Capítulo 24: Verdad
La joven quedó sin moverse por unos segundos, cuando recobró el movimiento se apresuró lo más rápido que pudo hasta la oficina de Louis y entró una vez más, sin tocar.
–¡Louis!
–¡Ibis! –dice el italiano alejándose de Marcos con quien se encontraba rozando su nariz con la suya.
–Lo siento... –menciona Ibis un poco apenada.
–Hola Ibis –sin embargo, Marcos se encontraba tranquilo.
–¿Y qué ocurre? –pregunta Louis un poco rojo.
–Qué bueno que están ambos aquí –dice la chica acercándose y sentándose.
Ibis comienza a contar lo ocurrido con Gerald, omitiendo obviamente la parte de la culpa del mayor.
–Nosborn, que galán~ –dice Louis en tono burlón hacia ella.
–Ahora no Louis... Necesito consejos.
–¿Te gusta? –pregunta Marcos.
–No.
–¿Entonces de qué te preocupas?
–Es el hermano de Andrey... y a Andrey yo... le gusto... No quiero ser la razón de que ambos puedan pelearse.
–Lo dudo. –atina a decir Louis –Ellos se llevan bien y puedo asegurarte de que no habrá problema con eso... aunque si una pequeña rivalidad jijiji.
–Ya lo oíste, si Louis dice que no hay problema, no lo habrá. –menciona Marco
–... si ustedes lo dicen...
Mientras tanto, Gerald se encuentra a Andrey de camino a la oficina de su padre.
–Pareces más tranquilo... –dice el mediano.
–Sí, lo estoy. ¿Está papá en su oficina? Necesito hablar con él.
–Sí, ¿de qué se trata?
–Lo sabrás luego.
Sin más, el mayor deja a su hermano y entra a la oficina, Gerald le confiesa todo a Vladimir, desde el porqué de su ensañamiento con Ibis hasta lo que ocurrido en la fiesta y su relación con Ana.
–¿Estas consiente de lo que hiciste? –menciona Vladimir con notoria molestia –¿Del daño que le causaste a Ibis?
–Lo sé. Por eso le pedí perdón...
–¿Crees que es algo que se puede resarcir tan fácilmente?
–No... yo sabía que no... y tenía miedo de decírselo... y aun así, ella me perdonó.
–Claro que te perdonó, ella jamás guarda rencor ni odio contra nadie. No importa lo que le hagan. Pero aun así, hijo...
–Aceptaré todas las consecuencias de mis actos.
Vladimir tomó el teléfono, llamó a su secretaria, la señora Lucrecia y ordenó que Ana se presentara ante él. Gerald se quedaría mientras su padre hablaba con ella.
–¿Me llamó, señor? – Ana dejó de sonreír en cuanto vio a Gerald en la oficina.
–Sí, Ana, a partir de hoy no trabajarás más aquí, también tienes prohibido ingresar al edificio, puedes pasar a administración por tu liquidación.
–¿Qué? No, espere, necesito el trabajo... no puede hacer... –Ana fue interrumpida por un Vladimir furioso.
–Eso debiste pensarlo antes de haber hecho algo contra otro personal de esta empresa, especialmente contra Ibis. Y no sólo eso... Involucraste a mi hijo.
–¿Por qué todos están de parte de esa enana horrible? –Ana por fin mostró su rostro.
–Ella es mejor que tú. –dice Gerald burlándose de Ana, cosa que la enfureció más –No... ella ni siquiera puede ser comparada con alguien de tan poco valor como tú.
–¿Y crees que ella va a perdonarte como si nada?
–Ya lo sabe, yo mismo se lo dije... me perdonó.
–¿Qué? ¿Y yo será la única perjudicada?
–Los asuntos con mi hijo lo resolveré después, ahora no pienso seguir escuchando tus rabietas, ve por tu pago y lárgate. Y una última cosa Ana... No oses tratar de tener algún tipo de contacto con Ibis... o la próxima vez no seré tan indulgente contigo. ¿Has entendido?
–Sí...
Esas palabras junto a la mirada enfurecida de Vladimir fue suficiente para que Ana se fuera sin siquiera pensar en tomar alguna clase de venganza contra Ibis.
–Ahora Gerald... –él volteó a verlo esperando el castigo de su padre. –Ve con Daniel y tráelo aquí.
–Padre ¿Cuál será mi castigo?
–Por el momento haz lo que te digo, trae a Daniel aquí.
–Sí...
Gerald estaba confundido, ¿Por qué aun no era sancionado? ¿Qué tramaba su padre? Pero por el momento se dedicó a acatar sus órdenes.
–Hola Gerald... –dice Ibis al encontrarlo –¿Qué pasó? Ana salió furiosa de la oficina...
–¿Te hizo algo?
–¿Qué? No, sólo me miró con rabia... Sabía que yo no era de su agrado, pero no comprendo su descontento hacia mí...
–Le conté todo a mi padre...
–¿Qué? ¿Por qué? No debiste hacerlo.
–Sí debía. Tengo que aceptar las consecuencias de mis actos. Además, Ana también debía aceptar su parte de la culpa.
–Pero... Un momento... ¿Cómo que parte de la culpa? ¿Qué tiene que ver Ana en todo esto?
Gerald contó todo lo que sucedió con Ana, desde cómo se conocieron hasta de la participación de ella en el incidente de la fiesta. Ibis tenía aún más desconcierto del porqué Ana la odiaba a tal punto de gustarle verla sufrir. Gerald tampoco conocía la respuesta.
–Bueno... siento dejarte, debo buscar a Daniel.
–Ah... sí claro...
Gerald regresó con Daniel a la oficina de Vladimir.
–Padre, lo he traído.
–¿Cuál es el asunto que desea tratar conmigo? –preguntó Daniel estando frente al presidente con aparente inexprecividad.
–Ana fue despedida. –responde Vladimir.
–Gerald me informó sobre eso.
–Bien, Gerald ahora será tu ayudante.
–No quiero. –dice Daniel en respuesta
–Necesitarás a alguien para reemplazar a Ana, y digamos que no eres fácil de tratar, la única persona que lo ha hecho, esta con Louis. Pero Gerald puede hacerlo.
–Si quieres darle una lección de valores a tus hijos no lo hagas a través de mí.
Gerald sólo miraba, no conocía a nadie que le hablara de forma tan directa a su padre aparte de Ibis.
–De acuerdo, entonces supongo que tendrás que tratar con el personal mucho más seguido, tu línea estará directa para que atiendas las llamadas por tu cuenta, y los documentos que necesites entregar los llevarás tú.
–... –Vladimir miraba burlón a Daniel. –De acuerdo. No seré suave con tu hijo, y espero que pueda llevar mi ritmo.
–Gracias. Gerald, tu sanción será ser el secretario de Daniel. Suerte.
–C-claro... ¿Por qué el secretario de Daniel?
Gerald se preocupaba un poco por la encomienda, ser secretario no le molestaba, pero estaba confundido del porqué lo dejaba dentro de la empresa.
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