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Capítulo 33: Un viejo conocido - Parte 1

Los siguientes días transcurrían con cierta calma, Ibis evitaba lo más que podía a Andrey, simplemente no soportaba la idea de verlo con nadie más y trataba de convencerse de que estar con Ekaterina era lo mejor para él, aunque esa idea le rompía el corazón.

–No me gusta verla así... –Erika se encontraba apartada con Gerald.

–A mí tampoco, pero debemos aguantar. Ella debe descubrirlo por su cuenta.

–Comprendo, pero ¿no podríamos decirle a tu hermano?

–De ninguna manera. Andrey es un idiota, si le decimos irá a contárselo a Ibis, y así no tiene caso. Debe ser ella quien lo descubra, de otra forma esto no tendrá sentido. Es por eso que papá está haciendo esto.

–¿Y cómo reaccionó tu hermanito sobre la noticia?

–Nada feliz como te imaginaras, Makari estaba muy molesto. Incluso alzó la voz... No acepta a nadie más que no sea Ibis. Se fue a la escuela sin despedirse de nosotros... Papá pidió a Juan que lo trajeran a la empresa después de clases.

–¿Para qué?

–Papá le va a contar sobre el plan...

–¿Qué? Pero es un niño, se lo va a decir a Ibis.

–¡JA! Podra ser un niño, pero es más maduro que cualquiera.

–Ya veo... ¿Y Louis?

–Papá ya había hablado con él sobre esto. Así que no te preocupes, por lo pronto debemos apoyar a Ibis.

–Sí.

Andrey volteaba a cada rato buscando con la mirada a Ibis, quería terminar de escuchar lo que había sido interrumpido en el ascensor. Aun así, Ekaterina estaba casi todo el tiempo sobre él, ella sabía lo que hacía y no permitiría que le arrebataran lo que le pertenecía.

En un espacio en el que la propia Ekaterina se separó de Andrey, fue a buscar a la pequeña, quería dejar claro que ella no podía meterse en su camino.

–¿Qué... pasa? –pregunta Ibis un poco tímida.

–Vamos a dejar claro esto. Andrey me pertenece. Es más que obvio que alguien de tu clase nunca podrá tener algo con él.

–¿De... mi clase?

–Así es. Por favor tan sólo mírame. ¿Sabías que la empresa está impulsando mi carrera como cantante? ¿Qué eres tú?

–...

–Una simple secretaría que no puede aspirar a más. Andrey volverá a Rusia conmigo y viviéremos felizmente nuestra vida de casados lejos de ti.

–Él nació aquí, sólo iba a Rusia de vacaciones y está más acostumbrado a su vida en México.

–¿Estás segura de eso? Porque si se queda, tendrás que verlo todos los días, lamentándote por ser tan poca cosa para él y por lo cual no lo conseguiste para ti.

–... –Ibis bajó la mirada, estaba molesta, pero no con Ekaterina, sino con ella misma.

–Eso pensé. –después de decir eso, Ekaterina se marchó dejando a Ibis ahí parada.

Una vez que el día de trabajo terminó, Ibis se había ido sin despedirse de nadie, quería pensar, así que fue al parque en el que conoció a Vladimir y se sentó en una de las bancas que se encontraban bajo un roble.

Bueno... después de todo... fue mi culpa por ilusionarme. Fue como aquella vez, aunque las circunstancias no son las mismas.

–¿Ibis? –una voz la saca de sus pensamientos, era una voz un poco conocida para la menor.

–Ah... ¿Sí?

- Soy yo, Martín.

–¿Martín? Ah... es él... ¿por qué justo ahora tenía que encontrarme con él? Que gusto verte. –dice poniendo una sonrisa.

–¿Gusto? Me sorprende la facilidad con que puedes decir eso con esa sonrisa.

–¿Eh?

–¿Puedo... sentarme?

–Ah, claro.

Martín es un joven de la misma edad que Ibis, cursaron juntos la preparatoria, él es de una buena familia, si bien no eran ricos se podía decir que tenían recursos.

–¿Cuánto tiempo ha pasado? –pregunta Martín con una sonrisa.

–... Unos 5 años... desde que salimos del instituto.

–Ibis, yo quiero disculparme.

–¿Qué?

–Por lo que pasó en la preparatoria... en ese tiempo sólo éramos jóvenes, pero no era excusa para lo que te hicimos...

–No importa ya. Está bien.

–No, no lo está. Veo en tus ojos que no me guardas rencor. Pero aun así, debo disculparme.

**Hace 7 años**

Ibis comenzaba su vida de instituto luego de que las terapias le ayudaran con su trauma. Su familia estaba nerviosa, aunque Ibis se encontraba emocionada, durante 5 años había estado recibiendo clases en la casa.

La menor entró con curiosidad y nerviosismo, como toda chica nueva se presentó ante sus compañeros, no hubo ningún inconveniente, incluso la chica más popular de la escuela y quien también era muy inteligente y atlética, un ejemplo a seguir de una buena estudiante, se acercó a Ibis para ser su amiga.

–Wow, –dice con entusiasmo la chica. –tus ojos sí que son raros.

–Eh, ¿no te gustan?

–No es eso, sólo son raros.

–Sí, lo son...

–Mi nombre es Ana Ramírez. Un gusto.

–Soy Ibis Bravo, el gusto es mío.

Ana empezó a pasar tiempo con Ibis, la ayudaba en lo que fuera, aunque eso se expresaba en la interacción social, la pequeña no era buena socializando. En poco tiempo empezó a llevarse bien con los amigos de Ana, de vez en cuando elogiaban sus ojos, las chicas la invitaban para conversar y los chicos a veces la invitaron a salir. En el ámbito académico Ibis sacaba buenas notas, participaba en actividades deportivas e intelectuales, rápidamente los maestros la comparaban con Ana, haciendo que está se sintiera desplazada por la menor.

–Es una aprovechada. –dice una Ana molesta.

–¿Por qué la ayudaste en un principio? –pregunta Martín, quien en ese tiempo era el novio de Ana.

–Si la ayudaba todos me verían como alguien bondadosa, pero ahora todos le prestan atención. Y esos ojos son espeluznantes.

–¿Vas a hacer algo?

–Claro que sí. ¿Me ayudaras?

–Por supuesto.

Martín comenzó a "pretender" a Ibis, en cierta forma ella estaba interesada, pero no sabía que Martín era novio de Ana. En ese tiempo las cosas empezaron a cambiar, los amigos de Ibis comenzaron a tratarla diferente, le hacían bromas, algunas pesadas, y se alejaron de ella, los incidentes que ocurrían los reportaba a sus maestros, incluso recurría con el director, pero estos lo tomaban como simples juegos o bromas sin importancia, lo que hacía que los demás intensificaran el acoso hacia Ibis.

–¿Pasa algo? –pregunta Martín a Ibis. Los chicos se encontraban en una parte atrás del instituto que era un pasillo.

–Unas chicas me dijeron que eres novio de Ana...

–Lo era. –responde Martín sonriendo.

–¿Tuve que ver con que terminaras con ella?

–En parte.

El chico se acercó a Ibis para "besarla" a lo que Ibis cerró sus ojos, pero no fue un beso lo que obtuvo. A espaldas de ella, tres chicos de grado mayor junto con Ana, le vaciaron baldes de agua helada, pues se tomaron la molestia de haberles puesto hielo, incluso Ana estaba grabando las cosas con su teléfono y habían invitado a un grupo de amigos a presenciar la broma.

–Jajaja ¿creías que alguien se fijaría en ti? –dice Ana burlándose.

–Lo siento Ibis. No es personal. –añade Martín.

Todos se estaban riendo, Ibis estaba frustrada, pero ¿qué más da? Pensaba. Ella simplemente iba a retirarse, pero no, Ana no la iba dejar sin mostrarle otra cosa.

–Espera, tenemos algo más para ti. Brayan, entrégaselo.

El chico se acercó a la chica y le arrojó una bolsa, olía algo mal.

–¿Qué es esto? –pregunta extrañada.

–Ábrelo.

Ibis quedó perpleja al ver el interior de la bolsa, era un búho muerto.

–Te veías muy feliz cuando ibas a darle de comer, así que te lo he traído para que lo tengas cerca. –Ana sonreía y se burlaba cruelmente.

–¿Por... qué? Él no tenía nada que ver... –Ibis había encontrado el ave en el instituto, tenía su nido ahí y de vez en cuando le daba algo de comida. A ella le encantaba.

–Ay vamos, es sólo un animal.

–Ana –dice Martín acercándose –¿No crees que fue demasiado?

–No, claro que no. ¿Verdad chicos?

Uno de los chico se acercó para molestarla más.

–¿Qué pasa, pequeña? Te comió la lengua el ratón.

El chico rápidamente fue callado por un puñetazo que la propia Ibis le dio. Ella estaba realmente furiosa, uno de los chicos la golpeó de regreso, pero eso no la detuvo y le devolvió el golpe. El padre de Ibis había pertenecido al ejército durante un tiempo, después del incidente con su abuelo, le enseñó un poco de defensa a su hija. Si pensaban que porque era pequeña y tímida ella no sabía pelear, estaban muy equivocados.

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