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CAPÍTULO 8: "De vuelta al trabajo"

Al final aproveche los días libres para pasarlos en casa de mis padres, de esa manera, me mantendría ocupada y evitaba tener la tentación de llamar a Pablo.

Llegó el último día de vacaciones y seguía sin tener noticias de él, la verdad, es que esperaba un poco más de interés por su parte, antes de tener que enfrentarme al momento de encontrarnos cara a cara en la oficina. Iba a ser muy embarazoso.

Luego estaba Virginia, que iba a estar vigilándonos con lupa, o al menos eso creía yo, puesto que se había dado cuenta de que ocurría algo entre nosotros.

Llegó el momento de enfrentarme a mis miedos, eran las 9 de la mañana cuando entré a la oficina. Todavía no había llegado Pablo y eso me extrañó bastante, solía esperarme siempre, con dos cafés en nuestro despacho.

No pude evitar preocuparme un poco, decidí quitarle importancia y me puse a leer el correo.

No pasaron ni diez minutos cuando escuché unas risas en el pasillo, se abrió la puerta y pude ver que era Pablo, pero no estaba solo, le acompañaba Sofía.

No dejaron de reírse mientras entraban en mi despacho, cuando por fin me vio Pablo parecía sorprendido.

-¡Buenos días María!, creía que todavía no habías llegado. —dijo éste acercándose a su mesa y sacando unos informes de su carpeta. —Toma Sofía voy a necesitarlos corregidos y a limpio para pasado mañana, por favor.

- De acuerdo Pablo. –Le dijo Sofía y antes de salir por la puerta se giró para mirarlo con una sonrisa pícara en los labios -- ¿nos vemos hoy en el almuerzo?

No pude disimular mi cara de asombro y disgusto al escuchar sus palabras.

-Sí, claro. Nos vemos luego. —Le respondió Pablo—

¿Desde cuándo quedaban parar almorzar juntos?, ¿y a mí que más me daba?

Hice como si no los estuviera escuchando y seguí con mi trabajo.

Pasamos la mañana en silencio, solo nos dirigíamos la palabra para hablar de cosas del trabajo. Llegó la hora del almuerzo y Pablo antes de salir de la oficina me preguntó si quería acompañarlos.

-No, gracias. – le dije sin levantar la vista de mi mesa—

Me quedé sola en el despacho, hasta que Virginia entró por la puerta sin llamar.

-¿Qué hace Pablo con esa?, ¿desde cuándo son tan amiguitos? –Pregunto mi amiga—

-Van a almorzar, Virginia. —Le contesté intentando mostrar indiferencia—

-¿Yyyyy...?, no me estas respondiendo María. –Insistió otra vez-- ¿Cuándo se han hecho tan amigos?

- En tu fiesta amiga mía. –Le dije— ¿recuerdas que Pablo no se acercó a mí en toda la noche?, pues ya sabes el motivo. Estuvo con ella toda la noche, supongo.

- Toda la noche no, querida. ¿O ya has olvidado que te rescató del temido dragón? – Me discutió -- ¿Estás celosa cariño?

- ¿Celosa yo?, ¿de Pablo y Sofía? –Solté una carcajada fingida—A mí no me importa lo que hagan esos dos con su vida.

- ¡Estás celosa!, sabes que él no siente nada por ella ¿verdad? –me acarició la espalda mientras me decía esas palabras—

Me quedé mirándola sin saber que decirle.

Virginia abrió la bolsa que llevaba en las manos y sacó nuestro almuerzo. Nos lo comimos mientras mi amiga me contaba como habían sido sus vacaciones junto a Marcos. Eso hizo que no pensara en lo que estaba haciendo Pablo en esos momentos.

La semana pasó sin cambios, todos los días Pablo salía a almorzar con Sofía y aunque pretendía hacer como que no me importaba, por desgracia, los celos que sentía eran cada vez más fuertes.

Pero no podía dejar que nadie se diera cuenta de ello.

En casa con Víctor todo seguía como siempre, solo estábamos juntos un rato antes de irnos a la cama.

Pablo por su parte seguía actuando como si no hubiera pasado nada, excepto por el hecho que ahora tenía una nueva mejor amiga, o al menos es lo que parecía.

Empezaba a pensar que todo había sido olvidado, como si nunca nos hubiéramos besado. ¡Que ilusa fui!

Todo volvió a cambiar una mañana después de volver del almuerzo.

Mi jefe nos llamó a Pablo y a mí a la oficina para informarnos de que la empresa había conseguido un cliente muy importante de Francia, teníamos que firmar el contrato en dos días y ellos no podían venir. Así que teníamos que ser nosotros los que fuéramos a su país para la firma del mismo.

Me pidió que fuera yo la que me encargara de sacar dos billetes de avión para Francia y hacer las reservas en el hotel. Pero no me había llamado solo para eso, nos informó de que esta vez no iba a ser él quien se encargara del trabajo, quería que Pablo se estrenara como Presidente de la empresa y que mejor forma de empezar que con la firma de este contrato.

Entonces le pregunté si sacaba los billetes para ellos dos, pero mi jefe negó con la cabeza y mirándonos a los dos dijo, que si él iba le quitaría el protagonismo a su hijo y que la persona en la que más confiaba para que lo acompañara era yo.

¿Cómo me estaba pidiendo eso?, ¿en qué pensaba este hombre?

¡Yo no podía irme con Pablo a Francia, los dos solos!

-María, confío en ti para esto. Eres mi mano derecha y vas a pasar a ser la de Pablo. –Dijo mi jefe muy amablemente –eso es todo, ahora necesito que mi hijo se quede un poco para explicarle lo que quiero para ese contrato. ¡Gracias!

Le di las gracias y asintiendo con la cabeza le confirmé que haría ese viaje con Pablo.

Al salir del despacho de mi jefe, me tropecé con Virginia, debía de tener la cara descompuesta, pues mi amiga me cogió de la mano y me llevó a su despacho.

-¿Qué ha pasado ahí dentro María?, ¿estás bien? –me preguntó—

- Me voy a Francia unos días con Pablo –le dije sin poder reaccionar todavía – los dos solos, su padre cree que ya es hora de que tome las riendas de la empresa y piensa que soy la más preparada para acompañarlo.

Virginia se tapó la boca con la mano y con cara de asombro me miró y se puso a reír.

-¡Yo no le encuentro la gracia por ningún sitio!—exclamé con enfado—

- ¿Por qué no?, ya era hora de ponerle un poco de emoción a tu vida.--Dijo mi amiga – además, espera a ver la cara de Sofía cuando se entere de la noticia.

-Virginia no puedo hacerlo, ¿Qué pasará si Víctor se entera de lo que ocurrió en tu fiesta?—dije sin pensar en que no se lo había contado aun a mi amiga—

-¡Sabía que había pasado algo!—exclamó mientras acercaba su silla a la mía—cuéntamelo todo y quiero detalles.

Así fue como le conté a Virginia todo lo que me había ocurrido, todo, hasta los sueños que tuve y lo que sentía. Mi amiga no abrió la boca hasta que acabé. La verdad es que cuando lo hice me sentí como más ligera, ella solo asentía con la cabeza y en ningún momento me hizo ninguna crítica ni reproche por nada de lo que decía.

-Me alegro por ti María –dijo ésta mientras me mostraba una sonrisa—

-¡Estas completamente loca! ¿Cómo que te alegras? ¿Y tú eres mi amiga?—le recriminé—

-¿No lo comprendes?, has tenido la inmensa fortuna de conocer a tu alma gemela querida—me contestó mientras me cogía de las manos—Sé que quieres a Víctor y que él te quiere a ti, pero no es suficiente, no eres feliz a su lado. ¿No ves que no tienes más vida que tu trabajo?, no te había visto ese brillo en la mirada nunca, lo tienes desde que Pablo llego a tu vida. Querer no es lo mismo que Amar mi niña.

No supe que añadir a lo que me acababa de decir mí amiga. Fue como si me hubiera dado una bofetada para que terminara de despertarme después de un desmayo.

-Pero, no puedo hacerle eso a Víctor. –Dije al fin—

-No María, no puedes hacerte lo que te estás haciendo a ti misma. Además yo no te estoy diciendo que hagas nada, solo te pido por favor, que vivas. Tienes 25 años, llevas 2 casada con Víctor y parece que estéis a punto de celebrar las bodas de oro. A tu edad deberías de tener un poco más de alegría en tu vida. —Dijo Virginia acabándome de convencer—Hazme caso cariño, solo ve y disfruta, no esperes nada, lo que el Universo te tenga preparado lo pondrá en tu camino.

- Lo pensaré –le dije mientras me levantaba para volver a mi despacho.

Cuando llegué Pablo estaba sentado en su mesa, me quede un instante parada y luego me senté yo también en la mía.

- No tienes que venir si no quieres. —Dijo Pablo sin levantar la cabeza del ordenador—puedo decirle a mi padre que te ha surgido algo importante.

- Pero, tu padre me lo ha pedido porque confía en mí para ese trabajo.--Le contesté secamente—

- No quiero que vengas si realmente no quieres hacerlo—insistió—además, le puedo pedir a Sofía que me acompañe.

¿A Sofía?, no había nadie más en toda la empresa, ¡ni pensarlo!, no iba a dejar que esa ocupara mi lugar, para nada.

-No hace falta que se lo pidas, he dicho que iré y voy a hacerlo porque es mi trabajo. —le dije muy secamente.

Y me puse manos a la obra para preparar todo lo necesario para el viaje.

Esa misma noche, nada más llegar a casa, informé a Víctor de que tenía que irme unos días a Francia por trabajo.

Éste me felicitó, pues dio por hecho que iría con el padre de pablo, además, según él, era como un reconocimiento por mi trabajo, estaban confiando en mí para la firma de tan importante contrato.

Yo no quise disgustarlo y no le desmentí ninguna de sus suposiciones. No le mentía, simplemente no le estaba diciendo toda la verdad...

Si tengo que ser sincera, en ese momento eso era lo que menos me importaba, en realidad me sentía furiosa con Pablo por insinuar que quería pedirle a Sofía que le acompañara.

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