Capítulo 17: Pasado
En las noticias no dejaban de transmitir la fotografía con descripción de una niña de 10 años siendo buscada. El secuestrador era el abuelo, se las arrebató a sus padres durante la noche cuando todos dormían. Sus familiares no podían creerlo al principio, pero las cámaras de seguridad de una tienda cercana lo grabaron sustrayendo al infante del domicilio y metiéndola a su auto, ella estaba amordazada y atada de pies y manos, aunque parecía estar inconsciente.
Habían pasado ya 1 semana desde que no había rastro de la pequeña, a pesar de ser un pueblo pequeño, no estaba remoto a otros pueblos y bosques, así que eso complicaba en cierto grado la búsqueda. La familia no era acomodada, eran personas humildes y el secuestrador no había tratado de contactar a la familia, ni siquiera a su hijo, el padre de Ibis, por lo que el motivo de dinero fue descartado.
–¡Abuelo! ¡Déjame salir! ¡No quiero estar aquí! –eran los gritos de una pequeña que se encontraba encerrada en una habitación oscura de un tamaño de 2x2.
–¡Cállate! –el señor aventó una botella de vidrio hacia la puerta.
La niña simplemente lloraba, no entendía porque su abuelo la llevó lejos de su familia. Trató de escapar un par de veces, y como castigo fue encerrada en esa habitación.
–Voy a proteger a mi familia. –el señor estaba borracho y seguía bebiendo –¡Voy a protegerla de ti!
¿Protegerlos de mí? Pensaba, ¿Por qué debía protegerlos? ¿Y de ella? La niña no comprendía, ella ama a su familia, ama a sus padres y a sus hermanas, jamás les haría daño. ¿Entonces por qué decía eso su abuelo?
–¡Yo los vi! Ellos estaban ahí. Y tú estabas también, ellos te veían y tú sonreías.
–¿De qué estas hablando?
–¡LOS BÚHOS! Tus ojos te delatan... son iguales a los de ellos.
Ibis jamás había conocido a su abuelo, debido a que se fue de ilegal a los Estados Unidos dejando a sus hijos cuando eran niños. No fue hasta hace 10 días que regresó y conoció a sus nietas, pero ver a Ibis le asustó, o mejor dicho, sus ojos. El señor era muy supersticioso, especialmente cuando se trataba de búhos, creía fervientemente que estos atraían la desgracia. Por eso cuando vio a Ibis tan feliz mirando los búhos a una distancia tan cerca, creyó que la niña estaba maldita y debía deshacerse de ella.
¿Pero por qué no lo hecho? Ya ha pasado 1 semana y aún no la desaparecía. Fue simple, creía que los búhos lo estaban vigilando, cada día desde que llegaron al lugar en el que se encontraban, los búhos se posaban en las ventanas, a la misma hora y cantaban, su canto se podía escuchar en cualquier lugar de la casa, algo que volvía loco al viejo, es por eso que incluso alimentaba a la pequeña.
Pero el viejo no podía posponerlo más, sabía que en cualquier momento sería encontrado. Así que al día siguiente se llevaría a la pequeña antes del anochecer y se desasiría de ella.
Ya era hora, sacó a Ibis de la habitación jalándola del brazo y sosteniendo un arma, ella se asustó y quiso correr, pero el viejo le acercó la pistola en la cara y le advirtió que le dispararía ahí mismo si no hacia lo que le decía.
Cuando salieron de casa, Ibis pudo observar que se encontraban en una especie de cabaña, con un bosque alrededor.
–¿A dónde vamos? –preguntó temblorosa.
–Cállate.
–¿Qué me vas a hacer? Quiero ir a casa. –la pequeña estaba comenzando a llorar
–Nunca vas a volver a casa.
–¡NO, NO, NO! ¡QUIERO IR A CASA! –Ibis forcejeaba con su abuelo para zafarse, pero era inútil, el viejo la golpeó en la nuca con la empuñadura del arma dejándola inconsciente.
Bien podría haberla matado en ese instante, pero creía que si la mataba los demonios vendrían por él, es por eso que sólo quería desaparecerla, el hombre la cargó y se la llevó, quería dejarla en un lugar que ya tenía planeado, pero estaba borracho, así que se desorientó, antes de que se diera cuenta, se estaba haciendo de noche, así que debía darse prisa. Cuando Ibis al fin despertó, se hallaba en el fondo de un pozo, el cual se encontraba seco y había poca luz debido a que alguien trataba de sellar la entrada, ya era de noche, las nubes cubrían la luna por lo que todo estaba oscuro, especialmente el fondo de aquel hoyo en el que la pequeña se encontraba.
–No... ¡Por favor no me dejes aquí! ¡Prometo ser obediente y no volver a intentar escapar! ¡Lo siento! ¡Perdóname! ¡Abuelo!
Al viejo no le importaba lo que su nieta dijera, él sólo debía de erradicar la mala hierba. Apenas tenía la mitad del pozo tapado cuando escuchó los cantos de los búhos. Estaban parados en las ramas de los árboles, observando, el viejo se asustó, comenzó a disparar el arma hasta que se quedó sin balas, los búhos estaban volando en círculos y uno de ellos pasó muy cerca del señor, que junto a su aun estado de ebriedad perdió el equilibrio y cayó dentro del pozo.
Pudo haber sobrevivido rompiéndose unos cuantos huesos de haber caído de la manera correcta, pero él cayó de cabeza. Y por obra del destino, las nubes descubrieron la luna dejando pasar la luz en el justo momento para que Ibis viera a su abuelo estrellarse contra el piso. Quedando sin habla, temblorosa y asustada, ella sólo se encogió de hombros abrazando sus rodillas y pegada a la pared, volviendo toda la oscuridad por las nubes ocultando nuevamente a la luna, con algunos búhos cantando y posándose en la orilla del pozo.
Pasaron 4 días antes de que alguna persona reportara haber visto a alguien parecido al viejo, días después del secuestro de la pequeña. La policía fue a revisar el lugar y las áreas cercanas, revisaban el bosque con ayuda de perros entrenados, el padre de Ibis también se encontraba ahí. Comenzaba a anochecer, debían regresar. Fue entonces que se escucharon los cantos de búhos, viniendo de un solo sentido, los perros empezaron a ladrar y jalaban a sus dueños hacia ese lugar.
Los presentes se dirigieron para inspeccionar y visibilizaron un pozo a medio tapar, había búhos parados en los árboles y algunos en la orilla del pozo. Al acercarse, uno de los policías encendió su linterna para examinar dentro, y logró ver el cadáver del secuestrador, al recorrer la luz vieron a la pequeña en la misma posición.
Ibis fue sacada de ahí, su padre lloraba y la abrazaba, pero la pequeña no reaccionaba, no hablaba, fue llevada al hospital debido a su estado, aunque físicamente estaba recuperándose bien, su estado mental no era lo mismo. Debido al incidente toda su familia se mudó del pueblo a la cuidad, para que la menor recibiera terapia psicológica. Fueron 5 años de constantes citas con el psicólogo de los cuales, 1 año le tomó volver a hablar y 2 años para que sus pesadillas desaparecieran, con el paso de los años Ibis pudo volver a sonreír como antes.
Su pasado había dejado de atormentarla, hasta el día en que una "broma" la hizo regresar a aquel lugar.
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