Capítulo 7: La batalla final
Taylor seguramente no lo admitiría a nadie más que sí misma, pero el hecho era innegable; el crush que inicialmente había tenido hacia su instructora de esgrima había migrado.
Y puede que, tal vez...
Su nuevo objeto de interés fuera...
Allison.
¡Okay! En su defensa, a la atleta le gustaban las personas competitivas y obstinadas. Personas que, una vez decidían alcanzar un objetivo, lo harían sin importar qué obstáculos se interpusieran en su camino. La porrista, sin duda, era alguien así. No desistía de sus metas, no se desanimaba si fallaba repetidas veces en alcanzarla, y seguía dando su todo hasta lograrlo, sin importar cuál fuera la actividad con la que estuviera ocupada. No se iba a casa sin sentirse satisfecha con su desempeño y con su esfuerzo.
Además, la chica era objetivamente guapa. Taylor no rechazaría esta noción tampoco. Sí, le resultaba muy raro decir eso, porque Allison compartía rostro con su mayor enemiga, Hannah... Pero el hecho era que ella siempre había encontrado a Allison bonita.
Atractiva de una manera que nunca encontró a la bajista, quien físicamente era su viva copia.
Tal vez, esto se debía a las características anteriormente mencionadas.
Hannah sí era competitiva y atrevida, pero su meta principal era casi siempre la venganza. No se esforzaba en vencer un desafío por el orgullo de lograrlo, o por el placer que el proceso de hacerlo le causaba. No, ella se esforzaba porque quería la gloria de someter a sus oponentes, y el respeto del público. Allison, en la otra mano, ya era más orientada hacia el proceso de ganar algo, no la victoria en sí. Ella se concentraba más en la satisfacción de vencer a sus propias debilidades.Hannah quería sus medallas por el brillo del oro. Allison quería sus medallas por el esfuerzo que representaban.
Al menos, así Taylor las percibía.
En sus ojos las gemelas poseían actitudes similares, pero intenciones eran distintas. Poseían metas parecidas, pero motivaciones de contraste notable.
Y ahora que ella se estaba acercando más y más a Allison, y viendo bajo un nuevo prisma su impresionante nivel de dedicación, se encontraba encantada por el mismo.
Encantada por la propia chica, más bien.
Nunca pensó que su estómago se llenaría de mariposas por perder algo. Nunca pensó que se sentiría nerviosa y tímida al aceptar que alguien había sido una mejor atleta que ella. Nunca pensó que le concedería la victoria de un combate armado a Allison Parker, con una expresión encaprichada en el rostro, pero ahí Taylor estaba, a su frente, brillando como una estrella. Sonriendo como una idiota. Sintiéndose la lesbiana más gay que ya había pisado en la colorida faz de la tierra...
Ay, ay, ay.
Joder.
Necesitaba una ducha, bien fría.
Eso, o ver un beso entre Gina y Mateo. Nada le mataba las pasiones, ni le hacía controlar sus emociones más rápido.
—¿Tay? —Allison la llamó por un apodo normal, que todos en su colegio y en el campamento usaban para nombrarla, y la chica aun así por poco no tuvo un síncope ahí mismo—. ¿Vas a almorzar ahora?
—Eh, sí... Sí voy.
—¿Vamos juntas al comedor? ¿O estás enojada conmigo por perder? —la porrista preguntó con una sonrisa algo maliciosa, que demostraba tanto su orgullo como su perspicacia.
—Estoy más impresionada que enojada, de hecho. Hiciste un muy buen trabajo.
—¿En serio?
—Sí... —Taylor bajó la mirada y jugó con su espada—. Pero te recuerdo que antes de irnos al comedor tenemos que devolver el uniforme y estos floretes.
—Entonces vamos. Ven...
Las dos comenzaron a caminar. Y mientras sus pies se movían, sus bocas también empezaron a hacerlo. En las últimas horas charlar se había vuelto algo tan fácil entre ellas, algo tan natural, que a este punto ya ni pudieron señalar quien inició su conversación primero. Tampoco lograron explicar cómo el tiempo pasó tan rápido entre ambas, ni en qué momento regresaron al comedor, ya vestidas con sus ropas comunes y corrientes del campamento.
Pero, así que se separaron, lo hicieron con la promesa de volver a verse más tarde, para la batalla campal que tomaría lugar durante el atardecer entre sus dos equipos.
—No lleves tu celular contigo allá —Taylor le advirtió a la porrista—. Todos terminaremos empapados, y hacerlo no será buena idea. Pero, eh... ¿Escríbeme después? Si quieres.
—Lo haré. Más tarde, cuando la noche caiga. Y cuando mi hermana ya esté dormida, porque si descubre que estoy hablando contigo...
—No te dejará en paz nunca.
—No —Allison se rio y señaló a la puerta del comedor—. Pero bueno. Voy a buscar a mis amigas ahora... Así que bye.
—Nos vemos, caracolito...
—¡Para de llamarme así!
Taylor carcajeó y la dejó entrar al lugar primero, para que los demás integrantes de su equipo no se sintieran molestos por su creciente cercanía.
La gemela Parker le fue sumamente grata por ello. Porque conociendo a sus colegas, así que los rumores de una amistad entre ella y Taylor comenzaran a emerger, el drama también lo haría.
Muchos aún no querían llevarse bien con la estratega y la veían como una oponente más, a la que debían detestar y temer en iguales proporciones. Allison tenía que tener cuidado si deseaba mantener su recién nacida amistad con la joven intacta.
—¿Y? ¿Cómo te fue en esgrima? —Hannah indagó, así que su hermana se sentó en la mesa de su equipo, trayendo consigo la bandeja con su almuerzo.
—Todo tranquilo. A mí y Taylor nos tocó ser pareja en la clase, eso sí.
—¿Venciste el duelo, supongo?
—Hoy solo tuvimos práctica, Han. Cálmate —Allison sacudió la cabeza y agarró su tenedor—. No fue una batalla campal.
—Hablando de batalla campal, recuérdate que tenemos una, hoy por la tarde —Iris resaltó—. Necesitaremos a todos los miembros de nuestro equipo por allá para ganar.
—Van a hacer una guerra de agua y lo están tratando como un conflicto bélico histórico.
—¡Pero será histórico! —Hannah exclamó, elevando su puño cerrado al aire—. ¡Venceremos al fin una disputa de años entre los naranjas y los magentas!
—No sé por qué eres bajista, cuando tienes tanto talento para actriz —la porrista bromeó, haciendo que su hermana agarrase una de las cáscaras de la mandarina que estaba comiendo, y se la tirase a la cara.
Allison se rio y le devolvió la ofensiva, lanzándole la cáscara de nuevo, con mayor fuerza. Incluso se levantó de su silla para tener mejor puntería.
En la distancia, de pie en la fila del bufet, Taylor observó su reacción con una sonrisa inocente, cuyo brillo y longitud eran desconocidos para ella misma. Sus amigas notaron su inusual expresión, pero pocas se atrevieron a molestarla por su embeleso. Una de ellas, claro, fue Gina.
—¿Por acaso?... —La chica señaló a la gemela Parker y luego a la atleta, dejando a entender el resto de su pregunta.
—No sé de lo que hablas —La jugadora de rugby miró hacia las ensaladas, enrigideciendo las líneas de su rostro mientras agarraba unas pinzas.
—Sabes perfectamente bien de lo que hablo, Tay... ¿Te está gustando Allison?
Ella, por accidente, dejó caer unas lechugas afuera del plato de ensalada. El desliz fue pequeño, pero Taylor tuvo un mini pánico interno de todas formas. Se apuró en recoger las hojas y ponerlas de vuelta a su lugar.
—¿Qué?... ¡No! Claro que no.
—Tay, no me mientas. En primer lugar, porque soy tu mejor amiga. En segundo, porque no sabes mentir. Eres pésima haciéndolo, no te sienta bien.
—No me está gustando Allison... —la estratega comentó, agarrando una cuchara a seguir, para agregarle a su plato unas lentejas—. Sólo tengo un pequeño crush en ella, eso es todo. Se me pasará —añadió, pero Gina pareció no oír lo último que dijo, porque soltó un pequeño chillido emocionado, la agarró de la camiseta y la sacudió de un lado al otro—. No sé por qué estás tan feliz con esto; Allison es hetero. Creo que hasta tiene novio —Decidió asesinar el entusiasmo de su amiga con dicha mentira, para ver si lograba apaciguar su ánimo.
—¿Hetero? ¡Ha! ¡Lo dudo!
Taylor frunció el ceño, algo preocupada, y se giró hacia la chica.
—¿Y por qué?
—¿Ya has visto las miradas que le tira a la señora Carpenter de vez en cuando? ¡Parece que se la quiere comer entera!
—¡Gina!
—¡Pero si no miento! —ella se defendió—. Puede que sea bi o algo así. Pero no me compro ni un poco esa historia de que es hetero. Además, una vez la vi besarse con Leslie James en una fiesta. Okay, estaban jugando verdad o reto y el beso salió escogido, pero, aquí entre nosotras, creo que lo disfrutó.
—Estás viendo cosas donde no hay nada.
—Te hago una apuesta... —Gina sonrió, con un aire de superioridad—. A que ella sale del armario de aquí a final del año.
—No voy a apostar contigo sobre eso.
—¿Y por qué no? —Las dos pasaron a la mesa de los postres—. El año pasado hiciste una apuesta sobre Christian Orville y todo estuvo de maravillas, ¿por qué ahora te niegas? Eso es raro...
—Me niego porque maduré.
—Ah, ¡claro! —Regina se rio—. Voy a fingir que te creo, señorita enamorada.
—No estoy...
Las dos tuvieron que encerrar su conversación por ahí. Mateo se acercó a ambas, sin notar que charlaban sobre algo privado y relativamente importante, y con la sutileza de un chico inmaturo de diecisiete años se metió entre las dos, queriendo besar a su novia. Taylor de inmediato perdió todo el encanto en su expresión, hizo una mueca tan apenada como asqueada por el gesto, y se apartó de la pareja para recoger un trozo de su placer culposo: Cheesecake.
Se juntó a sus otras amigas y amigos en la mesa de su equipo y discutió con ellos el resto de sus actividades del día. Ahora por la tarde le tocaba ir a jugar rugby, y por ello estaba muy entusiasmada. El deporte era de gran ayuda cuando quería concentrarse en algo más que sus problemas personales y sus crisis emocionales.
Aquel día, esto no fue diferente. Luego de que los novatos de la actividad aprendieran los principios básicos del deporte, la competición comenzó. Los jugadores más experimentados y ágiles fueron divididos entre los cuatro grupos que jugarían aquel día. Primero, una partida entre los campistas más jóvenes fue disputada. Luego, una entre los más viejos. Por cuestión de lógica, la segunda fue la más intensa y brutal. Pero Taylor disfrutó cada segundo de ella.
Su grupo ganó. El puntaje final fue de 14-12.
Cubierta de sudor, con el cabello mojado tomado en una cola de caballo un poco desajustada por todo su esfuerzo físico, ella se sentó en el suelo así que la partida acabó y respiró un poco, para recomponer sus energías. El instructor se despidió de todos y solo entonces Taylor se atrevió a levantarse.
Tuvo que hacerlo, porque se acordó de algo crucial: Tenía una última disputa con el equipo magenta, ahí en ese mismo campo, a las seis de la tarde. Actualmente eran las cinco y cuarenta. Tenía veinte minutos para prepararse.
Con sus miembros del equipo naranjo habían concordado en reunirse cerca del río Newenko, cuyas aguas pasaban por el norte de aquel sector del campamento. Allí llenarían sus pistolas de agua, cubetas, botellas, y sus globos. Cuando llegó allá, todos ya estaban presentes, alistándose para su ridícula misión.
—¡Al fin apareció nuestra capitana! ¡Ten! —Gina exclamó, pasándole una de sus armas de juguete, que imitaba a un rifle gigante—. ¡Esa es tuya!
—Gracias, teniente —Taylor le hizo un saludo militar a modo de broma y luego, apuntando su mira hacia el río, jaló el gatillo para determinar el alcance del torrente.
El tiro le resultó satisfactorio. Mal sabía que, al frente de las cabañas del equipo magenta, Allison hacía exactamente lo mismo. También cargaba consigo un fusil acuático de plástico, y sus amigas le habían dado una talega de paño, donde había guardado unos globos bien inflados. Se sentía lista para la guerra.
Su hermana, siempre siendo tan extra como era, incluso se había pintado unas líneas negras bajo los ojos. En el mundo del deporte, el truco se usaba para eliminar el resplandor de la luz solar. Pero era evidente para todos que Hannah no tenía idea sobre eso, y que solo quería verse vagamente poderosa con el detalle. Ella también se ató una bandana rosada en la cabeza, para deshacerse de su sudor. Se veía cómica, aunque de una manera tierna.
Ya que estaban haciendo algo tan estúpido e infantil como una guerra de agua, la bajista consideró que tenía que verse igual de estúpida e infantil como la actividad.
—¡SOLDADOS! ¡TODOS EN FILA! —gritó, actuando como un general estricto, cuando lo único que ella quería hacer era reírse—. ¡NOS VAMOS AL GRAN CAMPO CANTANDO NUESTRO HIMNO SAGRADO!
Por el color rosado intenso de su grupo, obviamente dicho himno tenía que ser "Barbie Girl" de Aqua.
Los monitores del campamento nunca aceptaron su elección como una válida u oficial, reclamando que la letra "cochina y adulta" de la canción no era apta para un ambiente educativo. Pero eso no detuvo a los adolescentes de seguir gritando la melodía por años, recitando cada palabra de memoria, al punto de que todos, hasta los miembros de otros equipos, asociaran la música con ellos.
Con toda sinceridad, escuchar a dicho ejército rosado de adolescentes cantar dicha canción por el bosque, a todo pulmón, no era nada intimidante. Pero oír a su inglés deforme arruinar la letra era algo tan chistoso, tan absurdo, que siempre lograba romper la determinación de sus adversarios en quedarse serios y concentrados, en cualquier evento.
Ya esperándolos en el Gran Campo, Taylor tuvo que reprimir una sonrisa al reconocer su llegada.
—¿Cómo pueden esos payasos volverse más ridículos cada vez que los vemos? —Gina preguntó, y parte de sí realmente hablaba en serio.
—No lo sé, pero al menos nos hacen reír —la jugadora de rugby comentó, trotando hacia el espacio que separaba sus equipos, para liderar su carga. Al verla moverse, sus colegas entendieron lo que quería hacer. Y al verla levantar su rifle de plástico al aire, con un gesto bélico glorioso, se prepararon para comenzar a correr—. ¡NARANJOS! ¡SÍGANME!
El impresionante conflicto que tomó lugar a continuación fue uno que entraría en la historia del campamento Artemis. Unos chicos del equipo negro le sacaron fotos y grabaron eventos de toda la pelea.
Cubetas de agua fueron lanzadas como cañones entre las hordas de adolescentes. Globos, como granadas. Botellas fueron usadas como sables y las armas de plástico, como la principal fuente de ataque entre todos.
Algunos jóvenes se persiguieron entre ellos, queriendo empaparse por completo. Otros, hasta se cayeron al suelo, fingiendo estar luchando a puñetazos entre las explosiones hídricas. Y las dos líderes de los ejércitos presentes en la cancha se apuntaron con sus fusiles así que se vieron, disparándose a la cara.
Al final, no hubo un ganador definitivo. Los monitores aparecieron, indagaron a gritos y reclamos qué sucedía, y los campistas solo se rieron de toda la situación. Su enemistad murió entre carcajadas.
Las fotos y videos del incidente fueron subidos a redes sociales y el mismo agarró popularidad. Allison se pasó el resto de la tarde respondiendo a comentarios en las imágenes que subió a su cuenta privada.
En uno de los registros, Hannah y Taylor habían concordado con sacudirse la mano. Ambas estaban empapadas de pies a cabeza, se veían rojas por el esfuerzo físico que realizaron, y aún cargaban en su mano libre sus armas de plástico. La foto era cómica, pero también bastante valiosa para Allison. Significaba un incremento de madurez gigante por parte de su hermana —quien, en otros tiempos, jamás hubiera aceptado ser vista siendo cordial con su "rival".
Mirarla en la pantalla de su celular, ya acostada en la cama de su cabaña, vestida con ropas secas y cómodas, hizo a la porrista sonreír. Las esquinas de su boca se extendieron más aún, sin embargo, cuando una notificación hizo vibrar al móvil. Al revisarla, se sorprendió de buena manera. Taylor había comenzado a seguirla.
Pero Allison fue inteligente. No la siguió de vuelta de inmediato, para evitar demostrarle que estaba online. ¿Y por qué? Pues, porque quería revisar el perfil de la atleta, ¡claro!
Y efectivamente, esto hizo. Se pasó unos minutos examinando sus fotos, desde las más profesionales —que algún fotógrafo de su colegio le había sacado, durante sus partidas de rugby—, hasta las más borrosas y casuales —que había capturado con las lentes de la cámara de su propio celular, mientras pasaba el rato con sus amigos.
En todas, ella se veía maravillosa. Sus hombros anchos, bíceps musculosos, y piernas que parecían ser infinitas eran una combinación peligrosa para la sanidad de cualquier persona con ojos funcionales. Pero todos estos atributos, mezclados con su gran melena oscura, rizada, y su piel marrón, resplandeciente, convertían a la belleza de Taylor en algo fatal.
Una imagen en específico casi detuvo al pobre corazón de Allison, de hecho. En ella, la jugadora de rugby estaba usando su ajustado uniforme —sucio de tierra y sudor—, sostenía un balón bajo su gigante brazo, y llevaba el cabello tomado en lo que parecía ser una cola de caballo, que ya casi se deshacía. El fotógrafo de su colegio la había retratado en medio de un partido importante, mientras ella corría. Y el dinamismo de su pose comprobaba dicha información.
Allison se mordió su labio inferior al sentir sus mejillas calentarse. Salió del perfil de la joven y volvió a la pestaña de actualizaciones. Apretó el botón para seguirla. Menos de un minuto después, Taylor ya le estaba escribiendo:
"Hola, caracolito"
El apodo hizo a la porrista girar los ojos, pero no le sacó la expresión contenta del rostro. Cubriéndose con su manta para tener más privacidad al conversar con la atleta, ella respondió.
"Hola
Ya te dije que no me llames así"
"No mientas
Sé que te guta
*gusta
xd"
"Lo encuentro estúpido
Pero tú haz lo tuyo
Supongo"
"Eres libre para darme un apodo
un día de estos"
"No soy muy creativa"
"Seguramente se te ocurrirá
algo con el tiempo"
"Mi hermana te llama de
Joey Ramone lesbiano
Por tu pelo, supongo
Pensé que te interesaría saber"
"¿QUÉ?
DDNSKFNKSDNFSD
MUEROOOO"
"Hannah no tiene filtro"
"Pero sabes qué?
Lo tomo
Seré un Ramone lesbiano con honor"
"Por Dios"
Taylor comentó a escribir algo como respuesta, pero se detuvo. Allison creyó que su conversación se terminaría por ahí, y se decepcionó un poco, pero pronto la otra chica regresó, enviándole una dirección en google maps.
"Oye, nada que ver
Pero con unas amigas del equipo negro
queremos ir hoy a un club lgbt friendly
que está a una hora de aquí...
¿quieres ir también?"
Allison respiró hondo. Bajó el celular y lo apoyó contra su pecho mientras pensaba. En unos segundos, contestó:
"Depende...
¿cómo planean ir allá y volver?
Necesito los datos..."
"Una de las amigas que te mencioné
tiene una novia en el poblado
ella nos pasará a buscar en camioneta
y nos dejará aquí de nuevo, antes
del amanecer"
"¿La conoces?"
"Sí, tranquila
no te estaría invitando si no supiera
que es confiable
Además... tengo que mencionar
que esta es una salida
exclusivamente gay...
No queremos heteros cerca xD"
"¿Entonces no puedo invitar a Hannah?"
"Nope.
Yo tampoco voy a llevar a Gina.
Es la regla."
Allison volvió a pensar en la propuesta. Amaba a su hermana, con todo su corazón, pero la idea de pasar una noche lejos de ella, viviendo su vida sin restricciones o temores, y explorando un lado de su sexualidad que generalmente reprimía al frente de sus familiares y amigos era demasiado llamativa.
Y por eso, le resultó irrecusable.
"¿Me pasas a buscar?
Quiero ir"
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