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Capítulo 22: Regreso

–Te ves muy feliz, Andrey. –Louis comentó al notar que el mediano tarareaba una melodía.

–Sí, ayer mis hermanos y yo pudimos ver a Ibis.

–¿En verdad? ¿Cómo está?

–La veo más animada. Espero que regrese pronto.

–Yo también.

–... ¿Creen que sea lo mejor? –Gerald se unió a la conversación

–¿De qué hablas? – menciona Louis con un tono molesto.

–Ella revivió su trauma aquí. Por mi culpa. No sé si ella quiera volver.

Louis y Andrey no habían pensado en ello, pero ahora que Gerald lo mencionó, se cuestionaban si Ibis realmente volvería.

–¿Qué hacen aquí parados? –una voz reconocida para los tres apareció.

–¡Ibis! –dicen los tres alzando la voz al mismo tiempo, la joven los tomó por sorpresa. –¡la mia ragazza! (¡Mi niña!) –Louis estaba tan feliz que se lanzó a abrazar a Ibis. –Te extrañé tanto ¿Cómo has estado? ¿Estás mejor? ¿Quieres un dulce? ¿En qué te ayudo?

–Me alegra verte otra vez Louis, también te extrañé.

–¿Qué haces aquí? –preguntó Andrey.

–Vine a trabajar. Creo que sería una buena forma de mantenerme ocupada, y estoy segura que Louis tiene su oficina llena de origami.

Es verdad. –pensaron al mismo tiempo los hermanos, pues cuando Louis se siente triste o quiere disculpase con alguien, tiende a hacerlos.

El mayor de los hermanos miraba a Ibis queriendo disculparse, y lo iba a hacer en ese momento, pero un grupo de chicas se acercaron a Ibis. ¿Cómo te encuentras? ¿Te sientes mejor? Estábamos preocupadas por ti. Eran algunas de las preguntas y comentarios que Ibis recibía, pero le era extraño, pues ese grupo eran las amigas de Ana.

Las chicas estaban realmente preocupadas por lo que le había sucedido, incluso ellas se disculparon por todo y le ofrecieron su ayuda si la necesitaba. También alagaron la vestimenta de Ibis en la fiesta y por supuesto sus ojos, además le ofrecieron su amistad, cosa que a ella le sorprendió más, aun así Ibis les regaló una sonrisa y aceptó las palabras del grupo.

Ana no tardó en enterarse, lo que la molestó mucho, pero claro, ella no lo mostraba.

–¿Puedes creerlo? Esa idiota volvió y ahora todos la tratan como si fuera una perita en dulce. –Ana mostraba su verdadera cara.

–...

–Sólo quiere llamar la atención y ser el centro de todo.

–¿Acaso no es lo que tú quieres?

Ana se encontraba hablando con Daniel, el director de Imagen.

–¿Tuviste algo que ver con lo sucedido en la fiesta? –preguntó el mayor.

–¿De qué hablas? ¿Dudas de mí?

–De ti me espero cualquier cosa. –dice volteándola a ver.

–¿No me irás a decir que ella te importa también? –Ana subió el tono de su voz, dejando salir su evidente enojo.

–Realmente no.

–¿Entonces cuál es el problema?

–Es verdad que la pequeña no es de mi agrado, ni de mi desagrado. Pero he de admitir que tiene habilidad en lo que hace.

–¿Acaso todos creen que es perfecta? Ella no es más que una... –antes de que pudiera terminar, ella es interrumpida.

–Ana... quiero que tengas una cosa clara. La rivalidad que tengas con la pequeña no me importa. Tampoco me interesa el porqué de tu odio hacia ella. Pero si tuviste algo que ver con lo que le pasó, y te descubren, ten por seguro que no meteré las manos al fuego por ti.

–¿Pero qué? ¿Te importa esa zorra?

–Ana... Ana... –dice mientras se levanta, camina atrás de ella y posa sus manos en los hombros de la joven. –No puedes compararte con ella.

–Es bueno que lo entiendas. –dice con un aire de superioridad que fue arrebatado por las siguientes palabras de Daniel.

–No hay manera que alguien tan virtuosa como ella sea equiparada contra alguien como tú.

–¡¿Qué estas...?! –Ana apuntó a subir el tono de voz, sin embargo fue silenciada por la mirada de Daniel.

–Sólo porque nos hemos divertido un par de veces en la cama, significa que hay algo entre nosotros. ¿Entiendes?

–Sí...

–Bien, ahora vuelve al trabajo.

Ana se dirigió al baño, y se cercioró que no hubiera alguien dentro.

–¡Esa maldita enana asquerosa! ¡¿Por qué todos la admiran a ella?! ¿Por qué, por qué, por qué?

Mientras tanto, después de que el grupo se fuera, Ibis se puso al corriente de las actividades en las que estuvo ausente por poco más de 3 semanas, Andrey y Louis la instruían sobre lo que lo que había pasado, aunque claro, que para Ibis le era un poco difícil estando cerca del joven ruso.

Los siguientes días transcurrieron con normalidad, Ibis había regresado la alegría a la oficina y a la empresa, y ella mostraba una sonrisa para todos, incluso para Gerald, aunque fuera forzada. Si la menor necesitaba ir a alguna parte del edificio era acompañada por alguien, como medida de seguridad para evitar que tuviera una crisis, por lo general era Andrey con quien iba, de vez en cuando Louis o una de sus nuevas amigas. Gerald nunca se ofrecía porque sabía cómo ella se sentía cada que lo veía, pero se aseguraba de que Ana no se acercara a ella, a no ser que fuera por algo de trabajo y aun así se mantenía vigilante.

–Más te vale que no estés planeando algo. –Gerald confrontó a Ana en el ascensor.

–Oh~ Después de todo si estas interesado en ella.

–Te lo advierto Ana, no creas que te dejaré hacerle daño.

–¿Crees que tienes derecho a decir eso después de lo que hiciste? ¿O qué tendrías oportunidad con ella?

–Sé que no. Pero no sabes nada de ella...

–Oh vamos. Olvídate de ella, –Ana se insinúa al mayor –y vamos a divertirnos.

–... –Gerald la aleja haciendo que Ana se sienta ofendida. –Te lo advierto, mantente alejada de ella. –una vez que el ascensor se detuvo, Gerald salió de ahí sin siquiera voltear a ver a Ana.

Ana sentía que estaba por explotar, el hecho de que Ibis siguiera mostrando felicidad la volvía loca. ¿Qué era lo que la hacía tan especial para que todos quisieran protegerla?

«Jajajaja... Que gusto que estés de regreso...»

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