11. Oro inconmensurable; la enfermedad del dragón
En la sala de fábrica de estatuas, Aûstryth, Balin y Dwalin se encuentran hablando sobre la reacción de Thorin para con el oro.
—Así que Thorin... —afirma la enana sin poder terminar la oración.
—Él y su abuelo sufrieron lo mismo... —sospecha Balin con un tono de preocupación.
—Y no podemos hacer algo? —pregunta la pelirroja, Balin y Dwalin niegan con un rostro lleno de impotencia.
—Chicos... —habla Bombur llegando al lugar, su semblante se encuentra cansado— es Thorin...
—Qué pasa? —pregunta Balin.
—No hemos encontrado la piedra... la necesitamos... —contesta, Aûstryth mira al mediano con preocupación mientras que Bilbo solo mira al suelo.
Mientras todos se encuentran buscando la piedra del arca, Bilbo junto a Aûstryth salen hacia los balcones lejos de los ojos de los enanos, pedido por el mediano.
—Porque me traes aquí? —pregunta la enana cruzándose de brazos.
—Necesito enseñarte algo... —contesta el hobbit con un tono preocupado, la enana traga ruidosamente para luego asentir.
Bilbo entre sus ropas sacó una piedra, tan brillante como el mismo cielo, los ojos celestes de la enana no podían creer lo que miraban, entre sorprendida y enojada volvió a mirar al hobbit.
—Qué haces tu con esa piedra??!! —exclama, Bilbo la calla poniendo una de sus manos en la boca de la enana.
—Se la he querido dar muchas veces... —contesta quitándole la mano lentamente, esperando la reacción de la enana.
—Desde cuando la tienes?
—Desde que me enfrenté a Smaug...
—Y no se la has dado? —exclama la enana— Cuantas veces la hemos buscado como locos!! ¡Y tu la tienes ahí! ¡En tus bolsillos!!!
—Por favor... cálmate!
—¡¿Como quieres que me calme?!
—Smaug me dijo algo que me dejó pensativo... y lo hemos visto...
—A que te refieres?
—Me refiero a su afán por el oro... su admiración tan desmedida sobre las joyas por su poder!
—Que te dijo el dragón? —pregunta Aûstryth calmadamente, pero con mucha preocupación.
—El oro enfermará a Thorin a tal grado que lo hará como un lobo... celoso y egoísta... —dice Bilbo mientras observa a Aûstryth mas pálida.
—Entonces dices que... Thorin está enfermo?
—Es el mal del dragón... no hay de otra! Como lo sospechó Balin.
—No tienes miedo? —pregunta la enana, Bilbo la mira sin comprender— Me refiero que... si él se da cuenta que le ocultas la piedra... se volverá como un miura... rapaz, celoso... te puede matar Bilbo...
—Gracias por decirme eso... —ironizó el mediano— Pero ¿qué harías tu al saber que posiblemente esto —dice señalando la piedra— lo haga caer más en la locura?
La enana le mira comprendiendo su punto, pero la preocupación no la deja tranquila, ahora no solo por lo que le sucede a Thorin, sino también por la vida de su amigo.
El día siguiente se hace presente, y Aûstryth junto a Dwalin y Balin, cazan la comida de hoy. Al llegar a los salones del comedor se dispusieron a cocinarla. Todos los enanos comieron en silencio sumergidos en muchos pensamientos diferentes. Después de un largo silencio, Aûstryth habla.
—Thorin no vendrá a comer? —todos quedaron tensos al escuchar eso.
—Me temo que no... —responde Balin con una pequeña sonrisa, Aûstryth mira a Bilbo con un deje de tristeza.
Cuando todos se fueron a seguir buscando lo que ya esta encontrado, Aûstryth se puso a preparar un poco de comida para el rey de Erebor. Al llegar a la sala donde solo el oro ilumina la habitación, se encuentra con un delirante Thorin, que junto a Balin y Dwalin hablaban sobre cosas sin sentido. Thorin al ver a la enana detiene su conversación y la recibe con un beso.
—Mi reina! —exclama el enano, pero Aûstryth solamente le sonríe sin decirle nada, solamente demostrándole la comida—. No tengo hambre...
—Tienes qué comer Thorin! —dice la enana.
—Dije que no quiero!! —exclama el rey de Erebor—. Solamente necesito saber dónde está esa piedra... ¡MI piedra!
—Thorin...
—Cállate!!! —grita Thorin— ya te dije que no comeré! —le dice arrojando la comida al suelo.
—Qué haces Thorin!!? —exclama Balin sorprendido por su arrebato.
—Déjenme tranquilo!! ... nadie sabe lo frustrante que es, saber que soy el rey de todo esto, pero sin la piedra no soy nadie...
—No digas eso... eres nuestro rey... —le contesta Balin.
—En vez de estar diciendo estupideces porque no se ponen a buscar mi piedra del arca?
—Thorin... —habla Dwalin— Que es lo que te ocurre? ¡Tu no eres así!
—Déjenme!! —grita el rey desenvainando su espada.
—Qué dirá Eurielle si te mirase de esa forma... —suelta Dwalin, Thorin le mira con mucho odio en sus ojos.
—No hables de ella como si fuera cualquier cosa! —sisea el rey—. ¡Tú no eres nadie!!
—No sientes como si la lealtad hacia alguien está en duda? —dice Balin.
—YO SOY EL REY!!! —grita el enano— QUE NO ME CONSIDERAN COMO SU REY??
—Siempre te he considerado como mi rey... Thorin... —contesta Dwalin, yéndose del lugar no antes de hacer una reverencia a su amigo y rey, seguido por Balin.
—Qué es lo que te ocurre? —dice Aûstryth con lágrimas en sus ojos.
—Vete... no confío en nadie... alguno de ustedes me oculta la piedra... —contesta caminando hacia ella amenazante—. ¡Y cuando me dé cuenta de quien es... lo mataré!
—Escúchate Thorin! —exclama la enana con un deje de perplejidad—. Tu no eres así... me duele verte así... —le dice mientras lagrimas salen de sus ojos, los ojos de Thorin la miran sin comprender lo que le ocurre—. Tu no eres igual que tu abuelo....
Aûstryth camina saliendo de la sala, dejando a Thorin pensativo. Pero con una luz de fuerza en sus ojos.
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Kili, Fili, Dori y Bofur han llegado al reino, el hermano menor grita llamando a su tío, pero sin ninguna respuesta. Pensando en lo peor, los cuatro corren hacia los adentros del reino topándose con Bilbo.
—Hay que irnos de aquí!! —exclama en susurros el mediano. Las miradas de extrañez de los enanos lo hacen explicar— Es Thorin...
—Quien? —pregunta Bofur.
—THORIN! —grita con frustración—. Thorin... se encuentra mal... —susurra nuevamente— es... es este lugar... esta Montaña... —Los ojos de Kili pasaron de Bilbo a su hermano sin lograr comprender lo que sucede.
El destello de algo llamó la atención de Fili lo cual lo hizo correr hacia ese lugar, entre los llamados de Bilbo, Kili, Bofur y Dori le siguieron, llegando al gigantesco salón del oro, donde muchas veces Thrór caminaba entre las joyas, admirándolas y dejándose llevar por el brillo de tales.
—El oro.... —susurra Thorin, perdido en su mente—. Oro inconmensurable... —dice, Aûstryth aparece a la par de Kili, el cual solamente la observa, ya que los ojos de ella denotaban tristeza mientras miraba los pasos de Thorin. Thorin al darse cuenta de la presencia de sus sobrinos sonrió— Bienvenidos! ¡Hijos de mi hermana... Bienvenidos a Erebor! —exclama enajenado mientras sostiene un enorme rubí puro entre sus manos, que al instante lo arroja a manos de Fili—. Observen el majestuoso legado de Thrór...—continúa, Kili observa a la enana la cual comienza a llorar silenciosamente para luego salir del lugar apresuradamente.
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