por unas horas en las que Ibis se sintió un poco aliviada por no pensar tanto en su dilema amoroso por Andrey.
–Me gusta verte así. –menciona el joven.
–¿Eh?
–Ya no ocultas tus ojos.
–Jajaja Andrey me ayudó con eso.
–¿Andrey?
–... Rayos. –Ibis lo había mencionado sin darse cuenta, su rostro cambió por una de tristeza.
–¿Es alguien que te gusta? –esa pregunta hizo a Ibis bajar más la mirada. –¿Quisieras contarme lo que pasó?
Ella habló sobre el asunto, Martín la escuchaba atentamente y podía notar en los ojos de Ibis que realmente estaba enamorada.
–¿Así que eso pasó?
–...
–Deberías ser un poco más territorial.
–¿Qué?
–Sería bueno que fueras un poco... eh... posesiva. ¿Entiendes?
–No. Yo no soy de ese tipo.
–A ver... ¿Cómo hago a esta entender? –se preguntaba mientras ponía sus dedos índice y pulgar en medio de sus cejas. –Escucha, mañana irás con tu novio...
–No es mi novio – dice sonrojada interrumpiéndolo.
–Cállate y escucha. Mañana irás con ese Andrey y le dirás exactamente todo lo que sientes por él, luego lo besarás y se casaran.
–¿Qué? ¡No! Para empezar, te fuiste muy lejos entre besar y casarse.
–No fue una pregunta ni una opción, esto es una orden. –dijo mientras apuntaba con el dedo a Ibis. –Así que obedece, enana.
–¿Enana? –la menor alzó una ceja.
–... Rayos... Ah... Ibis... lo siento.
Martín mencionó su estatura sin querer, a lo que la menor tronó los dedos de su mano uno a uno para luego formar un puño y golpear el brazo del mayor.
–Veo que ni siquiera tu fuerza cambió... creo que incluso eres más fuerte. –menciona frotando el brazo que recibió el golpe.
–No llores, ni te di tan fuerte. –añade cruzando los brazos.
Ambos quedaron unos momentos más hablando, formaron una amistad, parece ser que Ibis puede llevarse bien con todos.
Al día siguiente , ella recordaba la conversación con Martín, ¿debía hablar con Andrey y decirle todo lo que siente? ¿O mejor debería callarse todo sentimiento? Incluso si se decidía por lo primero Ekaterina jamás se separaba de él, lo que lo volvía más problemático.
La menor caminaba junto con Daniel hablando de trabajo cuando Ibis vio alejado a Andrey en uno de los pasillos, junto a Ekaterina claro. La joven volteó la mirada, algo que Daniel notó y frenó su paso.
–Eres una idiota ¿lo sabias?
–¿Qué? –ese comentario tomó por sorpresa a la Ibis.
–Que eres una idiota, de hecho, Vladimir, Gerald, Erika y todos los que están involucrados, lo son.
–¿Disculpa? –ella no hacía más que estar confundida.
–No hay manera de que comprendas las cosas a no ser que sean directos.
–... Yo... no estoy entendiendo...
–Claro que no.
Al decir esto, Daniel puso su mirada en la pareja rusa e Ibis también, ellos se dieron cuenta y Andrey miró a la chica de vuelta, acto que por lo cual, ella desvió la vista.
–En verdad no puedes ser más idiota. –añadió con un suspiro Daniel.
–¿Qué te sucede?
Daniel vio a Andrey y regresó su mirada a Ibis, se acercó a ella y alzó su cabeza tomándola del mentón. El euroasiático no apartaba su mirada fruncida.
–¿Por qué sólo no te olvidas de esto y te consigues a otro?
–¿Pero qué estás diciendo?
Ibis se encontraba molesta, pero no tanto como Andrey quien, aunque estaba lejos para escuchar la conversación, "intuía" de lo que hablaba Daniel, pero lo que lo estaba haciendo hervir de celos, fue cuando observó al mayor que se acercaba cada vez más a Ibis intentando besarla.
Ibis no permitiría que lo hiciera, pero antes de que ella misma se alejara de él, la joven sintió un agarre en su brazo que la jaló haciendo que chocara contra un cuerpo.
–¿Qué demonios? –al mirar hacia arriba vio que se trataba de Andrey, quien miraba con enojo a Daniel.
–¿No deberías estar con tu prometida? –Daniel dirigió la pregunta a Andrey con una sonrisa burlona.
–Ella no es mi prometida. –acto seguido el ruso tomó a Ibis de la muñeca y se la llevaba de ahí.
–Andrey ¿A dónde vas? –Ekaterina se puso en frente tratando de pararlo.
–Ekaterina, por todos nuestros años de amistad, te lo pido por última vez de buena manera. No te entrometas más.
Dicho esto, Andrey se fue llevándose a Ibis con él, la euroasiática quedó sorprendida, pues su amado le devolvió una mirada furiosa. Cerca de ellos, se encontraba Gerald observando todo y se acercó a Ekaterina.
–Mi hermano no suele mostrar ese lado. Será mejor que dejes de meterte con ellos si no quieres que él te odie.
–¿Por qué los apoyas? A ti te gusta esa niña, deberías ayudarme a separarlos.
–Jajaja, estas muy equivocada si crees que te ayudaría, y aun más si piensas que Andrey algún día te hará caso.
Después de decirle eso a Ekaterina, se acercó a Daniel.
–No creí que te gustara Ibis, pensé que eras... –Gerald fue interrumpido por Daniel.
–No me gusta.
–Entonces ¿Qué fue eso?
–Sólo les di un empujón. Ninguno de ellos aceptará a alguien más.
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