Capítulo 19: Levantarse
Han pasado 2 semanas desde el incidente, Andrey fue puesto como reemplazo de Ibis y ayuda lo mejor que puede a Louis, Gerald también apoya en lo que puede, pero el ambiente del lugar no es el mismo, era como si faltara luz.
Ibis salió del hospital después de dos días de haber estado internada, desde entonces no ha hablado con nadie, se mantiene en su habitación todo el tiempo y sólo salía de la cama para ir al baño o darse una ducha, su familia le llevaba comida, pero había ocasiones en las que apenas y la tocaba.
No quería regresar al psicólogo, ni siquiera tenía ganas de ver a alguien, Vladimir la visitaba para intentar animarla, podría haber llevado a Andrey, pero la única vez que Ibis habló fue para pedirle que no dejaran que él la viera.
–Gracias por venir casi a diario. –era la madre de Ibis, por el momento era la única que se encontraba en casa cuidando de la menor –Pero ella aun no quiere hablar con nadie.
–Lo sé... –Vladimir suspiró –¿Podría intentar hablar con ella desde la puerta?
–Sí, pase.
La madre guió al mayor hasta la puerta.
–Ibis, cariño, el señor Vladimir vino a visitarte.
–No quiero verlo. No quiero hablar con nadie.
–... Es una lástima, ya estoy aquí. –responde Vladimir con un tono amable
La madre de Ibis se retira para dejar a Vladimir hablar con su hija, si así puede ayudarla.
–Déjame sola...
–Es curioso... en el puente fue lo mismo, pero tú no me dejaste. Fuiste muy atrevida y te lanzaste, a pesar de que pudiste morir conmigo, no me soltaste, gracias a ti no estaría aquí, con mis hijos ni disfrutando la vida de nuevo.
Ibis abrió la puerta, tomó a Vladimir del brazo y lo metió a la habitación. Ella estaba llorando.
–Deja de darme las gracias... Ese día también iba a lanzarme al rio... Realmente no sé porqué te salve. –las palabras de Ibis sorprendieron al ruso.
–También pasabas por algo... ¿y aun así fuiste a salvarme? –soltó un suspiro mientras veía a Ibis con una sonrisa. –Realmente no puedo comprenderte.
Las lágrimas de Ibis no paraban, y Vladimir las secaba.
–Sé que no puedes hablar de esto ahora, pero cuando lo necesites, te escucharé como tú lo hiciste conmigo. –dándole un fuerte abrazo, Ibis correspondió el gesto. –Y no sólo cuentas conmigo, también está tu familia, a tus amigos, Louis, Marcos, Makari, Andrey. Especialmente él está dispuesto a todo por ti.
–Lo sé... lo sé... pero no quiero que me vea así...
–Entonces... muéstrate como la Ibis que conozco, fuerte, terca, siempre sonriente ante todos y todo. Tienes a muchas personas que se preocupan por ti y te quieren. ¿Qué dices? ¿Quieres salir? Hoy tienes una cita con el psicólogo.
–No he agendado ninguna... Fuiste tú ¿cierto?
–Claro.
–Nunca cambias... –dice poniendo una sonrisa.
–Esa es la Ibis que recuerdo, con una sonrisa ante todo. Y de casualidad... ¿Esa sonrisa se debe a Andrey?
–... Tal vez... –menciona bajando un poco la cabeza mientras un pequeño sonrojo se le marca.
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