Capítulo 23: Perdón
Gerald no encontraba la forma de hablar con Ibis a solas, por una parte porque siempre estaba acompañada y por otra porque ella siempre lo evitaba.
–Ah... –suelta un suspiro –Supongo que no podré hablar contigo.
Gerald también quería saber la razón por la cual Ibis no había dicho que la culpa de que estuviera encerrada en la bodega era de él.
–Temo que sólo tendré que hablar con papá sin poder hablar contigo primero. –Gerald estaba por dirigirse con Vladimir cuando fue frenado por Louis.
–Gerald, que bueno que te encuentro.
–¿Qué sucede?
–Ibis fue a dejar unos archivos a la bodega, pero estoy corto de tiempo por algo, podrías seguirla.
–¿Por qué no va Andrey con ella?
–Él está con tu padre ayudándole con unos documentos.
–Pero yo... –el ruso lo pensó por unos segundos –De acuerdo.
–Bien, fue al piso de abajo, tercera puerta a la izquierda. Gracias.
Gerald bajó por el ascensor y al abrirse vio a Ibis recogiendo unos archivos del suelo.
–Te ayudaré... –dijo Gerald asustando a la chica quien al voltear a verlo se alejó de él. –... Lo siento, no quise asustarte...
–Ah... no... lo siento... –se notaba que Ibis le tenía miedo a Gerald, lo que al mayor le dolía.
–No te haré nada... Le juré a Andrey que ya no intentaría nada contra ti.
Él se agachó y juntó todos los documentos, tenía que hablar antes de que la menor se alejara. Así que se volteó quedando frente a ella y se arrodilló con la cabeza baja.
–Estoy muy arrepentido, por todo... Lo siento, perdóname. –Ibis estaba confundida.
–¿Qué?
–Lo que pasó en la bodega... Lo que te hice en el convivio... Mi falta de respeto... Te pido perdón por todas y cada una de las palabras y acciones que hice contra ti.
–... Gerald...
Ibis escuchaba que alguien se acercaba, así que tomó los papeles y agarró al mayor del brazo jalándolo hacia dentro de la oficina.
–¿Qué significa esto?
–... Yo estoy muy arrepentido...
–¿Por qué? ¿Por qué me odias? ¿Qué fue lo que hice para merecer tu desprecio?
–Nada...
–¿Nada? ¿Dices que nada? ¿Sólo me odias porque sí?
–Porque soy un imbécil. Al principio sólo te vi como alguien que quería enredar a mi padre...
–Yo jamás intenté algo con Vladimir.
–Ahora lo sé... Odiaba la idea de que tuvieras algo con él...
–Incluso si no soy yo, alguien más podría intentarlo... ¿Entonces le harás lo mismo que me hiciste a mí? ¿No quieres que tu padre sea feliz?
–¡Si papá se enamora de nuevo no me importa!
–¡¿Entonces por qué me haces esto?!
–¡Porque no soporto la idea de que seas tú!
–¿Qué sea yo? ¿Me odias sólo porque soy yo? ¿Qué está mal contigo? No te entiendo...
–No soporto que seas tú... porque...
–¿Por qué qué?
Gerald se acercó a Ibis, la tomó de los hombros y se inclinó hacia ella, por instinto la menor cerró los ojos, fue entonces que sintió que sus labios eran tocados, Gerald la había besado. Simplemente no lo creía. El mayor se separó de ella y la miró fijamente mientras ella hacia lo mismo, pero confundida.
–No soporto la idea de que seas tú... porque tú... me gustas.
Ibis no sabía que decir o que pensar, fue realmente inesperado que Gerald se confesara, una parte de ella creía que tal vez se trataba de otras de sus jugarretas, pero la cara que tenía el mayor le decía que no estaba mintiendo.
–¿Desde cuándo yo...?
–Es gracioso... No lo sé... Creo que fue desde que te vi... pero en realidad no lo sé. –Gerald comenzó a llorar. –Sé que no es excusa... Te hice daño... no quería hacerlo... pero lo hice... no tengo derecho a pedirte nada...
–Ge-Gerald... cálmate... oye, escucha. –Ibis trataba de tranquilizarlo, jamás había visto ese semblante en él antes.
–Ni siquiera debí de confesarme... Lo sé... No quiero que me odies, pero entiendo si lo haces, lo lamento... perdóname, perdóname...
–¡Gerald! –Ibis tomó con ambas manos el rostro del mayor. –No te odio ¿escuchaste?
–... Pero yo... te hice daño...
–Está bien... ya quedó en el pasado...
Ibis mostró una gran sonrisa amable y con una voz suave dijo:
Te perdono.
Gerald simplemente no pudo parar de llorar, Ibis le ofreció su hombro y él la abrazaba.
–¿Ya estas más tranquilo? –preguntó la menor mientras acomodaba los archivos.
–¿Cómo lo haces?
–¿Hacer qué?
–Perdonar fácilmente...
–Bueno... yo siempre he creído que perdonar es fácil. Aceptar tu culpa, enfrentar a quien hiciste daño y pedir perdón es lo difícil.
–Pero aun así... estas sonriéndome... y hablando como si fuéramos amigos de toda la vida.
–¿Ah sí? No lo sé... Conocí a tu padre y a Louis hace poco más de un año.
–¿Qué?
–Louis y Vladimir son de los primeros amigos que hice.
–¿Hablas en serio?
–¿Qué piensas de mis ojos?
–¿Qué? Son muy bonitos.
–Gracias, pero en mi infancia nadie lo creía así. Por ellos los demás niños me evitaban y los adultos no eran diferentes, a decir verdad, eran mucho peores.
–Pues esas personas fueron unos imbéciles.
–Jajaja, Andrey dijo lo mismo. Te disculpaste, Gerald, y ya te perdoné, no hay razón para que no seamos amigos.
–... Realmente no te comprendo... ¿Por qué no me has delatado con mi padre?
–Mmm... En un principio era porque tenía miedo de que tomaras más represalias contra mí, y por otra parte... tu rostro no era el mismo...
–...
–Bueno, terminé aquí, ¿nos vamos?
–Claro.
Ambos subieron en el ascensor, venían riendo y al abrir las puertas, Ana se encontraba esperando para bajar. Gerald dejó de sonreír en el momento en que la vio.
–Se ven muy unidos... ¿Pasó algo?
–... Hola Ana... –dice Ibis esperando a que hiciera lo de siempre.
–Vamos Ibis. –Gerald tomó a la chica de los hombros y la sacó alejándola de Ana.
–... Adiós~
–¿Qué fue eso? –pregunta Ibis al mayor.
–No es nada... Esa mujer no me agrada.
–Uhm... parecía que se llevaban bien.
–Ya no. ¿Necesitas que te ayude con algo más?
–No, regresaré a mi escritorio.
–De acuerdo... y... discúlpame por lo de hace rato.
–¿Por lo de hace rato?
–El beso...
–Ah, el be... –Ibis había olvidado el beso
–Bueno... te veo luego. –Gerald se acercó, le dio un beso en la mejilla y luego se fue.
Gerald se encontraba feliz, obtuvo el perdón de Ibis y pudo robarle un beso, ahora, sólo quedaba enfrentarse a su padre y contarle la verdad.
Ibis por su parte solamente se sonrojó, y no sabía qué hacer, ahora ambos hermanos se encontraban enamorados de la joven.
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