Capítulo 14: La Flecha de Oro
Luego de la visita de Keith y de las chicas por la tarde, las tres monitoras volvieron al campamento, hacia el final del atardecer. Se sentían más livianas, listas para continuar con su trabajo el día siguiente, y la mayoría de las ansiedades que las habían atribulado antes de la reunión se esfumaron con el humo del asado.
Además, haber nadado en el río y tomado una ducha en su cascada también auxilió bastante a incrementar su estado de relajación.
—El agua estimula nuestro sistema nervioso parasimpático —Allison explicó, cuando Taylor confesó no entender por qué este era el caso—. Así que ayuda con la digestión, y baja tu ritmo cardíaco, junto a tu presión. Nadar también estimula la producción de endorfinas que reducen la sensación de dolor. Por eso una se pone tan "zen".
—¿Y cómo sabes todos eso? —la entrenadora de rugby preguntó.
—Aprendí sobre los beneficios del agua para la salud cuando estaba estudiando para ser profe de educación física.
—Ah... Entonces eso estudiaste.
—Sí... ¿Y tú?
—¿Huh?
—¿Estudiaste algo cuando saliste del hospital o no?
Taylor no alcanzó a responder nada, porque en ese preciso momento Hannah se lanzó al río, cayéndose a su lado como una bola de cañón. El susto la distrajo tanto a ella como a su novia, y la charla solo pudo ser retomada más tarde, una vez ambas estaban de vuelta en el enorme terreno del campamento.
A aquellas tardías horas de la noche la bajista ya se había ido a dormir, junto a un puñado de otros monitores más, pero algunos adultos aún daban vueltas por los caminos del campamento, buscando a campistas a los que enviar de vuelta a la cama. Taylor y Allison —pese a todavía estar en su día libre— decidieron unirse a la actividad del último grupo. Recorrieron los senderos cercanos a su residencia con pasos lentos, observando cualquier movimiento sospechoso por parte de los jóvenes a los que cuidaban. Y aprovecharon la salida para poder continuar conversando:
—Logré terminar la secundaria cuando salí del coma, pero aún no hago la prueba de selección universitaria —la entrenadora de rugby confesó, pateando piedras mientras caminaba—. Tengo que estudiar para eso cuando salga de aquí. Pero estoy con miedo de meter la pata, porque desde que tuve el aneurisma mi intelecto medio que disminuyó. No logro retener bien información, los números me confunden cada día más, y leer demasiado me hace doler la cabeza.
—Si quieres te puedo ayudar a estudiar —Allison comentó, tomándola de la mano—. Y tu intelecto no disminuyó, estás teniendo un ligero deterioro cognitivo.
—Eso es lo mismo.
—No, no lo es. Sigues siendo igual de inteligente que antes, solo que ahora tu cerebro está dañado, por obvios motivos, y le cuesta más procesar la información que recibes del mundo. Hay medicaciones y suplementos que pueden ayudar con eso. Además, ahora el gobierno tiene un programa especial para personas con discapacidades del aprendizaje, y hay una versión especial de la prueba de selección universitaria.
—¿En serio? —Taylor alzó sus cejas—. No sabía eso.
—Pues feliz estoy de informarte.
Las dos siguieron hablando sobre la posibilidad de que Taylor continuara con sus estudios. Al parecer, ella quería ingresar a la carrera de kinesiología. Su experiencia en el hospital, mientras se recuperaba de su coma, había causado un gran impacto en sus deseos para el futuro. Ahora quería ayudar a los demás a sanar, como aquellos profesionales la habían ayudado a ella.
—Es una muy buena idea. Creo que te iría de lo mejor como kinesióloga —Allison comentó mientras paraban de caminar, cerca de una farola—. Y oye... Además de lo de tus estudios, hay algo que te quería preguntar.
—¿Sí?
—¿Tienes planes de seguir viviendo con tu hermano? ¿O te gustaría conseguir un lugar un poquito más privado?
—Uff... Lo amo, pero no; vivir con él es algo momentáneo. Estaba durmiendo en el sofá antes de venir aquí —Taylor admitió, con una sonrisa ligeramente avergonzada—. El gran problema es que no puedo vivir sola, por el tema de mi medicación.
—¿Por la medicación? ¿O por las convulsiones?
—Los dos —ella concedió—. Es peligroso que no tenga a nadie cerca. O sea, hasta tengo este reloj inteligente... —Levantó su muñeca, enseñando el dispositivo—. Que revisa mi ritmo cardíaco todo el rato y le avisa a mi hermano si mis signos vitales se salen de lo normal, pero no es muy confiable... ¿Qué pasa si él está lejos de mí y ocupado? ¿Si no tiene su celular cerca? Me puedo morir sola, sin que nadie lo sepa.
—Entonces sí o sí tienes que vivir con alguien.
—Sí. No tengo otra opción; no puedo estar sola por mucho tiempo. No es seguro. Y he estado buscando a un roomie desde hace unos meses, pero solo me ha tocado hablar con gente extraña, con quien definitivamente no me gustaría compartir piso.
—Y... —Allison giró su cuerpo hacia ella y la miró con una expresión esperanzada—. ¿Si pasáramos las dos a vivir juntas?
—¿Hablas en serio?
—Hm —Ella sonrió—. Allison se va a casar y muy pronto se irá a vivir con Keith, lo que es comprensible. Pero yo voy a necesitar de una compañera nueva de piso, porque el precio del arriendo es demasiado caro para que lo pague sola. Podrías tomar su habitación, si quieres.
—Ah, ¿y tendría habitación propia también? —Taylor replicó su expresión contenta—. Pensé que la propuesta implicaba compartir una contigo.
—Si eso es lo que quieres, podemos hacerlo. No me incomoda. Así aprovechamos y convertimos al otro cuarto en un mini gimnasio.
—Oh, esa idea me agrada.
—¿Sí?
La entrenadora de rugby, rodeando el cuello de Allison con sus brazos, asintió y se inclinó adelante, robándole un beso corto, amoroso, repleto de alegría.
—Sí. Y acepto la propuesta. O sea, ¿quién no lo haría? Me estás ofreciendo tutoría gratuita para mis estudios, un gym a precio reducido, y la oportunidad de besarte siempre que quiera, sin que nadie me pueda detener. ¡Es un ofertón!
Allison se rio y sacudió la cabeza.
—Ahora que lo pienso... —Miró a sus labios—. Creo que sí voy a cobrar por la tutoría —respondió con una voz baja, suave como terciopelo, que erizó todos los vellos del cuerpo de su novia e hizo a su estómago tensarse.
—Ah... ¿Y cómo debería pagar entonces? ¿Payl-pal? ¿Mercado pago?
—No, no.. Te voy a dar una pequeña pista...
La profesora de educación física empujó a Taylor gentilmente hacia atrás, hasta que su espalda chocara con el tronco de un gigante pino y ella soltara un ruidito sorprendido, bastante cómico.
Ahora alejadas de la luz de la farola, lo único que la mujer de cabellos rizados pudo ver de su novia fue su oscura silueta, iluminada con vagos destellos amarillos y naranjos. Más allá de eso, sólo supo lo que en el presente sucedía por toques y sensaciones. Allison pegó su boca al costado de su cuello y lo marcó con sus dientes, en seguida curando la piel con el dulce y ligero toque de sus labios. En seguida, pasó a besarla en la boca, sin miedo a usar su lengua para incrementar la sensualidad del gesto. Tuvo el placer de sostener su mandíbula con una mano, mientras la otra se movía con intrepidez y deseo hacia los botones de su pantalón. Y mientras todo esto sucedía, Taylor se sintió tan embriagada por el afecto que mal logró retribuirlo.
Allison parecía estar decidida a repetir la experiencia que tuvieron en el estacionamiento del club nocturno, aunque de esta vez, teniendo ella el control sobre todo. Y la otra atleta no podía reclamar de nada. No podía emitir cualquier otro ruido que no fueran sus sutiles gemidos, pequeños y contenidos. Gemidos que se deslizaban entre su respiración pesada con dificultad, y con cierta timidez.
La mujer en sí se estaba derritiendo bajo las caricias de su compañera como un cubo de hielo bajo el sol del mediodía. Y esto no era una mera metáfora; sin sus ropas sería apenas un resplandeciente charco de deleite y de gozo. Porque juntándose al sudor común de una cálida noche de verano, estaban las perlas provenientes de su ardor interno, y de la elevada temperatura de su cuerpo, causada por Allison.
Su camiseta estaba empapada. Ni hablar de sus pantalones y su ropa interior. La tela que cubría su piel parecía sofocarla. Y este incómodo, por más raro que parezca, no le causaba disgusto o molestia, sino placer.
No se quería mover de aquel lugar. Quería dejar que su novia la siguiera devorando como algún animal salvaje, desgarrando su vestimenta y su sanidad con sus dientes y sus garras.
Pero claro, la pasión tuvo que ser interrumpida.
Escucharon un grupo de monitores acercarse.
—¡Mierda!... —Allison exclamó con un susurro, antes de apartarse de ella con un salto, agarrarla por la muñeca y hacerla esconderse al otro lado del tronco.
Taylor, más una vez, no tuvo mucha reacción. Se dejó llevar con cierto letargo, riéndose del desespero de su novia, y no notó el peligro que habían corrido hasta que los tres funcionarios del campamento se marcharon de ahí.
Podían echarlas del Artemis si las encontraban en una posición tan comprometedora como en la que estaban.
—Deberíamos ir a un lugar más privado —logró decir al fin, decidida a continuar con lo que hacían, sin importar cómo.
—¿Y si vamos a la choza de carpintería? —Allison mencionó una pequeña construcción de madera y ladrillos, que quedaba cerca de su actual ubicación, y en la que usualmente se llevaban a cabo las clases del taller.
—¿Para que me partas al medio como un serrucho?
—¡Taylor!
—¿Qué? —Ella se rio, mientras su novia le daba un manotazo al hombro—. ¿Vas a decir que no era eso lo que estabas a punto de hacer? ¿Darme como un martillo a un clavo?
—Ya, para con los chistes de papá. Nada me calienta menos que eso.
—Perdóóón... —la atleta bromeó, acercando su rostro de nuevo al de la profesora—. Pero bendito sea el árbol de dónde sacaron la madera donde tus padres te concibieron, bebé...
—¡YA! —Allison exclamó, con una pequeña carcajada—. ¡A la choza! ¡Ahora!
—¿Por qué eres tan rígida? ¿Por acaso estás hecha de nogal?
—No, esa fue muy tonta, ya para.
—Ya, dale. Voy a parar. Pero...
—Ugh. Taylor.
—Okay, okay... —Se rio—. Silencio, lo entendí.
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Sus últimas semanas en el campamento fueron atareadas, pero divertidas. Enseñarles a los campistas sus trucos para ser mejores atletas, reírse de las bromas y artimañas de los jóvenes, quienes —tales como ellas, a su edad— tenían rivalidades cómicas entre ellos, y pasar tiempo con los demás monitores fue entretenido.
Allison pudo al fin ver a Taylor jugar una partida de rugby en persona, junto a sus alumnos, y apoyarla a gritos, silbidos y aplausos, como siempre lo había soñado. Taylor, por su parte, fue capaz de realizar su sueño de observar a Allison mientras animaba junto a sus propias aprendices. Y las dos lograron hacer lo que no fueron capaces, cuando todavía eran adolescentes: terminar sus días en el campamento felices con sus vidas, satisfechas con su rendimiento, y llenas de esperanza para el futuro.
E incluso Hannah alcanzó una meta que jamás había esperado alcanzar: El equipo de campistas al que había cuidado y liderado por todos aquellos días había ganado la Flecha de Oro, con la histórica marca de 1886 puntos. ¿Su color? Magenta, claro.
—Me alegra que ella haya logrado tener su final feliz —Taylor sonrió, viendo a su cuñada ser levantada al aire por los adolescentes a los que había liderado, como si fuera una emperadora, volviendo victoriosa de una dura batalla.
—No fue la única —Allison le sonrió de vuelta, antes de rodear el cuello de su novia con sus brazos—. ¿Lista para volver a casa?
—¿A nuestra casa? —Ella se acercó a su rostro—. Bastante.
Y mientras escuchaban a los campistas a su alrededor celebrar su logro, disparándose con pistolas de agua, mojándose con botellas, jalándose y empujándose de un lado a otro, ellas se inclinaron adelante y se besaron, sin importarse por el hecho de que también se estaban empapando, o que todas las personas a su alrededor las estaban viendo.
Porque al fin eran libres para estar juntas, sin que nadie las pudiera detener. Para amarse, sin vergüenza. Y para ser felices, sin limitaciones, ni secretos, ni temores.
Eran libres, punto.
Y todo gracias a un simple campamento de verano.
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Nota de la autora: Hola people :D
Si es que alguien llega aquí al final, gracias por leer. Intenté que esta historia fuera un poco más liviana que las otras que he escrito, para darle un poco de variedad a mis obras. Quería tener rom-com corto, sin grandes conflictos, que fue divertido de leer y que también fuera tierno. Ojalá haya cumplido con alguna de estas metas.
En fin, nos vemos en una próxima ocasión. De nuevo, gracias por haber pasado por aquí. ^^
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