Capítulo 18: Culpa
Todo seguía en silencio, Andrey estaba preocupado, Ibis había dejado de gritar y había un profundo silencio al otro lado de la puerta, el chico gritaba desesperadamente el nombre de la joven esperando recibir una respuesta, pero no la obtenía. Gerald sólo se mantenía preocupado observando todo mientras rezaba por dentro que la chica se encontrara bien.
Louis y Daniel llegaron con el guardia quien rápidamente abrió la puerta y dejando pasar luz hacia el interior de la bodega. Dentro de esta se encontraron a una Ibis en el suelo, llorando y en un estado catatónico, Vladimir entró y tomó a la menor cargándola en brazos y sacándola de ahí, estaba fría y temblando.
–¡Reacciona Ibis! –era inútil, ella simplemente no respondía.
–He llamado a una ambulancia, llegaran pronto. –Marcos había hecho la llamada en el momento en el que Ibis había quedado en silencio.
–Hay que bajarla por el ascensor. –menciona Andrey, lo que provocó que Ibis al escuchar eso, se aferrara a Vladimir sin decir nada, pero con un profundo miedo que podía notarse.
–No podemos meterla ahí.
–¡Lo sé! Pero no podrás bajar tantas escaleras cargándola y ella estando en ese estado.
Por unos segundos quedaron en silencio y Andrey volvió a hablar.
–Ibis –dijo con voz suave. –Tenemos que bajar por el ascensor, sé que no quieres, y que te aterra, pero debes ser valiente.
Agarró la mano de Ibis y le mostró una sonrisa amable.
–¿Recuerdas cuando nos quedamos en el ascensor a oscuras? Te prometí que no me apartaría de tu lado. Te lo vuelvo a prometer. Me quedaré contigo.
La menor apretó la mano del joven y calmó un poco su temblar, así que fueron a tomar el ascensor, Andrey pudo alcanzar a ver la cara de preocupación de Gerald al pasar por su lado, pero Ibis ahora era su prioridad.
Al llegar al primer piso la ambulancia se encontraba ya en la entrada.
–Ve tú, ella te necesita a ti, yo avisaré a su familia. –dijo Vladimir cediendo el lugar en la ambulancia. –Yo iré después.
–De acuerdo.
Después de que la ambulancia partió Vladimir llamó a la familia de Ibis y le explicó todo, y les indicó en que hospital fue llevada. Al terminar la llamada estaba por tomar su auto para ir al hospital, pero fue frenado por Gerald.
–¡Espera papá! –llegó agitado –Iré contigo
–Debes quedarte con tu hermano.
–Louis dijo que podría cuidarlo junto con Marcos, quiero ir contigo, por favor.
A Vladimir le pareció extraño por lo alterado que se veía su hijo, pero aceptó y así ambos tomaron rumbo hasta el hospital. Al llegar, preguntaron por Ibis y la enfermera les indicó en que cuarto se encontraba, al llegar a la habitación, Andrey estaba fuera de esta.
–¿Cómo se encuentra Ibis? –Gerald se acercó a su hermano tomándolo de los hombros, lo que extrañó a su padre y Andrey.
–Un momento. ¿Dónde está Makari?
–Louis y Marcos lo están cuidando. –respondió Gerald soltando a su hermano. –Ahora dinos como se encuentra Ibis.
–Ahora mismo está con su familia, –bajó la mirada un momento –se encuentra sedada, en la ambulancia trataron de medicarla, pero ella se alteró tanto que tuvieron que sujetarla.
–Demonios... ¿Cómo rayos pasó esto? –Vladimir apretaba los puños de la impotencia.
–Papá... el padre de Ibis me confesó la razón de su trauma.
Andrey llevó a su padre y hermano un poco lejos de la habitación y les contó sobre el pasado de la menor, hablaron en ruso para que nadie más se enterara.
–Maldición... ella siempre estuvo al pendiente de mí y yo no pude ni averiguar sobre eso... –los hermanos miraron a su padre con un semblante frágil.
–Padre... –Gerald ahora quería entender y comprender porqué su padre apreciaba tanto a la joven. –¿Por qué te importa tanto?
–Gerald... ahora no es el momento... –replicó Andrey con un tono molesto.
–No... Creo que es hora de que sepan la verdad. –Vladimir soltó un suspiro pesado.
El mayor les confesó a sus hijos la forma en la que conoció a Ibis hace ya 1 año y 7 meses, soltando un poco de lágrimas les hizo saber que desde la muerte de la madre de los chicos, él se sentía tan devastado que poco a poco fue perdiendo la motivación de vivir. Ella murió en el parto dando a luz a Makari, claro está que esto el pequeño no lo sabe.
Los muchachos comenzaban a llorar, ahora comprendían todo, la razón por la que Ibis estaba tan cerca de su padre e incluso, el porqué sólo ellos dos iban en auto a una cierta hora, en ciertos días específicos, era porque Ibis acompañaba a Vladimir a sus citas con el psicólogo. La menor le recomendó el psicólogo que la atendió a ella, y siempre esperaba fuera de la oficina a que su amigo terminara sus sesiones. También les confesó que por la misma razón no se opuso cuando Gerald y Andrey querían estar un año en Rusia junto con Makari en la casa de su abuela.
Después de contarles todo, Vladimir abrazó a sus hijos, lo cual correspondieron. Secó sus lágrimas y se dirigió a ver a Ibis y su familia. Él se haría cargo de pagar todo lo que se necesitara, no porque fuera algo que ocurrido en la empresa, sino porque Ibis es su amiga, su confidente, su ángel guardián.
Los hermanos se quedaron en silencio.
–Fuimos unos imbéciles... Yo soy un imbécil. –Gerald se recostó en la pared y se deslizó hasta el suelo. –Papá pasaba por algo difícil... y no me di cuenta. –sus lágrimas no dejaban de caer.
–No fue tu culpa... yo tampoco me di cuenta... Hermano... A partir de ahora debemos apoyarlo, no sólo a él, Ibis también nos necesita. Por favor... –las lágrimas de Andrey brotaron de nuevo. –deja de molestarla...
–Lo haré, lo juro, ya no la odio... Quiero que este bien...
«Por favor... Ibis... perdóname... Es mi culpa»
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