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V Smaug; muerte fuego y dolor



Este día, ningún enano lo olvidará, año 2770t.e. los enanos se han levantado de sus camas teniendo un presentimiento, el aire no corre, todo permanece en silencio, todo se encuentra quieto ninguna hoja se mueve ningún árbol aplaude al ritmo del viento porque no hay viento, no hay sonidos de pájaros, no se posan los cuervos. Es un día extraño, pero poco le interesa al Rey, Thrór, él solamente admira y vela su oro, sus joyas llevando en mano la piedra del arca.

Eurielle se encuentra afuera del palacio junto a Frerin, practicando luchas entre hachas, Dís, la menor de la familia real de Erebor se encuentra no muy lejos de ellos jugando y bailando con una hermosa mariposa rosada, la cual parecía saber que estar alrededor de ella y posarse en su rubia cabellera la hacía sentir feliz y no aburrida, Thráin la observa muy cerca, con una sonrisa de deleite.

La princesa, y madre de los tres sucesores del reino se encuentra en la Ciudad del Valle con muchas de sus criadas siguiéndola a paso corto por los callejones de la Ciudad, ¡no muy común es ver enanos de la realiza en ese lugar!, pero nada de eso le importó a la princesa, su motivo era dar un paseo.

Eurielle, al ritmo de su hacha, ella se movía, majestuosa, elegante y poderosa. Frerin, aunque ha crecido más ahora con sus 19 años le falta la agilidad con que se describe a su hermano.

Pero todo esto estará muy pronto en el olvido;

—Sientes eso? —dice Frerin de repente, mientras es atacado por Eurielle.

—Qué? ¡No siento nada!! ¡Eres pésimo con el hacha es lo que siento Frerin!! —exclama entre risas, pero se detiene al ver que la expresión del príncipe cambia, preocupante, indeciso.

—El aire... —susurra a tal volumen que Eurielle lo escucha, ella asiente buscando con la mirada a Dís quien ve cómo la mariposa alza vuelo cada vez más alto, pero su vuelo es interrumpido, sus alas se queman y cae muerta.

El grito de la pequeña es fuerte y desgarrador, alertando a Thráin su padre quien la sujeta y la lleva adentro del palacio lo mas rápido que puede.

—Viste eso? —pregunta Eurielle sin aliento— es... —no pudo decir nada más, una fuerte ráfaga de fuego cubrió el cielo de Erebor al mismo momento en que gritos y el sonido de un cuerno abre paso en el silencio implacable del fuego— Dragón... —termina diciendo la joven pelinegra sujetando de la mano al príncipe llevándolo a arrastras a los adentros del palacio.

—Mi madre!!! ¡Está en la Ciudad del Valle!! —exclama mientras Eurielle no dice nada solo sigue tirando de él dirigiéndose al fuerte donde fue la última vez que vio a su padre— Déjame!! ¡Debo ir por ella!

—No te vas a apartar de mi Frerin!! —le dice Eurielle con un atisbo de nervios y desesperación. Sigue su camino, al llegar ve a su padre horrorizado viendo la caída de la Ciudad en llamas— Papá!! Es...

—Un dragón... —dice Balin sin aliento. Al mismo tiempo en que el gran dragón se dirige al fuerte lanzando una gigantesca bola de fuego, Eurielle pudo tomar a su padre y resguardarlo en un pilar junto a Frerin cayendo de rodillas con ellos, al pasar la ráfaga Eurielle divisa al dragón que nuevamente se dirige a la ciudad llenándola de fuego y a lo lejos miró cómo un hombre le lanzaba una fuerte flecha, una flecha negra, pero no sucedió nada, el dragón no cayó, solo lo enfureció mas atacando y derrumbando con su cola las torres y casas que encontraba aun de pie.

—Donde esta mi padre? —pregunta Frerin a Balin.

—Buscando al Rey...

—Hay que salir de aquí lo antes posible! —dice Eurielle poniéndose de pie sosteniendo de un brazo a su padre ayudándole a levantarse seguido por Frerin.

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Por otro lado del palacio, muchos enanos corren por armaduras para defender el reino mientras que otros corren para salir vivos de las llamas del dragón. Thráin corre junto a su hija Dís a las salas del oro donde el rey Thrór se encuentra protegiéndolo, al llegar lo encuentran loco desconcertado, parece que él no sabe sobre el ataque del dragón.

—Ha entrado!!! —grita un enano a la tropa quienes corren a cerrar la puerta principal del palacio para que no avance más, pero es inútil, solo una enorme bola de fuego bastó para que la puerta cayera encima de los enanos soldados aplastándolos.

—Tenemos que irnos!!! —grita Thráin a su padre mientras Dís divisa al gran reptil entrando con patas tan ágiles y sin ningún ruido.

—No me iré!!! —grita el Rey —Tú te quieres robar el oro con ese dragón!! ¡Y no lo permitiré!!! —exclama desenvainando su espada, pero es detenido por el grito de su nieta, un grito lleno de terror al ver a un gran dragón tan cerca de ella, el olor de ese reptil era como el mismo azufre de un volcán en erupción.

—Papá... —susurra Dís con mucho miedo sin perder de vista el hocico del gran reptil que la observa con una sonrisa sínica. Su padre llega a ella poniéndose al frente de ella desenvainando la espada.

—No lo permitiré!!! —grita Thráin mientras el dragón comienza a reír cada vez más fuerte, sonando los ecos en cada pared del palacio.

Thráin!! Hijo de Thrór!! ¡No puedes conmigo!! —exclama el dragón agachándose lo más que podía para verlo mejor— ¡El reino de Erebor, ha caído! Ahora me pertenece!! —agrega levantándose de nuevo posando con un comportamiento de superioridad— Yo soy Smaug!! ¡Soy fuego, soy muerte!! —susurra elevando el calor del aire que sale de su nariz, haciendo retroceder a Thráin y a Dís. El dragón, mira en el salón al Rey quien lo observa estupefacto sin mover ningún musculo, con la espada quieta en su mano, sin respirar y con los ojos exorbitantemente abiertos— ¡pero mira el Rey bajo la montaña!! —exclama el dragón con voz irónica— Parece que mi mal te ha llegado y te ha envenenado!

—Aléjate de mí oro!!! —grita el Rey sacudiendo su espada, pero el dragón Smaug, solo rió, pero se detuvo al ver que en la mano izquierda del Rey se encontraba una piedra más brillante que la luz del día.

—¿Así que esta es el corazón de la montaña? —pregunta Smaug observándola con ojos llenos de ambición— Todo eso será mío!! —exclama al mismo instante en que se prepara para atacar al Rey, pero muchos enanos aparecen defendiendo al Rey, con arcos de tiro, con espadas o hachas.

Thráin aprovechó para sujetar a la fuerza a su padre y llevárselo a rastras de ahí, en el forcejeo la piedra del arca cae en el oro, pero los incesantes remolinos de la cola del dragón la hicieron desaparecer en las masas brillantes y doradas.

Thráin corre con su padre y su hija hacia la puerta escondida del reino, al llegar saca una llave de su bolsillo y la introduce en ella, abriéndola saliendo de Erebor y cerrándola.

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Eurielle corre junto a Frerin y su padre, pero son detenidos por Garielle quien les cuenta que el dragón esta en la sala del oro que ya no hay cómo defender a Erebor. Garielle opta por salir del palacio, muchos de los enanos salen de ahí con lo poco que pudieron llevar de sus posesiones.

—Me llevaré a nuestro padre! Busca a nuestros hermanos! ¡Deben estar por atacar al dragón! —exclama Garielle, Eurielle asiente y se separa de su padre y su hermana introduciéndose cada vez mas al palacio ante la negativa de su padre.

—¿Crees que mi padre, el rey y mi hermana están bien? —pregunta Frerin quien la acompaña.

—Ellos no son tontos! Sabrán cómo salir Frerin, ¡no te preocupes!

Al avanzar cada vez más en el palacio, el olor a azufre y carne quemada aumenta, haciendo que Eurielle y Frerin se taparan la boca y la nariz. Al pasar por la sala del oro Eurielle observó a lo lejos una piedra brillante la cual Eurielle entendió de que era la piedra del arca. Viró hacia la sala mientras Frerin agarraba un hacha que se encontraba en el suelo.

—Quédate aquí... entraré! —dice Eurielle, Frerin asiente.

Al avanzar por la sala hacia la piedra, Eurielle miraba a sus lados, los cuales se encontraba montañas de oro y cuerpos quemados mezclados entre las monedas y piedras preciosas, Eurielle avanzaba despacio y ligeramente hacia ella hasta que un estruendo seguido por monedas que caían como cascada la detuvo, era Smaug quien la observaba y luego observaba la piedra del arca.

Así que quieres la piedra! —Dice el dragón mirándola perspicazmente— Dime, ¿qué harás con esa piedra jovenzuela?? ¿Dársela a Thrór?? —pregunta —Para qué Thrór querrá la piedra si ya no tiene un reino??

—Déjala en paz!! —exclama Frerin sosteniendo fuertemente el hacha, Smaug se gira para verlo haciendo que Eurielle aproveche para intentar agarrar la piedra, pero la cola del dragón fue más ágil que ella, y la hizo volar hasta caer en la entrada de la sala— Eurielle!!! —grita Frerin corriendo a su auxilio, la joven enana se levanta pesadamente ayudándola el príncipe— Vámonos de aquí, no podemos con él! —exclama, ella asiente.

—Oh no!! No se irán!! Frerin hijo de Thráin!! —dice Smaug lanzando una potente bola de fuego, pero Frerin y Eurielle la esquivan saliendo de ahí corriendo lo más que podían.

Sentían como la tierra temblaba, el paso de Smaug era fuerte y veloz, los seguía un gran reptil. Smaug intenta de nuevo lanzando una gran bola de fuego, pero la esquina de otro camino hizo que los dos enanos derraparan resbalando hasta detenerse esquivando ágilmente el fuego, levantándose y comenzando a correr nuevamente. En el camino Eurielle divisa a sus cinco hermanos forrados en hierro de la cabeza hasta los pies con lanzas y espadas, arcos y hachas.

—Corran!!! —grita Eurielle a sus hermanos, pero ellos no le hicieron caso y esperaron divisar al dragón, sin mover ni un pelo. La vibración del suelo era fuerte, el dragón está muy cerca. Apareció ante los ojos de esos valientes enanos un gran reptil que los veía con furia—¿Que hacen? ¡CORRAN!!! —grita Eurielle al mismo instante en que Smaug lanzaba una potente cola de fuego, Frerin reacciona protegiendo a Eurielle lanzándose a otro pasadizo cayendo fuertemente de espaldas, Eurielle encima de él.

Eurielle se levanta agarrando a Frerin tratando de levantarlo con la poca fuerza que le queda, mientras Smaug se reía sínicamente.

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A las afueras del reino, Thorin corre hacia el palacio, pero es detenido por su padre.

—No entres! Smaug ha matado a todos los soldados y por poco nos mata a nosotros— dice Thráin a su hijo, Dwalin llega mirando a sus lados cómo su gente corre desesperada, muchos heridos por el fuego, a lo lejos mira a su hermano Balin y a su sobrina mayor, Garielle. Dwalin reacciona corriendo hacia ellos seguido por Thorin.

—Donde están los demás?? —pregunta Dwalin a Balin.

—Mi hermana está buscando a mis hermanos... —contesta Garielle.

—Está sola? —pregunta Thorin alarmado.

—Frerin la acompaña... —responde Balin, Dwalin avanza hacia el palacio, pero Thorin lo detiene.

—Yo iré... —dice Thorin desenvainando la espada— ¡Tu protege y trata de que mi pueblo salga del reino y esté protegido, usa los ponis! —agrega comenzando a correr hacia el palacio.

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—Frerin! Necesito que te levantes!! ¡No puedo sostenerte! —dice Eurielle intentando una tercera vez levantar a Frerin, pero esta muy dolorido.

—EURIELLE!!! —escucha una potente voz, la aludida se alegra y comienza a buscarlo, pero el humo no la deja ver bien.

—Aquí estoy!!! —grita Eurielle con la esperanza de que la haya escuchado y rogando porque Smaug no lo haya visto y se aproxime a él.

De las sombras y del humo aparece Thorin, Eurielle corre hacia él abrazándolo fuertemente.

—Tenemos que irnos!! Smaug... tu hermano está débil... —decía Eurielle con nervios en su voz, Thorin se aproxima a su hermano levantándolo y comenzando a caminar hacia el lugar de donde venía seguido por Eurielle.

Nuevamente los temblores, las vibraciones en el suelo eran fuertes, Smaug andaba cerca. Eurielle ayuda a Thorin con su hermano para avanzar más rápido. El calor aumenta, Smaug les pisa los talones. Al avanzar Thorin distingue la salida y se apresura sin mirar atrás. Pero algo como el ruido de un gran volcán en erupción se escucha en las espaldas de los tres enanos, alarmando a Eurielle.

—Thorin!!! —gritó Eurielle alarmando al aludido. Al faltar poco para llegar a la salida Thorin reacciona saltando junto a su hermano seguido por Eurielle hacia afuera cayendo y rodando en el césped de la entrada, logrando que una gran bola de fuego saliera del palacio horrorizando al pueblo y aumentando el miedo, pero las grandes puertas de Erebor, se cierran dejando un silencio doloroso.

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