14. La avaricia pudo más que el amor
—Aûstryth... —dice Bilbo entre el silencio y la oscuridad del salón, la chica le mira esperando a que termine la oración—. Iré a negociar...
—A negociar? —escudriña la enana sin comprender.
—Esto no puede seguir así Aûstryth!
—De qué hablas?
—De Thorin!! —exclama el mediano con desesperación. — la enfermedad de él nos está llevando a todos a la muerte!
—¡Sería muy cobarde de su parte, si Thranduil atacara a Thorin sin ninguna tropa de enano a su disposición para hacerle frente! —explica Aûstryth con mucha seriedad. Bilbo le mira para luego mirar al suelo, o por lo menos intentar verlo, ya que la oscuridad era penetrante en ese salón que anteriormente, era iluminado con muchas antorchas y cunas de fuego.
—Les ofreceré la piedra... —suelta el hobbit, esperando que la enana le contestara ya que no ve muy bien su rostro.
—Estás loco? —responde con un sonoro bufido.
—Si les ofrezco algo que para Thorin es de suma importancia, entonces Thorin no peleará a cambio de que le regresen la piedra.
—Sigo diciendo que estás loco!
—Aûstryth! ¿Quieres ir a una guerra donde es muy probable que mueras por algo que bien se puede arreglar?
El silencio comenzó a gobernar en el salón, Aûstryth sabe muy al fondo, que Bilbo tiene toda la razón.
—Dime... cómo vas hacer para que te escuchen entre los hombres y elfos?
—Aun no lo sé... solo sé que mi parte del pago por mi trabajo... es esto! —exclama enseñando nuevamente la piedra la cual iluminó casi todo el salón vacío y destrozado por Smaug. Aûstryth rápidamente hace que Bilbo oculte nuevamente la piedra, ya que Thorin puede andar caminando por ahí —. Y la voy a ocupar para algo que nos beneficiará...
—Cuando iras? Tienes que ir muy de mañana antes de que los elfos lleguen aquí.
—De hecho... vine a decirte también, que, iré ya... —un suspiro de miedo inundó la sala dando paso nuevamente al silencio.
Mientras eso ocurría, en la hecha añicos; Ciudad del Valle, se encuentra una reina echando chispas por un elfo.
—Crees que eso está bien? —exclama Almaré a su esposo, mientras este solamente toma un poco de vino escuchando a su esposa caminar de un lado a otro con clarísima irritabilidad.
—Ya te dije, que esas joyas me pertenecen...
—Esas joyas es solamente algo pequeño comparado a tu riqueza! —contesta observándolo con los brazos cruzados, le irritaba enormemente que solamente bebiera sin decirle nada, y más, tan tranquilo como ahora —. ¿Vas a destrozar más ese reino que ni siquiera es tuyo?
—Si es necesario... sí. —suelta el rey dando un sorbo de su cáliz. La reina lo mira asustada por lo que ha dicho y se va sin decir nada más.
La noche está en su punto más culminante, dejando ver que dentro de muy poco vendrá el sol, un caballo blanco corre a todo galope por los callejones de la ciudad en ruinas abriéndose paso entre la muchedumbre, ya que su jinete llevaba mucha prisa. Al llegar al punto más alto de la ciudad el caballo frena fuertemente dejando admirados a todas las gentes que ahí se encontraban, bajando de él un anciano de ropas y sombrero puntiagudo; grises. Gandalf, caminaba abriéndose paso buscando a una persona diferente a las otras, descifrando que también esas personas no estaban solas, ya que elfos iban y venían armados hasta los dientes.
—Quien es el gobernante de ustedes? ¡Ocupo que se presente ante mí! —exclama el mago ante la muchedumbre que lo miraba extrañados.
—Quien busca? —dice Bardo, apareciendo entre el gentío. —buscas al gobernante, pero él ha desaparecido después del ataque de Smaug... —Esto desconcertó mucho al mago, ya que buscaba a alguien de aspecto de líder, aunque no dijo nada.
—Necesito hablar contigo ya que parece que eres tu el que responde por todos ellos, y no solo contigo... —dice mirando a los elfos— también con el rey del Bosque Negro.
Bilbo y Aûstryth corren hacia el fuerte rezando para que no esté ninguno de los enanos haciendo guardia, y así fue, ni un alma se encontraba ahí. La enana amarró una cuerda en una roca que se encontraba cerca para que Bilbo bajara lo mas rápido posible de ahí.
—Ten mucho cuidado Bilbo... — dice la enana abrazando al mediano.
—No irás conmigo? —Aûstryth niega.
—Empeoraría las cosas... —Bilbo asiente, pero nada convencido.
—Estarás bien? —pregunta, ella asiente con lágrimas amenazando en salir.
—Todo sea por que Thorin... —dice mientras una lagrima cae de su rostro, Bilbo la recoge con mucha delicadeza para luego despedirse de la enana.
Con agilidad, Bilbo baja de la muralla improvisada y corre hacia la Ciudad del Valle.
—Nunca en mi vida he visto que mis consejos sean tan menospreciados como ahora! —exclama Gandalf al ver que ni Thranduil, ni Bardo hacen caso sobre replegar las tropas y olvidar la guerra contra los enanos.
—Yo estoy contigo Mithrandir... —habla Almaré. — pero parece que la avaricia puede más que todo...
—No... —susurra Gandalf con un deje muy preocupado— tienen que hacerme caso, tropas enormes... muchos orcos incontables... decenas de ellos vienen hacia acá... lo que pido es que en vez de pelear por eso, peleen ayudando a Thorin por el reino!
—Ja! —exclama Thranduil— Pelear con él?
—Deberías de hacerlo... —habla Almaré— porque si lo que dice Mithrandir es cierto... no solo Erebor estará perdido...
—Tiene toda la razón mi señora! —dice Bilbo llegando agitadamente al lugar.
—Mi señor hobbit!! —exclama Gandalf al verlo, Bilbo le sonríe.
—Conque es este, el mediano que burló a mis guardias en mi palacio... —afirma Thranduil, Bilbo le sonríe tímidamente.
—A que vienes? —pregunta Bardo.
—Vengo a pedirles de que dejen de pensar en una guerra... —habla Bilbo, la cara del rey era épica, Bardo no dejaba de mirar a Bilbo con escudriño y Gandalf le miraba con mucha atención —. Tengo un plan...
—Cuál es? —pregunta Almaré con mucha atención.
—Si ustedes le dan a él lo que él quiere... entonces Thorin les dará algo a cambio...
—No estoy comprendiendo... —dice la reina del Bosque, Gandalf sonríe con complicidad.
Bilbo duda un poco pero después de su bolsillo saca la piedra del arca, todos los presentes quedaron mudos al ver tal joya.
—Es... la joya del rey? —dice Bardo. Bilbo asiente. — cómo es posible que la tengas?
—He tomado esta joya como mi parte sobre el trabajo para lo que fui contratado...
—Entonces... —habla Almaré— quieres que le demostremos a Thorin la piedra y decirle que se la vamos a dar pero a cambio de lo que prometió...
—Sin llegar a ninguna guerra contra los enanos! —exclama Gandalf muy satisfecho.
La luz de la piedra producía en los presentes un rayito de esperanza, ya que Thranduil muy en el fondo, no quería sacrificar sangre elfica, y Bardo sangre humana.
—Puede ser que funcione... —dice Bardo a Thranduil, este asiente pensativo.
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Comienza a amanecer y Bilbo huye del lugar, ya que Gandalf le ha pedido que se alejara de Erebor y de esas tierras, para buscar protección, pero Bilbo no ha escuchado y ha salido rápidamente hacia el reino enano, por amor a la amistad leal que le tiene a la compañía y a la esperanza que tiene sobre lo que ha hecho. Al subir nuevamente se encuentra con Aûstryth la cual lo abraza sorpresivamente.
—Has vuelto!
—Pensaste que huiría después de todo lo que hemos pasado? —pregunta Bilbo un poco ofendido, la enana niega sonriéndole para luego abrazarlo nuevamente.
La luz del sol comienza a surgir en las montañas, los ojos de Aûstryth y Bilbo se iluminan al mismo tiempo en que comienzan a sorprenderse por lo que se asoma hacia la colina de Erebor. Una gran tropa camina silenciosamente, armados en hierro y mithril, conforme avanzan la vibración sube.
—Son enanos... —dice Bilbo muy sorprendido. Al instante, Kili y Fili llegan corriendo hacia el fuerte mirando que una tropa gigantesca se acerca a ellos.
—Mamá escuchó mi mensaje!! —exclama Kili al ver que, de las tropas, salió una hermosa enana de cabellos rubios, montada en un pony. Thorin llega junto con los demás llevándose la grata sorpresa de que su hermana ha llegado junto a su pueblo, para luchar junto a él.
—Hermano!!! —grita la princesa— Porque tan oculto y resguardado?
—Saludes!! ¡Hija de Thráin!! —exclama Thorin con orgullo. Pero Dís al verle, aunque sea de lejos, sabe que nada bueno está pasando con su hermano —. ¡Bienvenida a Erebor!!
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Todos los enanos derrumbaron el fuerte para dar paso a las tropas de Erebor, ya adentro se dispusieron en limpiar y a instalarse construyendo un fuerte con mas resistencia que el de antes, a petición de Thorin. Un gran abrazo entre Thorin y su hermana fue presenciado por todos, es lo único que tiene en la vida, bueno, sin contar a Aûstryth.
—Gracias por traerme a mi pueblo... —dice Thorin.
—Es: "nuestro", hermano... —le contesta —. Pero, no veo amenaza alguna... —agrega mirando a su hijo.
—Ya lo verás... —dice Kili mirando a su tío con cautela, Dís comprendió al instante, pero no dijo nada.
—Niña Dís!! —exclama Balin al verla, seguido por su hermano quien la abraza.
—Pero vaya!! ¡Casi un año sin verte y parece que estas quedando mas calvo Dwalin! —exclama la princesa seguida por varias risas.
—Ja... ja... también te extrañaba mocosa!! —le contesta el enano.
—Qué es lo que está pasando? ¿Porque Kili envió ese mensaje?
—Un gran problema Dís... —susurra Balin.
—No importa eso!! —exclama Thorin— los elfos no podrán con nosotros ahora!! —agrega pensando en que Balin se refería a eso. Dís por su parte arruga la frente sin entender qué hacen los elfos aquí —. Dís... necesito presentarte a alguien... —habla, halando a su hermana hacia una enana de cabellos rojos y rizados, Aûstryth al verla le hizo una larga reverencia.
—Es un gusto conocerla mi señora... —dice la enana, Dís hace lo mismo.
—Quien es ella? —pregunta la princesa a su hermano.
—Ella viene de Colinas... ayudó en la misión...
—Es extraño que Colinas hiciera eso con una enana...
—La verdad es que Dain no sabe que yo ayudé... —habla Aûstryth, Dís asiente sonriéndole.
—Ahora comprendo... —contesta Dís —Entonces, me dices que... —dice, dirigiéndose a su hermano.
—Ella va a ser mi esposa... —contesta Thorin, Dís se sorprende para luego abrazar a la joven enana felicitándola.
—Necesito hablar con ella a solas entonces... —dice, Thorin asiente muy sonriente.
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—Así que vas a casarte con él? —dice Dís al llegar a la biblioteca junto a ella.
—Eso es lo que él quiere... pero yo no he dicho nada... —contesta la enana con un tono juguetón, que al instante cambia por un semblante oscuro y triste— Mi señora... necesito decirle algo sobre su hermano...
—Lo sé... se ha enfermado... —contesta— Me di cuenta desde que lo vi, Kili me lo dijo en de lejos, ese no es mi hermano... se parece mucho a abuelo Thrór.
—Mi señora... él ha cambiado mucho desde que pisó ese oro...
Un suspiro pesado sale de la boca de Dís, mientras piensa sobre lo que ha escuchado y visto sobre su hermano.
—Dime algo... lo amas? —dice Dís.
—Lo amo... —contesta la enana— sé que es muy rápido, pero...
—No es rápido, es en el tiempo que debió de ser.
—Pensé que su hijo le había dicho sobre Thorin...
—No... tal vez lo hizo en cripta... así que no entendí muy bien... pensé que Thorin corría peligro por algún enemigo, como el orco pálido hijo de Azog.
—La verdad es que sí, mi señora... peligra...
—Hay tropas elficas en Ciudad del Valle? —pregunta la enana, Aûstryth asiente— Thranduil? —la enana vuelve a asentir—. ¿Por qué?
—Por algunas joyas... y porque Thorin ha negado sobre la promesa que él le dio al pueblo de Esgaroth si lo dejaban llegar aquí...
—Las joyas de luz de luna... sí... sé cuáles son... y le pertenecen a él, a ese elfo...
Dís comienza a caminar por todo el salón mirando con anhelo y muchos recuerdos.
—Tenemos que conocernos muy bien... —habla Dís después de una larga pausa, la pelirroja sonríe—. Ya que tu vas a ser la reina de Erebor, cuñada mía... —agrega, la enana sonríe sonrojándose provocando risas a la princesa.
—Mamá!! —grita Kili llegando muy alarmado hacia las enanas.
—Qué pasa?
—Es tío...
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Unas numerosas filas de elfos están presentes en la puerta del reino, Dís junto a Aûstryth y Kili corren hacia afuera donde Thorin y los demás de la compañía se encuentran ahí, sin nombrar a una numerosa fila de enanos armados protegiendo las entradas de Erebor, que al fin y al cabo están fortificadas porque ellos mismos las levantaron con mas ímpetu, y ahora, esperan la señal de Thorin.
—Qué es lo que pasa? —pregunta Dís al llegar al fuerte.
—Quieren robarnos... —dice Thorin con una voz muy profunda, Dís le mira sin comprender. Aûstryth y Bilbo se miran con complicidad rezando que lo que hicieron sea para bien.
—No venimos a robarle... —contesta Bardo que llega junto a Thranduil y Almaré a galope abriéndose camino —. Venimos por lo que nos prometió...
—No les daré nada!! —grita Thorin al mismo tiempo en que los enanos se posicionan para lanzar flechas — Menos al ver que traen guerreros...
—Anuraee!! —grita Dís, los enanos vuelven a su posición de vigilia —. ¿Qué haces Thorin?
—No voy a dejar que ellos pongan sus asquerosas manos en mi oro... el pueblo de Durin peleará si es necesario!! —exclama el rey, Thranduil sonríe de lado, ya que él sabe, por qué sobre su comportamiento.
—Thorin... prometiste oro al pueblo de Esgaroth! —exclama Aûstryth.
—Y las joyas de Thranduil no son tuyas... —dice Dís.
—Es mío todo lo que ahí esta! —dice señalando el reino de Erebor— y es mi obligación protegerlo!!
—Entonces prefieres que tu pueblo comience una guerra? —pregunta Thranduil.
—Sí... —contesta el rey.
—Aun si esto... —dice Bardo sacando de una bolsita la piedra del arca—. ¿Aun si tengo esto?
—Como es posible? —exclama Kili—. ¡Ladrones!!
—Eso no es verdad... no es la joya... —dice Thorin.
—Sí lo es... —habla Bilbo, los ojos desorbitados del rey se posan en el mediano—. Yo les di la piedra...
—No era tu derecho...
—Sí lo es... la tomé como una parte de mi pago...
—Que has hecho qué??...
—Thorin... no tienes por qué ir a guerra... perder a gente, tu gente!! —Thorin desenvaina la espada, listo para matarlo, pero Aûstryth interviene.
—Quítate!!! —grita el rey bofeteando a la enana arrojándola al suelo.
—SI ESTAS DESCONTENTO CON MI MEDIANO... —habla Gandalf llegando al lugar— ¡DÉJALO IR, Y NO LE HAGAS DAÑO!! —Bilbo corre hacia Aûstryth levantándola y tratando de llevársela, pero ella niega.
—Vete... yo me quedo aquí...
—Parece que no te asienta en lo mas mínimo el que seas rey, Thorin hijo de Thráin, rey bajo la Montaña... —habla Gandalf mientras Bilbo baja del fuerte.
—No volveré hacer tratos con magos... —escupe Thorin mientras observa como corría Bilbo hacia Gandalf.
—Thorin, si cumples con tu promesa te daremos la piedra... —habla Almaré— sabemos qué tan importante es esto para ustedes...
—Acepta Thorin... —habla Dís mientras sostenía a Aûstryth la cual se recupera del golpe.
Thorin comienza a pensar sobre lo que ha ocurrido mientras los demás esperan la decisión del rey. Cuando Thorin pensó que la decisión estaba tomada, un gran cuervo se posa sobre él, seguido por una vibración en el suelo.
No muy lejos de Erebor, se asomaba una tropa de más de cuatrocientos soldados.
—Es...es... —tartamudea Aûstryth, Dís mira horrorizada.
—Es Dáin? —dice la princesa muy incrédula por lo que ve.
Una gran cabra de cuernos gruesos y largos se desplaza colina abajo hacia la tropa de Elfos.
—Buenos días tengan todos ustedes... —dice Dáin— Por lo que veo vienen a pelear por lo que no es de ustedes... les sugiero algo... ¿PORQUE NO SE VAN A SUS PUEBLOS? ¡¿ANTES DE QUE MI MAZO HAGA PURÉ DE SUS CABEZAS?!—Los hombres de Esgaroth retrocedieron ante las risas de los enanos de Colinas.
—No retrocedan!! —grita Bardo.
—Dáin! ¡Hijo de Náin!! —exclama Gandalf llegando a él, haciéndole una reverencia.
—Oh Gandalf!! ¿Porque no le dices a estas tumbas de que se alejen de Erebor?
Aûstryth no podía creer que su rey estuviera aquí apoyando la demencia de Thorin y que llegaba con su gente posiblemente para morir. La mirada de la enana pasa de Dáin a Kili enojándose, Kili se da cuenta y se encoge de hombros dándole a entender que no fue él, el que lo llamó.
—Tal vez... Gandalf razone con Dáin... —dice Almaré a su esposo.
—Thorin ha resultado ser más razonable que su primo... por eso no tengo mucha esperanza con ese enano... —dice Thranduil preocupando a su esposa.
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