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Capítulo 32: ¿No importó?

–¿Mi boda? –Andrey estaba confundido, de hecho, todos lo estaban.

–Padre. ¿De qué se trata esto? –replica Gerald –¿Cómo que una boda entre mi hermano y Ekaterina? Sabes que él e Ibis estaban empezando a salir.

–Lo sé, –responde Vladimir muy calmado. –pero eso ahora debe terminar. La boda será en 1 mes. Espero que lo comprendas Ibis, pero mi hijo debe concentrarse en su futura vida.

–¡Padre! No comprendo. Esto es muy repentino, además sin mi consentimiento. –al mediano podía notarsele su descontento.

–Nuestras familias encajan bien, por lo que te casarás con Ekaterina.

La joven rusa estaba feliz, parece que realmente se saldrá con la suya. Ibis en cambio no hablaba, estaba confundida. Vladimir parecía que estaba de acuerdo con que ella y Andrey tuvieran una relación. ¿Por qué ahora anunciaba una boda con alguien más?

–Ibis. ¿No piensas decir algo? –Andrey volteaba a ver hacia ella.

–Ah... bueno... –Ibis puso una cara aparentemente alegre. –Felicidades.

–¿Qué? –el mediano por su parte puso una de incredulidad ante las palabras y la expresión de la joven.

–Entiendo Vladimir, no hay problema

–Wow, ¿no estás enojada? –Ekaterina se acercó a la joven felizmente tomándola de las manos, e Ibis no dejaba de sonreír.

–No, me alegro por su futura vida.

–Gracias. – la euroasiática la abrazó fuertemente.

–Bueno, tengo que irme, tengo trabajo que hacer, adiós.

–¡Ibis!

–Andrey ¿a dónde vas? –preguntó Ekateria sin obtener una respuesta de su "prometido" quien siguió a Ibis

La joven había salido lo más rápido de ahí sin dejar de sonreír. Andrey fue tras ella, quería una explicación por su reacción.

–¡Espera! ¿A dónde vas? ¡Necesitamos hablar! –él la alcanza, la toma del brazo y la voltea.

–Deberías estar con tu familia y tu prometida.

–¿Prometida? Nadie decide eso por mí.

–Ya escuchaste a tu padre, te vas a casar con ella.

–Yo no quiero casarme con ella, ¡quiero casarme contigo!

–¿Conmigo? Prácticamente ni nos conocemos y apenas hemos salido un par de veces, a ella la conoces de hace años, es normal que mejor estés con ella.

–¿Qué?

–Además, no importa, está bien, tú... –Ibis no había visto a la cara de Andrey, y se detuvo cuando lo miró. –¿Andrey?

–¿No importa? No importa ¿dices? –el ruso parecía irritado –A mí sí me importó.

–Andrey... yo...

–Pero creo que para ti no... ¿verdad? –Andrey soltó del brazo a Ibis y dio la vuelta. –Perdón por haberte molestado.

No... Espera... sí me importa... Andrey... no te vayas...

Ibis quería detenerlo, pero no se movía, no podía. Ella dejó que se marchara y se fue por el camino contrario. Se dirigió al departamento de Administración, a la oficina de su amiga Erika.

–Erika... ¿puedo pasar?

–Mi chihuahua~ claro pasa –la mayor se levantó de su asiento y se acercó a Ibis. –¿Qué te pasa?

–Yo... –las lágrimas comenzaron a salir y rodar por sus mejillas.

–¿Ibis? ¿Qué ocurre? Me estas asustando. –la menor se aferró a su amiga y esta la abrazó de vuelta.

Ibis le contó todo lo que pasó. Erika tampoco comprendía la situación, su pequeña amiga se quedó dormida después de llorar tanto en el sofá que estaba en la oficina, fue entonces que la mayor aprovechó para ir a hablar con Vladimir y tener una explicación.

–Muy bien, quiero una explicación y la quiero ahora. –ella irrumpió en la oficina sin tocar.

–Hola Erika, pasa. –menciona el mayor con leve sonrisa sin estar molesto por esa intromisión.

–No te hagas el tonto conmigo, Vladimir. ¿Qué rayos pasó? Ibis vino llorando conmigo, ¿no se suponía que apoyabas una relación entre tu hijo y ella?

–Sí, lo hago.

–¿Y entonces por qué ahora sales con esto?

–La forma en la que esta Ibis, no me gusta. Ella necesita cambiar eso o de lo contrario no podrá estar con Andrey.

Cuando Erika terminó de hablar con Vladimir, volvió a su oficina, Ibis se encontraba ya despierta poniendo una cara feliz para no preocupar a su amiga.

–Estoy bien, enserio. –menciona la menor.

–No necesitas fingir conmigo. Si te duele ¿por qué no le dices tus sentimientos a Andrey?

–¿Cómo podría? Él merece algo mejor que yo... No sé ni porqué pensé por un segundo que podría tener algo con él...

–¿De qué hablas? Eres lo mejor que le puede pasar a alguien... Eso es por lo que... –Erika detuvo sus palabras dejando extrañada a la pequeña. La conversación que tuvo con Vladimir la hizo entender el porqué repentino anuncio de la boda, así que quería ayudar a su amiga.

–¿Por lo qué?

–Nada, escucha, no debes pensar que eres menos. Vienes de una familia espectacular y tienes buenos sentimientos. Eres prácticamente un diamante.

Ibis sólo miraba con una tristeza al suelo, pero ella mantenía una sonrisa en su rostro.

–Gracias. –ella se levantó y se despidió de su amiga para continuar con su trabajo.

Se incorporó lo mejor que pudo para no preocupar a su amigo Louis al momento de entrar a la oficina.

–Estos son los pendientes, podremos terminarlos mañana, por lo que el trabajo de hoy se ha completado.

–Ibis... –menciona Louis con una sonrisa tranquila. –Ya me enteré de lo que pasó.

–Ah... eso... está bien, no importa. Creo que es lo mejor...

–Hay algo que debes cambiar, si no lo haces entonces puede que sí, separarte de Andrey será lo mejor.

–¿Q-Qué? –esas palabras proviniendo de su amigo la tomó realmente por sorpresa. –¿De qué... hablas?

–Debes descubrirlo por tu cuenta. Puedes ir a casa. Está bien.

–Pero...

–Ve.

Louis hizo que Ibis se fuera del trabajo, en el ascensor se encontró con Gerald quien también bajaba.

–Lamento lo que ha pasado...

–No importa... Supongo, que era algo que tenía que pasar ¿no?

–Aun tienes tiempo, a no ser que cambies, no tendrás oportunidad. –en ese momento el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron para que Gerald saliera. –Hasta luego.

¿A no ser que... cambie? ¿De qué hablas? Louis me dijo lo mismo... ¿Qué cambie? ¿Por qué debo cambiar? ¿Qué es lo que debo cambiar?

–No tiene sentido que te lo diga, debes descubrirlo por tu cuenta.

Sin más que decir Gerald se fue dejando a Ibis confundida. La menor llegó a su casa, sólo se encontraban sus padres, dado que sus hermanas aún se encontraban trabajando.

–Hola hija, hoy saliste temprano. –dice su madre.

–Eh... sí...

–¿Qué ocurre? –preguntó su padre al verla decaída a pesar de que mantenía una sonrisa.

–Ah... bueno...

–No me ocultes nada.

–...

Ibis contó todo lo ocurrido a sus padres, ella esperaba una reacción de enojo de parte de su padre, aunque no quería que la tuviera. Pero para su sorpresa, él se encontraba tranquilo.

–Mi niña. –dice sobando la cabeza de su hija. –Yo comprendo a lo que se referían Vladimir y tus amigos. ¿Y sabes? Tienen razón. Aunque me duela decírtelo. Hay algo con lo que no puedes continuar.

–¿Pero de qué hablan?

–Piensa bien lo que dicen, analízate y descúbrelo, todos te quieren y desean tu felicidad.

Ibis no podía dejar de pensar en eso, ¿Por qué debería cambiar? ¿Qué es lo que está haciendo mal? ¿Por qué ahora le dicen que no puede tener nada con Andrey a no ser que cambie?

A la mañana siguiente la menor se encontraba en el ascensor subiendo a su trabajo. Apenas había logrado dormir por pensar tanto en la respuesta a lo que debía cambiar, fue entonces que el ascensor se detuvo para que otra persona subiera, Andrey estaba ahí.

–... Hola... –el joven entró y oprimió el botón para su piso.

–Ho-Hola... –ella no podía mirarlo después de lo que pasó.

–Sabes... Yo... quiero disculparme por lo de ayer... Te forcé a salir conmigo... lo siento.

–¿Qué? ¡No! No forzaste nada... tú...

–... ¿Sí?

–Tú... tú me...

La puerta se abrió y Ekaterina esperaba frente al ascensor.

–¡Mi amor! Por fin llegas~ Tenemos que ponernos de acuerdo para los arreglos de la boda. –dice abrazando a Andrey y haciendo a un lado a Ibis.

–Espera Ekaterina... Ibis, ¿qué ibas a decir?

–Nada importante... Les deseo todo lo mejor... –dice poniendo una sonrisa falsa y yéndose del lugar. –Yo... debo olvidarme de él... De estos sentimientos. Así es... No me importa...

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