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Capítulo 13: Por ti

Todos comentaban lo sucedido en la degustación. El grupo de Ana pensaba que Ibis solo había dicho lo del pastel como provocación para Gerald, y aunque Ana no lo mostrara en público, estaba que hervía de rabia.

Por otro lado, Ibis ya se había lavado el cabello y cambiado de ropa por algo más cómodo que un pantalón de vestir, blusa suelta y zapatos de piso, ella se puso un pantalón de mezclilla oscuro, tenis y una camisa, lo mejor del mundo. Los 4 niños esperaban fuera del baño a Ibis.

–¿Qué hacen aquí?

–¡Eso fue asombroso! –dijo Kevin

–¡Sí! ¡No lo vio venir! –agregó Oscar

–Mi hermano parece zombie. – Makari sólo se reía.

–¡Eres increíble! –añadió José

–Ah... Gracias... pero no es algo que deban admirar. –dijo la chica poniendo una pequeña sonrisa nerviosa. –Vamos, regresemos al convivio.

Andrey fue a buscar a Ibis para ofrecer una disculpa por lo sucedido con su hermano, y la encontró de espalda mientras estaba siendo rodeada por los infantes destellando alegría junto a ella, cosa que le pareció muy tierno.

–¿Podemos verlos? –la pregunta intrigó al joven ruso, quien estaba observando sin ser descubierto.

–Ah... Ok... pero ¿me prometen que no le dirán a nadie?

–¡Sí! ¡Lo prometemos! –asienten los 4 niños.

Debido al ángulo en el que Andrey se encontraba y al hecho de que Ibis estuviera de espaldas, no pudo observar que era lo que les estaba mostrando. Sólo observó que había alzado un poco la cabeza y luego se arrodillo ante los niños, lo que le extrañó más fue que los niños estaban encantados, diciendo cosas como son hermosos. Luego de levantarse, notó que volvió a alzar la cabeza.

–Bien, no rompan su promesa ¿vale?

–¡SÍ! –respondieron todos a la vez.

«¿Qué fue lo que les mostró?» Andrey sentía mucha curiosidad. Después de eso, los niños fueron llevados a sus casas en el auto por Juan. Andrey aprovechó para hablar con la pequeña.

–Hola. –dice poniendo una sonrisa.

–Ho-hola... –Ibis dio un pequeño brinco, estaba nerviosa aun por lo del beso en la bodega, pero mantuvo la calma, o la poca que podía. –¿Qué sucede?

–Bueno... –llevó su mano a la nuca –Me disculpo por lo de mi hermano.

–N-no h-hay nada de que disculparse. Tú no hiciste nada. –a Ibis le costaba mirar a los ojos al chico.

–Eres muy linda. –Andrey acarició la mejilla de la menor rozándola con los nudillos de sus dedos.

–Y-yo... yo... –estaba roja, su corazón latía muy rápido y estaba muy nerviosa. –tengo que ir a algún lado... –se apartó lo más rápido que pudo.

–Espe...ra... agh... supongo que tendré que convencer a Makari de que me cuente que es lo que Ibis les enseñó... –a Andrey se le dibujó una sonrisa, pues Ibis realmente le parecía muy linda.

«¿Cómo que linda? No estaba vestida "femeninamente Ibis sentía como si el corazón se le saliera del pecho. Con la mirada en el suelo, recostada sobre la pared y teniendo su puño en el pecho, por un momento se le dibujó una sonrisa tierna, el comentario de Andrey la había hecho sentir feliz.

Mientras tanto, Gerald se encontraba sentado en una esquina apartado de todos, no podía entender como terminaron así las cosas, se supone que Ibis no haría nada y solo tendría que preocuparse de la molestia de su padre, y lo que le intranquilizaba era que precisamente su padre no le ha llamado para reprenderlo. Pero aun así no quería que esto quedara así.

–Fuiste humillado. –dijo Andrey sacando a su hermano de sus pensamientos.

–Ah, cállate.

–Tú te los buscaste. –el mayor simplemente no respondió a eso. –Gerald, sígueme.

–¿A dónde?

–Tengo que hablar contigo.

–Si vas a reclamarme por lo de esa enana, no quiero oírte.

–... sólo sígueme.

Gerald siguió a su hermano hasta la oficina de su padre, quien no se encontraba presente.

–¿Y de qué quieres hablar?

–Seré directo. No te atrevas a hacer nada más contra Ibis, o el próximo golpe que recibas será mío. ¿Entiendes? –Andrey tenía una mirada seria.

–Tsk, ¿para esto me trajiste aquí? Yo no acepto que esa tenga una relación con papá.

–¡Su nombre es Ibis! Y para tu información, ella no tiene ninguna relación con nuestro padre.

–¿Cómo estas tan seguro?

–Ella me lo dijo.

–¿Y tú le creíste? Que ingenuo eres.

–¿Por qué no eres honesto contigo mismo por una vez en tu vida?

–¿De qué hablas? –Gerald quedó muy extrañado por esa pregunta.

–Yo lo noté, la primera vez que papá nos presentó a Ibis, tú te enamoraste de ella. Y no soportabas la idea de que ella le correspondiera.

–¿Q-qué? Eso no es verdad.

–Por favor Gerald, jamás la olvidaste, se nota, incluso cuando la volviste a ver en el aeropuerto, no dejabas de verla. Lo sé.

–¿Qué lo sabes? Tú no sabes nada.

–Claro que lo sé. ¡A mí también me gusta!

Gerald estaba sorprendido de la confesión de su hermano.

–Estoy dispuesto a conquistarla. Así que no te atrevas a hacer nada contra ella. –el menor mostró una mirada fría y penetrante que dejó perplejo a Gerald.

Sin nada más que decir, Andrey dejó la habitación con el mayor dentro, el cual se encontraba apretando los puños, más convencido de que Ibis no ocasionaba más que problemas. Y esta vez iba a comenzar a hartarla hasta que decidiera dejar el trabajo y alejarse de su familia.

«Después de todo... Por ti... se está dividiendo mi familia»

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